Monstruos de la clásica: Dudamel y la Filarmónica de Viena, en un encuentro único
La naturaleza comunicativa de Gustavo Dudamel, su sonrisa casi continua y la simpatía tan evidente como el talento lo convirtieron en una estrella inmediata y le dieron una fama súbita. Pero el director venezolano es en realidad una figura bastante más compleja: lo es musicalmente (¿cómo explicar su elasticidad en el repertorio sin resignar precisión?) y lo es también políticamente (¿qué cambió en el músico que calló años sobre el régimen de Hugo Chávez y terminó en una pelea pública con Nicolás Maduro?).
Esta noche, a las 20, en el Teatro Colón, Dudamel dirigirá una joya, la Filarmónica de Viena, una de las orquestas con las que mantiene además una relación más estrecha, como quedó claro cuando se convirtió, en 2017, en el director más joven de los famosísimos Conciertos de Año Nuevo de Viena. Es el cierre de la Gira de las Américas, que empezó en Nueva York y pasó por México, Bogotá y Santiago.
A lo largo de los años, dos palabras estuvieron asociadas a la figura de Dudamel: "promesa" y "genio". El primero de esos términos caducó por razones estrictamente cronológicas. Mientras se aleja de su juventud prodigiosa -esa que empezó junto a José Antonio Abreu y el Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles de Venezuela-, Dudamel es ahora uno de los directores más respetados del mundo.
El segundo de los términos es, en cambio, más problemático. "Genio" constituye, en este caso, otra manera de referirse a la originalidad. Pero la originalidad, a diferencia del genio, no es un absoluto; depende de las condiciones. Ningún director (como ningún pianista) es original en todo el repertorio: algunos pueden serlo en Wagner, pero lo son menos en Debussy. Acaso solamente Carlos Kleiber tuviera la valentía de limitar su repertorio a un perímetro mínimo, aquel en el que sabía que tenía algo nuevo para hacer. Esto sin contar además con la maduración de las interpretaciones, que hace que una primera lectura sea revisada, o aun contradicha, por otra posterior.
Pongamos un ejemplo: es posible que muy pocos logren una versión de La consagración de la primavera, de Igor Stravinski, tan apasionante como la de Dudamel. Habría que pensarla en verdad como su pièce de résistance. Su sensibilidad rítmica es sencillamente asombrosa. Pero ese mismo atributo, proyectado sobre otras obras, puede deparar sin embargo resultados menos cabales. Y a Dudamel, un músico de tremenda ambición, le gusta jugar con esos peligros.
Por ejemplo, quien haya escuchado el primero de los conciertos que ofreció en Buenos Aires, en 2011 y al frente de la Orquesta Simón Bolívar, con la Sinfonía Nº 7 de Mahler, no habrá dejado de advertir esa singularidad. Su lectura de la Séptima con la Orquesta Simón Bolívar fue detalladísima, enérgica y, por efecto de esa misma energía, quizá sin la fluidez que pide la escritura mahleriana.
En el documental de Enrique Sánchez Lansch La promesa de la música -la "promesa", de nuevo- se ve a Dudamel mientras ensaya en Venezuela la Tercera sinfonía de Beethoven. En cierto momento, detiene a la orquesta: "Nunca antes de un piano toquen diminuendo. Siempre mantengan la tensión, y luego piano súbito". La demanda revela toda una filosofía de la interpretación, estricta y dispuesta a resaltar las angularidades. Dudamel tiene 37 años, es todavía joven y será todavía interesante seguir el despliegue de esa filosofía en los dos mundos en los que habita: el de la Simón Bolívar y el de las filarmónicas de Viena o Los Ángeles. El golpe de genio, ya insinuado, sería justamente imponer una misma originalidad en los propios términos de cada una de esas circunstancias.
Dudamel inició lo estudios de dirección orquestal en 1995, primero con Rodolfo Saglimbeni y después con José Antonio Abreu. Ya a partir de 2005 sus compromisos internacionales se multiplicaron velozmente: las actuaciones con la Orquesta de Gotemburgo, el inicio de la relación con la Filarmónica de Los Ángeles -de la que es ahora director titular- y el contrato con el sello Deutsche Grammophon. Inversamente, las figuras tutelares lo celebraban: Claudio Abbado y Simon Rattler aceptaron ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, y hace un par de años Daniel Barenboim optó por él para hacer la que con toda probabilidad sea su mejor versión como solista de los dos conciertos para piano de Brahms.
