Mariano "Uña" Ramos: un profeta en otra tierra
Anteayer se despidió uno de los símbolos del sonido de la Quebrada de Humahuaca en el mundo. Pocos días antes de cumplir 81 años, Mariano "Uña" Ramos murió en Francia, donde vivía desde principios de la década del setenta.
Su vida comenzó el 27 de mayo de 1933 en la ciudad jujeña de Humahuaca, pero su historia con la música es de cuando tenía 4 años y su padre le construyó la primera quena, quizás intuyendo el futuro que le esperaba.
Claro que no todo fue intuición. También hubo en la vida de Uña Ramos varios años de conservatorios, consejos escuchados y decisiones tomadas que fueron las correctas. Cuando era chico y estudiaba en Santiago del Estero escuchó a la hija de Andrés Chazarreta, que le dijo: "Vos no sos músico, son un creador". Y cuando tuvo que decidir el lugar desde donde desarrollaría su camino, por la poca respuesta que encontraba en Buenos Aires, se fue a París. Era 1971 y el comienzo de una exitosa carrera que alcanzaría casi treinta discos propios, dejaría registros con Paul Simon & Art Garfunkel (el tema "El cóndor pasa") y composiciones propias, como "Una flauta en la noche" (quizás una de las mejores representaciones de su estilo y de su arte), la zambas "Eve" y "Mercedes" (dedicada a Mercedes Sosa) y "Puente de madera".
Luego de una década viviendo en Francia, ya era un músico bien instalado, con una buena agenda de giras y 11 discos grabados (uno de ellos en Japón). Pero siempre buscaba alguna conexión con la Argentina. Decía que trataba de hablar español cada vez que podía, porque era una lengua aprendida en el colegio, ya que en su casa se hablaba quechua.
"Salí de la Argentina como todo el mundo. Partí de Buenos Aires en 1971 y llegué a París invitado por mi sello discográfico, con dos discos bajo el brazo para hacer la presentación -contaba en Berlín a la nacion, a propósito de una actuación que estaba dando en la sala de la Filarmónica de esa ciudad-. Se podría decir que allí entré en el comercio mundial. ¿Cómo llegué hasta aquí? Yo vivo en el mundo, soy ciudadano del mundo. Vivo en el país que me recibió: Francia; pero tampoco me siento francés sino que simplemente vivo allí, y sólo de vez en cuando."
Para buena parte del público europeo, un concierto de Uña Ramos era una manera de encontrarse con sonidos andinos, con cierto estereotipo de personaje representativo de los pueblos originarios de América del Sur (la expresión de su cara, el cabello largo y blanco de los últimos tiempos, como el de un sabio chamán).
Sin duda, fue parte de esas "músicas del mundo" que tan buena acogida tuvieron en Francia, aún en los setenta, cuando Uña Ramos se instaló allá y todavía esa corriente no se definía en esos términos.
Pero, a la vez, Uña Ramos fue muchísimo más que todo eso. Era un excelente emisario de una música profunda, simple y bella, y un artista singular, más allá de todo lo que lo rodeara y del contexto en el que producía su música.
Su ascendencia quechua y asiática (según los relatos de su abuelo) y esos trémolos que hicieron escuela y que, seguramente, se van a extrañar.
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