El líder de Massacre recorre tres décadas de skate, psicoanálisis y post-hardcore
Guillermo “Walas” Cidade llega al encuentro con Rolling Stone y abre ceremonialmente un cuadernito escolar. En esas hojas rayadas anotó títulos, personajes, palabras clave y, más que nada, ideas sobre muchas de las canciones escritas y grabadas durante estos 30 años de rock al frente de Massacre. El ejercicio es imprescindible, ya que la banda se prepara para celebrar sus tres décadas de música en un gran show retrospectivo que repasará temas de todas sus etapas, discos y formaciones. “Algunas de estas canciones no las tocamos nunca”, avisa Walas, sin dejar de hojear en busca de ese dato perdido en el cuadernito. El concierto será el sábado 23 en el Estadio Obras, sitio clave en la historia de la banda, donde, entre otras cosas, Massacre teloneó alguna vez a dos de sus héroes musicales: los Ramones y Henry Rollins. El cantante (“Yo me considero más un comunicador”, corregirá él mismo más tarde) es el único sobreviviente de aquel seminal cuarteto de skate-punk formado en los 80 como Massacre
Palestina. Walas arrancó haciéndose cargo de la guitarra, pero rápidamente pasó al frente (una evolución que, a la distancia, él considera que era “una cuestión de tiempo”) para empuñar el micrófono y, cada tanto, también un megáfono.
Al igual que en aquellos días iniciáticos, hoy Walas está vestido con una remera que parece quedarle un par de talles chica y tiene estampado en el pecho el logo de Amoeba, la legendaria disquería californiana. La diferencia es que ahora, con toda su historia a cuestas, el cantante de Massacre puede repasar, a través de 20 canciones, una extensa línea temporal, que abarca tanto sucesos personales como referencias melómanas y, sobre todo, obsesiones de lo más eclécticas, que van desde el skate hasta el psicoanálisis y las guitarras Vox Phantom de las que se enamoró cuando vio una en un video de Joy Division. Ya 30 años: tanto tiempo y todo para el rock.
“Mirando al Pacífico”
'Buenos Aires Sub Atomic Skate Sounds 87/91' 1999
Este fue nuestro primer tema y el primer instrumental del surf argentino, al menos hasta donde yo pude rastrear con músicos y conocedores de bandas surf actuales de acá, como The Tormentos y Los Kahunas. Nosotros lo hicimos sin saberlo, por supuesto, cuando todavía éramos un trío, sin cantante, y tocábamos una onda parecida a The Ventures mezclada con The Cure. En ese entonces, la banda éramos José “Topo” Armetta en bajo; Francisco Ruiz Ferreyra, alias Paco, en batería, y yo en guitarra. El secreto de ese vibrato en la viola era un amplificador de órgano Farfisa, del papá del Topo, que sonaba divino, bien californiano. Por cierto, acabo de ubicarlo: lo tenía un músico en la ciudad de Junín, provincia de Buenos Aires. ¡Me subí a la camioneta, me fui hasta allá y se lo compré! En los 80, lo usábamos con un pedal de distorsión Big Muff, una baratija de entonces, hoy muy buscada por los coleccionistas. Salía algo medio psicodélico, garage, amateur pero con mucha onda. Unos años después, regrabamos “Mirando al Pacífico” para el primer disco, ya con la guitarra de Pablo “El Tordo” Mondello, que le agregó tonos más complejos y un solo de viola heavy en el final, un poco Van Halen y otro poco Bad Brains. Me acuerdo de que en ese momento un periodista de rock nos preguntó qué habíamos querido inventar. Si ese periodista me entrevistara hoy, le diría a los gritos que inventamos nada más y nada menos que un nuevo género: ¡El surf-metal!
