Marilina Bertoldi, la referente de la comunidad LGBT que se animó a romper una guitarra y “morir en escena”
Desde que dejó su banda, Connor Questa, inició un lento pero seguro camino solista que la llevó a ganar el Gardel de Oro y, recientemente, hacer una actuación consagratoria en el Luna Park; se presenta este domingo en FINDE, la feria de industrias creativas
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“Esta vez no me voy a morir en el escenario”, se ríe Marilina Bertoldi a manera de anticipo de lo que será su show como una de las artistas principales de la Feria y Festival FINDE, que se llevará a cabo este sábado y domingo desde las 13 y con entrada gratuita en el Estadio Único de La Plata. “Va a ser un ambiente muy familiar, así que pensamos la performance por otro lado. Va a ser full fantasía”. Así, la cantante y guitarrista hace referencia también a lo que fue su presentación en el Luna Park, en donde la puesta en escena y la propuesta incluyeron vestuarios, una guitarra de utilería rota y ella ensangrentada muriendo en ese acto. Así presentó Mojigata, su último disco.
Nacida en Sunchales, Santa Fe, en 1988, Marilina Bertoldi se convirtió en una de las referentes más importantes del rock en el último lustro. Después de disolver su banda (Connor Questa), editó tres discos con los que construyó una carrera sólida y relevante en términos de contemporaneidad. Más allá de la música, se volvió referente en mensajes que tienen que ver con la igualdad de género y los derechos de la comunidad LGTBQ+. Eso, por supuesto, la puso en el ojo de la crítica más conservadora. “Todo lo que haga todo el tiempo lo van a mirar con lupa”, dice. “Por eso voy por más. Estoy curada de espanto con lo que se diga, es una costumbre ya”. Más allá de eso, Sexo con modelos, Prender un fuego (con el que ganó el Gardel de Oro en 2019) y Mojigata forman parte de una trilogía clave para los tiempos que corren. El rock vuelto a hablar de los tiempos que corren. Esta vez desde una perspectiva queer. “Ahí está la vuelta de rosca, en encontrar un nuevo lugar donde pueda habitar”, dice Marilina con respecto a su propia obra y su actualidad. “Y siento que ahí sí tengo identidad. No es que intento hacer rock, quiero dejarlo al rock hace un montón, pero no puedo evitarlo (risas). Esos tres discos muestran el abanico del rock que me gusta y cómo lo siento yo”.
-Se te siente muy bien parada frente a las críticas. ¿Cuándo te diste cuenta de que eso iba a ser una constante?
-Me di cuenta desde que dejé la banda. Ahí ya me empezaron a matar. Ni anuncié lo que iba a hacer y ya me hicieron poronga. Pero hay dos formas de responder. Podés preguntarte, victimizarte, dar pasos al costado o ser más molesta todavía. Por eso le puse así al disco (Sexo con modelos); me gusta esa cuestión. Siempre que lo pueda sostener, no voy a hacer cosas solo por el impacto. Hice cosas que podían haber llamado la atención y no molestaron, no es lo más relevante eso.
-Y ahora el problema fue que rompiste una guitarra.
-Me gusta después ver qué pasa, porque nunca se qué se va a debatir. Con lo de la guitarra llegué tarde a esa discusión, lo que sí percibí es que se me cuestionaron cosas que jamás le cuestionaron a ninguna otra persona que haya roto una guitarra contra el piso. Llegaron a decir que no podía romper una guitarra por cómo está la economía, como si yo fuera la culpable. Yo soy una persona que tiene muchísimos motivos para estar enojada y romper una guitarra contra el piso. En esas mismas semanas hubo un montón de ataques a la comunidad LGBT. Se está por hacer un mundial de fútbol en Qatar y a todos les chupa un huevo lo que está pasando. Estoy harta de un montón de cosas, por eso quise romper la guitarra y darle una performance alrededor que contara una historia. Yo también terminé muriendo, me desangré con la música y esa pelotudez; hay contexto. No me victimizo, ya lo entendí: me van a cuestionar todo y lo tengo clarísimo. Y a los chabones que están re pegados nunca le cuestionan nada, pero nada, ¿eh? Ni una sola cosa. Pero hay algo que me divierte y el arte es eso, desde tu lugar mover algo que te parece relevante.
-Lograste que se debatiera otra cosa, no solo si el rock se murió o no...
