"Mercedes Sosa me salvó la vida"
Antes de actuar en el Gran Rex el 6 y 7 de marzo, la cantante recuerda sus anteriores visitas y refuerza una vez más su compromiso con la paz
Joan Baez no tiene buenos recuerdos de Buenos Aires. "¿Qué recuerdo? Que Mercedes Sosa me salvó la vida la primera vez que estuve allí", dice. "Y que en la última, Adolfo Pérez Esquivel me aconsejó irme de inmediato de tu país, luego de que nos detuviera en la calle un hombre con un abrigo largo y un revólver en su cintura." Fue en 1974 cuando Mercedes Sosa se subió al escenario del Luna Park a defenderla de los abucheos de un sector del público que presenciaba el debut de Baez en la Argentina. Y en 1981, ya con la dictadura en el poder, cuando el premio Nobel argentino le sugirió que se fuera luego de la sucesión de amenazas que había sufrido desde su llegada.
"Tuve que ser muy cuidadosa con la situación y algunos amigos me hicieron comprender que otras personas podían sufrir por lo que dijera e hiciera", asegura Baez hoy desde su hogar en San Francisco, a días de su regreso al país, cuarenta años después de aquellas primeras malas impresiones.
"Seiscientos años de violencia organizada no han modificado más que los nombres de las víctimas y asesinos. La no violencia en sí puede no producir los cambios necesarios, pero por lo menos produce menos cadáveres", había dicho Baez, entre otras muchas cosas, en la conferencia de prensa que ofreció en septiembre de 1974.
Pero su militancia por la no violencia chocó de frente con una Argentina dispuesta a matar o morir. "En el show había estudiantes del ala radicalizada de un grupo de izquierda a los que no les gustó que yo hablara de no violencia y detuvieron el concierto con sus gritos. Mercedes se subió al escenario y los encaró y les dijo que se callaran. Les habló sobre mí y luego cantamos juntas y nadie más se movió", cuenta de la noche en que conoció a la cantante tucumana.
De allí en más, compartieron giras en Europa y una amistad que continuó hasta los últimos días de la Negra Sosa en la Tierra. De hecho, el dibujo de trazos lennonianos de la portada del disco Corazón libre, de 2005, pertenece a Baez. "Fue una relación de respeto mutuo y hemos girado juntas por Alemania durante un tiempo. Ella era poderosa, nos sentábamos a charlar y reír, y decía que las únicas dos cosas que atraviesan las barreras culturales son la música y la comida. Nunca había pensado en la comida, pero cobró sentido cuando Mercedes me lo dijo, ja, ja."
Baez es una de las pocas artistas que es reconocida mundialmente tanto por su música como por su activismo político, sea en los Estados Unidos (desde que acompañó a Martin Luther King en la marcha a Washington en 1963), en Irán (donde la versión en persa de "We Shall Overcome" que registró en video en 2009 para apoyar al Movimiento Verde fue visitada por más de medio millón de personas en el sitio YouTube) o en Vietnam (país al que regresó el año pasado, a cuatro décadas de su primera visita como parte de una delegación norteamericana por la paz, mientras los Estados Unidos bombardeaban Hanoi).
"Hoy mi rol activista no está en las calles, sino que hago lo que puedo desde casa. Los últimos años estuve muy dedicada al cuidado de mi madre, que estaba muy enferma y que falleció el año pasado, a los 90. Pasé mucho tiempo con ella y con mi familia y no tenía la disponibilidad de los años sesenta y setenta", cuenta.
Además pinta. "Te puedo decir que la pintura ocupa hoy el mayor tiempo de mi vida y es lo que más me interesa desde hace dos años. Ahora estoy viajando más, pero creo que este momento, de alguna manera, es para mí, para pintar y cantar lo que quiero y tener una vida libre", agrega.
¿Cree que su activismo político influyó a favor o en contra de su carrera artística?
- Nunca lo sabré, porque siempre fui lo mismo. Hice las dos cosas y soy muy feliz siendo política y música a la vez. Canté canciones de protesta para llamar la atención, no para vender discos, como algunos dijeron alguna vez.
¿Qué tipo de canciones disfruta cantar más ahora, en su madurez como cantante?
-Disfruto más cuando encuentro canciones que tienen empatía con la audiencia. En esta gira latinoamericana haré varias canciones en español, porque si bien no hablo el idioma, puedo imitar lo que sea.
-Y cuando no está arriba del escenario, ¿qué canta en su casa?
-No sé, cualquier cosa que se me viene a la mente. El otro día estaba en la ducha y me puse a cantar algo que escribí antes de la universidad. No sé de dónde salió, pero se me apareció y lo disfruté mucho.
¿Cómo recuerda su primera aproximación a la canción, a tocar la guitarra, a componer?
-Bueno, cuando tenía 13 años, un profesor amigo de mi padre me dio un ukelele y empecé a tocarlo. Cantaba canciones muy simples, de rhythm and blues, con tres acordes cada una. Empecé cantando eso y descubrí que tenía una voz que era verdadera. No era especial, mi voz no tenía nada de especial, pero sentía que podía decir lo que quisiera con ella. Creo que empecé a pensar que era especial a los 16 años y enseguida empecé a tocar la guitarra y el resto es historia conocida.
