Medida por medida: un Shakespeare transgresor, divertido y profundamente actual
La versión de Gabriel Chamé Buendía trae al mundo contemporáneo lo más ridículo de la existencia según el Bardo de Avon, tomando el código clownesco como norma
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Medida por medida (la culpa es tuya). Adaptación y dirección: Gabriel Chamé Buendía. Intérpretes: Matías Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler y Marilyn Petito. Música: Sebastián Furman y Gabriel Chamé Buendía. Escenografía e iluminación: Jorge Pastorin. Vestuario: Cecilia Allassia. Entrenamiento de baile: Damián Malvacio. Asistencia de dirección: Lorena Booth. Sala: Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Funciones: de jueves a domingos, a las 20. Duración: 105 minutos. Nuestra opinión: excelente.
Una de las posibles explicaciones para tratar de entender por qué las obras de Shakespeare todavía se representan con tanta pasión y constancia, aunque hayan sido escritas para una sociedad con la que tenemos una distancia de más de 400 años, es que su teatro no hace concesiones en ninguno de los extremos de la escala humana. A lo largo de la historia, el autor de Hamlet recibió definiciones grandilocuentes: “El escritor más grande de todos los tiempos”, “el inventor de lo humano”, dijo el reconocido crítico Harold Bloom. Más allá de los títulos rimbombantes, hay en su literatura la capacidad de acceder a un mundo espiritual y profundo, como también a lo más vulgar, elemental y violento de la existencia. Representar a Shakespeare es acceder a un mapa de distintos paisajes, texturas y universos que cada director, en cada época, decide recorrer de manera diferente.
Heredero de una prolífica formación en clown, mimo y circo, el director Gabriel Chamé Buendía viene trabajando desde hace más de diez años en una poderosa fusión del universo shakesperiano desde la lectura de humor y el gag físico y poético. Primero fue el estreno de Othelo. Termina mal, una pieza que ya es un clásico de la escena argentina en la que la tragedia de Shakespeare desborda en locura, absurdo y un código de actuación de tal vorágine que lo insólito del relato se eleva. Ahora, estrenó en la sala Sarmiento del Complejo Teatral de Buenos Aires su nueva apuesta: Medida por medida (la culpa es tuya). Esta vez, elige una comedia del autor inglés escrita entre 1603 y 1604, para traer al mundo contemporáneo lo más ridículo de la existencia.
Medida por medida es una comedia compleja. En un punto está más cerca de la tragicomedia, ya que tiene una visión pesimista, desilusionada y muy cercana a la sátira social. Shakespeare cuestiona la idea de la legitimidad del poder, al poner en escena una autoridad que asume el gobierno de Viena y empieza a actuar de manera tiránica y caprichosa, manipula leyes, desconoce instituciones y sobre todo, exige un modelo de moral que él mismo es el primero en incumplir. En su época, esta obra era un fuerte cuestionamiento al puritanismo, pero en su función de sátira, esta comedia siempre necesita denunciar algún aspecto del mundo contemporáneo. Y en la poderosa puesta, los artistas también se hacen cargo de exhibir la violencia y los abusos de nuestro presente.
La comicidad que propone Chamé Buendía funciona en distintos niveles. Hay referencias a la vida doméstica y contemporánea. Citas a la vida urbana y alusiones al actual contexto político y económico, que evidencian la mínima distancia que hay entre algunos de los planteos que hacía Shakespeare en tiempos renacentistas con la actualidad. Pero además de un agudo poder de observación, la obra maneja una vorágine física, de actuación, de trucos y capas de sentido que capturan al público y genera un despliegue adrenalínico notable. Hay algo muy conmovedor del género del clown que es que jamás se olvida del público: lo registra, lo exhibe, lo interviene, lo anima, lo interpela. Lejos de estar en una burbuja indiferente, esta obra se hace cargo del acto político y poético que es reunirse en una sala a hacer teatro y explora todas sus potencialidades.
Matías Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler y Marilyn Petito son los intérpretes de este espectáculo. Ellos cinco representan los trece personajes que tiene la obra de Shakespeare, además de una trama cargada de obstáculos y peripecias, personajes que se esconden, se disfrazan y juegos de dobles que los obliga a ir y venir en el relato y en las acciones. Para eso, el código clownesco explota en toda su potencialidad: los artistas apelan a una gran destreza física para volverlo todo lúdico: resbalar, golpearse, hacer trucos de magia, actuar como muñecos, imitaciones, acrobacias. Todo es posible en Medida por medida, pero al mismo tiempo, la sensación es que esta historia jamás podría ser contada de esta manera si no existieran estos artistas entrenados, con tantos saberes en sus cuerpos (desde la magia, la destreza física, los juegos de voces, la danza, la comicidad verbal), verdaderos arlequines de la escena, que vienen a recordarnos por qué el teatro es un arte milenario imbatible, que recupera su sentido cuando lo vital se eleva en el encuentro con los espectadores.
El diseño de iluminación y escenografía de Jorge Pastorino incorpora el espacio a la trama narrativa, pero no en un plano ficcional sino que en su código de actuación: unos paneles móviles, con unas telas de terciopelo que se pueden manipular, arman el universo que los artistas llevan y traen, cambian el sentido y le crean nuevas posibilidades. Un momento precioso de la obra es el despliegue de la escenografía, en un juego en el que los objetos aparecen, una propuesta infantil, en su mejor sentido: el clown se permite verlo todo con mirada de niño. Cecilia Allassia, en el diseño del vestuario, prepara este Shakespeare contemporáneo y payaso: con trajes de colores, vestidos casi estereotipados, fáciles de sacar, que como figuritas terminan de armar este álbum transgresor, contestatario y profundamente divertido que es Medida por medida. Un caso poderoso de teatro vivo y artesanal.
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