Militta Bora, sobre Chano Moreno Charpentier: "Corrí peligro de muerte estando con él"
Militta Bora tiene la cara casi lavada y el pelo desalineado. No está sensual: eligió una camisa celeste grande, unos pantalones negros y unas zapatillas. Está más budista que rockera, más abocada al ejercicio que a los vicios: no le gustan las drogas y dejó el alcohol para estar más conforme con su físico. Y entre estos dos polos de su personalidad va a rondar la nota: su fama y su vida actual. Esta chica de contrastes que se hizo conocida por ser pareja de Daniel Osvaldo y, más tarde, de Chano Charpentier, está nominada por segunda vez a los premios Gardel, en esta oportunidad en la categoría Mejor álbum de rock femenino por su segundo álbum, Heidi, que lanzó el año pasado. Pero su camino empezó mucho antes de aparecer como tercera en discordia y de denunciar al ex Tan Biónica por violencia de género y violación. Algunos la llaman la Courtney Love argentina, pero ella no se siente identificada.
Militta, hija de una profesora de yoga y de un experto en buceo, tomó clases de piano a los 5 años, pero las descontinuó por inquieta; a los 11, empezó a componer y a los 14, a grabar sus canciones. Años después se instaló en Buenos Aires y, como una precursora de las redes sociales, llamó la atención de otros músicos por los temas que compartía en My Space, donde básicamente subía covers de los Rolling Stones, su banda de cabecera junto a los Beatles, mientras trabajaba como vendedora de ropa (este otro hobby lo mantuvo: desde hace 7 tiene una feria vintage junto a su madre, en Las Cañitas). El primero en "descubrirla" fue el guitarrista Gabriel Carámbula, que trabajó con Fito Páez durante años. Fue él quien la invitó a tocar por primera vez y así la historia de esta chica del interior comenzó en la capital. La apadrinaron los Ratones Paranoicos, cantó en una banda de jazz con exmiembros de la banda y hasta tuvo su súper grupo tributo a los Stones, Ella es mi Jefe, con el Zorrito von Quintiero y Chucky de Ipola, pianista de Los Piojos. Al tiempo, un cantante y productor norteamericano puso sus ojos en ella: nada menos que Jimmy Rip, socio musical de Mick Jagger y radicado en la Argentina desde hace varios años. Todo esto fue antes del tatuaje de amor con Daniel Osvaldo y su paso por ShowMatch. Rip le produjo su primer disco, Militta Bora, con el que compitió por dos premios Gardel ("Jimmy me dijo: ´lo siento como una misión de los dioses del rock and roll´", cuenta) y, en paralelo, empezó a cantar en el Faena.
Ahora, Bora trabaja para limpiar su imagen y reencontrarse con esa chica del interior que tiene cuatro hermanos varones y que vino a triunfar a la gran ciudad. También, dice, para que la gente conozca la verdadera esencia de Chano [con quien salió algunos meses en 2016], y para desligarse un poco de ese perfil rockero y duro, para mostrar su costado más pop y sensible. Por eso Heidi recurre más a sintetizadores, letras pegadizas y se aleja un poco del espíritu stone de su predecesor. "El disco tiene muchas letras relacionadas con vínculos tóxicos y también del después de esas relaciones. Lo hice en un período de mucho sufrimiento, fue como un exorcismo", cuenta a LA NACION la cantante que se define como fan de Donna Summer y Diana Ross. Además, a un mes y medio de cumplir 30 años, dice que está "sola y bien" y, aunque tiene "festejantes", ella es más Susanita (palabra que tiene tatuada en su mano) que otra cosa. "Soy más maternal y busco la familia", enuncia.
–Sos como la Pomelo del rock and roll, ¿te sentís identificada con ese lugar?
–Tengo una esencia rockera que es innegable. Haga lo que haga me dicen que soy rockera, pero me siento más pop. Me parece que este disco es más moderno y la producción es más pop, porque es menos analógica que la primera que grabé. Este disco tiene más sintetizadores, programaciones, sonido de máquina. Jimmy -Rip, productor de su primer disco- fue como un padrino, un maestro. Me enseñó a escucharme más a mí, a creer en mi creatividad y a ponerme firme. Tomé esas enseñanzas y llegó este álbum.
–¿Heidi fue como un espacio para hablar de tus relaciones disfuncionales?
–En muchas canciones se habla de eso, como "En tus besos", cuando digo: "Mentiras irresistibles como tus besos". A veces uno es adicto a relacionarse de esa manera y después repite el patrón. Al disco lo hice sola y en contra de las calumnias públicas.