Extenso recorrido
La historia conocida de la que habla Baez incluye un extenso recorrido que va desde su irrupción en 1959 en el legendario Newport Folk Festival, a los 18 años, pasando por la relación musical y amorosa que mantuvo con Bob Dylan a mediados de los 60, convirtiéndose así en una de las parejas más emblemáticas de la música folk de protesta, y su participación ya como "celebridad" en el festival de Woodstock, antes de llegar siquiera a los 30.
Hoy, a los 73 años, posee una discografía de más de tres decenas de álbumes, registrados en estudio y en vivo (como Frank Sinatra o el mismo Elvis Presley, Baez pertenece a esa raza de intérpretes con voces celestiales que brillan aún más en las grabaciones en directo). En esta gira que pasará por el teatro Gran Rex, el 6 y 7 de marzo, la acompañan Dirk Powell en banjo, mandolina, guitarra y teclados y Gabriel Harris, en percusión; y el repertorio incluye composiciones de Leonard Cohen, Elvis Costello, Donovan, Violeta Parra y, por supuesto, Bob Dylan.
-Con los años, la relación que mantuvo con Dylan a mediados de los 60 se ha convertido casi en una instantánea de una época. ¿Por qué cree que aún hoy existe esa sensación?
-A la gente le gustan las historias de amor y de pérdida, y la nuestra era una relación romántica. Nos amamos y estuvo bien. Muchas personas necesitan proyectar amor a través de otros y, después de todo, podrían haber elegido una pareja peor.
-Como militante de movimientos y consignas surgidas en la década del 60, ¿cuál cree que es hoy el legado de aquellos años?
-Los 60 han dejado instaladas un par de cosas. La introducción de la discusión sobre los derechos humanos no existía antes de los 60. Lluego vino Amnesty International y se tornó imposible para los líderes mundiales reunirse y no hablar de derechos humanos. Por eso no me dejaron cantar en la Argentina, ni en Brasil, ni en Chile en aquel momento, porque no querían que se visualizara la discusión sobre los derechos humanos. Hubo muchos cambios desde los años 60 para acá. El movimiento feminista llegó más lejos de lo que la gente pensaba. De todas formas, existe un hecho irrefutable: los ricos siguen siendo ricos y los pobres, pobres.
¿Cree que en la actualidad el movimiento feminista es más fuerte que nunca o es tan solo una ilusión?
-Tanto ustedes como Chile tienen mujeres presidentas y eso definitivamente quiere decir algo. ¿Y quién sabe? Yo espero que Hillary Clinton vaya por la presidencia en mi país. Es lo que deseo y creo que tendría muchas chances de ganar si se presentara. La pregunta que importa es qué hace la mujer cuando está en el poder. ¿Es diferente de un hombre o intenta ser aún más fuerte y resulta peor que los hombres? Por lo que escuché de las presidentas de la Argentina y de Chile, parecen ser mujeres de carácter y aceptadas popularmente. Estoy encantada de volver a América del Sur y poder ver de cerca lo que sucede tanto allí como en Uruguay, que atraviesa un proceso muy interesante.
La música, la política y la vida
Los hitos de una trayectoria marcada por el compromiso
- 1959. Con 18 años, se presenta en el Newport Folk Festival y llama la atención del público, los músicos e incluso la industria discográfica.
- 1962. Con su tercer álbum, Joan Baez In Concert, se consolida; con 21 años, es tapa de la prestigiosa revista Time.
- 1963. Participa en la Marcha a Washington, liderada por Martin Luther King.
- 1964. Se niega a pagar el 60% de sus impuestos, suma que el gobierno utilizaba para solventar la guerra en Vietnam.
- 1965 . Su ruptura con Dylan es noticia mundial.
- 1968. Se casa con el líder antibelicista David Harris y edita un álbum con canciones de Dylan, Any Day Now.
- 1972. Como delegada de la paz, pasa Navidad en Hanoi, bajo el bombardeo más violento que sufrió Vietnam en su guerra con los EE.UU.
- 1973. Edita Where are you now, my son, grabado en los refugios antiaéreos y en las calles de Hanoi.
- 1974. Graba el disco Gracias a la vida, en español, como homenaje a las víctimas del golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet, en Chile.
- 1975. Se reencuentra con Dylan y participa de la gira Rolling Thunder Revue.
- 1979. Funda Humanitas, la organización por los derechos humanos internacionales.
- 1981. Le prohíben tocar en la Argentina, Chile y Brasil.
- 1989. Edita Speaking of Dreams, con la participación de Paul Simon, Jackson Browne y los Gipsy Kings.
- 1993. Viaja a Bosnia-Herzegovina durante el conflicto para llamar la atención pública del sufrimiento existente.
- 2000. En la primera entrega de los BBC2 Folk, gana el premio a la trayectoria.
- 2005. Acompaña la protesta en contra de la guerra de Irak, en la puerta del rancho de George Bush en Texas.
- 2008. Edita Day After Tomorrow, con canciones de Steve Earle, Elvis Costello, T Bone Burnett y Tom Waits, entre otros.
- 2009. Graba un video en su casa con "We Shall Overcome" en persa, para apoyar al Movimiento Verde en Irán.
- 2010. Encabeza en Nueva York el concierto Tributo a Mercedes Sosa, del que participan Piero, León Gieco y Teresa Parodi.