Murió Carla Bley, inquieta compositora y pianista del jazz contemporáneo, a los 87 años
Creó sus propias orquestas y su música fue interpretada por Keith Jarrett y Gato Barbieri, entre muchos otros artistas
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La pianista, compositora y orquestadora Carla Bley murió ayer en Willow, poblado cercano a Woodstock, New York. Su compañero de música y de vida, el bajista Steve Swallow, dijo que la causa de su parte fue el agravamiento del cáncer cerebral que padecía.Tenía 87 años.
Detrás de esa gran (e irrenunciable) melena que portaba se escondían los pensamientos de una artista inquieta y provocadora dentro de la música popular de extracción jazzística. Su trabajo ha sido catalogado como vanguardista, sin bien no se alistaba dentro de las corrientes más reconocibles de la innovación musical, y su manera de correrse de los esquemas no tuvo tanto que ver con las tendencias de la década del sesenta sino con sus propias inquietudes. No por esto, en el plano compositivo, desdeñó las formas que eran más amables para los oídos menos exigentes. Quizás por ese motivo se la pudo ver moverse en distintos terrenos: desde una estética “free” hasta lo generado por las tecnologías de sonido que fueron apareciendo en las décadas del setenta y, especialmente, del ochenta. “Vernácula pero sofisticada, atractiva pero críptica, alegre y triste, sencilla y seria al mismo tiempo”, así describió su trabajo Amy C. Beal quien escribió una biografía sobre la artista en 2011.
Bley había nacido como Carla Borg en Oakland, California, el 11 de mayo de 1936. Con apenas 15 años abandonó su hogar y salió en busca de su destino musical, tocando en bares de la costa Oeste de los Estados Unidos. Cuando se trasladó a Nueva York conoció a Paul Bley, con quien se casó en 1957 y de quien adoptó su apellido artístico. Carla componía música para su marido y para otros colegas como Jimmy Giuffre, George Russell y Art Farmer.
En 1965 creó, junto a Michael Mantler, la Jazz Composer’s Orchestra y gracias a este proyecto viajó por Europa, donde siguió ampliando su campo de acción con un grupo compartido con Peter Brötzmann, Mantler y Steve Lacy. Entre sus trabajos más destacados figura Escalator over the hill, sobre un libreto de Paul Haines, que grabó en colaboración con Charlie Haden y la Liberation Music Orchestra; más tarde, la composición 3/4, que estrenó Keith Jarrett.
De más largo aliento, Escalator Over the Hill se publicó en tres long play y resultó, según los críticos del semanario británico Melody Maker, el álbum del año cuando culminó 1973. También ganó el Grand Prix du Disque, el premio más prestigioso de grabaciones musicales de Francia. La fuerza del libreto surrealista de Haines y la posibilidad de alistar a figuras de la época, como los cantantes Linda Ronstadt y Jack Bruce de la banda de rock Cream, también impulsaron su obra.
Durante el resto de la década de los 70 y los años 80, desarrolló diversos proyectos con la Vienna Art Orchestra, el pianista Larry Willis, el contrabajista Steve Swallow y Jack Bruce, para quien compuso la mini-ópera, Under the Volcano. Entre sus colaboradores ocasionales que participaron en algunos de sus proyectos figuró el argentino Gato Barbieri. Como artista de un territorio amplio, en su catálogo también se pueden encontrar piezas como “Reactionary Tango”, con un marcial acento rítmico de tango europeo.
“Soy una compositora que también toca el piano” -le dijo al periodista alemán Thomas Venker, a finales de la última década- “y a veces siento que debería usar un cartel en el escenario que diga: ‘Ella escribió la música’”.
Para la década del ochenta, así analizaba su estilo John S. Wilson en las páginas de The New York Times: “Hizo un uso fuerte y dramático de conjuntos de colores oscuros, de la tuba como instrumento solista o el núcleo de un pasaje, de solos de trombón que podían ser tremendamente amplios y flatulentos o cálidos y acogedores, de conjuntos de bandas de música con un sonido irónico y desigual, de saxofones que surgieron retorciéndose de un impasible terreno fundamentalista en un estridente éxtasis de vanguardia”.
Durante una entrevista con The Quietus, hace un par de años contó como su problema de salud le fue quitando posibilidades a su actividad profesional. “Me falta un pedacito de mi cerebro. Me operaron hace unos tres años. A veces no sé la respuesta a una pregunta, entonces creo que me habrán sacado algo por error, porque desde la operación ya no tengo el oído perfecto. Había un tumor en la punta del lóbulo occipital de mi cerebro. Creo que fue causado por trabajar en tres formatos musicales diferentes a la vez… Entonces lo quitaron, pero ha habido algunas cosas que no han estado bien desde entonces. No puedo ver la nota en el extremo izquierdo de la partitura hasta que muevo mi cabeza hacia allí”.
En ese momento acababa de publicar su último álbum Life Goes On. Aunque más allá de ese título de tono optimista, no pensaba que el álbum fuera parte de una terapia de recuperación: “Es simplemente lo que hago. ¡Y es lo que he hecho durante 60 años!”, aseguraba. “Cuando era más joven pensaba que moriría a los 30 porque no me cuidaba, y a veces ni siquiera quería estar viva. ¡Ya sabes cómo es cuando tienes 30 años!”.
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