María Campos, sobre el rumor de una supuesta relación con Adrián Suar: "Fue una movida totalmente machista"
La música sana. Así lo confirman historias como la de María Campos, quien debió atravesar todo un camino de desafíos y "santo entendimiento" para lograr abrazar sus dolores. "Nadie me trató peor que yo en mi vida", dice con crudeza a LA NACION esta mujer que, después de decirle que no a Gustavo Santaolalla, no quiso volver a quedarse con un "qué pasaría si..." y aceptó la invitación de Adrián Suar para hacer la cortina de "Separadas", la tira de El Trece que interrumpió sus grabaciones cuando se estableció la cuarentena obligatoria por la pandemia de coronavirus.
Con su canción sonando en la pantalla chica y ella dando un gran paso en su carrera musical, algunos intentaron justificar la oportunidad que se había ganado y señalaron que tenía una relación con el productor.
-Se habló mucho de que estabas con Adrián Suar, ¿te dolió el rumor?
-No, me hizo mucha gracia porque nunca tuvo ninguna intención ni me invitó a salir, aunque me hubiese encantado. La verdad es que fue una picardía que no se le haya ocurrido porque él me parece lo más. Si hubiese sido verdad era otro cantar y quizás sí me hubiese molestado que se le diera tanta importancia. Fue una movida totalmente machista. Llegué por mi música. Creo que la gente sabe cuando las cosas son verdad o mentira y esas cosas, si no te enganchás, casi que son simpáticas.
En medio de esos comentarios, ellos tuvieron una conversación en la que María se permitió bromear: "No te cuelgues de mis tetas, por favor. Ya te hice la cortina, dejá de tirar prensa falsa porque me estás usando. Ya no saben qué hacer conmigo: la cortina, me llevan a El Host..." (el programa que Suar producía y conducía en Fox).
-Tenés canciones con impronta feminista compuestas hace más de diez años y te has definido como una "deconstruida de pura cepa". ¿Cómo lidias con el machismo?
-Creo que la música en mí fue un camino de batallar la igualdad. Yo empecé a cantar y me acuerdo que me querían poner de corista en la banda. "Corista, tu abuela, yo canto. Dame si querés menos temas, pero yo no te voy a hacer los coros". Me dieron una canción, después tres, después cinco y después pasé a ser yo la lead vocal. Atravesé una búsqueda de igualdad silenciosa, que fue inconsciente pero feroz. Cada uno tiene su manera de batallar contra el machismo y a favor de la igualdad. Yo por ahí no voy a las marchas porque no me sale, pero sí me sale escribir canciones y batallar a mi manera y con mi bandera.
Según cuenta, desde esa primera vez que tocó en un show a los 16 años en Pacha siempre participó de bandas de hombres en las que tuvo que ir haciéndose un lugar. "Me ponían el micrófono bajito porque ellos querían escuchar su solo. No hay nada peor que un músico, yo los detesto. Tuve que empezar a hacerme valer, hasta que un día dije: ‘Me voy a hacer mi banda y a mí me van a respetar’, pero no porque a mí se me ocurra, sino porque ‘la voz va al frente’".
La cantante termina de decir eso, guiña el ojo y confiesa que repite "la voz va al frente" casi como un mantra desde que es adolescente. "Es típico de banda de pibe que toque una minita y la tapen. Conmigo no. Lo mío fue una lucha de poder para con los hombres en la música, sí o sí, aunque en ese momento no me di cuenta".
-Dijiste que "Separadas" no es solo separarse de una pareja, sino también dejar atrás hábitos tóxicos o cosas que hacemos que nos lastiman. Vos, ¿de qué cosas te tuviste que separar?
-(María, que solía hablar mirando un punto fijo en la pared, de repente clava los ojos en el suelo) "Me tuve que separar de una parte tóxica y autodestructiva enorme adentro mío. De varias partes mías. En el fondo después me di cuenta que la gente solo refleja partes de uno y yo estuve muchos años muy deprimida de chica; muy. Y me costó mucho salir adelante, también por eso no saqué un disco antes. No podía".
Tal como cuenta, se salvó con tres grandes pilares: terapia -de todo tipo-, la música y el nacimiento de Violeta, su hija que hoy tiene 12 años. "Me ayudó un montón porque te dejás de mirar en el ombligo y mirás otro ombligo. Me empecé a curar con ella y el amor que trajo a mi vida", sonríe con ternura esta madre que intenta darle espacio a su hija para que pueda descubrirse a sí misma y hacer su camino. "No crio a mi hija pa' que rija y reine, sino para que este mundo la despeine" ("Charlita Veneno", Popular).
Y agrega: "También tengo una muy linda familia, que siempre estuvo para mí; pero igualmente, cuando tenés que salir adelante de una cosa así, estás muy solito. Estamos más solos de lo que creemos. Pedí muchas veces ayuda y fue muy largo, entre 10 y 15 años, pero acá estoy".
