Murió la cantante y actriz Egle Martin, la señora del swing apasionada por los ritmos afroamericanos
A lo largo de su extensa trayectoria, que se inició en el Teatro Colón, trabajó junto a artistas como Astor Piazzolla, Lalo Schifrin, Dizzy Gillespie y Vinicius de Moraes; tenía 86 años
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A los 86 años murió la multifacética actriz, cantante, coreógrafa, vedette e investigadora Egle Martin, según confirmó la Asociación Argentina de Actores. Hija de la escritora Verónica Berry, autora del libro Después del tiempo, nació en Buenos Aires el 17 de junio de 1936. A lo largo de su extensa trayectoria se convirtió en la señora del swing, la de los ritmos africanos, la que introdujo la capoeira en nuestro país, la que siempre desplegó en los escenarios energía contagiosa, expansiva y vibrante. La cantante Barbarita Palacios, una de sus dos hijas, la despidió de este modo en su cuenta de Instagram: “Tengo que contarles algo muy grande, tal vez lo más grande que me haya pasado en la vida. Ayer al mediodía, en su casa, en su cama, con sus perros, sus plantas y sus tambores partió mi mamá, la negra Egle Martin. No saben lo orgullosa y lo agradecida que estoy de haber tenido semejante madre, con todo ese corazón que repartió generosamente en canciones y ritmo por tantos otros corazones, esa amigaza como pocas de sus amigas y artista sin igual”.
En una de sus tantas vueltas al escenario, se presentaba así en un reportaje con LA NACION: “Fui la primera Miss Televisión en un ciclo de Canal 7 creado por Mendy en la década del 50. Después llegó el cine con varios títulos, entre ellos Extraña ternura y El rufián, ambos dirigidos por Daniel Tinayre y, paralelamente, desarrollé una carrera como vedette en infinidad de revistas. Pero ya allí comencé a sentirme atraída por los ritmos afroamericanos y a ellos me dediqué por completo a través del canto, de la composición y de la investigación. Confieso que por momentos me alejé del público, pero mi intención era y continúa siendo recrear mi trayectoria a través de lo que realmente sentía y amaba: la música en sus más diversos estilos”. En Extraña ternura, Egle canta “Graciela oscura”, tema compuesto para ella por Astor Piazzola y grabado por su quinteto.
A los siete años, Egle cursó estudios de ballet en el Teatro Colón. A los 14, fue elegida para intervenir en la película Esta es mi vida, del gran artista español Manuel de Molina. Al poco tiempo, debutó en la comedia musical, en Chile. Su llegada a la revista fue en 1956 desplegando una impronta en la que fusionaba su aprendizaje en el Colón junto con su musicalidad, combinación que la convirtió en la primera vedette que bailaba, cantaba y realizaba sus propias coreografías, escenografía y vestuario. En perspectiva, fue la primera exponente de la revista moderna. En esos grandes escenarios trabajó junto a Fidel Pintos, Tato Bores y Pepe Arias. Además, trabajó como intérprete de comedia y drama en obras como Israfel, Ni militar, ni marino... el Presidente argentino y Del altiplano al Plata.
A finales de 1965 comenzó a trabajar con una pequeña escuela de samba de Santo Tomé, Corrientes. Fue en la escuela rural de Pancho Cué, donde motivaba a que los niños se ejercitaran en ordeñar y plantar una hora por día, con la concurrencia de su propia hija Alejandra, que tenía 5 años. Paralelamente, fue parte del programa La noche, del conductor Nicolás “Pipo” Mancera, realizando puestas en escena, coreografías, cantando y bailando acompañada por Piazzolla, e interpretó una versión de la ópera Carmen para televisión con arreglos de jazz a cargo de Jorge López Ruiz.
Poco después se relacionó con Dizzy Gillespie, quien la conectó con otros grandes del jazz. Más tarde se vinculó con la bossa nova. Su casa de Barracas se convirtió en un lugar de encuentro de músicos, poetas, cantantes y compositores. Más que su casa, era un verdadero centro cultural en donde María Vaner daba clases de teatro, Dina Picoti, un taller de tiempo y relato; Poca Bertoglio, de mímica e improvisación y el crítico Nano Herrera se ocupaba del análisis del jazz.
En su constante investigación acerca de la presencia africana en Argentina, Egle tomó contacto con Jorge Luis Borges y Abelardo Castillo para que le aportaran el contexto histórico como con ancianos de la comunidad africana que le contaron viejas historias que ella transformaba en espectáculos o en esos multitudinarios desfiles populares de candombe con más de cuarenta bailarines y tambores que se juntaban en los barrios de San Telmo y de Belgrano.
En la década del 70, montó su propio show en el teatro Blanca Podestá junto a Dino Saluzzi, Luis Cerávolo, Jorge Padín y Raúl Parentella. En 1983, presentó Ritos y candombe en La Capilla, por iniciativa del empresario Lino Patalano. En Brasil, en tanto, tomó contacto con el escritor Jorge Amado y con el músico Gilberto Gil. En 1987, presentó en la disco Palladium, lugar icónico de esos tiempos, Ritos y candombes III con gran éxito de la crítica y el público.
Su faceta musical es reconocida internacionalmente, tanto por su rol de cantante como por ser una especialista en ritmos africanos, brasileños y jazz y haber propiciado su fusión con el tango y el folklore. Trabajó con grandes maestros de la música como Piazzolla, Vinicius de Moraes, Oscar Alemán, Lalo Schifrin, Pedro Aznar y Maysa Matarazzo. A lo largo de su trayectoria dictó seminarios, clases y realizó actividades solidarias. Así como dejó la marca de la revista moderna, también fue quien introdujo la capoeira en nuestro país. Entre sus múltiples facetas, condujo el programa de radio Vivir es todo esto, en 1984, basado en información musical no comercial. Fue declarada maestra del Arte y de la Cultura Argentina por el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (2003). “Fue un premio muy cálido a mi amor por los ritmos más trascendentales y hacia las culturas más diversas y exóticas y, muchas veces, más desconocidas. Y fue, también, un galardón hacia ese esfuerzo que siempre partió de lo más íntimo de mi personalidad de mujer y de artista”, reconoció esta mujer que dejó su marca en los escenarios locales.
“Fui bailarina egresada del Colón y la gente me recuerda como a una vedette mítica. Esto forma parte de un país medio loco. A mi me gusta más el reconocimiento como mujer candombera y señora cercana al jazz”, dijo en un reportaje al diario Clarín en el que explicaba que el swing “es un saborcito, una manera de moverse y de estar en el mundo”.
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