Milagro argentino en París
Babasónicos, Poncho, Tremor y Tan Biónica tocaron en la capital francesa
PARIS.-"Quiero ser el murmullo de una ciudad que no sepa quién soy." Clásicas o de su último disco, A propósito , algunas de las líneas líricas suenan distintas en la noche parisiense. Babasónicos está cerrando la primera edición de Generación Buenos Aires y Adrián Dárgelos "escupe" frases que rebotan en lo alto de Cabaret Sauvage, una carpa circense confortable y con el espíritu bohemio de una compañía teatral trashumante. En su fachada hay un corazón rojo cruzado por una espada bien afilada y en su interior, un puñado de argentinos que debutan en la Ciudad Luz.
"El camino a la fama no significa nada si no hay una misión." El ahora septeto está promediando un set notable de una hora, sin más presiones que las propias y con una lista de temas que fluye. Una síntesis de su show del Luna Park -volverán a tocar allí el 3 de diciembre-, pero vivida como si el tiempo hubiera vuelto atrás y éste fuera un espacio del under porteño de los 90. Cerca, muy cerca de los músicos, se mueven como oleaje unas 600 personas. Al menos la mitad son argentinos y el resto franceses curiosos y entusiastas de la cultura argentina.
"Baila como un poseso... como un muñeco de Haití." Por la tarde, en el metro (subte), un acordeonista chileno se paga la jornada tocando tangos que huelen a nuestro río sin orillas y cerca de Montmartre una pareja de jubilados argentinos habla de Boca y de la calle Florida con un cantinero que sonríe intercambiando con ellos lo que conoce de nuestro país. El legado tanguero es tan fuerte que parece una locura llegar aquí con músicas actuales. En todo caso, el riesgo es el mismo que afrontó el rock francés que, a fines de los 90, arribó a Buenos Aires con las Francofolies. Por eso, los Babas, Poncho, Tremor y Tan Biónica viven cada instante como si se tratara de una proeza. Son músicos y son público, incluso algunos son nostálgicos que se alegran con esa suerte de regreso a los comienzos en los que eran plomos de ellos mismos.
Roll Over Atahualpa
Entusiasta y bailarín, el público se sacó la modorra hacia el final del show de Tan Biónica, la banda encargada de abrir la jornada promovida por el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires y por la Ville de París y el Institut Français, entre otras entidades galas. La noche anterior, en una cena compartida con todos los músicos, el vocalista, Chano y sus compañeros, abrían bien grandes los ojos al mencionar todo lo que sucedió desde que "Ella" empezó a sonar en las radios de Buenos Aires. Ya sabemos que una canción no puede salvar al mundo, pero sí puede hacer que unos chicos de barrio salgan a tocar a otros barrios, a sitios que ni siquiera imaginaron que pisarían. Práctico, al otro día Adrián Dárgelos sintetizaría, en medio de la producción de fotos: "lo que pasa es que los músicos no podemos lograr que el público venga a nuestro barrio, entonces nosotros vamos a los suyos".
En la noche del sábado todos vuelven a mostrar su música en París y luego cada uno sigue su camino. Babasónicos parte rumbo a España para seguir con su tour europeo, los Poncho del DJ Javier Zuker se dirigen a Londres a grabar su segundo disco con Justin Robertson y Tremor se despide de su set parisiense con la seguridad que dan las palabras dichas con firmeza: "el año que viene volvemos".
"Dejar el cabaret Sauvage incendiado? hacer un quilombo tremendo." Esa es la misión que se impone Chano al cierre del show de Tan Biónica. Y surte efecto, porque le arranca al público el primer sacudón de la noche y permite que Tremor recoja el guante y explote las cabezas de argentinos y franceses con sus bombos (en negra) legüeros, sus vientos andinos, sus teclados, sus programaciones y, sobre todo, su buen gusto para dotar al folklore de pulso electrónico? o viceversa. La clave son ese Hendrix con charango que es Leonardo Martinelli y, claro, un Carabajal, Camilo, un tipo que transmite una paz que llega a su fin en el instante mismo que pisa el escenario.
Lopatín, Zucker y Fabián Picciano irrumpen con sus ponchos psicodélicos y una actitud rockera que dotan de sentido y de ideología a este Cabaret que deviene definitivamente en pista de baile. Luego llegará Babasónicos, los brindis en backstage y esa sensación tan nuestra de sentirnos Gardel en donde quiera que estemos.
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