Murió Billy Cafaro, pionero del rock and roll en la Argentina
Recordado por su clásica versión de “Pity Pity” gracias a la cual se ganó el título de precursor del rock and roll en el país, Cafaro murió este sábado a los 84 años
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Aunque tuvo más años de vida a la sombra del éxito que en la cresta de su popularidad, Billy Cafaro disfrutaba de jactarse de ser un pionero. “Todos se arrogan el derecho de ser los primeros, pero el primero que cantó rock en castellano fui yo... no hay dudas. Está bien, las letras eran ingenuas, pero no estúpidas: le hablaban al amor”, dijo en 2008 a Página/12 el cantante, conocido por su versión de “Pity Pity”, que murió hoy a los 84 años. Alcanzó la fama en 1958 y decidió exiliarse al año siguiente, por un insólito mal entendido con el mundo del tango.
Luis María Cafaro nació el 1 de noviembre de 1936 en Palermo. Apasionado por la música desde chico, tomó clases de violín y soñó desde temprana edad con una carrera artística, que no tuvo el visto bueno en el seno familiar. Hijo de una familia de clase trabajadora, sus padres lo inscribieron en un colegio industrial ya que no consideraban a la música como una salida laboral posible. Cafaro aguantó la situación en silencio, hasta que al cuarto año un día decidió escaparse para no rendir un examen de matemática y enfiló hacia Brasil sin documento alguno, hasta que fue detenido por las autoridades migratorias de Paso de los Libres, que no podían dar crédito del argumento de la fuga en boca del propio joven.
De regreso a Buenos Aires, reemplazó el estudio por el trabajo y mantuvo una vida rutinaria, hasta que todo cambió en 1958. Después del éxito en la Argentina del simple “Rock Around the Clock”, de Bill Haley and his Comets, los productores locales decidieron salir a la caza de jóvenes talentos con los que replicar una versión nativa del fenómeno. Así, en el sello Fontana decidieron probar al joven Luis María (ya rebautizado como Billy) con una versión en castellano de “Pity, Pity”, un tema que ya había popularizado Paul Anka. La traducción fue apurada e imprecisa (“Pity” no es el nombre de una mujer sino “pena”, lo que asegura sentir Anka en la original por un amor no correspondido), pero no evitó que el simple se volviera un éxito inmediato.
El fenómeno
Con una constante difusión por parte de Radio El Mundo, Cafaro llegó a vender trescientas mil copias del single, un argumento que él mismo usaba para decir que era el artista más exitoso del rock nacional, ya que “La balsa”, de Los Gatos, vendió 50 mil unidades menos. Casi de la noche a la mañana, Billy se volvió una estrella de la mano de otros simples (“Marcianita”, “Personalidad”) y un disco titulado Bailando con Billy, pero el mal paso llegó más rápido de lo esperado. En tren de realizar reinterpretaciones en español de canciones de otras latiitudes, Cafaro grabó en 1959 una lectura de “Kriminal Tango”, un tema compuesto por el italiano Piero Trombetta y popularizado por una versión en alemán de Hazy Osterwald. El gesto fue considerado como una ofensa mayúscula para la patria arrabalera, y la tensión escaló tanto que Cafaro consideró que la mejor decisión posible era exiliarse en España y continuar su carrera en Europa.
Después de grabar dos álbumes que tuvieron escasa repercusión en la península ibérica, Billy regresó a la Argentina en 1963 para incorporarse a El Club del Clan, pero su figura quedaba opacada al lado de Palito Ortega, Chico Novarro y Raúl Lavié, estrellas del programa. Sin ganas de ser una figura de segunda línea, regresó a España, donde grabó dos EP que fueron esquivos al éxito. Acechado por problemas económicos, comenzó a presentarse en pequeños pueblos, acompañado solo de su guitarra, con techo y comida como único cachet. Frustrado, regresó al país en 1973 y grabó otros dos temas (“En el silencio azul” y “Un dios de arena”) que pasaron desapercibidos.
De ahí en más entró en una espiral signada por la nostalgia: regrabó “Pity Pity” y otras de sus canciones para EMI a fines de los 80, y comenzó a presentarse en shows y fiestas privadas. A finales de los 90 incluso llegó a vivir en una pequeña embarcación encallada en el Río de la Plata, hasta que contrajo matrimonio con una seguidora que lo encontró 35 años después de su éxito.
Después de un show triunfal en 2003 en Miami, Cafaro buscó poner fin a la polémica que había dilapidado su carrera: en 2006, Billy grabó el álbum Con un tango en el bolsillo, una selección de clásicos del género compuestos por sus primos, nada menos que Homero y Virgilio Expósito. Poco después llegaría su última aparición pública: Boas Teitas, una banda de punk y power pop lo convocó para grabar juntos una versión de “Pity Pity” en clave distorsionada, en 2007. Y después, el olvido y años de trabajo informal.
Aunque su figura está más relacionada con la música comercial que difundió El Club del Clan, para varios Cafaro puso una de las primeras semillas del rock hecho en la Argentina. Entre ellos se contaba Miguel Abuelo. De acuerdo con el libro Tanguito, del periodista Víctor Pintos, el autor de “Himno de mi corazón” lo definía de esta manera: “Billy Cafaro era la hostia, la gloria. Fue lo primero que me pegó porque era una especie de incongruencia y a la vez tenía poder de convocatoria en mis centros, en mi individualidad. Me parecía divino, un desfachatado”.
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