Murió el cantante Trini Lopez: una vida de película entre los Beatles y Sinatra
Recordado con afecto indeleble por los nostálgicos, reconocido casi como un héroe por los latinos de Estados Unidos, Trini Lopez murió a los 83 años por complicaciones de un cuadro de coronavirus en Palm Springs, la ciudad cercana a Los Ángeles en la que vivía desde los años 60.
En enero de 1964 podían leerse en los diarios de París titulares que hablaban con entusiasmo del éxito fenomenal que tenía allí un cantante latino llamado Trini Lopez. Y se preguntaban al mismo tiempo quiénes eran esos cuatro muchachos de flequillo que no paraban de mover las cabezas mientras cantaban. Los Beatles eran los teloneros de Lopez, la atracción principal de aquellos conciertos en el famoso Teatro Olympia de la Ciudad Luz. Dos actuaciones por noche, de lunes a domingo (tres los sábados) a sala llena.
Poco después llegó el histórico desembarco beatle en Estados Unidos, coronado en el show de Ed Sullivan. El imponente e inmediato éxito de los Cuatro Fantásticos de Liverpool desplazó a Lopez (y a todos los demás) a un segundo plano. Pero su popularidad ya era enorme por entonces. Y se acrecentó a lo largo de esos años. Su tema más popular, "If I Had a Hammer" ("Si tuviera un martillo") llegó a estar primero en las listas de los singles más vendidos al mismo tiempo en 25 países.
La llegada de Lopez a Palm Springs se conecta con el nombre del vecino más ilustre que tuvo ese lugar. Frank Sinatra se convirtió en 1963 en el mentor de la carrera de Lopez y lo adoptó como una suerte de protegido. Fue otra aparición providencial y esta vez definitiva para el muchacho de nombre y apellido latinos. De no haber encontrado en su camino a La Voz, junto a una mezcla casi providencial de talento y azar, a Trini Lopez le hubiese tocado una vida muy parecida a la de miles de emigrantes mexicanos pobres que intentaban llegar a Estados Unidos como única alternativa a un futuro de pobreza y necesidad.
Había nacido como Trinidad Lopez en un suburbio de Dallas (Texas) el 15 de mayo de 1937, en el hogar de una familia de origen mexicano en la que nunca alcanzaba la comida. Empezó a tocar la guitarra a los 11 años. Cuando estaba en la escuela secundaria comenzó a recorrer los alrededores con un grupo que él mismo había formado y una noche fue visto por Buddy Holly, que le presentó a su productor.
Después de que Holly muriera en el accidente aéreo de 1959 que también le costó la vida a Ritchie Valens, el productor le ofreció a Lopez sumarse a la banda de Holly y trasladarse a Los Ángeles. Allí, mientras tocaba en el club P.J.de Hollywood, tuvo una noche entre el público a Sinatra. Trini había conseguido salir de una situación que en el momento del lanzamiento de su carrera artística, a finales de los años 50, forzó la expulsión de dos millones de inmigrantes mexicanos llegados a Estados Unidos sin papeles. Su padre era uno de ellos.
Pero la suerte cambió para siempre para Trini Lopez. Sinatra lo invitó a grabar en su flamante sello Reprise, le confió al disco la producción y los arreglos de su hombre de confianza, Don Costa, y el álbum en vivo con el debut del cantante se transformó en un éxito inmediato y colosal. "Si tuviera un martillo", de Pete Seeger, uno de los temas folk que adaptó a un estilo bailable muy de moda por entonces, fue el disco que todos querían tener en su casa y escuchar en algún auditorio. La repercusión se multiplicó y 25 países tuvieron esa canción al frente de las listas de los éxitos de venta. Solo en Estados Unidos permaneció 48 semanas en el top 40.
Fue allí cuando le llegó la invitación para presentarse en París junto a aquel todavía desconocido cuarteto británico durante un mes. "Era la última noche de actuación y los Beatles se preparaban para viajar a Estados Unidos al día siguiente. Los periodistas me preguntaron si creía que ellos podrían tener éxito allá. Les dije que no sabía, porque en ese momento había un grupo que me gustaba mucho más que ellos llamado The Beach Boys. La verdad es que me gustaban muchísimo. Y no sabía casi nada…", comentó entre risas hace unos años recordando aquel momento decisivo en su carrera.
El sueño de Trini Lopez ya era una realidad. Triunfó en Las Vegas (donde se hizo gran amigo de Elvis Presley) y Nueva York. Grabó más de 40 álbumes. Recorrió el mundo con sus éxitos y aquella primera guitarra Gibson que le costó 12 dólares a su padre fue compensada con el tiempo por sus fabricantes. En el apogeo de su fama, Trini participó del lanzamiento de una línea completa de guitarras con su firma fabricadas por esa marca.
Con una voz cristalina y una simpatía arrolladora, Lopez se hizo ídolo de la mano de un repertorio en el que se fueron mezclando éxitos bailables del rock and roll con versiones de baladas y temas románticos en castellano. De la mano de Sinatra, fue dejando de a poco los temas más encendidos para reinventarse como un intérprete dedicado sobre todo a las baladas románticas y los temas melódicos. Fue suya una de las versiones más populares de "La bamba" (que siempre fue una suerte de tributo a la memoria de Holly y Valens), "Cuando calienta el sol", "Granada", "Cielito lindo" y muchos más.
Su éxito musical fue aprovechado de manera fugaz en el cine con una aparición en Doce del patíbulo (1967), de Robert Aldrich, uno de los éxitos del cine bélico y de aventuras de esa década, junto a Lee Marvin, Ernest Borgnine, Donald Sutherland, Charles Bronson y Telly Savalas. La presencia de Lopez en la pantalla es mucho menor a la esperada en una estrella musical de repercusión inmensa como la que tenía en ese momento.
"Trini pudo haberse convertido en una estrella del cine de Hollywood, pero ocurrió algo que le impidió inclusive terminar el rodaje como estaba previsto", señalaron hace poco los directores P. David Ebersole y Todd Hughes, autores del documental My Name is Lopez. Dijeron que esa incógnita se revelaría allí. Hace pocos días, antes de caer enfermo, Lopez había autorizado el montaje final de ese largometraje, que se estrenará próximamente.
Allí también podrán verse testimonios de los últimos años del artista, que después de un retiro formal de los escenarios en 1981 se mantuvo en actividad con nuevas grabaciones y apariciones con propósitos de beneficencia. Quedan como legado sus grabaciones con pegadizos temas bailables, canciones románticas, boleros y el sello "tex mex" de su origen, reivindicado de allí en adelante por varias generaciones de músicos.
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