Mick Jagger en pantalla: la herida con un arma en pleno rodaje, un libro de Borges, escenas de alto voltaje y un premio en Venecia
El cantante de los Rolling Stones, que hoy cumple 80 años, tuvo una dispar pero insistente carrera en el cine que comenzó en los mismísimos 60 y que, por ahora, tuvo un último capítulo en 2019
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Convertido en uno de los íconos más impactantes de la historia del rock, no iba a pasar mucho tiempo para que el perfil anguloso y la ampulosa boca de Mick Jagger, quien hoy cumple 80 años, no fuera reclamada por un cine que, además muy tempranamente y de la mano de directores tan prestigiosos como Jean-Luc Godard, supo retratar a sus “Majestades Satánicas” y le brindó a Jagger un lugar desde el cual construyó una singular carrera como actor.
La primera vez que el perfil de Jagger apareció en movimiento fue hace casi seis décadas cuando la televisión danesa entrevistó largamente a los cinco miembros de los Stones durante su gira por Copenhague tomando como base las preguntas de seis fans nórdicos de los ya famosísimos Rolling. Desde entonces se sucederán videoclips para, a finales de los sesenta, ser incluido por el pintor italiano Mario Schifano en su documental, Umano non umano, donde el latido de un corazón une varias imágenes que sirvieron al director para una reflexión sobre el arte y la sociedad. La película, con un elenco que contó desde Alexandra Stewart a Alberto Moravia, también incluyó a Mick Jagger y Keith Richards, quienes habían fundado junto a Anita Pallenberg la productora que buscaba realizar films experimentales pero que no pasó de esta, su primera incursión.
El ambiente era de por si explosivo para la realización de un film en el cual Schifano era el director pero antes había sido novio de Anita, en tanto que Richards era su actual pareja luego de que esta dejara a Brian Jones. Con todo, el 23 de agosto de 1969 la película tuvo su estreno en el Festival de Venecia, adonde retornó en una copia restaurada cuarenta años después. Ese mismo año, aunque sin acreditar en títulos y desde material de archivo, el renombrado Kenneth Anger incluirá a Mick en su corto experimental Invocation of my Demon Brother, cuyo protagonista, Bobby Beausoleil, desde entonces se encuentra tras las rejas por haber formado parte casi en paralelo del clan de Charles Manson.
Por eso será Ned Kelly, de Tony Richardson que le brindará a Mick Jagger su primer gran protagónico que, de trampolín a la fama culminó como un salto al vacío. Siendo originariamente anunciada con Ian McKellen en el protagónico, los productores terminaron decidiéndose por el carismático aunque menos experimentado Stone, lo que significó variados reclamos -incluso de los familiares de Kelly-, cuando aún estaba en rodaje y un accidente que en ese volcánico 1969 casi deja inerte a la boca más famosa de la historia del rock. Aquel 20 de agosto se rodaron las tomas finales y Mick con un arma con balas de salva debía dispararles a los policías que cercaban a su Ned Kelly de ilusión. Pero algo falló, el arma se trabó y las esquirlas se incrustaron en su mano derecha. La larga rehabilitación permitió que Jagger compusiera “Brown Sugar”, uno de los grandes clásicos de los Stones, pero nada evitó que director y protagonista consideraran de manera previa a Ned Kelly como un estrepitoso fracaso artístico al que se unió el de la crítica especializada y del público que ignoró el debut de Jagger en su primera gran producción.
Parte de la revancha artística llegará poco después con el estreno de Performance, dirigida por Donald Cammell y Nicolas Roeg, que se produjo en 1968 pero se estrenó dos años más tarde por las negativas de Warner Bros de distribuir un film con tanta violencia sexual explícita. En la película, Jagger compone a un excéntrico rockero llamado Turner que vive con dos mujeres, Lucy y Pherber, que se la pasan comiendo hongos alucinógenos. Y aquí es nuevamente donde realidad y ficción difuminan sus contornos: el personaje de Lucy estaba a cargo de Michele Breton, en tanto el de Pherber le pertenecía a Anita Pallenberg, quien mantuvo en el film tórridas escenas de sexo con Jagger que llevaron a Keith Richards a creer que habían tenido un affaire que trascendía los marcos de la ficción. Mick Jagger, fanático lector de Borges, pidió que él pudiera aparecer leyendo al inolvidable autor argentino y esta era sólo la explicitación de una construcción argumental de raigambre borgeana que se extiende incluso a su imagen que aparece fugazmente en el film. La película se presentó en su tiempo por la distribuidora Warner Bros para su estreno en la Argentina, donde fue objetada por el Ente de Calificación Cinematográfica, eufemismo para definir al organismo que determinaba la censura cinematográfica en la Argentina. Prohibida para su estreno, la empresa no apeló la decisión del ente y por lo tanto la película no tuvo presencia comercial en cines argentinos. Sólo se la pudo ver, más de dos décadas después, en la televisión por cable programada por la señal I-Sat y luego en los cines hacia 2015, integrando diversos ciclos de revisión pero sobre todo agigantando su perfil de película de culto.