-Nunca lo había pensado. Siempre se dice que se murió, hace 30 años se viene diciendo eso. Evidentemente muy muerto no está. Siento que soy de los pocos artistas de rock, no por mejor sino porque se debate y hay polémica alrededor mío y eso siempre fue el rock, y por eso se preguntan si está muerto, porque nadie cuestiona nada. Y hay otros estilos actuales que son rockeros en el sentido de la rebeldía, de ser irreverentes, pero nada está muerto si hace 30 años que se está diciendo que está muerto. Nada va a durar tanto como este estilo, es increíble. Es relevante incluso cuando no sea hoy el género que dé guita.
-¿Y te planteás tu lugar en el rock a la hora de definir lo sonoro en tus discos?
-No me lo planteo, siento que no pasa por una decisión, son cosas que se dan o no se dan. Me parece que estamos en un momento de tanto cambio y de tanta evolución en lo social y otras cuestiones que ya mi presencia en el ambiente es... no tengo ni que abrir la boca que ya es algo que está rompiendo con un statu quo de un estilo que siempre fue revolucionario o rebelde o cuestionaba y de repente ahora el género es cuestionado por sus propios artistas. Siento que ahí está la ruptura, más allá de lo que diga. Por eso no soy tan literal en mis letras. Siento que simplemente existiendo ahí estoy haciendo algo. Pero ya le encontré la vuelta, el Luna Park dejó en claro que encontré mi lugar. Todo lo que quiero de la comunidad queer, de la noche, de las perfos, es cómo se maneja la seriedad y la poca seriedad con que te tomás las cosas, la ficción y la fantasía. Siempre quise hacer un show super queer pero yo hago rock y al público queer le gusta el pop, pero al final fue: “¿Qué me importa?”. Lo hago igual y ahí está la vuelta de rosca, en encontrarle un nuevo lugar donde pueda habitar.
-Tu carrera solista siempre fue en ascenso, no solo en cuanto a convocatoria sino en cuanto a visibilidad. ¿Sentís que estás en estado de gracia? Todo lo que hacés genera rebote.
-No siento que estoy en esa situación, siento que siempre estuve ahí y ahora tengo la estructura para bancarlo. Subsistí todos estos años con una propuesta orgánica, porque no estoy atada a nada que me infle, a una ecuación segura o certera de hacer feats todo el tiempo. Bueno, entonces vamos a full con esto porque me hace feliz, prefiero que me dejen de seguir pero hago lo que me gusta porque después el cargo de conciencia es grande. Si hacés algo que no te gustaba solo para... no sé, no lo puedo entender. Si funciona pero no te representa tenés que seguir haciéndolo para sostener eso, es humo y no quiero eso, mi vida está muy bien y creo que es importante generar tu propio idioma y tus lógicas. Si después no te dan bola, ya está.
-¿Y no es más difícil sostener esa postura en un presente tan atado a los números de las plataformas y las redes sociales?
-Cada uno hace y decide sobre su carrera lo que quiere hacer, hay cosas que se ven raras y creo que cuando pase el tiempo se va a ver mejor esa rareza. Hay movidas que responden tanto más a un mercado que a una necesidad o visión más artísticas, pero pueden ir de la mano y ahí no, y es tan evidente y decís: ¿Cómo te da la cara? Es re loco. Son decisiones y distintos tipos de carrera pero creo que te condicionan mucho, te vuelven preso. Hacés eso un poquito y después tenés que aceptar; te vuelven esclavo. Yo no les significo nada en esos sentidos. En términos de números no soy alguien que pueda hacer que se interesen, funciono en mis términos. Creo que te prestan atención cuando les podés servir en algo, entonces si fuera por una cuestión de respeto o peso artístico... pero siempre siento que a nadie le interesa mucho eso. Estamos muy verdes con esto de los números, muy contagiados de eso que es propio de un estilo y un género, pero de alguna manera se metió en todo y están todos muy hambrientos. Y hay que entender que responde a un solo estilo porque es parte de una generación que se mueve de una manera, el resto seguimos haciendo nuestra vida. ¿En qué momento tenemos que estar prestando atención a esto, ¿no? Es raro.
-Y no siempre esos números se condicen con la realidad...
-O sí, puede estar relacionado directamente pero si esa es la vara, ¿cuántas cosas que no son un fracaso quedan en un fracaso? ¿Con qué ojos lo empezamos a mirar? Es nocivo en ese aspecto también porque hace que no puedas disfrutar, está muy basado en los límites que cruzó el otro: tantos likes, tantas views, tantos comentarios. Y si yo no llego a eso, soy un fracaso. ¿Pero la canción la hiciste con tus amigos? ¿No la estás pasando bien? Eso es lo que tenemos que poder ver, obvio que está bueno que funcione y puedas pagar las cuentas con eso, pero hay un todo. Por eso digo que estamos verdes todavía, hay un embelesamiento con los números que es humo, los números no son tan reales tampoco, hay lugares a los que entrás que disparan ciertas cosas, no todo es orgánico. Y cuando son reales son cosas muy especiales que le pasan a algunas personas y no se puede condicionar a que le pasen a todos. Yo deseo que se empiecen a despertar un poco y a no enfermarse con eso.