“Diferentes maneras”
'Massacre Palestina EP' 1987
Esta es como si fuera “Mirando al Pacífico”, con la diferencia de que tiene letra. Fue el segundo tema que compusimos y automáticamente se convirtió en el himno skater por excelencia, ya con la incorporación de Richard Serafini en voz. La canción habla de mi primera novia: el skate. Pero también es una letra social, sobre el deseo de un grupo de adolescentes de meterse adentro de un tubo y escapar de la ciudad y de los moldes preestablecidos. “No queremos nada tuyo”, proclama, entre algunos conceptos de los que todavía no teníamos mucha idea, como el “házlo tú mismo” y la antiglobalización. Al igual que yo, Richard también era skater: andaba siempre en la rampa de Ciudad Universitaria. Y estudiaba en el Thomas Jefferson, un colegio de Belgrano R al que iban muchos chicos problemáticos, en general expulsados de otras instituciones, incluyendo unos cuantos seguidores de Massacre Palestina. Lamentablemente, Richard falleció este año de cáncer, después de estar enfermo bastante tiempo. De “Diferentes maneras” hay un videoclip muy precario de esa época, en el que se nos ve rechiquitos, andando en skate. Estuvo perdido por décadas, pero ya estoy en negociaciones para recuperarlo, finalmente.
“Punk Is Dead”
'Buenos Aires Sub Atomic Skate Sounds 87/91' 1999
Arranca con los dientes afilados. Pero no es antipunk, todo lo contrario: estábamos defendiendo a esta música, a este hijo del Mayo Francés, del manoseo, la moda, el marketing y los medios. Decíamos: “El punk murió, déjenlo descansar en paz”. Treinta años después, mirá lo que pasó. Es así: el sistema te mata o te absorbe. En este caso, el punk entró al sistema, ya es parte de la cultura oficial. Sin embargo, algo sobrevive. El año pasado, por ejemplo, fui a ver a una de mis bandas favoritas, Agent Orange, en Brooklyn. Habría unas 200 personas, con suerte. El escenario era bajito al punto de que yo tenía al violero, Mike Palm, quizás mi mayor héroe musical, al alcance de la mano. Lloré de emoción. No podía evitar pensar en que, si él me viniera a ver a mí a Argentina, estaría a una distancia mucho mayor... Otra evidencia de que algo queda del punk es que mi amigo Marcelo Pocavida (ex vocalista de Los Baraja y Cadáveres, dos bandas pioneras del género) grabó hace poco una versión de “Punk Is Dead”. Y, como todos los covers que se hacen de Massacre, es mucho mejor que el tema original.
“Papel floreado”
'Massacre Palestina EP' 1987
Es un tema con tres vertientes: el punk californiano, el killer-rock australiano (de bandas que nos encantaban, como Lime Spiders y Radio Birdman) y un final totalmente british, casi a lo Sham 69 o Stiff Little Fingers. En esta canción queda clarísimo qué era lo que estábamos escuchando en esa época. En lo conceptual, habla de la bomba atómica: Norteamérica lanzándole a Japón un “regalo” desde el aire. Lástima que la idea del final, ese “no volverán”, que resuena como un Nunca Más, no se cumplió. Hoy Estados Unidos sigue hinchando las pelotas con que tiene la madre de todas las bombas. Este tema también lo grabamos cinco años más tarde para Sol Lucet Omnibus, ya conmigo haciéndome cargo de la voz. Si tuviera que cantar así ahora, debería encerrarme una semana y hacer una dieta estricta a base de pucho, whisky y falopa. Bueno, no sé si es para ponerlo así. Aunque estoy hablando con un periodista, ¿no? Es como decirle a un león: “Tomá, acá tenés carne y acá, ensalada. Por favor, ¡comé sólo la ensalada!”.
