Martha Argerich cerró “su” festival: un concierto en el que no faltaron ni su increíble talento ni su sentido del humor
La exigencia de Prokofiev volvió a mostrarla exacta y volcánica, a pesar de algunos desacoples en la orquesta; El carnaval de los animales, con su hija Annie Dutoit como histriónica narradora, hizo las delicias del público, que llenó el teatro y la despidió con una larga ovación
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Concierto final del Festival Argerich. Martha Argerich, piano, con la Orquesta Estable del Teatro Colón dirigida por Luis Gorelik. Programa: Concierto para piano y orquesta Nº3, de Prokofiev; Obertura Carnaval, de Dvorak, y El carnaval de los animales, de Saint-Saëns, con la participación de Annie Doutoit, narradora, y Donk Hyek Lim, piano. Teatro Colón. Nuestra opinión: muy bueno
Milagros espiritistas, chamánicos o fáusticos inexplicables. Martha Argerich, una venerable señora de 81 años, camina lentamente hacia el proscenio de la mano de Luis Gorelik y, con altivez, luce su edad. Sortea el camino entre las sillas y los músicos de la Orquesta Estable mientras el ruido se instala ensordecedor, afectuoso y turbulento. El público, que abarrotó el teatro hasta en los lugares más lejanos, le ofrenda la acostumbrada ovación atronadora e interminable que ella recibe con una ya reconocida mezcla de felicidad e incomodidad. Pero la sonrisa no la abandona y se sienta frente al teclado. Y la transformación tiene lugar. De repente, tras el bello y muy acertado comienzo de los dos clarinetes y una breve ráfaga orquestal (un tanto desprolija), emerge una pianista robusta, intensa, joven, poderosa y siempre musical, incluso en los pasajes más endemoniados, que se instala majestuosa con una solvencia, una precisión y una seguridad absolutas.
El Concierto para piano y orquesta Nº3 es una obra de tremendas exigencias para cualquier pianista. Solo con poder sobrellevarlas y llegar con cierta indemnidad al final ya es suficiente para que su proeza sea reconocida. Martha, desde hace décadas, inmisericorde, ignora a todas las dificultades y se dedica a exponer toda la belleza de una obra en la que conviven, en armonía ideal, la rusticidad con la poesía, los ritmos y las disonancias más estrepitosos con la intimidad, el lirismo y el detalle. Sin lugar a dudas, su interpretación o, mejor dicho, sus interpretaciones en registros discográficos y en numerosos videos en YouTube, son la referencia obligada a tomar en cuenta cuando otro pianista interpreta esta obra maestra.
Aun a costa de repetir los mismos elogios y las mismas adjetivaciones que le hemos dispensado a Martha por sus interpretaciones a lo largo de sus intervenciones en este, su festival, no podemos dejar de ponderar su presencia, su involucramiento personal intensísimo, ese sonido que le extrae al piano -que, en vivo y en directo, es infinitamente más vigoroso, más etéreo y más atrapante que el de cualquier registro o grabación-, y los infinitos toques que aplica para que todas las ideas tengan la mejor resolución musical. Su técnica y su confianza son tan colosales que ella transmite una verdadera sensación de invulnerabilidad. No hay riesgos, todo irá siempre bien, muy bien.
Con todo, el Concierto Nº3 no tuvo su mejor realización. Gorelik le imprimió al primer movimiento un tempo sumamente rápido que la Estable, que, además, por sus labores habituales, no tiene a esta obra en su repertorio, se mostró más tumultuosa que exacta, con algunos sonidos inapropiados y con yerros ocasionales. Las sutilezas y los fraseos más exquisitos de Martha no tuvieron su contraparte en los sonidos de la orquesta. De todos modos, en el final, el estruendo, las rechiflas, los gritos y los aplausos, merecidamente, inundaron a Martha, a Gorelik y a la orquesta. Tal vez, ese debió hacer sido el final del Festival Argerich. Pero hubo una segunda parte que no tuvo el mismo perfil.
En el comienzo, Gorelik, hiperactivo desde el podio, presentó una interpretación correcta de la Obertura carnaval, op. 92, de Dvorak, elaborada más con trazos gruesos que con atención a los detalles. Y luego, con Annie Dutoit y el excelente Dong Hyek Lim como segundo pianista, enfrentado a Martha Argerich, llegó el Carnaval de los animales, presentado, a puro histrionismo, por Annie Dutoit quien, en francés, trajo el texto que Francis Blanche escribió para teatralizar la obra de Saint-Saëns. Bien tocada en general, con Martha y Dong Hyek Lin impecables y con un excelente solo de chelo a cargo de Jorge Bergero, el resultado, sin embargo, fue dispar, con algunos números más interesantes que otros. Sin lugar a dudas, el momento más festejado en el racconto de los animales que van desfilando de a uno, fue el de los pianistas, cuando Annie, acercándose a su madre, por detrás, habla de estos mamíferos concertívoros con ojos de lince que se multiplican más que las ratas y sobre quienes concluye, amistosa, “no disparen sobre el pianista”.
Tras un final con confetis brillantes en el escenario, el aplauso fue interminable. El verdadero amor que el público le tiene a Martha es plenamente justificado. A sus interpretaciones magistrales hay que sumarle la valoración por su desprendimiento, por su entrega personal y artística total, por su plenitud musical incólume y por su decisión de seguir viniendo a tocar en el país. Ese amor se expresó, por largos minutos, a través de palmoteos, gritos desenfrenados, fotos y videos tan prohibidos como entendibles, chiflidos tribuneros y rostros felices por todos lados. El Festival concluyó y parece marchar seguro a ser el acontecimiento más notable de 2022.
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