No aclara qué es concretamente lo que debió afrontar, pero confiesa que sus últimos dos años del colegio "fueron traumáticos", que "le agarraba fobia y no podía salir de su casa", que sufría mucha ansiedad y que tenía problemas alimenticios. "Es como si hubiese venido al mundo sin amor propio, eso es lo que siento: que químicamente no respondía a una entidad con emoción".
En medio de ese torbellino en el que tuvo que comenzar a construir una relación consigo misma de cuidado, autoestima e identidad, María descubrió el concepto del "Santo Entendimiento", nombre con el que tituló su último álbum. Para ella, en esas dos palabras se enmarca "el deseo de seguir adelante sin tener garantías". "Es esa pulsión de vida, de que pase lo que pase uno tiene ese deseo de seguir viviendo y de levantarse. Estuve en el infierno, pero no puedo dejar de apostar", reflexiona.
A sus 36 años, mira con desprecio los tatuajes que se hizo en aquella época, y dice: "Debo haber tenido épocas en las que no escribía y me escribí el cuerpo. No significan nada más que canciones que no escribí en un papel, y tristísimas por lo visto". Pero descubrió que podía escribir para refugiarse y transformar el dolor en poesía, melodía y libertad. "Yo hago música para sobrevivir. Me hubiese encantado hacer otra cosa y estar mejor de la cabeza, ser una persona más estable y no desbordarme tanto con las emociones, pero esta música me vino a buscar y me encontró o la encontré. Y nunca más me pude desligar".
"No me interesa componer una canción si estoy bien. Solamente es desde la incomodidad que yo necesito una nueva dimensión porque donde estoy la estoy pasando muy mal", dice, y define: "La música es una compañía que si estoy contenta no busco. Salgo a vivirlo".
Así fue un día que, luego de que su amigo y productor de cine Fernando Sulichín le hiciera el contacto, esta artista agarró su guitarra y salió al mundo. Más precisamente, al hotel Alvear, donde la esperaba Santaolalla, que se alojaba allí bajo el pseudónimo Eugenio Man. "A ver nena, tocate un par de canciones", le dijo el músico. Revive este momento como si una parte de ella aún no comprendiera lo valiente que fue aquel día en que, sin saber tocar bien la guitarra, se animó a hacerlo.
Luego de escuchar cinco o seis temas, el productor musical se paró, extendió su mano y soltó: "¿Hacemos un disco? En enero estoy acá". Ese día se fue feliz, pero el hechizo se fue deshaciendo. "Duró, tipo Cenicienta, hasta las 12. Le pude mostrar mis canciones, pero después me volví a desinflar y me hice calabaza". María comenzó a sentir que su arte era "ridículo" y declinó la oferta.
"No me arrepiento porque no existe arrepentirse de algo que pasó. Lo que sí existe es hacerse cargo y cuando uno hace valer sus errores, por grandes o chicos que sean, tiene derecho a su historia. El tema no es errar, sino aprender de los palos que uno se da y de las limitaciones que no pudo enfrentar".
-Hay dos escenarios posibles: o se podría haber adelantado el éxito o no te hubiese encontrado tan preparada para recibirlo…
-No sé qué hubiese pasado. Yo trato de no pensar. Hice y hago mucha terapia y un gran error que tengo es suponer. Te pido disculpas, pero me ha hecho tanto daño, que lo tengo prohibido y no me dejan suponer más.
-Voy a hacer un poco de trampa, entonces. Tu música transita muchos géneros: tenés un poco de tango, flamenco, te has animado al rap, e incluso tenés canciones más de blues, rock o boleros. En una nota dijiste "voy a tener que inventar un género nuevo", ¿cómo sería ese género?
-Esta la puedo contestar (risas). Yo no tengo prejuicio musical. Eso de dividir para reinar nunca fue lo mío. A mi me gusta combinar todo: la gente, las ideas, las emociones. Me da más seguridad la combinación, aunque no es algo que haga consciente. Además, a los géneros los veo como personalidades. En el fondo, si estoy enojada se me va a dar por una cosa más rapera, si estoy vulnerable voy a querer hacer más un bolero. Ahora que ya escuché y pasé por todos los géneros que tienen nombre, me imagino que el tercer disco, que seguramente se viene el año que viene, va a tener que ver más conmigo que con lo que escuché. Aparte no estoy escuchando música hace muchos años, entonces las influencias entran, pero no tanto y por ahí ya estoy preparada para afianzarme en mi propia voz y estilo.
María cuenta que ya tiene el tercer disco casi escrito y que eso le da mucha paz porque, ahora, "casi que por primera vez", está bien en una relación. Tal como revela, "tenía un patrón: hacer todo mal y hacer canciones"; por eso entre risas bromea: "Ahora vamos a ver qué pasa. ¿Mirá si estoy muy contenta y no escribo más?".
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