Marcelo Pelleriti, el enólogo del rock: de preparar los vinos exclusivos de Juanchi Baleirón y Fernando Ruiz Díaz a subir al escenario con su propia banda
Después de años de elaborar vinos con músicos como Fernando Ruiz Díaz, Juanchi Baleirón y Felipe Staiti, entre otros, el enólogo decidió mostrar su faceta de músico; sus primeras canciones, sus shows y su nueva vida
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Marcelo Pelleriti no es solo uno de los principales enólogos del país, el primero que obtuvo en Latinoamérica los 100 puntos Parker, sino también un músico apasionado, cocreador del Festival Wine Rock y autor de un nuevo disco en el que lo acompañan en canciones referentes como Fernando Ruíz Díaz o Juanchi Baleirón.
En el álbum, al que llamó Marce Pelleriti y La Lira de Apolo, el enólogo presenta parte de su universo musical entre el rock y el pop con cancionero propio. El trabajo incluye temas de alto impacto como “Bat Hero”, un blend de guitarras y violines con guiños al rock progresivo, con voz del autor y del líder de Catupecu Machu, y otros cargados de sensibilidad como “Horizonte”, en el que participa el cantante de Los Pericos.
“Este disco amerita una escucha atenta y paciente sin correr esperando un estribillo para repetir”, sugiere el productor y compositor Gabriel Améndola, quien trabajó en la realización del álbum de la mano de Pelleriti, de quien señala: “Ya todos apreciamos y nos conmovemos con su arte a la hora de hacer vinos; en comparación con ese fantástico mundo, su música no dista mucho de una cosecha de alta gama, por la minuciosidad y la paciencia con que se hizo”.
Las canciones se gestaron en pandemia, cuando la inspiración llegó acompañada de la lectura de autores como el músico barroco y psicólogo francés Pascal Quignard, al que el enólogo llegó por recomendación de su esposa, la psicoanalista y curadora Gabriela Nafissi. Lo impactaron reflexiones como las volcadas en el libro El odio a la música, “a la que se relaciona con la muerte: una tripa de un animal es una cuerda, los violinistas tocan en un campo de concentración”. Bajo éstas y otras influencias y con un bagaje musical de años, gestó su disco.
“El álbum es por momentos más sinfónico y melódico; por otros muy potente, con mucha guitarra, desde la que parten las composiciones”, destaca el productor. Y apunta: “En el disco están presentes el aporte y la participación de quienes siempre inspiraron a Marcelo, como Fer Ruíz Díaz, Felipe Staiti, Déborah Dixon, Juanchi Baleirón, Víctor Silione y Guillermo Rigattieri, entre otros. A lo largo del proceso, el gran hallazgo fue ‘el Marce cantante’, con un vozarrón que nadie se esperaba, con su absoluta entrega y humildad, sus letras y su búsqueda a la hora de autoexplorarse con todo su potencial”.
Tras el reciente lanzamiento del álbum, cuya presentación en vivo comenzó el año pasado y continúa junto a la banda por distintas localidades del país, el mendocino dio por finalizada recientemente su cosecha número 52, todo un hito en la vida de un enólogo de 54 años. El experto desarrolló durante tres décadas vinos en Mendoza y en Francia, en la localidad de Pomerol, donde se ubican algunos de los mejores terroirs del planeta.
Entre viñedos y guitarras, Pelleriti hace de sus dos universos uno: cerca de su cama lo espera cada mañana el instrumento para luego dar paso a una intensa actividad que incluye la planificación de sus vinos, el asesoramiento a bodegas y el momento sagrado del tiempo en el estudio en su casa de la localidad mendocina de Chacras de Coria.
De producir unas mil botellas a sus 24 años a 700.000 en la actualidad, Pelleriti experimentó un espectacular recorrido. Enólogo emblema de la bodega Monteviejo durante más de 20 años [hasta 2023], el experto decidió dar un giro recientemente y focalizar su experiencia con una apuesta que próximamente presentará en sociedad: vinos de alta gama bajo la firma Pelleriti Priore. De las 150 etiquetas que llevaban su sello hasta hace poco pondrá ahora toda su atención en la más exclusiva selección.
“Hago los vinos que a mí me gusta tomar, que puedan trascender, vinos de guarda que se puedan beber dentro de 20 años y que estén vivos”, expresó el enólogo a LA NACIÓN durante los días de su última cosecha semanas atrás. En la zona de Agrelo, Pelleriti recorre los viñedos, prueba uvas que saca de una vid de malbec y, con los dedos teñidos de tinto, sentencia: “Le falta”. En un mismo día, recorre también la bodega Ojo de Agua, propiedad del músico suizo Dieter Meier [a la que asesora desde hace más de una década], cata el producto en el terreno y en el laboratorio, consulta el pronóstico y cruza variables con los filtros del saber y la experiencia. El objetivo es lograr, una vez más, el mejor vino posible en conjunción con la naturaleza.