–Hay un tema con Andrés Calamaro y un cover de una canción de Almafuerte, ¿cómo fueron esas incorporaciones?
–Andrés es uno de mis ídolos de Argentina. Está en el podio con Pappo, Luis Alberto Spinetta y Miguel Abuelo. Es el más rockero de los que quedan vivos. Fue un sueño cumplido. Lo conocí por Mica Breque -exnovia de El Salmón-, que es muy amiga mía, en un asado. Tenía ganas de hacer un tema de él y no se dio. Terminé el disco, le mostré las mezclas. El que más le gustó fue "Victoria's Secret" y lo convencí por algo que hizo Bob Dylan en los 90 . "Sé vos" lo grabé donde graba Ricardo Iorio. Antes de editarlo se lo mostraron y le gustó. Es una letra re contra power, habla de la dignidad y el valor humano: "cumple sus sueños quien resiste".
–¿Hay canciones dedicadas a tus ex?
–Al futbolista, sí ("La dolce Vita"). A Chano es más bien todo el disco. A veces he pecado de co-dependiente, de ayudar a gente que está sufriendo y me he visto metida en problemas, perjudicada y manchada.
–Más allá de que ya habías ganado cierto reconocimiento con tu música, desde que saliste con Osvaldo todo se concentró en eso. ¿Cómo repercutió en vos el hecho de convertirte en una persona mediática?
–En ese sentido es muy valioso este reconocimiento del disco, porque lo hice en medio de un montón de sufrimiento y de una vejación de mi imagen. Se dijeron un montón de calumnias. La verdad que esa dupla de relaciones fue como una destrucción y un autoboicot de todo el trabajo que yo había hecho antes. Ahora es como un renacer, un empezar de nuevo. Paradojicamente hay gente que piensa que por ahí eso me benefició y no es así. Con lo de Chano arruiné mi imagen.
Salí con John Cusack durante dos años y nunca tuve un problema
–Quizás tengas que apostar a una persona que no sea pública...
–No necesariamente, porque tuve relaciones con personas conocidas y no pasó nada. A los 21 años salí con John Cusack durante dos años y nunca tuve un problema. Tenemos fotos juntos, pero nos cuidamos un montón. Es que justo me agarraron dos pibes que tienen un perfil escandaloso y que son un poco adictos a la prensa.
–¿Qué aprendiste de estas relaciones fallidas?
–Aprendí a ser mucho más cuidadosa y a poner límites. Una, a veces, es demasiado dada con los demás y por ahí muy manipulable con la pena. Una cosa es el amor compasivo y otra cosa es la complacencia, sin respetar el propio límite. Bueno, soy mujer y tengo esa tendencia, soy Susanita. Realmente pensé que podía ayudar y como Chano me decía que iba a hacer todo lo posible por curarse, le creí y confié. Aunque parezca ridículo, me equivoqué como toda mujer. No me enamoré, pero descuidé mi trabajo, mi lugar… todo. En el fondo siempre está esa lucha con la creencia de que necesitás sí o sí de un hombre.
–¿Hacés terapia?
–No. Soy budista desde 2011. Soy miembro de una organización mundial, Soka Gakkai, que significa sociedad para la creación de valor a través de la cultura y de la educación. Se basa en la enseñanza del Sutra del loto, que es una enseñanza del Buda y dice que estamos perfectamente dotados para lograr lo que soñamos. Si no fuese por el budismo, todo lo que viví hubiera sido muy difícil de sobrellevar.
–¿Cómo fueron tu infancia y adolescencia?
–Con mucha disfuncionalidad, abandono, desarmonía y violencia familiar, abuso psicológico y de todo tipo. Especialmente, de mi padrastro, que fue una persona tóxica y manipuladora, abusiva con mi mamá y conmigo. Tuve todo un tema con las figuras masculinas. A mí papá lo conocí a los 23 años.
–Tus días en Buenos Aires fueron diferentes. Mientras se habla del machismo en el música y los pocos espacios que tienen las mujeres, vos encontraste cobijo entre los rockeros, ¿cierto?
–Fue un poco así. Pero ese vínculo con los hombres me generó un conflicto porque las mujeres no se identificaban mucho conmigo. Siempre me sentí excluida, porque tengo una impronta muy sensual, de femme fatale, avasalladora. Me sale natural, no es que lo hago a propósito, soy así. Hay como un prejuicio, ahora se está abriendo un poco más la mente con toda esta lucha de la mujer. Pero me sentí siempre juzgada por las mujeres.
–¿Cómo es eso?
