Nathy Peluso, la chica que escapó de la crisis con su familia, encontró un hogar en España y hoy le canta al mundo entero
La argentina radicada en España se convirtió en una de las referentes femeninas de toda una generación; combina el trap con la salsa, el tango y los boleros; con una presencia imponente, ya cuenta con un Latin Grammy, viene de tocar en Coachella y se presenta este domingo en el Quilmes Rock
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Nathy Peluso es aguerrida, se para sobre el escenario y su potencia genera un efecto hongo que se expande en el público. No le hacen falta bailarinas ni efectos, es ella, su cuerpo voluminoso, sus movimientos... Es una chica de difícil clasificación aunque el soul y su manera de plantarse recuerdan a esas mujeres que hicieron historia, como Janis Joplin o Amy Winehouse. Exploradora, interpeladora, excéntrica, la argentina radicada en España aparece como aire fresco en medio de un mundo de figuras preconfiguradas. Trae con su propuesta vientos nostálgicos que combina de forma cómoda con los géneros actuales. Crea ambientes, usa técnicas aprendidas en el mundo de las artes escénicas y logra una identidad.
Ella canta de una forma particular, se nutre de diversos estilos y propone un viaje que puede ir de Cuba al puerto de Buenos Aires, asomarse al hip-hop de los años 90 para aterrizar en la actualidad y en el género urbano. Logró en poco menos de 4 años convertirse en una referente de las nuevas generaciones que celebran su alevosía, sus letras donde habla de su cola, de su sexualidad y muestra a una mujer poderosa y autosuficiente que no pide permiso y que rapea al tiempo que arenga sus convicciones y celebra la sensualidad.
“Una perra sorprendente. Curvilínea y elocuente. Magníficamente colosal. Extravagante y animal”, canta en BZRP Music Sessions #36, el tema que hizo con Bizarrap que tiene más de 304 millones de reproducciones en YouTube. Y así de arrasadores son los hitos que acompañan la carrera de esta artista que con 27 años y un solo disco editado, Calambre (2020), viene acumulando reconocimientos. El álbum ganó en la categoría “Mejor álbum de música alternativa” en los Premios Grammy Latinos 2021 y estuvo nominado a Mejor álbum latino de rock o música alternativa en los Premios Grammy 2022. No conforme con eso, Peluso ganó 4 premios Gardel 2021 (incluidos Mejor Álbum Pop Alternativo, Mejor Nuevo Artista, Mejor grabación del año y Mejor Álbum/Canción de Música Urbana/Trap por su colaboración con Bizarrap).
Nathy tiene casi 5 millones de seguidores en su cuenta de Instagram, el último video que compartió en su canal de YouTube, “Delito”, tiene más de 54 millones de vistas, además fue una de las dos argentinas convocadas para presentarse en Coachella, también para el Sonar en Barcelona y es una de las artistas qué más expectativas generande cara al Quilmes Rock 2022 (toca el próximo domingo 1 de mayo a las 19.50, en el escenario Quilmes). Como si fuera poco, tiene 7.500.000 oyentes mensuales en Spotify, y sus temas “Delito” y “Buenos Aires” suman casi 100 millones de escuchas. Ni hablar el número que alcanzan sus colaboraciones: el tema que hizo con Bizarrap tiene 187 millones de reproducciones en la plataforma de streaming y “Ateo”, canción que hizo con C. Tangana -el español que logró imponerse en el mundo del trap-, suma 90 millones. Números desorbitantes incluso pensando en artistas internacionales.
Un trabajo de hormiga
“Me abrí un camino con un trabajo de hormiga”, contaba Peluso a LA NACION tiempo atrás. Y es que hay algo de ese recorrido artesanal que se percibe en el trabajo de esta artista que vivió un cambio rotundo de vida a los 9 años, cuando sus padres decidieron probar suerte en España tras varias crisis en la Argentina. Nathy nació en Luján en 1995 y vivió en Saavedra hasta que la familia se instaló en Alicante. Las diferentes tonadas que adopta en sus canciones hablan de esa capacidad de adaptarse a diferentes culturas y nutrirse con sus particularidades. Al respecto, reconocía: “Las sonoridades de los acentos que me han rodeado siempre son una de las tantas cosas que me han conformado como persona, mujer y artista”.