-Y en ese contexto, intentar hacer discos que digan algo...
-En cada disco hablé de lo que era candente para mí y de lo que me sucedía. Ahora hice un revisionismo de esa época, de cuando era nena y adolescente en el pueblo y lo que eso me dejó, que yo pensé que era pasado y pisado, pero no. Entonces hablé de lo que me estaba pasando y para mí los nombres son muy importantes, me encanta el concepto del nombre, me divierte elegirlo. Estoy atenta siempre a que aparezca, que resuma de algún modo el hilo que tiene algo. En este disco lo pude poner antes, me ayudó que esté todo unificado. Quedó claro que me gustan los nombres llamativos, no desde la sonoridad necesariamente, sino desde la resignificación de algo. “Mojigata” se usó siempre despectivamente y ¿qué onda si alguien se hace cargo y dice: “Yo soy esto” o “Con esto cargo”? Es mucho ponerle un nombre a un disco porque quedás pegado después. En una época teníamos nombres que sonaban lindo, eran belleza nada más. Y a mí hay algo de lo grotesco que me gusta. Sexo con modelos es groncho, burdo y me gusta de esa molestia que te hace pensar un poco. No le tengo miedo, en el momento de decidir, que pueda ser feo. Que genere algo feo me parece hasta importante en muchos sentidos, pero en el nombre me gusta.
¿Cómo es eso de también llevar esas fantasías que de chica solo proyectabas en tu cuarto a un estadio? ¿Recuperaste alguna puntual de esa época?
-Se siente increíble. No hay nada puntualmente literal de cuando era chica, pero lo de romper la guitarra es medio punk y la ira, que me encanta porque además es real, es lo lindo de la fantasía. Es personificar una emoción, yo estaba deseando romperla, se me fue acumulando una bronca. Pero ahora surgen nuevas fantasías y reconectar con esa niña, que es el período más creativo de todos, la niñez, y poder volver a ese sentimiento de no me importa nada... lo voy a hacer porque me divierte; es lindo, ahí está mi diferencial.
-Por parafrasear una letra tuya: ahora estás enojada y preparada.
-Fue darle un cierre a una época en la que subía el escenario enojada, me agarraba con Prender un fuego. Me despertaba esa emoción y fue en un momento medio clave, que podía llevar la energía de muchas personas. Y yo ya no estoy más enojada, tengo otras sensaciones que se parecen, pero esa semana me dieron pie para estar enojada con este mundo berreta, que vamos para atrás con todo y dije basta. Tengo motivos para estar enojada hay algo que está ahí y es una decisión dejarlo salir, el mundo nunca dejó de estar en un momento especial. Veníamos de ver avances en lo social y siento que ahora está pasando todo lo contrario, hay un levantamiento del otro lado que tiene mucho poder y engaño. Es una fuerza de maldad y egoísmo que no se puede creer, asusta mucho y creo que se vienen épocas oscuras y tenemos que estar más unidos que nunca. Y los artistas que estén para alzar la voz van a ser muy valiosos, después de una época más banal si se quiere, va a volver esa energía y empezó a pasar. Por ejemplo Trueno, que mencione a Maldonado no es tema menor, te guste o no. Es mencionar una persona de la que se banalizó su muerte, y que fue horrible todo lo que pasó y Trueno lo dice. Me parece que está existiendo para algo más que la jodita y todo eso, que esté buenísimo, pero esto es una relevancia de la memoria, de la historia. Eso requiere huevos y no cualquiera lo hace.
-¿Cómo hacés para que el enojo le gane a la tristeza? Al menos en lo artístico.
-Estoy triste todo el tiempo y la música es el canal para sacarlo como enojo. Funciona así, es difícil encontrar un momento en el día a día que pueda sacar ese enojo y tenga sentido, salvo que hagas boxeo (risas). Por eso es muy importante expresarse, escribir. Estamos viviendo momentos difíciles y encima tenemos que aparentar todo el tiempo. Por eso me parece tan importante el rol de estos personajes de ciertos estilos, por eso creo que el rock, y el punk sobre todo, van a cobrar relevancia. Tengo mucha fe. Porque todo el día es sufrimiento, dolor, angustia y después quizás relajás un poco pero...
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