–La mujer sigue más a cantantes que se visten tapadas o que son más intelectuales. Por ahí, al ser linda o estar bien vestida, ser provocativa o sensual... perdés credibilidad en algún punto. O pasa que no escuchan tu música porque piensan que lo que hiciste es porque te acostaste con alguien. Mucha gente pensaba, incluso parejas, que me acosté con todos los que trabajé.
–¿Eso pasó con Chano?
–Él pensaba que me acostaba con todos. Estaba convencido, en su locura, de que yo era prostituta, que lo ocultaba y que la música para mí era una pantalla. Lo único que quiero es que se haga justicia y que se demuestre la verdad de lo que es esa persona. Realmente corrí peligro de muerte estando con él. Me decía: "Muñeca, a mí me da miedo que en una discusión vos te caigas y te desnuques".
–¿Qué pasó con la denuncia que hiciste en su contra? ¿Quedó desestimada?
–Esa es una información falsa y especulativa que mandó la defensa, porque él tenía un show por delante. En realidad fue solo una apelación, un camarista que no quiso hacer una investigación. Lo que sigue es recurrir a otros. Falta un período muy largo de muchas instancias. Además, él tenía un bozal legal que lo rompió con todo lo que dijo y me siguió hostigando.
–¿Por qué decidiste hablar ahora?
–La verdad es que es una persona que genera miedo y pena. Me daba culpa por su manipulación y me amenazaba con el tema del laburo. Me decía: "Bueno, denúnciame, yo me voy a encargar de que nunca más vuelvas a laburar". O: "¿A vos quién te va a creer si saliste con un hombre que estaba recién separado y además venís del rock con tu reputación y tu imagen?". Se le sigue teniendo miedo, tengo un chat con nueve chicas, algunas salieron con él, otras eran fans que él acosaba; otra, como Sole Gómez, que está de testigo en la causa, fue su asistente y él la amenazaba de muerte... Pero tienen miedo, por eso hablo, para que se animen ellas.
–¿Qué hay de sus problemas con las drogas?
–La gente lo justifica porque le cree el papel de víctima. Al poco tiempo de que surgen estas cosas, él se autointerna para generar esto: "Pobrecito, está re mal, se internó". Realmente la sociedad y los medios están esperando a que mate a alguien para reaccionar. Es mucho más peligroso que Juan Darthés y que los más machirulos del país. Cuando yo me quería ir de la casa llorando, él llamaba al 911 porque no quería que me fuera y cuando llegaban me decía: "Mirá, muñeca, vos sabés que los dos somos personas públicas y que esto va a ser un escándalo, ¿por qué no bajás y les decís que fue solo una discusión de pareja?". Es muy psicópata.
–Hablabas del cambio de paradigma con respecto al lugar de las mujeres en la industria, ¿cómo ves la escena hoy?
–Tengo un montón de amigas. Me encanta que haya diversidad. Me gusta Marilina Bertoldi, Naomi Preizler, que es amiga, Poli. Me encanta Ángela Torres, tiene una voz increíble, es nuestra Ariana Grande. Está bueno que se genere esto para que surja un lugar real para las mujeres en la industria y que puedan haber un montón de cantantes. Porque, por ahí, Lali Espósito, Tini Stoessel, Jimena Barón, Oriana Sabatini, Lelé Tinelli vienen de una base, sin desmerecer el trabajo, pero tienen realmente posibilidades de desarrollar su producto. Pero hay gente que no y la tiene que remar en cemento.
–¿Te pasó de sentirte menos valorada por ser mujer?
–Siento que desde que las mujeres empezaron a hablar de las cosas que les pasaban, me ablandé. Empecé a verme para atrás con mucho amor compasivo y a darme cuenta de un montón de cosas de las que no era culpable. A fuerza de sobrevivir, me había hecho muy dura. Siempre me vi como que era un hombre pero con el cuerpo de una mujer. Me amigué con mi parte femenina y reconocí que fui víctima de un montón de cosas que naturalizaba.
–¿Y cómo jugó tu sensualidad, esa que decís que te es innata, a la hora de hacerte camino en la industria? ¿Tuviste que enfrentarte a malas interpretaciones?
–Muchas veces me di cuenta de que me daban entrevistas y me boludeaban. Me he reunido con un montón de hombres del medio para laburar y no llegó a nada. Justamente como yo no insinúo, si me tirás una onda no la registro, entonces quedaba todo nulo. Nunca di lugar a nada. Será porque siempre me mostré dura. Es más, hay productores que me pidieron que sea menos sensual, pero es mi esencia.
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