Paul McCartney, con nuevo disco y muy alejado de la jubilación
A los 76 años, Paul McCartney sigue estando aquí, allá y en todas partes y su figura a estas alturas parece inagotable. Hoy llega a las tiendas virtuales, físicas y plataformas de streaming del mundo un nuevo álbum con su firma, Egypt Station, el décimo séptimo como solista y el vigésimo quinto sin la compañía de The Beatles , si se cuentan sus discos grabados junto a Wings.
Con la excusa de promocionar la salida del disco, tres meses atrás McCartney protagonizó lo que probablemente haya sido el momento televisivo del año (inmediatamente viralizado y esparcido por internet), cuando se subió al asiento del acompañante del auto del conductor y comediante James Corden para el exitoso segmento "Carpool Karaoke", de su The Late Late Show (solo el video oficial cuenta al día de hoy con 31.877.649 visualizaciones), que remató con un minishow sorpresa en un pub de su Liverpool natal que dejó lagrimeando a todos con otra memorable versión de "Hey Jude".
Por si necesitara algo más, días más tarde regresó al legendario The Cavern para tocar ante 250 privilegiados y hasta volvió a cruzar la acera inmortalizada en la tapa de Abbey Road, frente a los estudios del mismo nombre, y su imagen fue furor en las redes sociales. Como corolario, anunció una nueva gira que comenzará dentro de diez días, en Canadá, y que ya cuenta con 22 fechas programadas en EE.UU. y Europa.
En los cinco años que separan la edición de su álbum anterior, New, y la de este, McCartney se mostró más activo que nunca, como tratando de que el tiempo no se le escape entre las manos y con una idea fija entre ceja y ceja: refrescarse continuamente (de ahí que no sea casual el nombre de su próxima gira, Refreshen Up). En ese período, luego de trabajar con el productor del momento, Mark Ronson, el músico se puso a las órdenes de un grupo de programadores en un proyecto para un videojuego, colaboró con el rapero Kanye West y con la cantante Rihanna (con quien consiguió su primer número uno en las listas luego de 30 años) y continuó con su sostenida gira de grandes éxitos alrededor del mundo (su última etapa, entre 2016 y 2017, tuvo más de 70 conciertos).
"Me siento afortunado de que esta gente esté interesada en trabajar conmigo y piensen que puedo aportarle algo. A mí me hace sentir genial. Me gusta la diversidad", le dijo McCartney a la revista Mag, días atrás, para luego confesar que le gustaría que le presentaran a Kendrick Lamar para hacer algo juntos.
Así las cosas, la eterna inquietud por mantenerse vigente y aquella diversidad a la que hace referencia han vuelto a imponerse como su horizonte para Egypt Station, que contó con la producción de Greg Kurstin (Lily Allen, Sia, Adele y Tegan and Sara, entre otros) y la participación en una de sus canciones de Ryan Tedder (cantante del grupo OneRepublic y el compositor detrás de éxitos pop de Beyoncé, Adele, Demi Lovato y Ariana Grande).
A lo largo de los dieciséis temas del álbum, McCartney confirma que sigue teniendo muchas ideas musicales en su cabeza. Varias de ellas expuestas como vueltas de tuerca de aquellas que tuvo cuando tenía apenas 20 años y junto a sus amigos y compañeros de The Beatles surfeaban en lo más alto de su ola creativa. Otras, producto de la experiencia y las vivencias sumadas a través de las últimas décadas.
Música en la sangre
El disco comienza con una suerte de intro de un minuto, "Opening Station", en la que se escuchan voces y sonidos propios de una estación de tren, dándole así una apertura conceptual. "Me gustaron las palabras Egypt Station. Me recordaron los álbumes que solíamos hacer... El disco comienza en la estación con la primera canción y luego cada tema es como una estación diferente. Eso nos dio una idea para basar todas las canciones alrededor de ese concepto. Lo considero un lugar de ensueño del que emana la música", dijo al respecto. Para completar el viaje, el arte de tapa está inspirado en un viejo cuadro pintado por el propio Paul, en 1988, y esa estética también fue utilizada para adelantar los títulos de las canciones a través de las redes sociales, en los días previos al lanzamiento.
Tras ese inicio esperando en la estación entonces, suena el piano con una melodía inconfundible, de esas que por más que McCartney haya compuesto de a montones en su vida, siguen erizando la piel. "I Don't Know", uno de los adelantos del álbum, es una de esas baladas que mezclan melancolía con instinto de supervivencia. "Tengo cuervos en mi ventana, perros en mi puerta / No creo que pueda tomar más / ¿Qué estoy haciendo mal? No lo sé", canta en este tema en el que, según reveló el productor Kurstin, McCartney utilizó el mismo pequeño reproductor portátil reel-to-reel que los Beatles usaron en Revolver para "Tomorrow Never Knows".
