Más imagen, otro sonido: ¿el futuro del rock se escribirá sin amplificadores?
Los avances tecnológicos permiten que la muralla de parlantes de los conciertos en estadios sea ya una cuestión del pasado; ganan espacio las grandes pantallas y sus puestas en escena
Semanas atrás se hizo viral el video de fans de Judas Priest en el que se mostraba cómo el cantante de la banda metalera, Rob Halford, pateaba el celular de una persona que lo grababa durante el concierto. Causó cierto malestar en el mundillo musical. Fue por eso que el cantante aclaró que reaccionó así porque el fan lo molestaba; además, otros fanáticos del grupo salieron en su defensa al asegurar que la persona que lo grababa con su móvil tuvo encendido el flash, apuntándolo a su rostro, durante seis canciones. Punto final para el tema Judas. Pero la cuestión de los celulares en los conciertos no deja de ser una molestia para algunos músicos. En determinados casos, la solución reside en unas bolsas de neoprene en las que se debe guardarlos antes de ingresar a los recitales. Lo cierto es que el móvil es resultado del cambio de época y del avance tecnológico, que también se demuestra sobre el escenario. Del video de Judas Priest llama la atención la reacción del cantante, por supuesto, pero lo que no sorprende -quizá porque ya estamos totalmente acostumbrados- es que en un concierto de rock no haya amplificadores de bajo y guitarras sobre el escenario. Todo es una cuestión estética (¿o de tecnología que va quedando vieja?). ¿Qué pasó? Se los tragó la tierra.
Desde The Beatles en adelante (bueno, incluso antes del cuarteto de Liverpool) el rock tiene tanto de imagen como de sonido. Y el glam rock, que surgió en los setenta, marcó, además de una estética, un paso adelante en ese aspecto, que no tuvo retorno: la puesta en escena. Hay ciertos códigos que se conservaron hasta que las grandes bandas, que giran por el mundo y tocan en inmensos escenarios, decidieron romper. El paradigma guitarra + cable + grandes amplificadores y parlantes detrás del músico dejó de ser la regla hace tiempo. El diseño de escenografía es lo que manda. Hoy se ven muy despojados de cables, soportes de micrófonos y amplificadores los escenarios de Judas Priest, Kiss, St. Vincent, David Byrne o Metallica (solo por mencionar casos muy distintos entre sí).
Hay escenarios en los que no se ve un solo amplificador (porque están escondidos o porque directamente no se usan; son reemplazados por simuladores digitales). Otras veces, es al revés. Se utilizan los parlantes como recurso escenográfico y esas paredes que uno ve de parlantes (amp stacks) no son más que muebles de utilería. En el mejor de los casos, son reales, pero solo dos de un paredón de 18 o 24 bafles están funcionando.
Casi en el comienzo del nuevo siglo, el bajista Geddy Lee, del grupo Rush, comenzó a utilizar una preamplificación que iba directamente a las consolas. Cuenta la leyenda que como ya no estaban sus parlantes sobre el escenario había demasiado espacio libre y los asistentes comenzaron a colocar objetos al azar, cosa que terminó siendo divertida para el público. En una gira, la banda puso lavarropas en el lugar de los amplificadores.
Pero eso no fue más que un chiste. Lo cierto es que los amplificadores suelen estar cada vez más ocultos en los escenarios o son reemplazados por sistemas digitales. Los míticos mastodontes de la serie valvular JCM (800, 900 y 2000) fueron desde los 80 los grandes mariscales de los escenarios rockeros en los que se quería ostentar poderío. Pero con el tiempo terminaron reemplazados por equipos más chicos o emuladores.
Obsesiva del sonido, Lula Bertoldi, guitarrista y cantante de Eruca Sativa, siempre utilizó la tecnología a su favor y sin prejuicios. A medida que la banda creció, fue mutando de un procesamiento de sus guitarras con pedales muy artesanales a la adquisición de amplificación digital. Una cosa no anula la otra mientras resulte una decisión práctica y que proteja la calidad.
La estética también tuvo su peso en algunas decisiones. Cuando Eruca presentó el disco Blanco, Lula y la bajista Brenda Martin pusieron sobre el escenario unos enormes amplificadores y parlantes de color blanco. Para el siguiente, Huellas digitales (disco de versiones registrado en vivo), como utilizaron secciones de cuerdas y vientos adicionales, para no tapar a la orquesta con el volumen del trío decidieron ubicar la amplificación al costado del escenario. "Nos encantó ver el escenario limpio, y esa terminó siendo también una cuestión estética", explica Lula.
