Moris y Antonio Birabent: "Si podés detener el tiempo con la música, también podés detener el dolor"
Uno de punta en blanco. El otro de negro. Padre e hijo caminan a la par hacia una esquina cualquiera del barrio de San Cristobal y vistos desde atrás, parecen una misma persona, desdoblada. Tienen el mismo andar, un tanto chueco, constante, pero siempre sereno. Un yo adulto que camina junto a su yo mayor o al revés, como si se tratara de un film de ciencia ficción y de viajes en el tiempo; charlando del pasado, del presente, del futuro.
Moris (76) y Antonio Birabent (49), padre e hijo, volverán a subirse juntos a un escenario por esas cosas del destino, del azar. "Es una sorpresa para los dos, porque ninguno esperaba que se produjera este concierto. No estaba en nuestros planes". Alejado de los escenarios por cansancio (físico y existencialista), Moris aceptó volver a cantar en público porque era junto a su hijo. Antonio pensó que su padre no iba aceptar la propuesta de un productor fan de los dos que los quería ver juntos en el escenario. "El tipo armó un ciclo todos los días, de lunes a lunes, desde hoy hasta el 22 de diciembre, con nombres conocidos como Roque Narvaja, Nito Mestre, Pedro y Pablo, Juan carlos Baglietto y Lito Vitale, el Chango Spasiuk, Litto Nebbia... Una patriada para estos días difíciles. Cuando me propuso hacer este concierto, yo le dije que no lo veía muy viable. Pero lo llamé a Moris y me dijo que sí y acá estamos".
Este jueves, en el teatro Picadilly, padre e hijo (acompañados solo por el pianista Lolo Micucci) presentarán un espectáculo con el título de Música y palabras, el primero que harán juntos desde 2012, cuando se despidieron de las últimas presentaciones en vivo de Familia canción, el disco que habían compuesto y grabado de a dos, un año antes. "La idea es aprovechar este show para leer textos que venimos escribiendo cada uno por su lado. Textos que tienen que ver con una visión del mundo, con una anécdota, con una observación de lo cotidiano, de la ciudad. Y nos gusta, porque nos hemos encontrado también leyéndonos mutuamente textos que, como tiene sentido, están cerca. Estamos escribiendo, cada uno a su manera, sobre lo mismo".
Moris:–Es un estilo parecido... en algunas cosas.
Birabent:–Y bueno, tiene que ver con una forma de ver el mundo, que es normal que entre padre e hijo haya una consonancia. Pero a veces me hace gracia, porque él me lee algo y yo pienso, claro, de esto yo estoy escribiendo desde otro lugar, pero de una forma muy parecida. Nos gusta la idea esa, como Moris me contó, que en los conciertos en los 60 se leía poesía. Volver un poco a que entre la música haya palabras. Hablamos mucho con él estos días, sobre que conciertos hay tantos y que la música se ha convertido en una cosa tan...
Moris:–Desconcertante.
Birabent:Desconcertante y tan accesible, que es raro que alguien no haga un concierto. Lo normal es hacer conciertos. Buscar una manera propia, leer estas cosas, nos da un aliciente como para llegar y no solo decir buenas noches y tocar dieciocho temas. Recién estábamos armando dónde leer cada texto y la lista de temas y la verdad es que es muy lindo armar una lista de un concierto juntos, viendo qué canción pega con otra, dónde sube al escenario, donde baja...
–¿Qué pensaste cuando Antonio te propuso hacer este espectáculo?
Moris:–Mirá, con el tiempo me he ido alejando del traqueteo de los ensayos, la banda, viajar, volver a las 4 de la mañana cansado. Estoy más cansado que antes, entonces lo hago porque lo hago con él. Solo no lo haría. Yo estaba pensando que en el repertorio voy a cantar canciones como "Rebelde", que tiene cincuenta años. ¿Cuál es el sentido de cantar canciones que tienen tanto tiempo? Bueno, ya hace cincuenta años, con Pajarito (Zaguri), estábamos pensando contra las guerras atómicas, contra los armamentos, que es lo mismo que se sigue hablando hoy.
Birabent:–Muchas veces nos han preguntado si íbamos a hacer otro disco y yo siempre digo no, segunda parte de Familia Canción no va a haber, porque el encuentro fue ese disco y nada más. Entonces no teníamos el plan de ver cuándo hacíamos un concierto juntos. Eso para mí le da un sabor especial y también una incertidumbre. En parte tenemos preparado el concierto pero también algo de lo que va a pasar esa noche no lo sabemos, porque no es un concierto que venimos tocando, no es un espectáculo armado, es algo especial.
–¿Te acordás cuándo fue la primera vez que subiste a un escenario con tu papá?
Birabent:–Fue en el teatro Coliseo, en 1990. Fue mi debut. Habíamos llegado de España hacía dos años y él había armado una banda con Ricky González y el "alemán" Schanzenbach, que habían quedado libres cuando ese mismo año Andrés Calamaro se había ido a España. Se fue y me acuerdo que Calamaro te dijo: "te dejo la base", algo así, ¿no? A esa base de bajo y batería se sumaron el Pollo Raffo en teclados, un guitarrista, Marcelo Ferraro y yo en guitarra rítmica. Con esa banda trabajamos dos años, con muchos shows. Yo debuté en el teatro Coliseo con él, por lo menos oficialmente. Tenía 20 años.
Moris:–Él, de chiquito, lustraba mi guitarra cuando yo tenía un concierto en España.
Birabent:–Sí, me acuerdo ese detalle. Yo tenía 8 años y para mí era normal ir a los conciertos y de a poco fui cumpliendo otras funciones: hice luces y hasta llegué a cobrar cuando ya tenía 17.