Su carisma sin atenuantes lo acercó al mundo del espectáculo en su sentido más masivo. En 2015, John Williams lo invitó a dirigir la música de apertura y de los créditos de cierre de Star Wars: Episode VII - The Force Awakens. Eso no es todo: apareció también en Mozart in the Jungle y muchos tendieron a ver a Rodrigo, el personaje de Gael García Bernal, como un alter ego de Dudamel, y el propio actor dijo: "Rodrigo no habría existido sin Gustavo". En 2007, fue condecorado por Hugo Chávez con la Orden Francisco de Miranda.
Las relaciones, antes idílicas, entre Dudamel y el régimen chavista se rompieron sin vuelta atrás una década más tarde, en 2017. Su largo silencio y su tibieza política se entendieron como aquiescencia con el régimen, y el Sistema de Orquestas se convirtió entonces en nave insignia del proceso chavista. Sin embargo, tras años de silencio el director decidió pronunciarse públicamente. Lo hizo por medio de un artículo que, en lengua española, publicó el diario El País. Vale la pena citar un pasaje: "Desde la fe inquebrantable en el respeto a la diversidad humana, siento la necesidad y la obligación como ciudadano venezolano de manifestarme en contra de las elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente en los términos en que fueron convocadas por el gobierno de Venezuela para el próximo 30 de julio. La forma en que las autoridades de mi país han llevado adelante esta medida no hace más que avivar el conflicto nacional antes que solucionarlo. Nuestro marco constitucional vigente no ha sido respetado".
Veamos cómo fueron los hechos. El pronunciamiento, no hay duda, llegó demasiado tarde. El hecho que precipitó la reacción de Dudamel fue el asesinato de Armando Cañizales, un violinista de 17 años que integraba el Sistema de Orquestas. El presidente Nicolás Maduro acusó el golpe y en uno de esos discursos morosamente histriónicos que da por televisión se ocupó de él. Fue el 18 de agosto del año pasado. Dijo: "Bienvenido a la política. No te dejes engañar y no ataques a quien ha sido el artífice de niños, niñas y jóvenes. Es muy fácil creer la mentira fresca, la mentira fácil y lanzársele al presidente Nicolás Maduro encima. Está bien, Gustavo Dudamel, que Dios te perdone por dejarte engañar". Maduro trataba de imponer la versión de que, como dijo, el Sistema de Orquestas existe gracias a la revolución. Es cierto que las giras de la orquesta dependen del presupuesto gubernamental, pero la mentira de Maduro era tan grosera que casi no merecía refutación. Abreu creó en 1975 la formidable Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y la fundación de la emblemática Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar se remonta a 1979, mucho antes de que Chávez llegara al poder.
Tal vez eso que se llama hecho musical (en el que intervienen tantos elementos) no pueda desentenderse de estas peripecias. Pero si le creemos a Borges que la política es en el fondo más bien superficial, lo que quedará después de esta noche en el Colón serán unas lecturas inolvidables de Brahms y de Chaikovski. Lo que quedará del Maestro será justamente su maestría de artista.
Dudamel y la Filarmónica de Viena
- Hoy, a las 20, en el Teatro Colón
- Programa: Obertura para un Festival Académico y Variaciones sobre un tema de Haydn, de Brahms; Sinfonía Nº 4 de Chaikovski
Una historia del siglo XX
Cuando la mayoría de las orquestas tienden a igualar su sonido, la Filarmónica de Viena mantiene el propio, inconfundible. Su fundación se remonta a mediados del siglo XIX, pero su vínculo con el Colón empieza en 1922, cuando Felix Weingartner dirigió la Tetralogía wagneriana. El año siguiente, vino con Richard Strauss, que presentó la Primera de Mahler y Muerte y transfiguración.
Un director y un presidente
Hoy, a las 10, en la quinta de Olivos, se lanzará el Plan Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles 2018, un tema en el que Dudamel es experto. Además del director, estarán el presidente Mauricio Macri y el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto. Actuará la Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín, dirigida por Mario Benzecry.
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