Hija de una psicólogo y una profesora de inglés, la niña que creció en tierra extranjera también vivió en Murcia y Madrid hasta instalarse en Barcelona. “Somos una familia humilde, de trabajadores, y ellos [mis padres] querían el mejor futuro para mi hermana [quien está arrancando su carrera musical como Sofía Gabanna] y para mí. Se embarcaron en una aventura que nos enseñó a superarnos. Ser inmigrante te obliga a eso. Pero siempre mantuvimos el amor por nuestras raíces. Seguimos siendo muy argentinos en nuestra vida cotidiana. Cocinamos nuestras tartas y nuestras milanesas y tenemos siempre una gran nostalgia”, contaba a este medio.
Sus cambios de residencia tuvieron que ver con estudios inconclusos: comunicación audiovisual y teatro físico. Dentro de la carrera Pedagogía, las artes visuales y la danza fueron las dos disciplinas que abordó antes de dedicarse a la música. Pero también sus migraciones tuvieron que ver con romances y con una búsqueda que recién terminaría con el lanzamiento de Esmeralda, su primer disco recopilatorio. Antes, Nathy caminaba las calles de Madrid rapeando rumbo a su trabajo en un hostal o en un restaurante, donde era mesera. También cantaba covers en hoteles, a los 16 años. Más tarde se animó y llevó su música a YouTube. Su incursión en la prosa tuvo que ver con otro trabajo temporal: escribía poesía por encargo, le daban una palabra y ella entregaba un poema para hacerse algo de plata en las calles y el subte de Madrid. Algo que la llevó a meterse en el rap y en el hip hop y a convertirse en una compositora casi sin darse cuenta. “Que venga una persona y te pida un poema que tenés que redactar en cinco minutos como máximo, porque hay una cola y estar comprometida con la calidad... porque eso es algo que yo nunca abandono. Era un reto que luego me hizo tener muchas herramientas para ser letrista”, confesaba en una nota con Zona Pop CNN.
“Escribir en verso con rapidez es algo difícil, sobre todo por mantener el juego de lo cotidiano, de la metáfora, del no irse a lo cliché y no usar palabras demasiado azucaradas. A mí me gusta escribir con elegancia”, sumaba.
En 2017, y tras días en que volvía a casa sin un euro, su vida dio un giro y su música logró escalar a otro nivel: lanzó el disco recopilatorio Esmeralda. “Esa canción [”Esmeralda”] es muy significativa en mi carrera porque le pegó a mucha gente de una manera mágica. Fue un avance muy fuerte, a partir de ahí me configuré como Nathy Peluso y la gente me empezó a reconocer. Empecé a llenar conciertos, fue creciendo, fue todo muy rápido”, decía a LA NACION. Peluso encontró un sonido propio y con “Corashe” llegó el punto de inflexión. El tema no pasó desapercibido, ni su poesía visceral y su discurso narrativo vanguardista. Un año después llegó La Sandunguera, un segundo recopilatorio que terminó de tallar la escultura de esta artista incipiente y sensual. El jazz y el soul que consumió, y que tanto la marcaron en su juventud, se vieron materializados en este trabajo, donde le dio más lugar a su costado actoral y performático y siguió madurando su personalidad.
Siguieron giras por Europa y América Latina y conciertos en festivales, entre ellos, el Primavera Sound. Nathy Peluso se convirtió en sinónimo de osadía y para algunos traía reminiscencias de Lil’ Kim y de esas mujeres que irrumpieron y cambiaron la mirada sobre las artistas femeninas en los 90 en los Estados Unidos. Ellas hablaban de sexo, de drogas, de tener muchos novios y temáticas incómodas para aquella época. Fue en ese momento en el que se reencontró con sus orígenes y su música comulgó de forma orgánica con un momento histórico que se vivía en el país: la revolución de las pibas, la ola verde, la mujer cambiando de lugar. Peluso pisó Buenos Aires y su “corashe” se convirtió en himno.
