Murió Willy Quiroga, el emblemático cantante de Vox Dei
El cantante y bajista había anunciado en agosto su alejamiento de los escenarios por una enfermedad; miembro destacado de la primera generación del rock argentino, se mantuvo activo durante casi sesenta años
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Este jueves, a los 84 años, murió el histórico y emblemático cantante y miembro fundador de Vox Dei, Willy Quiroga. En agosto, el músico había anunciado su alejamiento de los escenarios por problemas de salud, con un texto subido a las redes sociales y compartido a los medios. “Tengo que, desgraciadamente, darles una noticia que jamás quise dar. A mis 84 años, con todas las ganas de continuar, me ha aparecido una enfermedad, que no me permite cantar, ni tocar, ni continuar con la banda. Pero quiero agradecerles a todos mis amigos y a todos los que me han hecho el aguante durante tantos años. Se los agradezco, de todo corazón. Ya no puedo continuar”, escribió en ese momento el músico.
La noticia de su deceso fue confirmada a la revista Rolling Stone por familiares de Quiroga.
Nacido en Río Cuarto Córdoba, el 17 de mayo de 1940 como Wilfrido Aníbal Quiroga, solía recordar que cuando empezó con la música aún no existía el rock and roll, la música que le cambiaría la vida por completo. Criado en Barracas, vivió la adolescencia en Virreyes. Quilmes sería su ciudad definitiva, su lugar en el mundo. Allí formó en 1967 Mach 4 con Rubén Basoalto en batería, Ricardo Soulé en guitarra y voz y Juan Carlos “Yodi” Godoy en guitarra. La formación que se completaba con él en voz y bajo cambiaría dos años más tarde su nombre por el de Vox Dei, la cuarta pata fundacional del rock argentino. Las otras tres, claro está, eran Los Gatos, Almendra y Manal.
Las zambas y las chacareras estuvieron primero en su radar, cuando integró el dúo Los Chúcaros. Pero una vez que escuchó a Bill Haley & His Comets y a Elvis Presley ya nada sería igual. Lo mismo sucedería años más tarde cuando Vox Dei empezó a hacer historia. Tras el boom de Los Gatos con “La balsa”, lanzada el 11 de noviembre de 1967, no solo ganó visibilidad el incipiente rock argentino sino que se impuso la idea de los precursores de componer y cantar en castellano.
Mach 4 cantaba en inglés y su repertorio estaba integrado por temas de los Rolling Stones, The Beatles, The Animals y The Kinks. Cuenta la leyenda que fue un adolescente quien les dijo que le encantaba lo que hacían pero que le gustaría más si lo hicieran en castellano. Ese joven era Luis Alberto Spinetta. En más de una oportunidad, Willy Quiroga contó por qué cambiaron el nombre del grupo, que mantuvo los integrantes pero que tuvo una modificación que sería significativa con el tiempo: él, que tocaba la guitarra, pasó al bajo, mientras que Ricardo Soulé se hizo cargo de las seis cuerdas.
“Un día (el productor) Jorge Álvarez nos dijo: ‘cambien el nombre’. Agarró un libro que hablaba de qué es la justicia. Una persona estaba siendo juzgada y no estaba conforme de ser juzgada, porque estaba convencida de lo que había hecho. Terminaba como todos sabemos: la voz de lo que piensa la mayoría es lo que sucede, porque ‘vox populi, Vox Dei...’. Y ¡púmbate! Se los dije a mis compañeros y a uno no le gustó. Rubén fue el único que estuvo de acuerdo. Y les dije, cualquier cosa lo cambiamos. Y quedó”.
Los productores Jorge Álvarez y Pedro Pujó, del primer sello independiente del rock argentino, Mandioca, les proponen grabar un simple, modalidad de la época que precedía a los discos de “larga duración”, los LP. La primera canción en que piensan es una de Quiroga: “Bitter Sugar”, que traducen y registran como “Azúcar amargo”. La canción, que resultaría en un clásico instantáneo de la banda, tenía una destinataria: Susana, quien se convertiría en compañera de Quiroga por el resto de su vida. En la cara B se incluyó “Quiero ser”, tema de Ricardo Soulé. Corría el año 1969. Un año más tarde saldría su primer disco: Caliente, integrado por gemas como “Reflejos”, “No es por falta de suerte”, “Cuero” y la inoxidable “Presente”, de Soulé, que se convertiría por décadas en la canción preferida de las despedidas escolares, aunque su versión más difundida no es esta sino la de 1972, de Cuero caliente.
Si Almendra y Manal eran las bandas porteñas, Vox Dei venía desde el “lejano” sur del Gran Buenos Aires. Su rock duro, potente, con letras que podían abrevar tanto en lo cotidiano como en lo trascendental trazó una línea que tuvo decenas de sucesores que llegan hasta nuestros días, como Divididos y La Renga. De hecho, la banda liderada por la voz y la guitarra de Chizzo lo invitó a tocar en enero último, en uno de sus shows en la cancha de Racing. Juntos hicieron “A nadie le interesa si quedás atrás”, clásico de Vox Dei.
Ese mismo 1970 en el que salió Caliente (precedido de un segundo simple, con “Presente” y “Dr. Jekill”) nació B.A.Rock, el festival que marcaría un hito y que serviría para confirmar el crecimiento de la escena, tanto arriba como abajo de los escenarios. De esa primera edición participó Vox Dei junto a Los Gatos, Manal, Almendra, Moris, Pajarito Zaguri, Arco Iris, Alma y Vida y La Cofradía de la Flor Solar.
