Mariano Martínez, de Attaque 77: "Tuve que manejar durante mucho tiempo trastornos de ansiedad, ataques de pánico"
"Es otra cosa, sin duda", dice Mariano Martínez, guitarra y voz de Attaque 77, sobre la "nueva normalidad" de la música en vivo por streaming en la que la banda incursionó por primera vez en el último Cosquín Rock y a la que vuelve -ahora por las suyas- este viernes con el show La historia de Attaque por Attaque.
Dice que es otra cosa, sí, pero no necesariamente algo negativo: "Tiene algo bueno: es una manera de ver al grupo en detalle, como vernos en un especial de televisión o espiar un ensayo. Con un sonido muy cuidado, además: esto va a sonar como un disco", remarca. Con 33 años en marcha, el trío que integra con el baterista Leo De Cecco y el bajista Luciano Scaglione (ambos propietarios de Strummer, el bar desde donde se transmitirá esta presentación) se sobrepuso a todos los obstáculos que fueron apareciendo en el camino: cambios en el gusto del público masivo, deserción de integrantes, vaivenes de la industria musical, ¡hasta una pandemia! Y, sin embargo, dice Mariano, están más fuertes que nunca: "Me entusiasma mucho mostrarnos en esta circunstancia porque me gusta el presente del grupo. Para mí es lo mejor que hemos hecho hasta ahora. Estamos ensayando y yo estoy muy conforme".
De su presente, de la trayectoria que repasarán en su concierto, de los vaivenes del rock como música popular y de la extraña situación de haber sido noticia -por primera vez en más de treinta años como personaje público- por su vida personal (a partir de su relación con Valeria Lynch) y no por su música hablamos con el artista
-¿Te complica sacar nuevo material el hecho de tener tantos hits? ¿El público sigue receptivo o quiere más de lo que ya conoce?
-Sacar un disco nuevo es un desafío. Hay que competirle a la historia del grupo. Y el disco [Triángulo de fuerza, 2019] se la bancó bien. Ahora, después de más de un año que salió, podemos decir que estuvo a la altura. En los últimos años los más seguidores del grupo empezaron a manifestarse que querían escuchar algo nuevo. Eso nos llamó la atención, porque en un momento nosotros dijimos: "¿será que el grupo ya hizo todo? ¿tenemos que sacar canciones nuevas o ya no?". Yo me lo pregunté. Pero mucha gente nos hizo saber que quería escuchar material nuevo. Y ahí empezamos a juntar cositas que teníamos acumuladas. Sacamos un primer EP de cuatro temas, y en medio de eso cumplimos treinta años. Así que dejamos eso en suspenso, y lo de los treinta años fue como un año y medio de gira. Y lo retomamos. Entonces el disco terminó saliendo el año pasado pero venía de un proceso que duró un par de años. Y fue bien recibido. Le compite bien a la historia del grupo.
-¿Hay que acostumbrarse a que el rock ya no sea sinónimo de música joven? ¿Se trabaja distinto a partir de eso?
-Sí, pero lo vimos subir y bajar un par de veces. Cuando yo era chico y me empezó a gustar el rock era algo de culto. Marginal, podríamos decir. Había una resistencia de la sociedad a lo que era el rock. Después, en los 80 tuvo un momento. Después bajó de nuevo. En los 90 hubo una explosión muy grande, donde todos los niños se hacían rockeros y querían tocar un instrumento. Ahora la música de moda es el trap. Incluso el reggaetón parece que ya pasó. Perdón, pero no me importa. Qué sé yo, imaginate si me va a importar. Ni siquiera el rock: Attaque 77 se puso de moda en un momento, después pasó al olvido, después volvió, después pasó al olvido otra vez. Siempre hablando del público masivo: por supuesto que hay un montón de gente a la que le gusta la música de verdad y le dedica tiempo a eso, la investiga, la estudia. Como hago yo: compro discos y siempre estoy escuchando, leyendo qué pasa. Pero después, lo que te van a mostrar las grandes compañías, los grandes medios, lo que se difunde poderosamente no es el rock. Yo en lo personal nunca me guié por lo que está de moda. Nunca me puse la ropa que te dicen que te tenés que poner y nunca escuché la música que te dicen que tenés que escuchar. Soy quien quiero ser yo. Ahora todos con el mismo corte de pelo, todos bailando la misma canción y todos haciendo lo mismo a la vez: eso lo vemos siempre. Hoy es el trap, mañana será el rock, pasado será la cumbia… una y otra vez.
