A los 80 años y a punto de celebrar con un recital los 40 de su histórico álbum Soles, se define como bisexual, habla de sus amores, revela la historia detrás de “Puerto Pollensa” y se muestra procupada por la situación del país
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Corría el año 1982, aún eran tiempos de dictadura, pero la Guerra de Malvinas y el rechazo por lo anglosajón habían abierto las compuertas para que la música nacional tuviera una difusión inusitada en todos los medios. Fue entonces que apareció Soles, el álbum de Marilina Ross con el que la actriz y cantautora dejó atrás el exilio y volvió a comunicarse con el público local que la extrañaba, que a partir de ahí se multiplicó con creces. Hoy, visto a la distancia, el disco (que se convirtió rápidamente en Disco de Oro, de Platino y Doble Platino) se percibe como un compilado de hits, en donde cada tema compite en calidad, importancia y vigencia con los otros. ¿Acaso se podría elegir fácilmente un favorito entre “Casi sin querer”, “Como mis padres”, “Vos, yo, uno más uno”, “Puerto Pollensa”, “Danza” y el que le da título a la placa, “Soles”? No, aunque está claro que “Puerto Pollensa” –con su historia de amor “diferente”– dejó una marca indeleble en quienes, además de reclamar una apertura política, levantaban las banderas de la diversidad.
Para celebrar los 40 años de su lanzamiento (en realidad ya casi 41) Marilina ofrecerá un concierto especial el 10 de noviembre en el Teatro Opera. “Más que un recital será una celebración, una fiesta para los sentidos y la memoria”, resume la intérprete de La nena, Piel Naranja, La Tregua y La Raulito –entre tantísimos éxitos televisivos y cinematográficos–, quien después de Soles prácticamente se despidió de la actuación y se dedicó a la música (“porque es lo que más me hace feliz”), llegando a grabar en estudio ocho discos.
Para lo que es formalmente su primera nota después de mucho tiempo (debido, entre otros temas, a cuestiones de salud), Marilina recibe a LA NACION en su cálida casa de Palermo, donde convive con su esposa Patricia Rincci, la perra Pompy, la gata Lucía y la paloma Pichón, dispuesta a hablar del recital que se avecina y hacer un balance de sus 80 años de vida, que también celebra este 2023.
– Ya 40 años de Soles, ¿qué recuerdos tenés de su grabación y de aquel momento, la postrimería de la dictadura?
– Sí, por entonces ya estaba terminando la dictadura, felizmente. Era el 82, muy cerca del 83. En realidad Soles fue mi vuelta del exilio y mi reencuentro con el público grande. Así que fue muy gratificante. Encima mi exmarido, Emilio Alfaro, estaba a cargo del Teatro Odeón y me posibilitó presentar el álbum ahí, por lo cual estuve más contenida y protegida que lo habitual. Desde el afecto también. Soles fue contar mi vida, por eso entre tema y tema se escuchan unos pasos de danza, por aquello de “danza, si no se puede hacer más, danza”. Esa fue la idea y a la vez el mensaje. Soles está recorrido por una línea argumental, que va contando mi vida hasta ese momento y termina diciendo: “Aunque no lo veamos, el sol siempre está”. Una frase para ayudar a renacer de aquel momento tan difícil para todo el país.
– ¿Te sorprendió la enorme repercusión del disco y de su presentación en vivo?
– ¡Y cómo! Íbamos a hacer un fin de semana en el Teatro Odeón y terminamos haciendo nueve, con entradas agotadas permanentemente. Una locura. Yo ya había editado un disco antes (Estados de ánimo), pero no estaba acostumbrada a ser una cantautora popular. Lo que sucedió excedió completamente mis expectativas.
– El álbum incluye varios temas emblemáticos, ¿cuál es tu preferido?
– El que le da título al álbum: “Soles”. Es el tema en el que me meto más adentro y, me parece, vuelo más lejos. Estuve varios años para terminar de componer esta canción porque a partir de que no encontraba el sol en mi guitarra, que se había ido, eso quiere decir que no podía componer... y pasó mucho tiempo hasta que una amiga me manda la maravillosa frase de “aunque no lo veamos, el sol siempre está”. Yo la tomo, le pongo música y la incorporo al final. Pero me faltaba cuando aparece el sol, el renacer, y lo encontré cuando volví acá, a la Argentina. En realidad el tema lo terminé de componer en Uruguay, en el 80, porque todavía no me animaba a venir al país tras haber estado varios años exilada en España. Allí pude decir “de repente una mañana de mi pecho se escapó una voz que me decía por aquí está el sol”. Por eso la tapa del álbum es un cielo de noche, lleno de estrellas. ¿Y qué son las estrellas? Soles de otras galaxias. En Soles me refiero a la inmensidad de los soles desde adentro, desde el plexo solar, a la clave de sol, es decir, a la música. Así se redondea todo el tema.
