Marcela Morelo: "Mis hijos aparecieron cuando yo creé el espacio en mi corazón"
Nadie interrumpe la conversación con Marcela Morelo, a pesar de que toda la familia está en casa. La posibilidad de la videoconferencia permite que sus tres hijos se encuentren tomando las últimas clases del año y su marido atendiendo cuestiones vinculadas al nuevo concierto, que será emitido por streaming, y que se convertirá en la excusa para presentar Tu mejor plan, el nuevo material de la cantante editado por Sony Music. "Tener hoy un nuevo disco es milagroso, significa haber atravesado el año", reconoce en el inicio de la charla con LA NACION.
El flamante trabajo, el número once de la discografía de Morelo, es el segundo en el que apuesta por los covers: "Dejo el lugar de la autoría para pasar a reversionar canciones ultra conocidas, es como una locura, ¿no?". Si en 2009 se propuso con Otro plan traspolar al español canciones anglo de los ´70, ´80 y ´90, ahora el deseo la condujo a ponerle voz y alma a hits latinos muy conocidos, tarareados una y otra vez. "Me despertaba a la noche y me preguntaba qué hacía cantando estas canciones tan conocidas, de esos tremendos artistas que admiro tanto". Aquellas madrugadas en alerta no la hicieron cambiar el rumbo. Junto a Rodolfo Lugo, su marido, pergeñaron esta aventura musical. "Él es mi todo", dirá una y otra vez. Lugo, que también es músico, comparte la autoría de casi todas las canciones que interpreta su mujer. Conformaron una sociedad artística que los unifica simbióticamente en un mismo estilo, lenguaje y pensamiento musical.
Orígenes
"No podrás", inmortalizada por Cristian Castro; "La vida es un carnaval", uno de los himnos de Celia Cruz; "Lo dejaría todo", aquel hit de Chayanne; y "Estrellitas y duendes", popularizado por Juan Luis Guerra, son algunos de los temas que componen el tracklist de Tu mejor plan. Si bien se trata de melodías que resuenan en la memoria colectiva de una manera muy arraigada y en la voz de sus intérpretes originales, lo cierto es que esta selección no le es ajena a Morelo: "Este repertorio ya está atravesado por mí", explica la cantante.
Cuando se decidió a transitar los caminos de la música de manera profesional, comenzó a probar suerte en bares y restaurantes como cantante invitada que debía sortear el ruido de los cubiertos, las charlas en voz alta de los comensales y el paso vivo de los mozos que cruzaban la escena. En el mejor de los casos, se corrían las mesas para que el improvisado público pudiese bailar gracias a ese repertorio hitero y muy celebrado por el público. Aún faltaba un tiempo para que su nombre sonara fuerte en la industria discográfica: "Me ganaba la vida con eso, cantaba las canciones que hoy integran mi disco". A falta de presupuesto, podía encargarse de mover los equipos de sonido, el duro trabajo de los llamados "plomo", armar las bases de sus pistas, contratar al sonidista, ocuparse del flete y, terminado el show, desarmar cuerpo a cuerpo ayudada por quien se ofreciera a darle una mano. Estelaridad cero. "Patear la calle sola es un trabajo muy fuerte. Antes de ser conocida, hice de todo: canté canciones infantiles, integré una banda de cumbia, estuve en otra de rock, hasta que, finalmente, me decidí a salir sola". En aquellos tiempos, los temas de Chayanne, Cristian Castro y Ricky Martin no permitían que el público conociera aquellas letras rubricadas por Morelo, quien no dudó en trabajar en el Correo Argentino: "Siempre fui muy trabajadora, así que como no tenía un mango me enganché en el correo".
Aquellas canciones, que cantaba en esos reductos que prometen "cena show", formarán parte del concierto que brindará este domingo 13 de diciembre desde el Movistar Arena. A las 20 se pondrá en marcha el live streaming que volverá a vincularla con sus seguidores: "Mi función es compartir lo que hago", dice a modo de estatuto que justifica su arte. La fecha no es casual, la nueva presentación será, además, la oportunidad para que los fans le deseen un feliz cumpleaños. Desde ya, el concierto también permitirá disfrutar de los clásicos que la artista hizo conocidos y que demostraron, además de su tono interpretativo, sus virtudes en la escritura.