“Nuevo día”
'Sol Lucet Omnibus' 1992
Una canción bisagra, que marca el final de Massacre Palestina y el comienzo de Massacre, a secas. Richard deja la banda para estudiar cine y entonces yo paso a la voz, algo que era necesario, una cuestión de tiempo. Más que tocar la guitarra, a mí me gustaba personificar el rol de Luca Prodan, de Stiv Bators [de los Dead Boys]... De hecho, me considero más comunicador que cantante o músico. Y entonces el Tordo, que había sido compañero nuestro en el colegio Mariano Moreno, entra en la banda y empieza a decir: “¿Che, qué te parece si acá abrimos estos acordes así?”. Y, ¡pam!, el tema explota, aparece el rock. Porque, hasta ahí, yo componía de una manera muy rudimentaria. Pero el Tordo, en cambio, ya venía escuchando heavy, progresivo, Robert Fripp, The Police... Y, a la vez, nosotros también lo trajimos a él a nuestro universo: el hardcore y el post-hardcore de TSOL, Dag Nasty, Fugazi, lo oscuro de The Mission, The Cult. El Tordo se enamoró del guitarrista de Dag Nasty, Brian Baker (hoy en Bad Religion), que es muy preciso, que mete lo justo y necesario. Porque él es un explorador de los sonidos, más allá de los géneros. Es un tipo pragmático. Yo tengo que celebrar que se haya querido fusionar conmigo, que soy absolutamente todo lo contrario: un ser caótico.
Sol Lucet Omnibus lo grabamos en el estudio Aguilar, de Belgrano, en el momento en que también estaban surgiendo bandas como Los Brujos y Babasónicos. Me acuerdo de que, en esos días, nosotros tocábamos mucho en el Teatro Arlequines de San Telmo. Hoy, cada tanto, paso por ahí y me pongo a mirar el lugar, que está sobre un estacionamiento, sostenido por unas columnas angostas, y, de verdad, no puedo entender cómo no se cayó todo con tanto pogo...
“From Your Lips”
'Sol Lucet Omnibus' 1992
Ya por esta época nosotros empezamos a renegar un poco del skate-rock. No queríamos saber nada con esa etiqueta. Lo que pasa es que tanto el Topo como yo éramos unos pendejos bastante arrogantes y soberbios. ¿Hardcore? Ni en pedo. “Somos American-rock”, decíamos. “From Your Lips” es un paradigma de eso: una canción rutera, sin caer en lo macho ni en lo fierrero. Es diáfana y luminosa. Y tiene imágenes visuales, gustativas y olfativas, las primeras aproximaciones a la multiplicidad de estímulos de la que escribo hasta ahora, como en “Tanto amor”. Esto es lo mismo, pero en inglés. Los labios, el azúcar, lo dulce. De la grabación recuerdo más bien poco. Era una época linda, pero tumultuosa. Sobre todo para mí, que estaba atravesando una realidad muy diferente a la del resto de la banda. Ellos eran tres muchachos que vivían con sus padres en hogares constituidos, con seguridad emocional y económica. Y yo, en cambio, me había ido de casa con una chica mayor, una azafata, en plan rock ‘n’ roll suicide. La chica quedó embarazada y el mundo se me vino abajo. Yo era un pendejo de 25 años sin casa ni plata, viviendo la vida anarco-glam, en eternas giras por departamentos de amigos, que de repente tenía que convertirse en adulto y padre, cuando los demás todavía eran hijos. Fue una situación crítica, pero, con el tiempo, la valoré. Porque me hizo muy fuerte. Siempre fui más precoz que el resto de mis compañeros: fui el primero en irme de casa, en tener un hijo, en casarme...