“Mi generación se siente poderosa. Eso me hace muy feliz. Me siento parte de ese movimiento tan intenso que vive la mujer en todo el mundo. No quisiera llamarlo lucha. Prefiero decir que es un cambio”, decía al respecto.
Las influencias de Nathy Peluso
Todo ese camino lo hizo sin olvidar sus raíces. Cuando le preguntan por sus influencias y referentes, Nathy muestra tanta versatilidad como con su trabajo. Desde los argentinos Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Gustavo Santaolalla, Charly García y Fito Páez a latinoamericanos como Joao Gilberto, Ray Barreto, Gloria Estefan, Antonio Carlos Jobim y Celia Cruz. También referentes norteamericanos tan diversos como Frank Sinatra, John Coltrane, Ella Fitzgerald, Nina Simone, Billie Holiday, Dinah Washington y Ray Charles.
“Mi papá escuchaba música brasileña y mucho blues, era fan de Pappo y B.B. King. Y mi mamá ponía música latina, la que trato de reflejar en mis coreografías. A medida que fui creciendo me independicé musicalmente y empecé a descubrir a los grandes artistas del jazz. Esas mujeres con voces tan poderosas me influyeron mucho. Aprendí mucho escuchándolas y empecé a versionarlas. Después descubrí al hip hop, que me trajo hasta donde estoy hoy: Notorious B.I.G., Wu-Tang Clan, Cypress Hill, The Roots, Lauryn Hill. Y fui encontrándome con la música de Stevie Wonder, con el reggae, el neo-soul y el R&B. Creo que mi música refleja toda esa variedad”, dice al reflexionar sobre sus influencias.
Toda esta catarata de nombres se traduce en el candor de su voz, en los diferentes acentos que se escuchan en sus temas. Nathy es capaz de abordar con igual elegancia un tango, un bolero, una salsa o cualquier tema de fusión, entre la música urbana y el hip-hop, y nunca pierde ese groove que define su música.
La consagración
Desde La sandunguera, la carrera de Nathy avanzó a pasos meteóricos. En 2019 publicó Deja que te combata, su primer libro, al tiempo que firmó contrato con Sony y presentó el primer tema producido por la compañía, “Copa Glasé”. Una muestra más de su versatilidad: se sumergió en un homenaje a canciones navideñas de grandes intérpretes como Nina Simone y a las big bands de jazz, y se convirtió en una de esas damas con vestido de gala que enamoran con su voz. Luego de ese tema, siguieron: “Business Woman”, un himno potente donde se respira empoderamiento femenino [”Soy voluminosa latina letal y sugerente soy nena peligrosa. Y voy directo a tu mente. Pregúntate cuánto odias. Cuánto amas. No vine a dar lección. No vine a hacer tu cama”] y “Buenos Aires”, una canción donde muestra parte de esa nostalgia que le genera la ciudad.
“La propia canción me trajo el sonido de Buenos Aires. Y por alguna razón me llevó también a pensar en el Flaco Spinetta, a quien identifico como alguien muy pero muy porteño. Entonces fui a buscar a algunos de los músicos increíbles que trabajaron con él -Javier Malosetti, Sergio Verdinelli, Guille Arrom- y grabamos en La Diosa Salvaje, el estudio que armó Luis. Fue una especie de ritual, algo muy lindo, muy nostálgico, cargado de una energía especial, muy mágica. Y ahora mi carrera me permitió encontrarme con Rafa Arcaute, otro gran compañero del Flaco”, contaba sobre una de las canciones más celebradas de Calambre.
El disco se lanzó en plena pandemia y, gracias a la magia del mundo hiperconectado, cruzó fronteras y se convirtió en furor de España a América Latina. Incluso llegó a Canadá [la cantante Alessia Cara dijo ser fan de Peluso e incluso cantó “Buenos Aires” durante su presentación en el Lollapalooza 2022 en la Argentina] y a los Estados Unidos: Nicky Jam dijo públicamente que quería trabajar con Nathy y Cardi B es su fan y hasta sube videos cantando temas de ella.
