Mavi, en un homenaje a su familia
La ex Viuda e Hijas de Roque Enroll continúa presentando su CD folklórico
Recital de la cantante Mavi Díaz, con los temas de su disco Baile en el cielo. Norberto "Mono" Pereyra y Enzo Espeche (guitarras), Gabriel Luna (piano), Mariano Cantero (percusión). Invitados: Vitillo Abalos (voz), Franco Luciani y Luis Saltos (armónica), Laura Ros y Almendra (voz). El viernes, en la Peña del Colorado.Antes de dedicarle algunos párrafos al recital habría que contar, para quienes no estén al tanto del asunto, qué hacía el último viernes una ex Viuda e Hijas de Roque Enroll cantando zambas, cuecas y chacareras en una peña folklórica de Buenos Aires.
Nuestra opinión: bueno
No fue producto de ese interés que muchos músicos crecidos en el rock nacional tienen por otras músicas. El caso de Mavi Díaz es diferente. Viene de una familia de folkloristas. Su madre: la cantante Victoria Díaz. Su padre: el armoniquista Hugo Díaz, un genio reconocido también por el mundillo tanguero y fuera de nuestro país. Su tío: Domingo Cura, otro prócer de la música nativa.
El hecho de que Mavi se acercara al folklore de manera profesional (aunque lo había asimilado de muy chica, a través del trabajo de sus padres) se debe a un llamado a España (donde ella vive) de Alberto Larrán. Este cineasta le contó que quería filmar un documental sobre Hugo Díaz. También le pidió que participara en un tramo de la película, armando un grupo con algunos músicos que habían tocado con su padre.
Mavi quedó encantada, al punto de que, además de filmar un tema para la película, grabó un puñado de canciones que interpretaban sus padres. El proyecto quedó plasmado en el disco Baile en el cielo , que presenta en diversos escenarios argentinos (peñas, teatros y festivales). El del último viernes fue uno de ellos.
Lo que hace Mavi es recrear esas piezas ("Criollita santiagueña", "La chamuscada", "Zamba del ángel", "Recuerdos de Ypacaraí", "La pomeña" y la "Chacarera de un triste", entre otras). También hay una música de su padre a la que recientemente le puso letra.
En general utiliza instrumentaciones y arreglos bien simples y criollitos, aunque su manera de cantar no sea de las más habituales ni criollitas. Como homenaje a una música y a la labor de Hugo Díaz, es correcto lo que hace. Incluso puede convocar a un padrino de lujo, Vitillo Abalos, para que la acompañe. Así, el público estará encantado.
Pero el hecho artístico no irá más allá del tributo, porque la propuesta en sí misma no ofrece posibilidad de desarrollo. Visto de ese modo, resulta bastante limitado el proyecto (o, por decirlo de otro modo: a corto plazo, a escasa distancia).
Lo que Mavi tiene a favor es el nervio y el alma que pone para cantar. Una intensidad que es evidente y que pega directamente en el público. Además, cuenta con un elemento que sí da pie al desarrollo: cada vez que explora esas cualidades no folklóricas de su manera de cantar su trabajo se hace más interesante. También en momentos en los que deja que el pianista Luna (discreto y de muy buen desempeño) y el percusionista Mariano Cantero le aporten alternativas a sus dúos con el armoniquista Franco Luciani.
Cuando se desprenden del arreglo previsible y de la rítmica de molde -no de la métrica original de las zambas y las chacareras, que es otra cosa- mejor queda vestida la voz de Mavi. Algunos de sus músicos pueden dar mucho (muchísimo) más de lo que ella les propone para este trabajo.
Sin duda, hay muchas cantantes del folklore local con más conocimiento del género para abordar con maestría y expresividad este tipo de repertorio. Pero Mavi tiene la cualidad (por ahora no del todo explotada) para entrar de una manera diferente, especial, como lo hace en compañía de Luciani, en "Recuerdos de Ypacaraí" y "La pomeña", entre otros temas de sus repertorio. Así entrega momentos verdaderamente excepcionales.