“Plan B: anhelo de satisfacción”
'Galería desesperanza' 1994
En Galería comenzamos a convertirnos en artistas. Ya no nos importaba pertenecer a ningún club: lo único que queríamos era meternos en un estudio y ser nosotros mismos. En este caso, eso ocurrió en el estudio Del Abasto, bajo las órdenes de Alvaro Villagra. Ahí hicimos este disco recontra conceptual, dividido en tres partes, con esta canción tan psicoanalítica y existencialista (“A la conquista de mi alma y al conflicto, negación”, dice la letra en un momento). ¡No nos olvidemos de que, de niño, yo fui al consultorio piscopedagógico de Pacho O’Donnell! Pero ni en este caso, ni en ningún otro, identificamos un hit. Jamás. Ni siquiera en los discos más mainstream. Fijate que “Plan B” ni siquiera tiene estribillo, que es algo fundamental a la hora de pensar en un éxito radial. Por eso siempre sostengo que nosotros compusimos la canción, pero los Catupecu Machu fueron los responsables de haberla convertido en un hit. Con su versión, y también con ese gran videoclip, que me encantó. Me acuerdo de que lo escuché ya terminado, en un auto camino a aquel gran Personal Fest de 2004, donde tocaron bandas icónicas como Blondie, PJ Harvey, Morrissey, Death In Vegas, Primal Scream, Pet Shop Boys... ¡Fue fantástico! Mejor ni nos pongamos a comparar con los festivales que tenemos ahora.
“Mi mami no lo hará”
'Galería desesperanza' 1994
La verdad es que suena infinitamente mejor en vivo, pero igual me gustaría rescatar que el videoclip de la versión de estudio lo filmó el gran director Diego Kaplan [¿Sabés nadar?, Dos más dos] y que la vestuarista y maquilladora fue Inés Molina, la hermana de Juana Molina. Además, en la grabación estuvo involucrada una figura de la escena under que me encanta: Mariano “Manza” Esaín, uno de mis músicos favoritos de siempre, que tocó en Martes Menta y Menos Que Cero, y ahora lo hace desde hace años en Valle de Muñecas. Era el asistente. En esa época no existía el Pro Tools, así que la mezcla final era “a gamba”, única e irrepetible, porque cada uno se ocupaba de manejar tres o cuatro canales. “¿Vos qué grabaste? ¿Viola y dos coros? Bueno, entonces por favor encargate de esos tres faders. Cuando llega el minuto tres, tenés que bajar un cachito.” Era una época hermosa, y esta canción la representa muy bien. Manza estaba en el medio de todo eso. También estuvo mi mujer, la Tori [Andrea Carrera], que grabó unos coros. Y mi hijo Alan aparece en varias partes del disco. Tenía tres o cuatro años.
“Estallando desde el océano”
'Fuck You' 1995
Nosotros somos hijos y discípulos de Sumo. Así que, cuando nos propusieron participar en este disco tributo, elegimos esta canción, originalmente tan liviana e ingrávida, en la que hasta dicen que la batería se grabó golpeando una silla. Pero elegimos ponerle guitarras de rock y batería a full. Una vez, Ricardo Mollo la mencionó como una de sus favoritas del álbum (que era doble) y ése fue un gran mimo para nosotros. Yo seguía más que nada a grupos punk como Los Violadores, Los Laxantes y Todos Tus Muertos. Pero, cuando no había shows punk, muchas veces iba a ver a Sumo. Aunque nunca fui cercano a Luca. Una vez, lo cruzamos en algún recital y aprovechamos para pedirle que participara en una marcha, creo que era en contra de los edictos policiales que regían en esa época, y, si no, tiene que haber sido por los derechos de las trabajadoras del sexo. Nos respondió que le hubiera gustado ir, pero que para esa fecha iba a estar de gira. A los diez días, se murió. También fuimos hijos de Sumo en eso de cantar en inglés. Hasta que, en un momento, dejé de hacerlo, más que nada porque me empezó a importar más que me entendieran bien. Creo que utilizar el inglés (cuando no es tu idioma, claro) es equivalente a decir algo detrás de una trinchera, a través de un filtro. Lo empecé a sentir como algo un poco cobarde de mi parte.