Vendrán luego años de excesos y vital potencia creativa de los Stones e intermitencias en la carrera de Jagger como actor, que anota algunas apariciones en televisión y un corto donde personifica a Antonin Artaud. Tampoco tendrá suerte su Wilbur para Fitzcarraldo, de Herzog, que se queda en la mesa de montaje. Con un elenco impactante que encabezaron Klaus Kinski y Claudia Cardinale, en rigor, el primer protagonista fue Jason Robards y Jagger con un co-protagónico como su asistente. Pero todo salió mal, Jason Robards enfermó durante el rodaje y Herzog debió regrabar buena parte del metraje con su nuevo Fitzcarraldo y enemigo íntimo, el tan genial como infernal Klaus Kinski. Pero el retraso del plan de rodaje significó que Jagger tuviera que irse de gira con los Stones y eso supuso eliminar completamente su personaje de la trama. Y aunque hoy parezca una fantasía, las fotos de época atestiguan la presencia de Mick Jagger en la amazonia peruana, aunque para conocer su participación en el film que no fue el mejor testimonio sea el documental de Les Blank El peso de los sueños, donde se explicita esta alucinada historia.
Pero Mick apostará de nuevo por el cine y con su productora Jagged Films financiará el trabajo de Julien Temple que lo devuelve a Sudamérica y así en Brasil se concreta Running out of luck, que tendrá su lanzamiento en el Festival de Venecia, y es la historia de un cantante de rock que viaja a Brasil para filmar un clip pero es secuestrado e internado en una plantación de bananas como esclavo sexual. Intento de mixtura entre la comedia, el policial, el film de aventuras y aires de superproducción, contó con un elenco que incluyó a Dennis Hopper, Jim Broadbent, a la brasileña Norma Bengell e incluso a Jerry Hall haciendo de sí misma. Un año después, Mick iba a regresar al cine europeo con una remake de Laugther in the dark, sobre la novela de Nabokov que en 1969 ya había sido llevada a la pantalla grande por Tony Richardson. El reparto: Maximilian Schell, Marina Vlady, Philippe Noiret y Jagger como Axel Rex. Rebecca De Mornay era la joven seductora que luego fue reemplazada por diferencias con el director Laszlo Papas por la aún desconocida Maryam d’Abo, que igual deberá esperar a ser una chica Bond en Su nombre es peligro para saltar a la fama, porque esta remake nunca se hizo.
Y así entre su siguiente aparición en la pantalla grande como Victor Vacendak en la olvidable cyberpunk Freejack (con Emilio Estevez, Anthony Hopkins y Rene Russo), y la última en 2019 como Joseph Cassidy en Una obra maestra se sucedieron papeles menores, películas olvidables, buenos trabajos y films sin suerte. Con todo, con la presentación de su última película, dirigida por el italiano Giuseppe Capotondi consiguió el premio de la Fundación Mimmo Rotella “por su huella imborrable en el mundo del cine”, junto con Donald Sutherland en el mismo Festival de Venecia adonde había probado su primer acercamiento con el cine medio siglo atrás. Porque Mick Jagger, que hoy cumple juveniles ochenta años -y no caben dudas de que nutrió infinidades de bandas de sonido mucho más recordables que buena parte de su labor como actor-, empero continúa cantado hoy como ayer una canción cuyo sólo título lo representa ya sea frente a la cámara o micrófono en mano: “Time is on my side” (El tiempo esta de mi lado).
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