-¿Cuándo dejás de cantar temas de otros autores y comenzás a construir repertorio con tu firma?
-En un momento empecé a componer y ese repertorio me empezó a apretar el alma. Las canciones eran como un llamado a jugarme por ellas y me jugué. Me senté a componer de lleno y a cantar esos temas.
Los arreglos de Rodolfo Lugo permiten que los temas de Tu mejor plan sigan sonando familiares, pero están atravesados por variaciones propias que le aportan un plus diferencial: "En ´No podrás´ está adherida la voz de Cristian Castro, ¿cómo te sacás ese sonido? Es inevitable no asociar el tema a él. Por eso, este disco es un gran desafío, una gran jugada como intérprete, pero tengo a mi marido que me empuja y la discográfica que me deja cantar. Rodo tiene esa magia en los arreglos, por eso me subo a ese movimiento y disfruto. Además me gusta cantar estas canciones que me encantan".
Cada tema cuenta con ese aporte que lo separa del original. En "La vida es un carnaval", Rodolfo Lugo modificó audazmente la reconocida introducción y convirtió al tema en una cumbia santafesina que tiene a Los Palmeras como artistas invitados. El repertorio, que para muchos sonará a nuevo y que para Molero forma parte de su historia, fue ganando en identidad propia, casi como una estrategia emocional y física: "Para que una canción se me grabe en la voz, se me tiene que producir una suerte de surco en el cerebro, lo siento así. Si eso sucede, no las saco más de mi repertorio".
-Más allá del idioma, ¿algo común atraviesa a la música latina o cada país es independiente del otro?
-Cada cual tiene su folclore y eso te marca a fuego, pero también es cierto que hay una dinámica en toda la música latina que es un mismo corazón. Y se puede percibir en el despliegue que hizo la música latina en el mundo entero. Ricky Martin atravesó todas las fronteras, yo misma sueno en Israel, Italia o los países escandinavos. La pasión latina es un gen distinto, es eso que te hace sentir latinoamericano y lo sentís cuando cruzás el charco.
-Una cuestión sanguínea.
-Hay una sangre que nos une a todos. Eso lo comprobé cuando comencé a viajar con mi música.
Mamá x 3
Desde hace cuatro años, Marcela Morelo y Rodolfo Lugo son padres de tres hijos de 7, 9 y 12 años, al momento de la nota abocados a cursar las últimas clases del año de su escuela primaria. Luego de un doloroso período de tratamientos a los que se sometió la cantante con el deseo profundo de ser madre, el matrimonio decidió que la adopción era el camino. Hoy, la concreción de ese anhelo es una realidad que aún maravilla al matrimonio.
-¿Cómo atravesaste esos tiempos donde la maternidad no se concretaba, pero el deseo era muy profundo?
-Primero puse el cuerpo con un montón de tratamientos. Si hubiese sabido lo que después me iba a pasar, no hubiese hecho todo lo que hice, físicamente trae consecuencias. Como no lo sabía, quise, de algún modo, desafiar a la naturaleza. De todos modos, hay mucha gente que tiene a sus hijos de esta forma, así que no lo desestimo, pero son tratamientos absolutamente invasivos, muy fuertes, hay que poner mucho el cuerpo. Pasé por momentos muy duros, hasta que mi marido me dijo: "Basta, yo te quiero así, te quiero a vos".
-¿Compartiste inmediatamente su postura?
-Lo entendí y abandonamos. Mis hijos aparecieron cuando yo creé el espacio en mi corazón y en mi mente. Sin dudas, hay que crear el espacio, hay que dejar que entren cosas nuevas. ¡Y entraron tres!
Casual o causalmente, cuando Marcela y Rodolfo pensaron en la adopción, ella tuvo que cuidar a una beba que estaba en tránsito en la casa de una querida vecina: "Aquella vez me hice cargo de una gorda que hoy es mi hija más pequeña. De eso se trata, de esos encuentros de amor con los niños que andan pululando por ahí sin un buen cuidado, a la deriva".
-¿Cómo fue el encuentro con la beba en la casa de tu vecina?