“El espejo” (Reflejo I y II)
'Juguetes para olvidar' 1996
Acá volvemos a trabajar con Sergio “Chuchu” Fasanelli, fundador de Radio Trípoli, un romántico y amante de los discos, además de mi productor favorito de todas nuestras épocas. Con él, acordamos grabar en Londres un EP y después un LP. Para el LP nos instalamos allá como un mes, con Flavio Cianciarulo, de los Cadillacs, como productor, en un estudio donde habían grabado los Sex Pistols, The Clash, The Cult, REM y muchas bandas más que amábamos desde siempre. Me acuerdo también de que el estudio quedaba al lado de la estación de tren de Waterloo. Para mí, Londres era genial, hermoso. Me sentía libre, salía a la calle como se me daba la gana. Además, llegamos justo cuando explotó el britpop, cuando Jarvis Cocker de Pulp irrumpió en el escenario durante un show de Michael Jackson en la entrega de los Brit Awards. Por eso había remeras de “Jarvis is innocent” por todos lados. Los chicos de la banda en general iban a espectáculos mainstream, pero a mí me gustaba más andar solo por ahí y meterme en pubs a ver bandas underground, como Thee Headcoats (que son algo así como los Fuzztones pero de Inglaterra) y The Lambrettas. Era espectacular. Yo estaba enamorado más que nada de ese eslabón perdido entre Manchester y el britpop, que representaban grupos como My Bloody Valentine, Spiritualized, Curve y Levitation. Con todo este background, uno de los temas que grabamos ahí fue “El espejo”, al que le hicimos dos versiones distintas con finales diferentes: uno diáfano y otro más oscuro, tenso. Después, en los shows, tocábamos una u otra, como en una dinámica teatral de lo divertido y lo dramático.
“A Jerry García”
'Juguetes para olvidar' 1996
Jerry García acababa de morir y esta canción era una especie de sesión de espiritismo en la que lo invocábamos para preguntarle a él, que tantas veces había viajado a otros estados de conciencia, qué tal estaba ahora “del otro lado”. El líder de los Grateful Dead es un tipo que siempre me atrajo mucho en ese aspecto chamánico, de líder espiritual contemporáneo, vehículo de las ideas de Timothy Leary, John Sinclair, Antonio Escohotado, Carlos Castaneda… Creo que el fenómeno de García y los Grateful Dead, de movilizar masas de manera casi bíblica a sus conciertos, es comparable con el del Indio Solari acá. Con la diferencia de que, en Estados Unidos, los Deadheads van a los shows con una sonrisa y una cerveza en la mano, en sus camionetas multicolor, gracias a una sociedad de consumo donde todo funciona perfecto. En cambio nosotros, los ricoteros, somos un pueblo castigado, en pos de que ellos sean felices. Entonces vamos con frustración, con ganas de romperle el kiosco al tipo de Olavarría; queremos cagar a trompadas al otro porque, en el fondo, queremos cagarnos a trompadas a nosotros mismos por los errores que cometemos, como el de volver a votar tan mal en cada nueva elección. Las hordas ricoteras son los Deadheads de una colonia sometida y frustrada.
“Te leo al revés”
'Aerial' 1998
Esta canción habla de la hipocresía, específicamente la de la clase política, pero también la de la gente en general. Te leo al revés: desde ahora, todo lo que me digas para mí significa lo contrario. ¿Así que “el que apuesta al dólar, pierde”? Ok, entonces ya sé qué pensar. Este es el primer disco sin el Topo en bajo, y si bien esta canción no es sobre él, tranquilamente podría serlo: él es una de esas personas competitivas, que, más allá de lo que te digan, ya sabés qué piensan realmente. Cuando se fue, porque iba a trabajar en cine con Eliseo Subiela, respiré, me sentí liberado. Me saqué una cruz de encima, porque en la banda había una guerra de egos demasiado intensa. Que yo tomara el liderazgo de Massacre era sólo una cuestión de tiempo. Aerial es también el primer disco con Luciano “Bochi” Facio en el bajo, y con Federico “Fico” Piskorz, que antes era asistente de escenario de Massacre, en guitarra. Hoy Fico es nuestro Kevin Shields de My Bloody Valentine: toca guitarras eléctricas, acústicas y sintes. Además, es ingeniero, productor, y el más técnico de todos nosotros. Es, lejos, el que más entiende de perillas.