En una columna de opinión para LA NACIÓN, Willy Quiroga recordaba años atrás los comienzos de la banda que lo acompañaría durante casi 60 años. Porque cuando Ricardo Soulé (con quien tuvo muchísimas diferencias artísticas y personales) dio un paso al costado, él mantuvo el nombre de la banda con nuevos integrantes. “Los últimos años de la década del 60 habían sido difíciles para el rock, porque no hubo un contexto para eso. Existía otro tipo de música dando vuelta y la mayoría de las bandas de rock cantaban en inglés y no en castellano. Casi nadie se animaba todavía. De pronto apareció una productora, la legendaria Mandioca, que comenzó a apoyar el movimiento y a abrirle puertas. Recuerdo que se hacían recitales los domingos, en el Teatro Coliseo, con el nombre de ‘Beat Baires’. En esos conciertos tocábamos todos juntos y, además de los artistas de Mandioca, se presentaban Billy Bond y Almendra. Justo allí fue cuando comenzó a gestarse algo realmente importante en el rock de acá. Había mucha energía en todos esos grupos. En lo personal, 1970 fue el año en que Vox Dei se ganó un lugar entre los grandes. Editamos nuestro primer álbum, Caliente, y hubo un concierto en el Luna Park, en el que se anunciaba a las tres bandas más importantes de la Argentina: Almendra, Manal y Los Gatos. Y después tocaban varios grupos más, entre los que nos encontrábamos nosotros. Fito Salinas, un locutor de radio muy famoso por esa época, era el presentador de la noche”.
Hasta sus últimos días el cantante recordó vívidamente lo que sucedió en el Luna Park cuando el cuarteto salió a escena. “Cuando subimos al escenario, la gente explotó en un griterío. Estaban eufóricos. Nos mirábamos entre nosotros y no lo podíamos creer. Después de las tres canciones que tocamos, Salinas subió al escenario y dijo: ‘Hoy aquí se presentaron las tres bandas más grandes del país. Permítanme asegurarles que aquí está la cuarta’. Nos dejaron hacer un tema más y largamos por primera vez con ‘Presente’”.
La Biblia
Lanzado el 15 de marzo de 1971, el segundo disco de Vox Dei es su obra cumbre, la que trascendió en el tiempo incluso más que el propio nombre de sus músicos. Una tarea titánica no sólo por el contexto sociopolítico del país sino también por ser “recién” el segundo LP del grupo. La grabación, compleja y cargada de tensión interna, se cobraría un integrante: Godoy, quien no sólo dejaría el grupo sino también el rock. Recién en 2013 se produciría la reunión entre Quiroga, Soulé y Godoy para un puñado de conciertos, como un memorable Luna Park del que también participó el hijo de Rubén Basoalto, Javier, baterista como su padre.
El mes pasado, en diálogo con LA NACIÓN, Ricardo Soulé volvió a responder la pregunta que cada tanto un periodista le hace: ¿por qué La Biblia transcendió y se mantuvo “fresca” en el tiempo? “Porque está constituida de una buena materia, que es la espiritualidad. Esta obra tiene una espiritualidad tan fuerte, pero tan fuerte, que es indestructible. Por eso no le pasa el tiempo, tiene la vigencia de lo inoxidable, de lo imperecedero. Es como una porción de la eternidad. Nosotros, los seres humanos, tenemos un concepto de la eternidad adentro nuestro, aunque seamos finitos, aunque sepamos que vamos a estar aquí un tiempito y después nos iremos, pero tenemos un concepto interno de lo perpetuo, de lo eterno, de lo que no tiene ni principio ni fin. Y esa música y esos textos, los de La Biblia según Vox Dei, yo creo que tienen un poquito de eso”.
Eran tiempo de óperas rock y Tommy, de The Who, fue toda una inspiración para Vox Dei. En La Biblia se encuentran clásicos que la banda tocaría siempre y que se incorporarían al cancionero popular argentino, a los fogones, a los colegios, a todas partes: “Genesis”, “Las guerras”, “Libros sapienciales” y “Profesías”, entre otras.
“Somos agradecidos de lo que nos pasó y lo que nos pasa: que hayamos tenido la suerte de encontrar las palabras y la música como para que los temas permanezcan en la gente y pasen de generación en generación. Cada uno de los temas de Vox Dei está vivo y la gente quiere volverlos a escuchar”, manifestaba Willy Quiroga en 2005, en diálogo con este medio, cuando el trío se completaba con su baterista histórico, Rubén Basoalto y con el guitarrista Carlos Gardellini.
La discografía de la banda continuaría con Jeremías, Pies de Plomo (1972) (aquel no sólo del clásico que da nombre al disco sino también de “Ritmo y blues con armónica”), Cuero caliente (1972), el vivo de 1973, La nave infernal; Es una nube, no hay duda, Vox Dei para Vox Dei, Estamos en la pecera (1975), Ciegos de siglos (1976) y Gata de noche (1978). A mediados de la década, Soulé deja por primera vez el grupo, para volver tres años más tarde. De aquí en adelante, la banda sufriría cambios, separaciones (como la de comienzos de los 80) y regresos. Su gran obra, La Biblia (que tendría una segunda parte en 1997, volvería cruzarse en su camino, tanto por sus reediciones como por sus históricas presentaciones en vivo, como la realizada frente a la Catedral de La Plata en 1997.
Las diferencias entre Quiroga y Soulé llegarían hasta la Justicia tras la muerte de Basoalto, producida en 2010. Soulé consideró que el cantante y bajista no podía seguir utilizando el nombre del grupo al quedar sólo un miembro original en la formación. De allí en adelante, mayormente acompañado por su hijo Simón y por Carlos Gardellini, Willy Quiroga se siguió presentando por todo el país. Hasta agosto, cuando se animó a contar que debía bajarse definitivamente de los escenarios.
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