La cantante está de regreso con Bestia, un álbum que empieza a presentar este sábado en Niceto Club
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Vestida con un overol naranja, una gorra de animal print y el pelo recogido hacia atrás con una larga trenza, Miss Bolivia aguarda en una sala de reuniones de Sony Music Argentina como una obrera del arte, lista para dar comienzo a la entrevista con LA NACIÓN.
El motivo del encuentro es la presentación de Bestia, el flamante álbum que acaba de publicar después de un silencio de seis años, y que este sábado 11 de mayo presentará en Niceto como punto de partida de una gira que continuará América Latina y Europa durante el resto del año. Se trata de un disco compuesto por nueve canciones, donde la colaboración de artistas de estilos múltiples como Cazzu, Eruca Sativa, Perota Chingó, Muerdo, Loli Molina, Piti Fernández y Romea se presenta como un gesto de rebeldía y resistencia.
“Fue un proceso largo. Estuvo la pandemia en el medio, que también ralentizó el proceso de publicación del disco, y me tomé el tiempo. Ya no me siento con la obligación o a punta de pistola de estar sacando material con esta mecánica exitista de vender y publicar. Creo más que nunca en lo orgánico, en la necesidad de que el material sea real, verosímil, que tenga razón de ser. Fue un proceso muy colaborativo, muy colectivo. Eso representa mucho el espíritu de Miss Bolivia en este momento, porque creo que para sobrevivir a estos tiempos difíciles la salida es colectiva, en todo aspecto, para devenir resiliente, hacer cuero con otros”, comenta María Paz Ferreyra, tal su nombre de nacimiento. Cantante, compositora, psicóloga, productora y DJ, Paz adoptó el nombre artístico de Miss Bolivia como un homenaje a la calle Bolivia del barrio de Villa del Parque, donde vivió desde muy joven.
Luego de estudiar en un colegio privado católico, ingresó a la carrera de Psicología, comenzó a participar políticamente en la universidad y se desempeñó por años como docente. En todos los trabajos que tuvo siempre fue delegada sindical, hasta que le dio paso a Miss Bolivia, el proyecto musical que ya cumplió 17 años y a través del cual fusiona los estilos de cumbia, dancehall, folclore, hip hop, música electrónica y reggae, con letras que expresan con claridad sus pensamientos.
–Fuiste a un colegio privado y católico y a los 16 años tuviste una suerte de despertar, que de alguna manera te abrió los ojos respecto de lo que había sucedido en el país durante la última dictadura militar. ¿Cómo recordás ese momento?
–Bueno, yo fui a un colegio privado, católico, toda la vida, hasta cuarto año y en mis dos últimos años del secundario me gané una beca y cursé la escuela pública en Nueva York. En una de las materias que tenía, Oratoria, tenía que ir a hablar, hacer lo que hoy sería una charla TED, sobre mi país. Esto fue en el 92. No existía internet, así que me fui a la biblioteca. Y ahí apareció la dictadura. Y la verdad es que por un lado me quedé careta, porque yo había tenido Educación Cívica durante cuatro años y no había visto nada de eso. Un velo total. ¿Qué me pasó ahí? Tuve mucha bronca y también tuve muchas preguntas para hacer en mi casa, de por qué no se había hablado de esto. Cuando volví a la Argentina hice cuatro años la carrera de Letras y después me pasé a Psicología, siempre en la UBA, donde ejercí también la docencia y la militancia. La educación pública, ya desde esta anécdota del secundario y todo lo que fue mi trayectoria universitaria, realmente fue muy enriquecedora y mi gran despertar. Un lugar del cual nunca más me quise ir, y aun hoy como artista y como profesional de la salud o docente sigo estando ahí. Siento que ese es el lugar en mi rol de comunicadora, o de pensadora crítica, o preguntadora serial; donde me gusta meterle el dedo en la yaga al statu quo. Me gusta incomodar. Y creo que a partir de lo incómodo también aparece el arte, aparecen propuestas superadoras al nivel de las políticas públicas. Soy una gran fanática de lo incómodo.
