Nadie duerma: “La lírica es un patrimonio de los chicos, y tienen el derecho de apropiarse de ella”
Primera creación de Fígaro, la rama educativa de Juventus Lyrica, el espectáculo une varias de las piezas más célebres de la clásica y se presenta en Ciudad Cultural Konex
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¡Nadie duerma! porque llegaron las vacaciones de invierno y una intensa programación de ópera y música clásica se alista para levantar el telón y recibir a los más chicos con algunas de las melodías más extraordinarias de la historia. Nadie duerma es el título del espectáculo que Juventus Lyrica estrenó de la mano de su nuevo proyecto educativo, la organización “Fígaro”.
“Fígaro es nuestro brazo educativo, no en el sentido de la formación de artistas porque esa es la tarea de Juventus —explica María Jaunarena, directora artística de la rama joven y directora ejecutiva de la organización madre—, sino en lo que corresponde al programa de desarrollo de audiencias que venimos desempeñando desde hace quince años cuando comenzamos con las funciones de preestreno en horario escolar exclusivamente para colegios secundarios con una guía didáctica para docentes.”
Desarrollo de audiencias
El objetivo que anima a este emprendimiento es la posibilidad de despertar en los jóvenes en edad escolar la avidez por apropiarse de un bagaje inconmensurable que, más allá de la experiencia sensorial y estética, que es en sí misma un mundo completo, ofrece un abanico de vastas perspectivas, de temas sociales, políticos, históricos, religiosos y mitológicos, de personajes y psicologías que resumen la esencia de la cultura occidental. “La lírica es un patrimonio que los chicos tienen no solo el derecho, sino el deber de conocer porque es aquí, en este lugar del mundo donde han nacido, y es esta una expresión del arte que les pertenece. Es una cultura de la que tienen que apropiarse”, afirma Jaunarena, también autora del libro y la dirección general del espectáculo.
El germen de Fígaro comenzó en 2016 cuando a los tradicionales preestrenos de Juventus en el Teatro Avenida, se sumaron las óperas en adaptaciones para niños en la Fundación Konex. “Conservando el sentido original de las obras, la idea fue siempre la de encontrar en las tramas, aquellos dilemas que son relevantes para un niño, por ejemplo: en La flauta mágica, el bien y el mal; en La cenicienta, la problemática del bullying; en el Barbero de Sevilla, la cuestión de la timidez.”
El teatro y su ceremonia
“Un peluquero y un príncipe emprenden juntos la aventura de liberar a una princesa desconocida. Para lograrlo, cabalgarán por los pentagramas de Rossini, se enfrentarán a los toros de Bizet, los mares de Wagner y las brujas de Verdi —dice el argumento de esta propuesta que sintetiza los valores del género para un público de hasta doce años de edad—. Pero los engaños de Mozart y el amor de Puccini —continúa el libreto—, harán que el viaje no resulte como planeado. Un disparate épico-lírico —en definición de su autora—, para adentrarse con los chicos en el mundo de la lírica.”
La propuesta de Nadie duerma no es ya una ópera adaptada sino un argumento ad hoc que va enlazando, con humor y ocurrencias, las más diversas épocas, estilos y compositores en un recorrido por veinte arias emblemáticas. La hora del sueño, los cuentos, los misterios, la noche, los temores y la oscuridad. “Para los más chiquitos —señala la directora—, el irse a dormir es un desafío que todos atraviesan porque ahí está el miedo a quedarse solos, a separarse de los padres, a perder las referencias, a no distinguir entre la imaginación y la realidad. Por eso hay un príncipe valiente preparado para todas las batallas, menos para una: irse a dormir.”
En la era digital donde los estímulos son breves y dispersos, el gran reto de la ópera está en captar la atención de los niños que han nacido inmersos en un universo donde la tecnología y los entretenimientos recurren a la mayor velocidad e inmediatez posible, sin mayor esfuerzo de concentración ni de juicio crítico. “Creo que el teatro es una ceremonia y como tal debe ser preparada —recomienda María—. Prepararse quiere decir que los chicos tienen que saber a dónde van, que el teatro es un espacio que tiene ciertas reglas como la oscuridad, el silencio y la puntualidad, por respeto a los artistas, a los demás espectadores y a uno mismo, para darse el tiempo de situarse en la sala. Y, al final de la función —subraya con especial énfasis— la regla de respetar los tiempos, de no apurarse, de dejar que los chicos salgan de la ensoñación a su manera porque han sido demandados por la ficción en la escena y necesitan un espacio propio para volver a hacer pie en la realidad.”
