Mitski Miyawaki se crió en una familia que se mudaba mucho de país. Por los trabajos de sus padres vivió en Japón, Turquía, China, la República Democrática del Congo y otros países, y pasó gran parte de su adolescencia como perdida en sueños. "Pasaba mucho tiempo en autos, mirando por la ventana", dice Mitski mientras maneja durante un embotellamiento en la hora pico de Los Ángeles. "Me divierto, invento historias en mi mente. De ahí probablemente salieron muchos inconvenientes y malentendidos cuando era adolescente."
Uno de sus sueños más insidiosos era su ambición de pegarla en la industria de la música. Como muchas adolescentes, estaba obsesionada con las dietas y el ejercicio físico. "Si soy hermosa, entonces me van a descubrir y voy a poder cantar", recuerda haber pensado.
Afortunadamente para la juventud de hoy con el corazón roto, tienen a Mitski para enseñarles cómo ver el mundo con mayor claridad. La cantautora de 27 años, conocida por sus letras demoledoras y casuales, y por los acordes de guitarra distorsionada que hay en sus canciones, se convirtió en una heroína para una generación de mujeres criadas en Internet. Sus discos revelación, Bury Me at Makeout Creek, de 2014, y Puberty 2, de 2016, están repletos de observaciones que suenan muy verdaderas para cualquiera que tenga más sensaciones frenéticas que las que puede manejar. "Una mañana esta tristeza se va a fosilizar/Y me voy a olvidar de cómo llorar… Voy a salir a correr como rutina/Calma y rítmicamente", canta en "Fireworks", de Puberty 2.
Este año, Mitski se inclinó con confianza hacia el pop, teloneando la gira de Lorde, componiendo para otros artistas a los que aún no puede nombrar, y editando un nuevo disco, Be the Cowboy, con sus canciones más descaradamente pegajosas hasta el momento. "No veo el sentido de reunir un par de palabras sólo para expresarme a mí misma", dice. "Me interesa que los demás me entiendan."
Mitski prefiere no entrar en detalles acerca de las batallas románticas que dan forma a sus discos. "Ya doy mi alma y mis canciones", dice. "No quiero darte también mi vida. Quiero quedarme algo para mí."
Dicho esto, Be the Cowboy suena como un punto de inflexión en su carrera: sigue entendiendo el dolor, pero no parece seguir ahogándose en él. "Es genial madurar", dice Mitski con una sonrisa. "No tenés que sentir las cosas todo el tiempo. ¡Es un alivio tremendo!"
Rebecca Haithcoat
Ciudad natal
Brooklyn, Nueva York.
Suena como
Una colega indie de Waxahatchee con el corazón roto y la guitarra distorsionada que sabe cómo salir del pozo.
LA NACION