"La música detiene el tiempo, y como el tiempo es dolor, la música detiene el dolor", dice Moris sentado y con la mirada perdida, mientras recupera el aliento en el camarín del Teatro Picadilly de la calle Corrientes. Junto a su hijo Antonio Birabent , acaba de dar un show íntimo y descontracturado que parece remontarse a los tiempos de Familia Canción, el disco que grabaron juntos en 2011. "Nosotros realmente no pensábamos hacer esto. Fue una yapa", dice Antonio, todavía conmovido por el efecto emotivo de la noche. "Es un desgaste emocional cantar", suma Moris, visiblemente cansado. "Yo cuando estoy cantando, la verdad que estoy completamente olvidado de mí, ya no sé ni quien soy. Me entrego completamente al canto."
Durante casi una hora y media, el escenario reducido del Picadilly se convirtió en la réplica de una sobremesa familiar, donde Mauricio y Antonio mezclan guitarras y papeles, acostumbrados a intercambiar canciones y textos acabados o todavía en proceso. Acompañados por el piano de Lolo Micucci, colaborador del dúo desde hace más de dos décadas, todo tuvo ese aroma entrañable y familiar, abierto a la improvisación y sometido al talante siempre filoso y animado de Moris.
"Con tantos aparatos para verlo todo desde la cama, que hayan venido hasta acá es increíble. ¡Ustedes son unos héroes!", dijo sorprendido ante la sala llena, después de que Antonio Birabent abriera el show a solas con "Cuando cae la noche" y "¿Por qué no mandas?", dos canciones de su reciente discoOficio: Juglar, obra en la que le pone música a un puñado de textos de poetas bonaerenses (la primera con poesía de Abelardo Castillo, la segunda con poesía de Almafuerte).
Con una sorprendente potencia vocal y perfecta afinación, lo de Moris resultó un certificado de vigencia absoluta. Entre la lectura de uno de sus textos inéditos titulado "Los últimos hippies", cantó con su guitarra "Nocturno de princesa", compuesta en España e incluida en el disco Fiebre de vivir de 1978, y "Ayer nomás", clásico compuesto junto a Pipo Lernoud que incluyeron Los Gatos en su disco debut de 1967. "Por suerte ellos la grabaron y la hicieron muy conocida", dijo. "Hoy la canto y sigue siendo verdad: la gente vive sin querer."
"Les voy a contar una anécdota de Pajarito [Zaguri, compañero de banda]", dijo Moris antes de tocar "Rebelde". "Una vez le dijeron que pida tres deseos ¡y él pidió desayuno, almuerzo y cena!".
Después de que Birabent cantara "Bienvenida seas", "Salgo a caminar" y "Brasilero y guaraní", esta última incluida en Familia Canción, el resto de la noche gravitó en torno a los clásicos de Moris, como "Muchacho", "Pato trabaja en una carnicería" y "Rebelde", canción que grabó junto a Los Beatniks en 1966. "Les voy a contar una anécdota de Pajarito [Zaguri, compañero de banda]", dijo Moris antes de tocarla. "Una vez le dijeron que pida tres deseos ¡y él pidió desayuno, almuerzo y cena!".
Para el final, entre versiones improvisadas de "Tutti Frutti" y "It's Now or Never (O sole mio)" sobre el piano de Micucci, Moris flameó todo su amor por el rock & roll con versiones enérgicas de "Zapatos de gamuza azul" y "Sábado a la noche". Después, antes de cerrar con "El oso", contó la anécdota de aquella vez en que le pidieron que compusiera una canción para un jardín de infantes; él era todavía un completo desconocido y estaba a punto de darle vida a su pieza más popular.
"Cada vez que canto estas canciones, siento como si las cantara por primera vez", dice ahora Moris, después del show, mientras en la puerta de su camarín se agrupa la gente para saludarlo. "Parece como si el tiempo no hubiera pasado: las preguntas son siempre las mismas, los interrogantes son siempre los mismos. Salís a la calle y la gente sigue viviendo sin querer, sumado a la electrónica y la técnica y todo eso… Hemos construido un monstruo que tiene vida propia. Ya veremos qué pasa."
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