De entre los propósitos formativos, surge una instancia valiosa que es posterior al espectáculo y se trata de la posibilidad de generar conversaciones y discutir posturas respecto de los dilemas que presenta obra. “Ahí está el gran poder educativo del teatro: en tiempos de desconexión incluso en el seno de las familias, que los abuelos puedan dar la bienvenida a los nietos en un mundo que es querido y conocido por ellos, como el de la música clásica, es una oportunidad única; compartir un espacio de calidad y un encuentro con el debate y la conversación alrededor del hecho artístico, es una manera de ejercer una transformación social profunda.”
Elevar la mirada sobre el horizonte
¿Hay prejuicios para con el arte clásico? ¿Hay dificultades u obstáculos para programaciones de estas características? “La palabra ‘ópera’ nos juega en contra en ese sentido. Hablar de algo ‘clásico’ es mala palabra —admite Jaunarena—. Por eso lo llamamos ‘teatro musical’. En cuanto a las dificultades: la económica en tiempos de crisis, la de programar espectáculos que no son comerciales, la del precio de los micros que determina si un colegio puede asistir a una función o no; la del preconcepto que solemos enfrentar respecto de que ir al teatro es solo un entretenimiento. Hay colegios donde nos dicen que los chicos ‘ya perdieron clases con los paros’ como si fuera una pérdida de tiempo en la que no se pondera todo lo que el chico gana al vivir y compartir la ceremonia de la ópera. Creemos en la idea de cultivar el paladar del espectador, de proponerles a los chicos algo diferente desde una edad temprana, de ofrecerles otra música, de obligarlos a animarse a más, de no entregarles un contenido digerido, de enseñarles otro tipo de atención y pensamiento porque aquí nadie les impondrá una conclusión cerrada. Ese será el territorio de cada uno de ellos porque ir al teatro no es solo ‘ir al teatro’, es incorporar la empatía, la tolerancia y los valores ciudadanos que nacen de esa experiencia, y porque el objetivo es finalmente elevar el horizonte emocional y cultural al que aspiran nuestros chicos.”
Para agendar
Nadie duerma, la aventura de la ópera. Con música de Mozart, Wagner, Verdi, Puccini, Rossini, Bizet, Offenbach y Saint-Saëns. Libro y dirección general: María Jaunarena. Elenco: Patricio Oliveira, Luca Eizaguirre, Gabriel Carasso, Constanza Díaz Falú, Karen Brandan, Estefanía Cap, Rocío Arbizu. Piano: Matías Chapiro. Funciones: miércoles 17 y 24, a las 11. En Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131.
Otras propuestas “clásicas” para las vacaciones de invierno
- Moliendo a Molière. La obra tiene textos del dramaturgo francés y música de Jean-Baptiste Lully y Marc-Antoine Charpentier: “Una compañía de artistas de dudosa reputación se prepara para la visita de la única persona que puede asegurarles un futuro mejor.” A partir de los 9 años. Duración: 50 min. Hasta el domingo 28, a las 16.30, en el CETC (Centro de Experimentación del Teatro Colón)
- Colin y Colette. “En el Teatro Colón hay un adivino que también es mago, presenta sus personajes y cuenta la historia de amor y las desventuras de Colin y Colette.” Por los alumnos de canto y de danza del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón junto al Ensamble instrumental del ISA. A partir de los 6 años. Duración: 50 minutos. Hasta el domingo 28 de julio a las 11; sábado 20, a las 16, función distendida. En el Teatro Colón.
- Amadeo. Como parte de la programación infantil para las vacaciones de invierno se presenta este musical inspirado en La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart. En la sala Casacuberta del Teatro San Martín. De martes a domingos, a las 14.30.
- Cenicienta: un cuento que no es cuento. Ballet con coreografía, guion y dirección de Guido Benedetti. Funciones: miércoles 24, jueves 25, viernes 26 y sábado 27, a las 20, en el Teatro Avenida, Avenida de Mayo 1222.
- El cascanueces. Coreografía sobre el famoso ballet de la Navidad. La música de Tchaikovsky y la actuación de primeras figuras del Teatro Colón y del Teatro Argentino de La Plata junto a la compañía Buenos Aires Ballet Juvenil, dirigida por Federico Fernández y Nina Zaera, con coreografía de Emanuel Abruzzo. A partir de los 4 años. Duración 80 minutos. Funciones: jueves 18, viernes 19, sábado 20, viernes 26 y sábado 27, a las 11. En la Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131.
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