El acercamiento de quien es también consultor enológico de la bodega Bandini al mundo del vino empezó de forma tan temprana como su iniciación en la música. Cuando a los 7 u 8 años ayudaba a su abuelo a producir el vino para la familia, su padre le regaló su primera guitarra y, de la mano de su tío abuelo, empezó a entrenar tempranamente el oído escuchando en casete a maestros como Paco de Lucía. Más tarde, llegaron su paso por el Liceo Agrícola, la Universidad de Enología, una especialización en viticultura y su trabajo en Eco de los Andes, momento en que ahorraba para comprar uva, botellas y corchos para hacer su vino: primero en el patio de la casa de un amigo, después alquilando un lugar en Tunuyán. Al primero de ellos lo llamó De pura raza. Lo puso a la venta en La posada del jamón, pero no vendía ni “una sola botella”, hasta que su amigo y propietario del local, Miguel Cairo, sugirió subirle el precio. “Ahí se empezó a vender”, dice y se ríe. Al mismo tiempo, desarrolló el Matices de abril, de sus primeros vinos de alta gama, que llegó al Faena y otros establecimientos. Al poco tiempo, conoció a Michel Rolland, a quien “conquistó” en una entrevista laboral ofreciéndole, como parte del currículum, una de sus botellas para que la probara. El francés cató aquel malbec, se rió y a los pocos días sumó a Pelleriti a su equipo en Monteviejo, junto a la familia Péré Vérge, con la que el mendocino trabajó en la construcción de la bodega mendocina y participó en la producción vitivinícola en el Chateau La Violette, en Francia, donde produjo el vino que en 2010 obtuvo los 100 puntos Parker. “La escuela de alta gama que tuve fue única. Hoy miro para atrás y no lo puedo creer”, comparte.
Al mismo tiempo, con el paso de los años, Pelliriti tuvo la oportunidad de trabajar junto a músicos destacados que recurrieron a él para crear sus vinos. Cada artista eligió una variedad o blend para su “composición” y el experto se encargó del desarrollo técnico. “Algunos prefirieron vinos con más estructura, otros con menos. Jaime Torres buscó el vino más simple, un malbec fácil de beber, como el que él decía que tomaba su padre”. Fer Ruíz Díaz optó por tres varietales para su etiqueta Vanthra. “A él le gustan los blends porque dice que tres variedades son como un trío de batería, bajo y guitarra”. Baleirón creó un malbec, el Malbecaster; un rosado, el Pink Floyd, y el Gran Baleirón, un blend de alta gama, y Coti hizo lo propio con Verso, un blend de malbec, cabernet franc y sirah, y Trotamundos. Pedro Aznar pensó sus etiquetas en relación a las octavas musicales y destacó con un blend de malbec y cabernet franc al que James Suckling dio sus 99 puntos en su primera visita al país.
Pelleriti también desarrolló vinos con los integrantes de los Enanitos Verdes, Marciano Cantero [murió en 2022] y Felipe Staiti, con Dolores Barreiro y con Matías Camisani. Con Tute lanzó un malbec cuya etiqueta es una obra del ilustrador que cubre toda la botella. Además, fue contactado por el manager de Alejandro Sanz para hacer su vino.
La experiencia junto a referentes de la escena nacional otorgó al enólogo una cualidad extra: la de leer las notas musicales y la impronta estilística de cada artista en una botella. “Cada uno logra expresar una personalidad a través del vino y, quizás sin quererlo, hay una relación con sus gustos musicales: a Juanchi [Baleirón] le gusta el vino estructurado, con materia. Con Pedro Aznar se da otro tipo de música: hay una delicadeza, muchísima elegancia. Fer [Ruíz Díaz], que muestra esa rusticidad y ese carácter, creó vinos híper expresivos a nivel aromático e híper equilibrados a nivel de taninos. Él es un tipo con mucha sensibilidad, al que le gusta la armonía y, en sus vinos como en sus temas, hay una sutileza que marca la diferencia”, describe. Coti Sorokin “fue una gran sorpresa: le gustó la parte del vino concentrado, con estructura”.
El vínculo de Pelleiriti con los músicos tuvo en gran parte origen en el Wine Rock, que el winemaker creó en 2011 junto a Rano Sarbach. Durante casi una década, previa a la pandemia, se subieron al escenario del festival con vista a la Cordillera, en Valle de Uco, varias de las principales bandas y artistas del país: Babasónicos, Los Pericos, Catupecu Machu, Willy Crook, Coti, Massacre, Pedro Aznar... El festival volverá a celebrarse a finales de este año con un nuevo formato.
¿Con qué artista hubiese deseado el músico y enólogo crear un vino? “Jimi Hendrix”, responde. ¿Cómo sería ese vino? “No sé si todos sus vinos serían iguales. Pienso que sería un innovador, como con la guitarra. Para mí él es comparable a Michel Rolland, que aportó un cambio radical al mundo del vino: ‘menos rendimiento en la viña, más calidad enológica’. Fue el Jimi Hendrix de la época”.
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