Para el álbum siguiente, Barro y fauna, la banda grabó con amplificadores tradicionales, pero las presentaciones en vivo del flamante material fueron con sistemas digitales. Simuladores de amplificadores. Físicamente, son similares a los equipos que se ven apilados en racks de los sonidistas, junto a las consolas. Su tarea es evocar con extrema fidelidad el sonido de un amplificador Marshall, Vox, Fender, Orange o Mesa Boogie, entre otros cientos (sí, cientos). Además, para las bandas que viajan mucho resultan muy prácticos, porque son más fáciles de trasladar y reducen el exceso de equipaje en los aviones.
"También permiten que no se ensucie el sonido que llega a la gente, porque en lugares chicos o medianos, con un volumen muy alto -explica la guitarrista-, el sonido de los amplificadores se mezcla con los del PA (Public Adress, los parlantes que van del sonidista al público)".
Claro que lo que Eruca Sativa usa es, en comparación con otros rubros, de Fórmula 1. Porque también existen emuladores de menor calidad. "Te aseguro que en el desafío Pepsi no te das cuenta de la diferencia entre una buena amplificación digital y poner sobre el escenario un parlante con un micrófono adelante", dice Lula. Y no es broma: "El hecho de usar o no amplificadores me parece un debate supernerd cuando tanta gente escucha música por Spotify. La mística es, quizá, romántica, cuando hoy escuchamos música por el celular". Tiene razón.
Sin embargo, Lula reconoce que hay bandas, como Greta Van Fleet, para las que, por su característica tan vintage, el amplificador sobre el escenario completa una estética. También dice que hay músicos que necesitan la presión acústica sobre sus espaldas que solo les dan un amplificador y un parlante reales.
Parte de este cambio también tiene que ver con el monitoreo. Desde hace un par de décadas que tienden a desaparecer los monitores "de cuña", que apuntan hacia dentro de un escenario para que los músicos se escuchen. El sistema in-ear (retorno inalámbrico que va directo por auriculares) es lo más cómodo, pero, a la vez, más costoso.
La calle de la música
"Con un dólar a 45 es difícil", dice un vendedor de una casa de música del centro porteño. Talcahuano es la calle de la música en Buenos Aires. En tres o cuatro cuadras se puede encontrar la mayor cantidad de comercios de venta de instrumentos musicales de toda la ciudad. Y los que allí trabajan son verdaderamente apasionados. Luego de un recorrido y de charlas con vendedores, se pueden sacar varias conclusiones. La primera de ellas es que hay un abismo entre una banda de rock o pop aficionada y una profesional, y eso se nota en el equipamiento que utilizan. La segunda es que, más allá de que en el ámbito amateur (la calle Talcahuano es su mayor proveedor) siguen prefiriendo los amplificadores, cada vez hay más pedaleras de guitarras con simuladores que intentan emular las cualidades de los amplificadores más costosos. Por 16.000 pesos se puede conseguir una de estas. Claro que si se trata de equipar a una banda profesional, que toca en grandes escenarios de estadios, hay que pensar en racks; los montos superan los 150.000 pesos
Los escenarios (con amplificadores o sin ellos) se convierten en variables que a portan mucho a la imagen, porque un escenario desprovisto de parlantes u otro con paredes de bafles y amplificadores responden a decisiones estéticas. Además, las grandes producciones generan tendencias en muchas otras escenas musicales más chicas.
Se vienen los shows sin celulares
El 12 de noviembre llegará a la Argentina Jack White con su banda The Raconteurs. En la información de prensa enviada por la productora local se informa: "Para tener en cuenta: este es un show 'in celulares'. No se permitirán dispositivos que graben fotos, videos o audios. Creemos que van a disfrutar de mirar más allá de las pantallas por un rato y experimentar juntos nuestro amor por la música 'en persona'. Cuando lleguen al teatro, todos los celulares -o cualquier otro dispositivo diseñado para tomar fotos o capturar videos- serán guardados en una funda Yondr que se reabrirá al final del show. Los asistentes llevarán consigo la funda durante el evento y, de ser necesario, podrán desbloquearla para acceder a sus celulares en un espacio de Yondr designado específicamente para eso en el lobby del teatro. Disfrutá una experiencia sin celulares, 100% humana". Existen leyes de derechos intelectuales que prohíben el registro y la reproducción de actividades como los recitales de música. Lo curioso es que el argumento de los organizadores vaya por el lado del disfrute "humano".
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