La democracia y el peronismo
– Aunque fue editado en el 82, fue sin dudas un éxito que coincidió con el regreso de la democracia. ¿Cuánto hemos avanzado en el desarrollo de la misma?
– Para mí la democracia es lo mejor que puede haber. Por eso le di la bienvenida con todo, en el 83. Una república si no tiene democracia no tiene futuro, no tiene vida ni posibilidad de nada. Por eso tenemos que cuidarla, hoy más que nunca. Creo que estamos en un momento muy bisagra, de mucho peligro. Ojalá que todos tengamos la claridad necesaria para no quemar las naves y tirar todo por la borda. Aunque haya problemas, desde la democracia todo se puede modificar, pero no con motosierras ni quemando bancos.
– ¿Seguís adhiriendo al peronismo? ¿Al viejo o al actual?
- Sí. Y... el peronismo es el mismo, no cambió, se va modificando porque el mundo va avanzando, pero las ideas del peronismo siempre son las mismas y siguen estando vigentes y siendo necesarias. Las banderas son las mismas: la de la justicia social, la de la soberanía política, la de la independencia económica, la del antiimperialismo.
– ¿Votarás entonces a Sergio Massa?
– Sí, claro. No lo voy a ocultar. Todo el mundo sabe que toda la vida he sido peronista y que me moriré, cuando me toque, siendo peronista.
– Bueno, hay gente que con el correr de los años ha cambiado de opinión, de ideología y de partido político. Por ejemplo, la actual candidata a presidenta Patricia Bullrich.
-Bueno... a ella se le fue la mano (risas).
El amor en todas sus variantes
– En Soles te referías mucho al amor, en canciones como “Casi sin querer”, “Vos, yo, uno más uno”, “Puerto Pollensa” y “Aquí y ahora”. ¿Cuál es la que más te representa actualmente, la más vigente en tu vida?
– “Uno más uno” sigue hablando de mí, por aquello de la media naranja, ¿viste? Uno, cuando se encuentra con otro ser y lo ama, tiene que ser una persona entera. Es uno más uno, no medio más medio. No hay que buscar medias naranjas sino enteros que se junten y se sumen, con todas sus imperfecciones y problemas, claro, pero seres enteros al fin. Esto es lo que sigue rigiendo en mi vida amorosa. “Uno más uno” es la que más me representa. Pero la más vigente hoy en día en mi vida es la que le escribí hace poco a Pato, que aún no está grabada.
– ¿Cómo se llama y qué dice la letra?
– Se llama “Quién me iba a decir a mí”. Y te adelanto la letra: “Quién me iba a decir a mí que a esta altura de la vida el amor me brindaría una relación así / Donde me siento cuidada, tan a gusto, tan mimada, sorprendiéndome feliz con un tecito en la cama a las tres de la mañana con aroma de jazmín / Coser no sabe, no tiene idea qué es bordar, pero sí sabe abrir la puerta para ir a jugar al póker / Y tantas risas y alguna lágrima también / Y estoy segura que Dios sonríe cuando nos ve / Quién me iba a decir a mí que ya todo lo sabía, que todavía tendría tantas cosas que aprender del respeto por la vida, desde una paloma herida hasta el llanto de un ciprés / Y ni hablar de la ternura de esta perrita peluda que tenemos de bebé”. En fin, en mis temas siempre hablo de mí y de mis cosas, y de lo que me pasa, por eso quien me quiera conocer que escuche mis canciones.
– ¿Es cierto que “Casi sin querer” fue escrita para Jorge Martínez? ¿Sabés que hoy está viviendo en la Casa del Teatro?
– Sí, fue escrita para él. También sé que debió recurrir a la Casa del Teatro y lo lamento mucho. Me hubiera gustado ir a visitarlo, pero la bronquitis me lo impidió. Lo quise mucho y lo sigo queriendo. Hoy no tenemos contacto, pero a lo largo de los años nos hemos juntado varias veces para hacer notas.
– ¿Sos consciente que “Puerto Pollensa” le dio permiso a mucha gente para vivir libremente lo que sentía?
