Morat, la banda pop de ese gran fenómeno global que es la música colombiana
Son cuatro, pero en realidad es una unidad. Y esa es una de las claves del éxito. Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Martín y Simón Vargas son los nombres detrás del sello Morat, una de las bandas colombianas más exitosas de los últimos años.
"Principales embajadores del acento rolo", es la frase que utilizan para definirse en Instagram, y esa tonada típica de aquellos nacidos en Bogotá -muy diferente al paisa de Medellín, al costeño del caribe o al caleño del Valle del Cauca- se hace notar ni bien comienza la videoconferencia. En esta oportunidad, Juan Pablo Villamil y Simón Vargas serán los embajadores del grupo en una charla mano a mano con LA NACION.
"Extraño muchísimo el escenario", confiesa Juan Pablo mientras se lamenta que la pandemia no les haya permitido venir al país para realizar los shows que tenían programados en junio. "Tenemos que ir a la Argentina, fue muy mágico tocar allá", afirma, y Martín lo respalda. "Argentina ha sido uno de esos países en donde fue muy evidente el crecimiento que íbamos logrando. Primero tocamos en La Trastienda, después en el Opera y por último en el Luna Park. Es muy cool, se siente el apoyo de la gente y nada… ¡Es Argentina!", dice con cierta emoción.
Pero la realidad de los shows en vivo cambió, y como tantos otros artistas, los chicos tuvieron que adaptarse a la llamada nueva normalidad. Mientras esperan volver a salir de gira se preparan para el primer recital por streaming, este sábado 7 de noviembre a través de Rappi Live Events. Morat Echando Cuento es el nombre del espectáculo que tendrá también un costado benéfico, ya que parte de lo recaudado con la venta de los tickets será destinado a la fundación Make-A-Wish, para cumplir los deseos de niños diagnosticados con enfermedades críticas.
"El show nos tiene muy contentos, porque es como un regreso a las canchas. A pesar de que es virtual, es un concierto real con una producción muy grande", asegura Juan Pablo. "Vamos a tocar muchas canciones, incluso algunas que la gente no ha escuchado en vivo. Para nosotros es un momento chévere, porque nos permite experimentar un poquito con los nuevos arreglos que eventualmente presentaremos en la gira".
-¿Cómo vivieron esta cuarentena que los obligó a estar, de un día para el otro, separados físicamente?
Vargas: -Ha sido muy curioso, sin lugar a dudas una experiencia única. Veníamos llevando un ritmo bastante agitado en los últimos cuatro años y, de repente, nos encontramos con un parón de la nada. Está claro que es muy fuerte ver cómo la situación afecta a tanta gente, en especial algunos rubros, pero terminé entendiendo que es algo que le está pasando a todos y que hay que buscar la manera de hacerlo llevadero. Siento que entre nosotros se abrió un espacio de reflexión que nos puso sobre la mesa ideas de videos, canciones y otras cuestiones que antes no habíamos pensado. También nos permitió valorar esas cosas más chiquitas, como montarse en un escenario, que muchas veces se dan por sentado y hoy que no están se extrañan.
-Durante estos meses de encierro siguieron sacando canciones, incluso presentaron algunos de sus temas más populares y colaboraciones importantes ¿Cómo fue el proceso de trabajar a la distancia?
Villamil: -Creo que en ese sentido la industria musical ya tenía un terreno ganado frente a la pandemia. Hay ciertas cosas tecnológicas que llevan mucho tiempo siendo importantes. Uno puede grabar a la distancia sin ningún problema, y eso viene siendo así desde hace años. Para nosotros no es extraño grabar una cosa en un lugar, otra en otro, y mandar las canciones poco a poco para que distintas personas las vayan trabajando. Así ha funcionado también durante esta cuarentena. Si alguien tenía una idea la mandaba, otro la tomaba y así sucesivamente se iban construyendo los temas. Las redes sociales son otra herramienta fuerte en la música, están desde hace rato, aunque ahora más que nunca han cobrado una importancia enorme para los artistas. No solo son la única manera de mantenerse vigentes, sino que también es la única forma de acercarse a los seguidores, y a nosotros nos gusta tener ese contacto con ellos.
Nuevos sonidos
-Están por sacar el tercer disco de estudio. ¿Qué nos pueden adelantar de este trabajo?
Vargas: -Que hay mucha música lista y vamos a sacar canciones muy pronto, más pronto de lo que creen. Siento que cada vez estamos metiendo más caña al tema del concepto visual y está quedando muy bueno. Además las canciones suenan diferente, vamos probando distintos sonidos y esa exploración vuelve todo muy interesante. Creo que el disco como tal saldrá recién el próximo año, pero antes de eso se viene bastante música.
-En cada nueva canción que sacan mantienen el espíritu del pop pero sin dejar de fusionar con otros estilos. ¿Qué es lo que buscan a la hora de componer?