Pero si el inicio lo muestra dubitativo y algo reflexivo, enseguida "Come On To Me" retoma el positivismo que mantuvo como mensaje desde sus primeras canciones. Un positivismo en plan inspiracional que se repetirá en varias de las estaciones siguientes, ya sea casi rapeando el estribillo de este tema ("yes I will, yes I will"), pregonando aquello de que "la gente quiere paz" o soltando frases-eslogan como "sí podemos hacerlo".
De hecho, "Come On To Me" fue presentado en sociedad por primera vez en el Carpool Karaoke de Corden, donde McCartney contó que ese positivismo que emana de sus canciones le llegó desde un sueño que tuvo en la década del 60, en el que su madre ya fallecida le aseguraba que todo iba a estar bien: "Déjalo ser" (Let It Be), le dijo su madre en el sueño y el resto es historia conocida.
En "Happy With You" el hombre se refugia en la guitarra acústica para cambiar de mood e, inmediatamente, vuelve a saltar hacia otro lugar en "Who Cares", buscando algo de distorsión y un riff que bien podría haber escrito Mark Knopfler.
Pero en esa obsesión de no quedarse quieto en ningún lugar, por momentos el disco corre el riesgo de perderse en el camino, como podría suceder en "Fuh You", el tema coescrito con Tedder con el ambicioso fin de conquistar el mundo pop global de la actualidad, o en esa suerte de pastiche entre música electrónica y samba que resulta "Back in Brazil", en donde también confluyen coros, pájaros y una orquesta.
McCartney deja en claro que no tiene ni quiere demostrarle nada a nadie, sino que hace lo que siempre quizo hacer: componer canciones todo el día y que la gente se enamore de su voz.
En los 57 minutos que dura el álbum persiste una y otra vez cierto destino circular melódico. Como si una de esas viejas cajitas musicales le marcaran el ritmo. A veces bien al frente ("People Want Peace"), otras apenas insinuado ("Do It Now").
Precisamente acerca de esa canción, McCartney explicó: "Es una expresión que mi padre solía usar. Muchas veces utilizo frases que él decía en mis canciones. "Hacelo ahora" es una especie de consejo que convertí en canción. Como compositor sabés que la gente escuchará lo que escribiste y si podés extender una mano hacia alguien con un buen mensaje, eso vale mucho. Obviamente tiene que ser una buena canción". El bueno de Paul sigue pensando que el mundo es un buen lugar donde vivir y amar.
Aunque por momentos hasta camine por el terreno de la canción de autoyuda. "Si escribo una canción y está yendo para ese lado no me resisto. Como sucede con el tema 'Who Cares'", que le habla a las millones de personas que sufren bulliyng todos los días. En mi mente pienso en una adolescente que puede estar sufriendo por el ciberbullying y le digo: no te preocupes. A quién le importa lo que dicen los idiotas. Hay un mensaje y uno espera que llegue del otro lado", explica.
Pero lo mejor de este tren que viaja tanto hacia el pasado como hacia el futuro, llega cuando McCartney decide bucear en aguas más profundas, como lo hace en canciones como "Dominoes" (un temazo que cierra con vientos que remiten a Sgt. Pepper's), "Despite Repeated Warnings" (épica y orquestal , con bruscos cambios de ritmos que la emparentan con "Band on the Run", de Wings) o en el cierre de casi siete minutos de "Hunt You Down/Naked/C-Link", una suite en tres partes, "para mover la patita", como diría el Indio Solari, que deja lugar para un extenso solo de guitarra y un duelo final con la batería de lo más inspirado.
En la extensa y variada obra de McCartney después de The Beatles, Egypt Station definitivamente no se ubicará entre lo más experimental ni será considerado de lo más ambicioso que haya compuesto, pero sí probablemente sea recordado como un signo de su tiempo, marcado por un músico que insiste en buscar la perfección pop tanto en caminos no transitados como en sendas más conocidas, pero en las que siempre transita como si fuera la primera vez.
Egypt Station, Universal
El título del disco, según McCartney, remite a una nueva fascinación suya por las estaciones de trenes como principio de un viaje hacia algún lugar. El disco, de una duración total de 57 minutos, tiene un poco de todo: melodías bien Beatles, sonidos ambientales y algunas canciones con mensajes sobre problemáticas actuales como el bullying. El disco comienza con "Opening station" y sigue así: "I don't know", "Come on to me", "Happy with you", "Who cares", "Fuh you", "Confidante", "People want peace", "Hand in band", "Dominoes", "Back in Brazil", "Do it now", "Caesar rock", "Despite repeated warnings", "Station II" y "Hunt you down naked C-link".
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