Música en serie: Iosi, el espía arrepentido trae de regreso el auge del rock argentino de los 80, de La Torre a Virus
La banda de sonido de la serie de Amazon Prime Video se escucha, casi siempre, en la radio del auto de Claudia en sus encuentros subrepticios y secretos con el agente infiltrado que compone Gustavo Bassani; es el sonido de la primavera democrática tapando el subsuelo oscuro en el que vive Iosi hasta su conversión
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Basada en el libro Iosi, el espía arrepentido: la confesión del policía federal infiltrado en la comunidad judía, la serie dirigida por Daniel Burman para Amazon Prime Video toca una fibra muy sensible del pasado reciente de la Argentina. Con Gustavo Bassani (Iosi) y Natalia Oreiro (Claudia) entre los protagonistas de la ficción –que ya tiene una segunda temporada confirmada– hay una reconstrucción de época notoria de Buenos Aires que se traslada a lo sonoro.
Lo que se escucha es el sonido de la primavera democrática en su declive a la hiperinflación y los noventa marcados por los dos atentados terroristas más feroces de nuestra historia. Es un momento de auge del rock en la Argentina que llega a niveles de difusión, masividad y exportación inéditos. Aquí, lo que suena de fondo a una historia atrapante de principio a fin.
“Pronta entrega” (Virus, 1985). Las canciones de rock argentino que ambientan la trama de Iosi se escuchan, casi siempre, en la radio del auto de Claudia en sus encuentros subrepticios y secretos con el agente infiltrado. Es el sonido de la primavera democrática tapando el subsuelo oscuro de la mano de obra desocupada y los resabios de las prácticas parapoliciales del pasado inmediato. En este caso el hit del álbum Locura, que disparó el pop sofisticado de Virus a niveles masivos, parece ilustrado por una escena erótica entre Iosi y Dafne (Minerva Casero) que le pone el cuerpo al estribillo: “Me puedo estimular/con música y alcohol/ pero me excito más/ cuando es con vos”. Es el arte de Federico Moura en todo su esplendor, que arranca como un crooner al piano para después desplegarse en un clásico del tecno pop cantado en español. Los sintetizadores se pegan a la melodía como brillantina y le dan un timbre característico que identifica el sonido y la estética del grupo.
“Estamos en acción” (La Torre, 1986). Iosi nos trae de regreso a una Patricia Sosa muy distinta a la que conocen los millenials por la televisión. Entre el apogeo del pop y el heavy metal como subcultura arraigada en el cinturón industrial bonaerense, La Torre encontró su lugar con una femme fatale al frente que desafiaba los tics machistas del género. Incluída en el cuarto álbum Presas de caza, “Estamos en acción” es un hard rock tan ochentoso como irresistible. El “No te desesperes” de la Sosa rocker consigue el efecto contrario y contagia la inmediatez desesperada de la adrenalina. En la línea del sonido de Whitesnake, este hitazo nos recuerda lo bien que sonaba La Torre en vivo y en estudios. Oscar Mediavilla y Gady Pampillón arman un tándem de guitarras en el que se pueden descifrar todos los yeites de un guitar hero posVan Halen. Patricia Sosa y Natalia Oreiro coinciden además en haber sido dos cantantes argentinas capaces de triunfar en la lejana Moscú (además de tener parejas guitarristas: Mediavilla y Mollo).
“Bailando en las veredas” (Raúl Porchetto, 1986). Después de ser la voz de Malvinas con la balada “Reina madre” y el cierre del Festival de la Solidaridad coreando su “Algo de paz”, Porchetto tuvo que reinventarse para un nuevo ecosistema pop en el que la canción testimonial parecía no tener lugar. “Bailando en las veredas” fue el chispazo new wave de Porchetto que en el arte de tapa del álbum Noche y Día se dejaba ver en el riguroso flúo ya asociado a un cliché de época. De todas las adaptaciones posibles eligió un registro retro, como si fuera un Johnny Tedesco (El Club del Clan) reinventado para la era del videoclip. Así, no es casualidad que en 1996 convocara a Sandro (el gran ídolo popular de los 60 junto a Palito) para insistir con una nueva versión de su último hit explotando su registro Presley.