Villamil: -Esa es una pregunta muy compleja. Creo que si hay algo que buscamos siempre es saciar nuestras ganas de hacer cosas distintas, de diversificar un poco y no aburrirnos en la creación musical. Cuando uno compone es muy fácil caer siempre en lugares comunes, porque a la larga tenemos una forma de hacerlo y al llevar tanto tiempo en esto termina siendo una cosa muy cerrada lo que sucede. Pero a medida que uno se pone a buscar nuevas referencias y nuevos sonidos que te refresquen las ideas de composición, eso se vuelve valioso y hace que la música sea más entretenida. Otra cosa que te diría que buscamos es no perder la vigencia, porque creo que ese es uno de los peores errores que un artista puede cometer, dejar de ser vigente y dejar de estar pensando en que es lo que va a sonar, no hoy, sino de aquí a tres años.
-Desde que comenzaron, una de las características de Morat es la de hacer colaboraciones con grandes artistas. Han lanzado canciones con Paulina Rubio, Juanes, Reik y Sebastián Yatra, entre otros. ¿Hay algún cantante en particular con el que sueñen trabajar?
Vargas: -Siempre hay artistas que uno admira, gente que está haciendo música brutal, por lo que esa lista de pendientes sigue creciendo. Lo que tenemos a favor es que nos hemos dado la oportunidad de explorar diferentes géneros y creemos que Morat cae muy bien en distintas propuestas. El ejercicio de una colaboración, que busca unir a dos artistas diferentes para sumar el uno con el otro y llegar a un punto medio que logre hablar por los dos, es muy interesante como juego musical. Particularmente, si tuviese que decir uno, creo que me gustaría hacer algo con Maná. Es una banda que me marcó mucho de pequeño y estaría brutal poder hacer algo con ellos, aunque como dije antes, esa lista es larga y sigue creciendo.
Villamil: -Yo voy a decir el nombre de alguien que es argentino y del que soy muy fan: Fito Páez. No tengo dudas porque lo admiro, sobre todo musicalmente. Voy a ser sincero, a veces las letras no las entiendo -dice entre risas-, pero a nivel música es increíble. Sería muy chévere poder hacer algo con él.
De Colombia para el mundo
-En los últimos años la música colombiana viene arrasando alrededor del mundo y se presenta como un referente dentro de Latinoamérica. ¿Cuáles son las claves del fenómeno?
Vargas: -Yo creo que el tema del reggaeton es algo muy surreal y único. Lo urbano y ese beat que pone a la gente a bailar, sin que nadie termine de entender muy bien qué lo vuelve tan contagioso. En el caso de Colombia, artistas como Maluma, J Balvin y Karol G, entre otros, han marcado tendencia y han puesto al país en el imaginario colectivo de muchas personas alrededor del mundo. Acá hay una movida muy real en torno a los géneros urbanos, y para nosotros eso es brutal, porque aunque no hacemos reggaeton, que la música colombiana suene tanto nos permite sumar a nuestra manera. Es muy loco lo que pasa, porque nunca antes la música en español, y en especial la latina, estuvieron compitiendo de esta manera con lo anglo.
Villamil: -A mi me gustaría agregar que todo este movimiento, que sin lugar a dudas es lo que tiene a Colombia en el mapa, es posible por dos cosas. Primero por el ambiente de trabajo que se generó en el país. Uno va a Medellín o a Bogotá y hay mucha gente que tiene la certeza de que la música es un negocio del cual se puede vivir, y esa es una barrera que en otros lugares todavía no está rota. Hay países en donde la gente piensa, 'si soy músico de pronto no me va tan bien', pero acá buscan hacer esto, y saben que es posible, lo que me lleva al segundo factor. La gente que hoy se dedica a la música acá se vio influenciada por artistas que abrieron un camino antes, como Shakira, Carlos Vives y Juanes, por decirte tres referentes indiscutibles que traspasaron fronteras. Lo que pasa hoy con Colombia en cierta medida se lo acredito al prestigio que dejaron, y a cómo la gente que está ahorita lo tomó para hacer lo suyo. Fueron una puerta de esperanza, hicieron que la industria musical colombiana hoy tenga ganas de comerse el mundo, y eso es muy chévere.
-Todos estos artistas que nombraron son solistas, y en general, la mayoría de los que triunfan en el pop también lo son. ¿Creen que el grupo es la clave del éxito de Morat?
Vargas: - Al final del día siento que sí, que esa es la clave. Siempre digo que corrimos con la suerte de que la gente quisiera oír lo que a nosotros nos gustaba componer, y eso es lo más difícil, que al público le guste lo que hacés. Pero, sin embargo, más importante que la buena música es que haya una buena relación con la gente con la que trabajas, porque si no es insostenible. Todo ha sido muy cool entre nosotros, nos conocemos de toda la vida y eso realmente tiene un impacto claro en la manera en la que trabajamos, convivimos y disfrutamos. Claramente no somos solistas, vamos mejor en conjunto.
Villamil: - Y no serviríamos en lo más mínimo solos [risas].
-Como decían antes, se conocen de toda la vida, de hecho Martín y Simón son hermanos y varias veces han dicho que los cuatro son familia. ¿La confianza hace que las cosas fluyan más naturalmente o por momentos se vuelve complejo?
Vargas: -En verdad es muy tranquilo. Entre nosotros todo se puede discutir, y punto. Si uno no está cómodo ni de acuerdo con algo se habla. Si toca echarse una charla de dos horas para llegar a ese punto medio, pues se hace. Manteniendo esa base de que todo se puede someter a una discusión, el resto es muy tranquilo. Soy muy feliz con estos perros.
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