“Bienvenido al mundo de los conflictuaditos”
'12 nuevas patologías' 2003
Fobias, culpas, miedos: este disco es prácticamente un tratado sobre la psicología. Y este tema en particular está dedicado a una chica del núcleo duro de Massacre, que tenía una vida casi publicitaria: familia modelo, casa con pileta en La Lucila... Hasta que un día, el viejo sienta a la madre y a las tres hijas a la mesa y les anuncia: “Me voy a vivir con mi secretaria”. Se derrumbó todo. La chica se enfermó no se sabe de qué y ahí pensé: “Bienvenida al mundo de los conflictuaditos. Bienvenida a mi mundo”. Más adelante, los que siguen a Massacre se bautizaron así: Los Conflictuaditos.
“Ambas estatuas”
'12 nuevas patologías' 2003
Un tema que me encanta. Es dramático y jodido, parece la banda de sonido de una película catástrofe. También tiene algo de premonitorio, como nos pasó con otras canciones: habla del descubrimiento científico de dos estatuas gemelas, una en cada polo de la Tierra, que datan de millones de años, pero están labradas con láser. Es tecnología ancestral y extraterrestre bajo la Antártida, el verdadero eje del planeta, con “la fuerza de mil imanes”. Está lo metafísico, lo extraterrestre, lo paranormal, lo científico y lo espiritual, todo junto en el mismo tema. Por otro lado, en este disco se termina de armar la formación actual de Massacre: entra Carlos “Charly” Carnota a la batería, el mejor golpe post-hardcore de la Argentina, y un tipo genial, ya sea como batero o como chabón. Y eso que no es fácil encajar en esta sociedad musical formada por un fetichista excéntrico como yo y un detallista exigente como el Tordo. Somos el lunático y el científico.
“Seguro es por mi culpa”
'12 nuevas patologías' 2003
Acá digo: “¿Qué sería de los Clash sin Buenos Aires?” y “¿Qué tal sería Pizarnik como madre?”. Son dos preguntas retóricas, sin respuesta. Es obvia la piscología autobiográfica, en la que veo a mi propia madre, que siempre estaba más interesada en sus libros que en sus propios hijos. El tema también incluye un recitado. Siempre me gustó musicalizar textos, propios y ajenos. Ultimamente, me hicieron notar que eso lo heredé de mi tío, el gran músico folclórico y poeta misionero Ramón Ayala. El otro día lo fui a ver, y realmente es un artista increíble, con sus 90 años a cuestas. Aunque la verdad es que cuando yo era chico, no lo reconocía para nada. Mi ídolo era el skater Tony Alva. Estaba completamente en otra. Hoy puedo decir que tengo una mamá que se llama Patti Smith y un papá que se llama Lou Reed. Pero Ramón Ayala sigue siendo mi tío.
“La octava maravilla”
'El mamut' 2007
“Punk Is Dead, parte dos”. Así como en los 80 salimos a defender al punk, acá salimos a defender al rock. “Cada vez lo extraño más”, canto. En su momento, el rock fue una bomba que hizo temblar a la sociedad, pero ahora es una bomba de juguete con cada vez más sponsors.
“La reina de Marte”
'El mamut' 2007
Es un tema que parece simplón, pero no lo es tanto. Cuando lo adaptaron para la versión argentina del videojuego Guitar Hero, los productores, un poco sorprendidos, nos dijeron: “¡Al final era un tema bastante jodido!”. A la vez, es uno de los más conocidos, y es el que más les gusta a los niños, eso sin dudas. Es un típico tema nuestro dedicado a la mujer, como “La Virgen del Knock Out”, “Mi mami no lo hará”, “Querida Eugenia”, “Canción de las muñecas”, “Angélica”, “Sofía, la súper vedette”... Evidentemente, Massacre es una banda matriarcal, cero falocéntrica. Nosotros les damos el poder a las mujeres porque siempre creímos que la sociedad sería mucho mejor gobernada por ellas. Me crié entre mujeres, admirando a mujeres: desde la Mujer Maravilla y la Mujer Biónica hasta Blondie, Siouxsie y Patti Smith. Tanto es así, que directamente me animo a asumir el rol femenino para decir: “Soy la reina”. La verdad, no sé si hay muchos rockeros que se atrevan a eso.