-Fue un flechazo.
El camino de la adopción no es menos traumático que los tratamientos físicos en busca del embarazo. Burocracia, despersonalización, cosificación de los niños y falta de sensibilidad de los profesionales de la Justicia confabulan para desmoralizar a las personas con deseo de adoptar. Los tiempos extensos de la administración pública hace que muchos chicos que podían ser adoptados pasen demasiado tiempo en hogares. "Con el tema de la adopción tuvimos una experiencia muy oscura, como la mayoría de las personas. El tema adopción está completamente abandonado, no hay seriedad ni evolución. Mi hija más pequeña pasó por cosas muy pesadas y hoy la ves feliz. Los tres son felices", se enorgullece. Artilugios de la mente para que lo traumático deje la menor marca posible, Morelo no recuerda siquiera el nombre de la institución dónde vivían sus hijos: "Sé dónde es, pero me olvidé el nombre, como también me olvidé el nombre de un par de juezas que fueron muy duras".
-¿Por qué?
-Una jueza nos dios a la gorda para vivir con nosotros y, cada tanto, teníamos que llevarla para que la vieran en el juzgado. Llevaba seis meses en casa con una guarda preadoptiva, una instancia previa hasta llegar a la adopción, cuando realizamos una de esas visitas regulares para que la Justicia pudiera ver que la nena estaba bien. Fue tremendo porque, esa vez, nos sacaron a la gorda por una puerta trasera.
-¿Qué argumentación les dieron?
-A la jueza subrogante no le había gustado la decisión que había tomado la otra jueza, que justo no estaba cuando nosotros fuimos, así que decidió llevarse a la nena. La sacaron por la puerta de atrás del juzgado, fue una situación desastrosa. Ahí comenzamos con mi marido una lucha tremenda.
-¿Durante cuánto tiempo no vieron a la nena?
-No la vimos durante un año y medio.
-¿Un año y medio sin poder verla?
-Teníamos restricción policial. Cuando un chico llega a una casa que lo contiene, inmediatamente se genera un vínculo. Esos vínculos, la Justicia no los respeta, no los quiere ver, la ley dice que no valen. Ahí empezamos una historia de lucha con buen final, fue un año y medio de terror. Ella nos decía mamá y papá cuando nos la sacaron.
-Ese año y medio, ¿la nena estuvo con sus hermanitos en el mismo hogar?
-Hubo un tiempo que no sabíamos dónde estaba. Fue muy duro.
-¿Cómo siguió el proceso de adopción?
-Finalmente, nos dieron la posibilidad de tomar la decisión de adoptar a los tres niños. Ahora tengo tres hermosos hijos del corazón, del alma, son el motor. Son divinos, estoy muy contenta. Además es bueno que la gente sepa que también hay que adoptar a chicos grandes, hay muchos en los hogares. Con mi marido nos miramos todos los días y no lo podemos creer, es muy fuerte.
Sobre la inspiración
El home studio montado en su casa le permitió atravesar la pandemia con mucha actividad. De ese ostracismo forzado surgió la necesidad de grabar Tu mejor plan y de encontrar en la música la medicina que contrarrestó los momentos de adversidad: "Me equilibra, me conecta con el universo". Y si en la canción encuentra el remanso, también el encierro obligado significó un aprendizaje: "El universo me hizo sentir que los tiempos no son los que yo pretendo que sean, que no tengo el control del destino. Se frenaron los proyectos y empezamos a pensar. A nosotros, que somos padres desde hace 4 años, la pandemia nos unió mucho como familia".
-De Armando Manzanero para acá, hubo infinidad de compositores que le hablaron al amor. Sos una de ellos. ¿Cuál es la frontera entre el género romántico y la estética melosa, edulcorada y de poética kitsch? ¿Te preocupás por no cruzar esa línea?
-Cuando me siento a escribir, dejo todo de lado porque si apelo a los prejuicios, o a la propia censura, no escribiría nada. Me planteo jugar y eso hace que disfrute de ese momento, de esa búsqueda de una palabra, de una melodía, de ir detrás de un sentimiento. Me gusta ser libre y nada peor que el prejuicio para cortar esa posibilidad. A mí me interesa cantarle al amor, soy romántica, me gusta eso de analizar los sentimientos. Soy novelera, mujer y pasional, será por eso que las canciones de amor me hacen sentir feliz, aunque esté cantando una historia de desamor, pérdida o ruptura.