-De hecho, el punk es más eso -ser quien querés ser, pensar por vos mismo- que pincharte con alfileres de gancho.
-Sí, totalmente. Podemos ponerle el nombre que quieras, punk o lo que sea, pero ser quien querés ser: guau, directamente sos libre. Intentar ser uno mismo más allá de lo que pretenden imponernos, y más hoy en día que todos tenemos una computadora en la mano bombardeándonos información de qué es cool o qué está pasado de moda. Con todo ese bombardeo, intentar ser uno mismo ya es una actitud muy revolucionaria.
-¿Hay en la historia de Attaque temas que escuchás y sentís que ya no podés tocarlos, que no te representan?
-Por supuesto, un montón. Algunas canciones que yo he compuesto y que me suenan de otra época, no las siento actuales. O composiciones de algún otro integrante del grupo, que pienso: ‘Esto no me pertenece y es de alguien de hace mucho’. O canciones que hemos compuesto entre todos. En tantos años hay de todo, y sobre todo siendo tan chicos cuando empezamos: yo tenía 16 años. Para nosotros era un juego, una travesura. Entonces obviamente que siendo un adulto hay cosas del grupo que no se pueden sostener, porque son chistes de cuando éramos chicos. Y hoy no me representan. Así que sí, ahí hay un filtro. Pero, por otro lado, sí, yo a veces canto "hay una bomba en el colegio", y la manera de no sentirme un pelotudo es entender que es como mostrar un álbum de fotos viejas. "Esto cantábamos cuando teníamos 16 años". Y contarle a la gente, mostrar una foto vieja. Es una buena manera de verlo y poder cantar algo que hoy no tiene mucho que ver con nosotros. Y hay muchas canciones que resistieron el paso del tiempo y las canto hoy y me representan de la misma manera que en aquel momento. Envejecieron bien. "Donde las águilas se atreven", "Espadas y serpientes", "Hacelo por mi"... canciones que se la bancaron.
-En cuanto a tus roces con la masividad, seguramente "Arrancacorazones" te agarró más maduro, pero "Hacelo por mí" fue un boom y te llegó a los veinte. ¿Cómo le pega a la psiquis de un punk que apenas dejó la adolescencia terminar sonando en las FM hiteras al lado de Luis Miguel?
-Lo que teníamos claro nosotros era que queríamos llegar a todos lados. Entonces, que las FM hiteras al lado de Luis Miguel pasen una canción de Attaque 77 era ganar un espacio para nuestra música. Pero no para nosotros: para visibilizar una movida que estaba ocurriendo, que no éramos nosotros solos, eran un montón de grupos. El compilado Invasión 88 muestra sólo algunos de los grupos de esta movida que estaba ocurriendo en aquel momento. Nosotros lo vivíamos así. Cuando grabamos nuestro primer disco yo tenía un grupo de amigos que después me dieron la espalda. Tuve que cambiar todas mis amistades porque todos me miraron como "¿viste este pendejo careta que ahora graba un disco?". Como que sos un vendido, un traidor. Se armaba una cosa medio de élite en la movida del punk de aquel momento, y yo tenía un par de amigos que pateábamos juntos que eran de otras bandas y no me hablaron más. Eran como celos. Eso pasó y generó un complejo. Eso grabando el primer disco, y con el segundo con "Hacelo por mí", imaginate. El grupo se volvió masivo por una canción que sonó en todos lados. Cuando explotó "El cielo puede esperar" también explotaron los Ramones en la Argentina, y un poco estábamos acompañando la explosión de ese sonido nuevo que era esta música. No sólo de punk, también de heavy. Había una música pesada que estaba surgiendo en esos años y a nosotros nos tocó estar juntos en ese momento. Fue algo necesario y por eso vinieron después otros artistas que se fueron formando por influencia de lo que pasó en aquel momento. Pero en aquel momento fue acomplejante, y por eso después de "Hacelo por mí" el grupo se oscureció un poco, se endureció nuestro sonido, y tardamos un par de discos en sacarnos ese complejo y retomar una evolución más natural. Y a partir de discos como Un día perfecto empezamos a decir: "bueno, no tenemos que darle explicaciones a nadie, hagamos lo que queramos".