– Sí, de todos modos yo creo que el amor es uno, después nos damos cuenta de los detalles... El amor es algo que sale de aquí (se toca el pecho) y que va hacia otro sitio donde hace imán. Eso no se puede controlar ni manejar, además no es algo que uno elija. Cuando alguien dice, de otro, “eligió ser gay”, se está equivocando. Eso no se elige, ¡quién querría meterse en semejantes problemas! (risas). Ahora está todo un poco más llevadero, pero en mi época, te digo, era dificilísimo. En ese punto la civilización ha mejorado.
– ¿Qué hubiera pasado si Sandra Mihanovich no te hubiera insistido para que le permitieras grabar la canción? ¿”Puerto Pollensa” nunca habría salido a la luz?
– Yo nunca habría grabado la canción, como finalmente luego hice. “Puerto Pollensa” no fue compuesta para integrar un álbum ni mucho menos para ser tan conocida. Era un tema íntimo, dedicado exclusivamente a una persona. Lo compuse para regalárselo. Lo grabé en un casete, acompañándome sólo con mi guitarrita, y se lo entregué a la persona indicada y punto. Claramente era un regalo personal, privado. No estaba en mis cálculos que trascendiera. Cuando ocasionalmente Sandra lo escuchó y me lo pidió para grabar, de entrada le dije que no, sobre todo porque pensé que nadie iba a entender nada, para mí era algo que sólo podíamos entender las protagonistas. Pero Sandra insistió tanto y tanto...
– ¡Lo bien que hizo! ¿Cuán importante ha sido el amor en tu vida? ¿Fuiste muy enamoradiza?
– El amor siempre ha sido muy importante en mi vida, pero no he sido una persona de muchos amores. Además, siempre he sido bastante fiel. Verdaderos amores tuve pocos, tres o cuatro, no más.
El romance inesperado y el definitivo
– ¿Tuviste un romance con Chico Buarque?
– Sí, con Chico tuvimos una historia linda, exactamente cuando me separé de mi marido Emilio Alfaro. Lo conocí acá, en Buenos Aires, en una reunión en la casa de unos amigos. Fue un flechazo inmediato pero ahí quedó. No nos vimos más, pero me enteré que me nombraba en sus recitales, entre tema y tema. Decía: “Marilina, Marilina”. Y como mi nombre no es muy común, los músicos se empezaron a dar cuenta que se refería a mí y me lo contaron. Después yo viajé a Brasil, lo llamé y ahí la historia tuvo otro peso.
– ¿La atracción y el amor por personas del mismo sexo nació en el exilio, en Puerto Pollensa, o fue algo que te acompañó durante toda la vida?
– Siempre estuvo, sí, no declarado ni vivido, en fin, no permitido, pero estuvo. Reconozco que tengo una parte... pero no es la única. Yo no me considero gay u homosexual. Soy bisexual. Si tengo que ponerme un rótulo, cosa que odio, es ese, el de bisexual porque he amado a hombres y a mujeres.
– ¿Qué te conquistó de Patricia, tu actual esposa?
– El humor. Nos reímos mucho. Desarrollamos un humor extraordinario y nos divertimos como locas. A cierta edad el humor es decisivo, vayan sabíendolo todos.
– ¿Es verdad que se casaron hace 10 años para poder compartir la obra social?
– No, pero algo así (risas). Lo hicimos para, en caso de que una termine internada, la obra social le permita a la otra compartir la pieza y tomar decisiones en torno a los tratamientos. Para ese tipo de cosas te exigen que seas un familiar. Bueno, ahora ya somos familia. Y, es más, te cuento que hoy también compartimos la misma obra social: la de SADAIC. Así que, a la larga o a la corta, no estabas tan equivocado. Valga aclarar, asimismo, que nos casamos en ese momento, tras ocho años de pareja, porque se podía, antes no nos estaba permitido hacerlo.
– ¿Qué balance hacés de estos 18 años de relación con Patricia?
– Mirá... este año he pasado por una enfermedad muy difícil, una bronquitis muy dura, que sumada a mi EPOC crónico, me puso casi al borde de... No te puedo explicar las cosas que hizo esta mujer por mí durante todo ese período, el cuidado que tuvo conmigo, el apoyo para que no me viniera abajo. Estuvo al pie del cañón como nadie, ninguna una enfermera hubiera hecho todo lo que hizo ella. Así que tengo tanto para agradecerle, cada vez más, cada vez más... Estoy cada vez más contenta de este vínculo, que es muy distinto a todos los vínculos anteriores. Este vínculo pasa por el cuidado. Me siento muy cuidada por ella y eso lo digo en la canción que le compuse y te comenté al principio. Nunca en mi vida me había sentido tan cuidada. Eso es muy, pero muy gratificante.