–Cumpliste 17 años con Miss Bolivia. ¿Cómo fue que cambiaste la psicología por la música y la cultura hip hop?
–Durante un tiempo, en los inicios, mantuve las dos aristas, lo que es mi profesión de psicóloga y mi incipiente profesión artística, y en un momento hubo un crecimiento exponencial, por llamarlo de algún modo, donde se visibilizó más el proyecto de Miss Bolivia. Hubo más demanda de ir a componer, de hacer shows, de girar. Entonces, por un lado, se hizo éticamente insostenible mantener esta visibilidad y esta demanda de horarios, y la demanda física también, de a veces no estar y mantener el consultorio o la docencia; porque estás laburando con la salud mental, no podés decir: “Ay disculpame, aguantame el síntoma que me tengo que ir de gira a Tucumán”. Entonces, éticamente, la profesión de la salud mental exige una disponibilidad realmente sostenible.
–Entonces pusiste en suspenso la profesión...
–Sí, por unos años, hasta que en un momento también sentí la necesidad, tuve un reclamo propio, de querer volver ahí, porque eso me faltaba. Así que un poco antes de la pandemia ya venía abriendo de nuevo el consultorio y, en pandemia, tuve de repente mucha disponibilidad física. De golpe en un mes tenía treinta pacientes. Y ahí casi que me fui del otro lado. Sí, en los ratos libres o por la noche, hacía música, pero después estaba enteramente dedicada al consultorio. La verdad es que eso también me sostuvo mucho anímicamente y siento que también pude ayudar a sostener escuchando a otros. Eso me ayudó a estar de pie,y ahí me prometí, me juré, que nunca más iba a abandonar esto otro y que en todo caso iba a aprender a balancear ambas cosas; y así fue. Hoy en día sostengo el consultorio, nunca más lo corté ni lo pienso hacer. Ahora estoy haciendo un posgrado, en el medio hice un disco. Ahora tengo el consultorio de lunes a viernes, los fines de semana toco o ensayo y está bueno así, haber encontrado ese equilibrio.
–En el nuevo álbum hay varios temas, como “Pekadora”, “Ganas de no verte nunca más” )la canción que en la voz de Valeria Lynch se convirtió en un éxito de ventas en toda América Latina), “Tu cabeza”, o “Soltera”, que dan cuenta de una mujer que está un poco peleada con la idea del amor. ¿Hasta qué punto te ves reflejada en esas letras?
–Más allá de tener permeabilidad o porosidad con las canciones autorreferenciales, en el ejercicio de la composición siempre practiqué mucho la traspolación a la tercera persona y ficcionalizar. Me encanta el recurso de la ficción, ponerme en los zapatos del otro casi como un gesto de dramaturgia, entonces hay cuestiones que quizás me pueden representar más y hay otras que son ejercicios de ficción. Además, siempre fui fanática del género despecho, desde “Tomate el palo”, que fue la canción más visible de Miss Bolivia, en adelante; me divierto mucho con eso. Por ejemplo, “Qué ganas de no verte nunca más” es una canción con la que yo jugaba de chica. Jugaba a interpretar a Valeria y siempre quise hacer esa canción. “Soltera” y “Pekadora” son también un poco ficcionadas, y a través de la ficción yo milito, porque siento que los guiones sociales y los mandatos ponen todo el tiempo valor a una persona si está en pareja. No estoy de acuerdo con eso. Por eso “Pekadora” pone en valor a esta mujer que va a pecarle a estos guiones. Es una señora que le gusta salir a pecar, y dice: “Disculpame, me espera el cabi en la esquina”. Siento que en este disco hay mucha solemnidad y también mucho humor.
–¿Y qué mirada tenés sobre el amor romántico?