“Ella vendrá” (Don Cornelio y La Zona, 1987). Lo más under que se escucha en el soundtrack es el tema que se eligió para cortar en la radio del debut de Don Cornelio y La Zona, uno de los mejores primeros discos lanzados en el rock argentino. Con ese estribillo que se viene encima la canción no da respiro alguno y es el símbolo de lo que la voz de Palo Pandolfo trasuntaba: el lirismo spinettiano de los 70 traficado en la performance de Sumo y la militancia independiente de Los Redondos. Producido por Andrés Calamaro, un hit que no fue, de parte del mejor grupo de la fase tardía del underground, con una voz cuya ausencia duele demasiado. Todo lo que se escucha en “Ella vendrá” suena tan latente como que fijarlo como un clásico sería bajarle el precio. Porque ella, la canción, nunca termina de venir.
“El satánico Dr. Cadillac” (Los Fabulosos Cadillacs, 1989). Un sacudón efervescente con el tipo de groove que les dio a Los Cadillacs la marca registrada del rock latino antes de que explotaran con “Matador” en pleno auge alternativo (“alterlatino” había escrito el periodista José Bellas) y fueran como unos nuevos Santana en los Estados Unidos. La canción suena en un momento muy difícil para el protagonista, pero también es el sonido de la transición de la banda que había empezado como una traducción porteña del ska inglés. Se editó en el cuarto álbum del grupo cuando habían entrado en un declive y le dedicaron este futuro clásico a un exmanager, una cuestión recurrente en la industria pop. La interpretación vocal de Vicentico anticipa los futuros pasos del grupo con un registro en el que se entremezclan guiños al tango y el candombe. Una de las mejores canciones de Los Cadillacs que se resignificó a partir de la salida de El León y esos Prix D’Ami memorables de los primeros 90.
“Sueles dejarme solo” (Soda Stereo, 1990). Qué paradoja: lo más rocker de todo el soundtrack de Iosi queda en manos de Soda Stereo, con un Gustavo Cerati on fire que saca a relucir todo su background rockero, de Pescado Rabioso a Led Zeppelin y The Who. Este ya no es el grupo que Federico Moura había producido para su debut sino un trío que despega de su discografía con este volantazo eléctrico que los hace sonar con una ferocidad inesperada. Sobre todo en “Sueles dejarme solo” que cerraba el lado A con un nivel de ruido desacostumbrado para los oídos que seguían a Soda. Cerati abría la nueva década desacoplado del sonido internacional y echando mano a su memoria sónica por primera vez en la historia de trío. Así, era Cerati el que llevaba a sus fans por caminos inexplorados y a la vez mantenía el status pop de la banda con 500.000 copias vendidas de Canción animal ¿Quieren rock? Escuchen de principio al final todo lo que toca esta guitarra en modo hendrixiano.
“Maravillosa esta noche” (JAF, 1990). Al mismo tiempo que Soda se ponía rocker, el que había sido cantante de Riff, la banda metálica por excelencia y una de las formaciones legendarias de Pappo se insinuaba como un baladista con este cover de Eric Clapton. JAF consiguió hacer suyo el hit de Clapton respetando el original pero poniendo su voz blusera bien al frente, convirtiéndola en el instrumento central. La balada fue editada en el álbum Diapositivas, su segundo LP solista, y llegó a ser disco de oro. El original “Wonderful Tonight” había sido lanzado como lado B del simple adelanto de Slowhand, el legendario álbum prohibido en la Argentina por incluir “Cocaine” en 1977. Clapton le había dedicado la canción a Pattie Boyd, la mujer que se disputó con su amigo George Harrison.
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