Sobre la creación de este álbum, contaba Nathy dos años atrás: “Fui componiendo con todo lo que me salía del corazón, sin detenerme a ver de qué hablaba cada canción o de qué género musical era. Igual yo siento que los temas vienen de lugares muy distintos, hay una coherencia interna en el disco. Lo que no me gusta es etiquetar. No me gusta cerrar puertas, quiero que la gente descubra que mi música es muy heterogénea”. Y sumaba: “También tuve la licencia de explorar y de hacer lo que iba deseando apoyada por músicos excelentes de Puerto Rico, Estados Unidos, Argentina y España. Calambre es una carta de presentación muy consistente de mi propuesta para el mercado musical. Intento levantar las barreras de género, demostrar que podemos hacer de todo sin encasillarnos y vivir la música como lo que es: algo gigante, hermoso y que cambia constantemente”.
Es un disco que explora en 12 canciones el R&B, el neo soul, la salsa, un género del que es una fiel admiradora, y el tango. Y todo va acompañado de videos donde puede verse la otra parte de Nathy, la histriónica, la que practicó gimnasia artística y estudió artes escénicas, esa que dicen “play” y se pone en posición y puede ser tanto una “mafiosa” como una mujer de negocios o un alma despechada. Es que lo teatral es otro gran ingrediente de su propuesta.
La polémica
Justamente lo que hace de Nathy Peluso una artista distinta la ha convertido en objeto de críticas. El uso de modismos centroamericanos y la creación caricaturesca de personajes no ha tenido el visto bueno de algunos que la describen como exagerada. En “Corashe” se autopercibe como “mulata” y en “Natikillah” se oscurece la piel y luce unas trenzas afro. La comunidad negra no celebró su forma de abordar su cultura y más tarde llegó la acusación de plagio de Hurricane G, la rapera boricua de los 90, quien aseguró que su canción “El barrio” sonaba muy parecida a “La Sandunguera” e insistió específicamente en el fraseo y en cómo hacía el acento la argentina. “Cuando empecé a rapear hace dos años Dano, otro artista argentino que es como mi hermano, me dijo que le recordaba a ella y me puso una canción suya. (...), dio la casualidad de que nuestros timbres coincidían. Reconozco que el salero también es parecido, pero si fuera una inspiración no tendría ningún problema en admitirlo. Soy consciente del talento que tengo y no me hace falta copiar a nadie. Puedo reinventarme continuamente sin tener que imitar a otros”, dijo al respecto en la edición española de la revista Vanity Fair, en 2018.
Hay algo de diversión en eso de jugar con estereotipos, esos que ella aborda, según dice, desde el respeto. Y eso que la hace tan especial, esa manera de imponerse, de mostrarse como una fiera que celebra sus curvas y es capaz de hacer de sí una figura sexual, en donde puede ser cualquier latina, que la distingue y al mismo tiempo la tiñe de prejuicios ajenos. Sin embargo, ella no cambia de rumbo y sigue explorando en esas diferentes Nathys inspiradas en todos esos latinoamericanos que conoció cuando emigró, esos que se juntan en escuelas y barrios y hacen sus “guetos” en países que no le son propios.
Tras la temporada de premios y el caluroso recibimiento a su Calambre, Nathy tiene una agenda plagada de conciertos, sigue lanzando canciones -hace poco fue el turno de “Emergencia”, tema que hizo para un juego de PlayStation-, e hizo su versión de “Vivir sin ti es como morir de amor”, que fue muy bien recibida. Acaba de presentarse en Coachella, donde con nuevo look se regocijó al mostrar la cantidad de movimientos que podía hacer con sus glúteos y dijo que quería hacer una colaboración con Miley Cyrus. Ahora es tiempo de verla entre nosotros, en el regreso del Quilmes Rock.
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