-¿Alguna vez Attaque estuvo en riesgo de volverse un trabajo para vos, un lugar al que ir y cumplir nada más?
-Sí, más de una vez. Porque se vuelve una rutina, y hay muchos intereses que se crean alrededor de una banda que empieza a generar dinero. Más allá de que es nuestra vocación: esto nació de un acto de amor, y vos cuando nace tu hijo no pensás que estás haciendo un negocio. Yo quería ser músico, me junté con gente, hicimos un grupo y nunca estuvo pensado como un negocio. Pero con los años se convirtió en un laburo, no sólo para nosotros sino para un montón de gente, y se genera un interés que hay que encontrarle un equilibrio. En su momento el alejamiento del Chino Vera, nuestro primer bajista, o cuando se fue Ciro (Pertusi): evidentemente había algo que tenía que terminar, o una fórmula que no funcionaba. Esas crisis reordenan los valores y nos ponen a movernos de otro modo. Y con los años nos pusimos en un lugar más balanceado: si bien es nuestro trabajo, si no lo hacemos con amor y alegría no sirve para nada. Seríamos de plástico.
-¿Cómo viviste la novedad de haber salido en los medios por tu vida personal y no por tu música, en el último año?
-Lo vi como de afuera, no lo comprendo. Como que no tengo nada que decir de mi vida personal. Como si se hubieran equivocado. Porque en realidad, ¿a quién le importa mi vida personal? Me hizo ver que incluso hay gente que juzga a los demás por lo que hace con su vida personal. No tengo mucho para decir de eso: creo que no le importa a nadie. No es lo más interesante que yo tenga para contar. Ahí es donde se da un desfasaje entre lo que el otro quiera escuchar y lo que yo considere para destacar. El aporte que yo tengo para hacer, que creo que es un buen aporte que yo puedo hacer, es hacer música, la mejor que pueda, y transmitir el mensaje más amoroso que sea. Y después, sobre la vida personal mía o de quién sea, no tengo demasiado interés.
-Hay gente que la expone voluntariamente, pero no es tu caso.
-¡Ni ahí! Hay gente que juega ese juego, pero yo estoy completamente afuera de todo eso, y sigo estándolo. Para nada tuve ni tengo interés en que mi vida personal sea pública. Así sigo moviéndome. Yo sigo igual que siempre, rodeado de mis instrumentos y mis discos, pensando en música, y me parece raro y loco que a alguien le importe mi vida personal. Después, encima está Mariano Martínez el actor, que por ahí a mucha más gente le importa su vida personal. Entonces dije "qué loco que esté pasando esto". Pero bueno, pasó. Me pareció extraño, pero bueno, nada, sigo en lo mío.
-¿Dejó secuelas todo eso? ¿Te paranoiqueó de alguna manera?
-Siempre soy paranoico porque tengo una cuestión de ansiedad. He tenido que manejar durante mucho tiempo trastornos de ansiedad, ataques de pánico, que por momentos no se hace tan fácil manejar. Incluso con el grupo me ha pasado. Tengo que manejarlo, no me es tan fácil. Por momentos lo manejo mejor, otras veces no tanto. Es un aprendizaje. La vida te pone en situaciones locas, en lo profesional o en lo personal, que lo tomo como un aprendizaje. Soy un aprendiz. La explicación es esa. Las cosas que me pasan en la vida son cosas que ocurren para que yo aprenda algo. Está buenísimo pensarlo así. Somos aprendices. El que cree que ya aprendió todo se pierde algo importante.
La historia de Attaque por Attaque. Este viernes, a las 22. Entradas a la venta en
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