Moris:–Me parece que la primera guitarra que tuviste fue una Repiso, que te compré yo.
Birabent:–Sí, lamento mucho haberla vendido, porque Repiso era un fabricante argentino muy famoso de la década del 60 y él me compró una Stratocaster, que ahora que pienso es la que está en la tapa de mi primer disco. Después la vendí y lo lamento, pero bueno, alguien la tendrá.
La música como refugio
Moris, leyenda del rock argentino y pionero del rock español, está por estos días terminando sus memorias, que con la ayuda de su esposa Inés González Fraga y el periodista José Bellas se publicará el año próximo, a través de Planeta. "Son memorias, recuerdos, fotos, anécdotas. Fui escribiendo, Inés, mi mujer, lo fue pasando trabajosamente a la máquina y bueno, salieron varias cosas", cuenta el autor de clásicos como "Ayer nomás", "De nada sirve", "El oso", "Escúchame entre el ruido" y tantos otros.
Birabent:–¿Al final el libro se va a llamar El refugio?
Moris:–Sí. el nombre se lo puso él, porque un día vino y me dijo teníamos que encontrar un lugar para escaparnos del mundo y entonces yo pensé, bueno, un refugio. Le puse al libro El refugio, que también podría ser una canción. Uno hoy se refugia en el fútbol, en el cine, en los libros, cualquier cosa que lo aleje del peso de la existencia, que es bastante pesada para todos. Incluyendo para gente como Lady Di y Dodi Al Fayed, que eran lindos, ricos y famosos y en un segundo desaparecieron. Entre otras cosas que he escrito, escribí que la vida es tan compleja, que no sé si algún día llegaremos a comprenderla en su totalidad. Y va muy rápido, vivimos muy rápido.
La música es un gran refugio, un lugar paralelo a la realidad
Birabent:–Cada vez más.
Moris:–Recién se sentaron dos muchachos ahí enfrente y lo primero que hicieron fue ponerse con el celular media hora y no hablaron ni una palabra. Se suponía que eran amigos. Y después la gente me pregunta por qué no tengo celular.
Birabent:–La música es un gran refugio, también. Un lugar paralelo a la realidad. Me doy cuenta que cuando estoy tocando la guitarra o cantando o pensando una canción, el tiempo del cual él habla, cambia la velocidad.
Moris:–Es que con la música detenés el tiempo.
Birabent:–Parece mágico y algo de magia tiene. Y lo interesante es que sucede no solo como gestor de la música, sino también como oyente. Si sos un oyente activo, también el tiempo se detiene. Si escuchás un disco que te emociona mucho, hay un momento donde la atención es tan exclusiva sobre la música que lo que está alrededor, de alguna forma, se desvanece. La música tiene un gran poder en ese sentido. Cómo puede ser que uno siga escuchando una canción de Sinatra, de Gardel, de Elvis Presley, por nombrar a tipos que tienen un valor artístico, y sigan estando vivos en ese artificio total que es una grabación y que te sigan conmoviendo.
Moris:–Y Edison... Pensaba en cuando grabé "De nada sirve", si no hubiera habido un micrófono, si no estaba el estudio de grabación, el técnico que la grabó, la cinta, que la cinta llegara de Alemania en un container y que luego se expresó en un disco... Sin todo eso, no hubiera existido y nadie hablaría de "De nada sirve". Por eso pienso que uno hace un porcentaje chico de las cosas.
Birabent:–También está el momento, el contexto, el azar.
Moris:–Sí, tampoco sabemos lo que es el azar. Te dicen, che, que tengas suerte, pero ¿qué es la suerte? Es algo indefinible, por eso es suerte. Y también si podés detener el tiempo con la música, también podés detener el dolor.
–Keith Richards dijo la semana pasada que antes de salir a tocar, siempre le dice a Ronnie Wood: "Salgamos al escenario, tengamos un poco de paz y silencio".
Birabent:–Parece una contradicción, pero hay algo que tiene que ver con estar en una pequeña verdad, humilde, la de uno.
Moris:–Que dura cuatro minutos.
–Más de cincuenta años después de crear junto a otros músicos el movimiento del rock argentino, ¿cuál creen que es hoy el legado de todo aquello?
Moris:–Es difícil pensar en el legado, pero seguro no son los hinchas de fútbol haciendo pogo. Fue una época pensante y hoy el pensamiento está un poco ausente. Hoy nadie tiene muchas ganas de pensar más de un minuto. Apenas uno empieza a rasgar la piel, aparece la carne viva y nadie quiere estar en carne viva. No sé si te contesté, pero en realidad no sé cuál es el legado. Rebeldía no, porque no hay rebeldía. Hay bronca, hay reacción, los carteles de la oposición están todos perfectamente en imprenta, muy bien pintados, armados, divinos, pero en realidad creo que la política es un terrorismo que lo que quiere es quedarse con los impuestos en su bolsillo y gastarlos a su gusto. Siguen siendo dos bandos que se pelean por el botín.
Birabent:–Pero hablando del legado, pienso que es mejor que esas canciones estén a que no hubieran estado. Porque también el poder de una canción es desconocido, no sabés hasta dónde llega una canción ni cuánto tiempo siguen resonando en las personas. Me parece que también hay algo que tiene un gran poder que es dónde termina una canción. Hay canciones que se siguen descubriendo muchos años después y que siguen generando una rebeldía o una emoción, cuando el propio autor ya no está. Eso es un poder que está todo el tiempo germinando en la música.
La charla termina, se hacen fotos, bromean, saludan y ahí se va la "familia canción", caminando a la par, con su andar chueco, como si fueran una misma persona, desdoblada.
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