–Siento que el amor romántico es una estafa y que también está un poco desfasado. Fue funcional socialmente, históricamente, en otros tiempos donde sí o sí había que generar la unidad funcional de una familia, donde “serás ama de casa y tu marido será el proveedor y tendrán hijos y comprarán una casa, el auto”, y así todo. El amor romántico es una gran herramienta capitalista, de dominación cultural, y la verdad es que me parece necesario poder correrse de ahí para pensar en el amor, por supuesto, desde otro lugar. Un lugar menos hetero normativo y menos patriarcal, donde hay mucha asimetría de poder. Pensar en un amor que sea disruptivo con respecto a lo romántico es muchísimo más liberador. Este amor con los amigos, con la familia, las mascotas y por supuesto está todo bien con las parejas, está buenísimo, pero no en el amor romántico en tanto esclavizante, como amor de cierre, de clausura, sino que pienso en otras posibilidades. A veces me pongo a pensar si la exigencia monógama ad eternum garpa en estos tiempos, si realmente es saludable. Es un tema que también aparece muchísimo en el consultorio con los pacientes, de cómo revisar estas estructuras de amor romántico que generan mucha enfermedad y mucho síntoma. Poder salir de ahí realmente abre.
–En algún momento te definiste públicamente como bisexual. ¿De qué manera las carreras de Psicología y artística te ayudaron a indagar en tu identidad?
–No podría decir que la carrera de Psicología o mis lecturas tuvieron que ver con mis elecciones sexuales. Una vez lo dije en lo de Mirtha [Legrand]: “El deseo es nómade”. Es una gran injusticia para con el deseo decir: “bueno, vos ahora correspondés a este envase, o tenés esta etiqueta. Fue muy liberador poder prescindir de las categorías y de etiquetas y decir: “bueno, mi deseo es nómade, es caprichoso, flexible”, y siento que voy a ser más justa con él si siento que puedo liberarme de estas categorías. Por eso, al día de hoy no sé si me sigo considerando bisexual. Si vos me preguntás ahora como me autopercibo, quizás bisexual no sea lo más acertado, porque ya está el encasillamiento de lo binario. En este momento me resisto al etiquetado de mi identidad sexual, porque eso me libera más, me quita mochila y me da alas.
–Como artista comprometida estuviste muy presente en el movimiento Ni una menos y en el debate por el proyecto de legalización del aborto. ¿Cómo se refleja esa militancia en este nuevo álbum?
–Siento que el movimiento Ni una menos fue, es y será urgente y necesario por haber sacado a la calle un montón de situaciones críticas, injustas y también sintomáticas de la sociedad que había que colectivizar. Hizo salir a la calle eso que sucedía muchas veces de manera velada, en privado; hizo salir al ámbito público. Muchas artistas y muchas mujeres pusimos la voz y el cuerpo, hicimos red, un gran tejido social, para sacar esto a la calle poniendo al servicio nuestras letras, nuestras producciones. Muchas periodistas, muchas pensadoras, muchas personas que aportaron a que este movimiento siguiera tomando fuerza. Siento que quizás en Pantera, el disco anterior, donde está la canción “Paren de matarnos”, fui más literal, porque en ese momento había una urgencia, y todavía la hay, de no utilizar casi la metáfora, de ir al hueso. Ahora, por supuesto sigo alineada con los movimientos, y quizás en canciones como “Soltera”, “Pekadora” o “Arizona”, sigo militando y poniendo en relato un montón de situaciones que tienen que ver con resistir al paradigma hetero patriarcal, normativo, capitalista y decir: “bueno, las mujeres también tenemos valor social, profesional, subjetivo, aunque estemos solas, aunque seas pecadora, puta, torta, negra, pobre”. Me parece que está bueno ampliar la lucha colectiva y poner lo interseccional también.
Miss Bolivia. Presenta Bestia. Este sábado 11 de mayo, a las 20, en Niceto Club, N. Vega 5510. Entradas en venta online
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