La música, la actuación y el retiro
– Volviendo a Soles, ¿cómo será la presentación en el Teatro Opera?
–Me gustaría saberlo a mí también (risas). Estoy escribiendo ahora lo que va a pasar el 10 de noviembre en el Teatro Opera, es decir, el guión. Seguiré contando mi vida en el escenario y en eso el show se parecerá a este reportaje. O sea, no tengo otra cosa para contar más que mi vida. Y las canciones acompañarán mi relato.
–¿Incluirá una puesta teatral? ¿Habrá invitados? ¿Cuáles?
–Sí, incluirá una puesta teatral, como siempre hubo en mis conciertos. Además estaré acompañada por una orquesta dirigida por Ángel Mahler, así que habrá muchos violines, violas y chelos y por eso será toda una nueva experiencia para mí –que siempre fui secundada por una banda- como para el público. Del show participará, como siempre, mi gran amiga y compañera de canciones Sandra Mihanovich. Pero esta vez estará más presente que en otras ocasiones, va a cantar conmigo mucho más que “Puerto Pollensa” y “Quereme, tengo frío”; por ejemplo, haremos a dúo “Escaleras mecánicas”. También habrá otra invitada: Ana Prada. La escuché cantar mis temas y me encanta cómo lo hace. Me asombró su interpretación de “Mis hijos naturales”, y cómo asumió lo que yo dije en aquella letra. Mi idea es, a través de ella, pasarle la posta a las nuevas generaciones.
–¿Cómo que pasarás la posta? ¿Con este concierto te retirás?
–Y... yo creo que mucho más no me queda.
–Pero Marilina...
-Primero, después de tantos años, voy a grabar un disco, pero en cuanto a cantar sobre un escenario, así a lo grande, yo creo que esto es lo último que haré.
–¿Cómo será el nuevo disco?
–Lo estoy preparando con Lito Vitale. Estará integrado por cinco canciones inéditas: “Quién me iba a decir a mí”, cuya letra te adelanté en exclusiva hace un rato; “Norma de vida”, dedicada a Norma Aleandro; “Nuestra zamba”, que compuse a pedido de Julia Zenko, que necesitaba un tema folklórico para uno de sus discos; “A mamá”, que es sólo instrumental porque no entraba en una sola letra todo lo que tenía para decirle a mi madre. Se la compuse cuando estaba viviendo acá conmigo y se estaba yendo... digamos que le hice una música para que la acompañara en sus últimos días en este mundo. La quinta canción, titulada “Lola Mora”, es para una serie de una plataforma, que ojalá algún día se concrete, sobre la vida de la famosa escultora. Si la serie, con libros de María de las Mercedes Hernando, llegara a hacerse realidad, volveré a trabajar como actriz, interpretando a Lola Mora en su último tiempo, en la vejez.
Tiempo de balance
– Hace unos meses cumpliste 80 años, todo un número, ¿no? ¿Fue una ocasión para pasar en limpio tu vida, para sacar conclusiones y hacer un balance?
– No, conscientemente no hice ningún balance. ¿Vos querés que lo haga ahora? ¡Mirá que son 80 años! (risas). Digamos que hoy estoy muy en paz conmigo, he hecho lo que he querido, pude vivir de esto, tanto de la actriz como de la cantautora y vivir bien, con una casa, una perrita y una relación afectiva como la que ya te conté. No sé qué más se puede pedir.
– ¿Te arrepentís de algo?
– Sí, de haber fumado. Por eso quiero aprovechar esta nota para alertar sobre el daño de los cigarrillos y pedir que la gente deje de fumar cuanto antes. Fijate vos que empecé a fumar porque tenía la voz muy finita. En los primeros sencillos que grabé tenía una voz de pito, bien insoportable. Entonces me dijeron que el cigarrillo agravaba la voz y ahí fue que empecé a fumar. Y fue cierto sólo que además de agravarme la voz me agravó la vida.
– Podríamos decir que ahora empezás a transitar la cuarta edad de la vida. ¿Qué esperás de ella?
– Salud, sobre todo. No quisiera ser una carga para nadie. Me pondría de muy mal humor terminar siéndolo; es decir, no poder abastecerme a mí misma, no poder hacer las cosas elementales. Eso me asustaría mucho, como digo en el tema “Fotos mías”: “Me asusta la vejez, la foto del final”.
– ¿Cómo quisieras que fuera “la foto del final”?
– Me encantaría que Dios me dibujara una sonrisa.
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