“Lo mío no es tan grave”
'Ringo' 2011
Es uno de mis temas favoritos. Lo defino como “psicodelia alternativa” porque, si bien a nosotros nos gustan mucho los Byrds y también el Pink Floyd de The Piper at The Gates of Dawn, además de eso tenemos el filtro de los Pixies y Stephen Malkmus [de Pavement]. La canción viene a ser una especie de metáfora del éxito, que siempre tiene al mismo tiempo sus mieles y su precio. En mi caso, no es para tanto, porque me considero una celebridad menor, una figura de mediano perfil. Nada que ver con lo que le puede pasar a Fito Páez. Yo viajo todo el tiempo en subte y la gente me nutre. También hablo en la canción de Parque Centenario, mi barrio de la infancia y donde siempre vuelvo a buscar discos.
“Feliz noviembre”
'Biblia ovni' 2015
Barbi [Recanati], del grupo Utopians, dice que cada vez que menciono artistas en una canción, les traigo suerte. En ésta nombro justamente a su banda, recordando la noche en la que tocamos juntos, el 15 de noviembre de 2014. La letra es casi documental: mientras nosotros tocábamos en los jardines de la TV Pública, a pocos metros, en la Facultad de Derecho, había una fiesta electrónica y, en el Planetario, otra de folclore. Y también era la Noche de los Museos, y las Kumbia Queers detonaban el Congreso de la Nación durante la Marcha del Orgullo. La misma noche, probablemente como un símbolo de algo, se moría Omar Chabán. Fue un momento en el que parecía que todo lo que habíamos sembrado en el Parakultural, en Cemento, en todos esos lugares que antes eran perseguidos, ahora iba libre por la ciudad, legitimado, premiado, remunerado. ¿Sabés qué pienso de Cromañón? Que, más allá del hecho puntual, todos reaccionamos como esos niños que se portan mal, pero que, cuando la señorita detecta a uno, se ponen del lado de la autoridad y señalan al que agarraron. Nadie tenía un matafuego en la Argentina, pero todos se pusieron a criticar.
“Domador de Jaguares”
'Biblia ovni' 2015
En junio de 2015, Johnny Marr, ex guitarrista de los Smiths, vino al Lollapalooza y también dio un show en Niceto Club, “domando” su clásica guitarra Jaguar. Tuve la oportunidad de conocerlo y nunca sentí una conexión tan eléctrica y amorosa con un músico al que admirara. Le llevé para que me autografiara mis discos de los Smiths, e Instrument, un libro con unas 50 fotos de instrumentos de músicos amigos, que Marr editó con el fotógrafo Pat Graham. En ese libro aparecen el bajo de John Doe, de la banda X, una viola rota de Kurt Cobain... Y la Vox Phantom blanca que tiene Ian Curtis, de Joy Division, en el video de “Love Will Tear Us Apart”. Es una guitarra que siempre me gustó, porque también la usaban Sterling Morrison, de Velvet Underground, y el de los Fuzztones. En cuanto le mostré el libro, Marr me preguntó: “¿Viste la Phantom?”. Así, de la nada. “Sí, sí, la vi, ¿por qué me preguntás eso?”, le dije. “No sé, ¿la viste o no?”, me insistía. “¡Sí, me encanta esa viola! ¿Todavía la tienen los New Order?”, le pregunté. “No”, me respondió. “La tengo yo en mi casa de Manchester.” ¡Johnny Marr, boludo! ¡Pude hablar con un tipo que para mí era un póster en mi habitación! Así que no podía menos que escribirle esta canción. Por eso, a veces, en terapia, me siento y digo: “Después de todo esto, ¿para qué necesito venir yo acá?”.