Como anteúltimo número de la jornada, previo al cierre de Lorde, MGMT puso a funcionar su laboratorio de neo-psicodelia sobre el pantanoso predio del Club Ciudad de Buenos Aires para presentar las canciones de Little Dark Age, su cuarto disco de estudio editado en febrero pasado. Con un setlist breve de tan sólo doce canciones, y sostenido por su habitual e imponente respaldo de visuales, la banda de Ben Goldwasser y Andrew VanWyngarden demostró a través de sus nuevos temas cómo se convirtió en una de las bandas puntales del pop lisérgico de este milenio.
Después del comienzo con "Weekend Wars" de Oracular Espectacular, su disco debut de 2007, MGMT sumergió al público en su propio viaje sensitivo: "When You Die" es una oda darky de pop sintético y bailable, cargada de sintetizadores metálicos y arpegios brillosos, que hacen que la voz siempre algo aniñada de VanWyngarden se pierda entre nubes de psicodelia; "James" es quizás una de sus piezas más gélidas, una canción que VanWyngarden canta de forma casi robótica, mientras la base galopante y oscura y un teclado de golpes industriales, llevan al grupo al centro de la pista de baile; en cambio, "Little Dark Age", la canción que le da nombre al disco, refuerza su componente retro a través de una cadencia tecno que resulta hipnótica con el combo que completa las pantallas, que disparan formas de colores chillones que flotan sobre el agua en formato 3D.
Después, la intro de teclado de "Time to Pretend", que abre su disco debut, coloca al grupo sobre ese plato volador que marcó el despegue del grupo, allá por 2007, y el hit bailable "Electric Feel" refuerza el efecto pregnante de aquella cosecha que los puso a sonar en todo el globo.
Para "TSLAMP", de vuelta sobre la lista de su último disco, MGMT sumó como invitado a Connan Mockasin punteando una guitarra española; y en "Me and Michael", VanWyngarden le puso el cuerpo a una de sus canciones de pop más convencional, paseándose por la pasarela atajando un corpiño verde como un crooner enamorado, mientras los teclados calibran el reloj en la década del 80.
El final, con "Kids", otro de sus tracks fundamentales de su debut –esta vez con Connan Mockasin sumando en teclados- cruzado con un extraño homenaje a "The NeverEnding Story", el track de la película compuesto por Giorgo Moroder, y "Of Moons Birds & Monters", cerraba de manera perfecta el círculo que hilvana MGMT, de forma lúdica y natural, entre pasado y presente.
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