A mí me interesa cantarle al amor, soy romántica, me gusta eso de analizar los sentimientos
-Algunos autores sostienen que la inspiración es una cuestión de hábito de trabajo. En tu caso, alguna vez te llegó viajando en colectivo.
-En un viaje en el 160 se me ocurrió "Corazón salvaje", la primera canción que se dio a conocer de mi primer disco. Son esas cosas que no tienen explicación. La conexión que se siente cuando pareciera que te están dictando algo, no se parece a nada. Los días que arranco solo con un pedacito o compongo una canción completa, son mágicos. Me pregunto, cómo fue que hice esto.
-Una suerte de epifanía.
-Es algo divino. De hecho, me siento un instrumento, no soy un genio. Además tengo la suerte que a un montón de gente le guste y se sienta identificada con mi trabajo. Me siento bendecida, agradecida.
-¿Sos segura a la hora de componer?
-Soy muy indecisa para muchas cosas, pero siempre me siento segura cuando canto o pienso en una canción, porque me nace en el alma. Cuando algo me nace en el alma, voy con seguridad. Confío en mí, que es fundamental, pero también confío en mi marido y en la gente con la que trabajo.
Así como el poderoso deseo de la maternidad, también en su juventud se instaló fuerte la pasión por la música. Acaso será por aquellas serenatas de su abuelo con el bandoneón en el patio familiar de la casa de Lanús: "Cuando el deseo es tan fuerte, no se puede frenar. Por eso me fui a cantar sola a los bares, como dice la canción. Preguntale a Hilda (Lizarazu) o a Fabi (Cantilo). Todas lo hemos hecho y si quedaba ahí, era feliz también. Tiene que ver con una entrega, con decir ´Dios, super ser, ayudame, llévame a hacer lo que tengo que hacer´. Hay que rendirse para poder comenzar con algo".
-En tu música aparecen instrumentos autóctonos y canciones con clara influencia folclórica que atraviesan el pop romántico. ¿Cómo nace ese ADN que te identifica?
-Por suerte, puedo moverme en varios territorios. En definitiva, no es más que un solo territorio que es el de la música. A la hora de escuchar no tengo ningún prejuicio, puede ser rock o una chacarera. El folclore es mi base y mi raíz. Con la guitarra estudié música clásica, fui al conservatorio y aprendí teoría y solfeo, y el primer repertorio que comencé a interpretar fue folclórico, es parte de mí. Siempre que me pongo a cantar, arranco por ahí. Nada mejor que una cueca o una zamba.
-En relación a los sonidos telúricos, te eligió Mercedes Sosa para que cantaras con ella en Cantora.
-Fue algo muy fuerte. En realidad, yo me ofrecí a ella y ella aceptó mi invitación.
-¿Cómo fue eso?
-Cuando me enteré que Mercedes organizaba tardes de té con cantantes y que se generaban unas charlas increíbles, le pedí al productor Rafa Vila, que en ese momento trabajaba en la discográfica, que quería ir una tarde a tomar el té con Mercedes.
-¿Cómo fue aquel encuentro?
-Llegué primera, lo cual nos permitió conversar mucho. Me contó que estaba grabando un disco de duetos, pero me reconoció que le era muy difícil coordinar la agenda de todos los músicos invitados. Así que le dije: "Si se te cae algún artista, yo estoy acá".
-¿Qué te respondió?
-No me olvido más su respuesta: "Me gusta la idea, mándame un tema". La ansiedad superó al té, aluciné, me quería ir a escribir. Compuse una canción inédita, pero antes de enviársela, Rodo me dice: "Mostrale ´Jamás te olvidaré´, que yo ya la había cantado con Los Nocheros en mi tercer disco. Se la mandamos y luego de escucharla me llamó: "Quiero cantar esa canción porque me hace acordar al exilio, a mi vida cuando me fui, es hermosa". Unos mensajes, unas cosas me decía Mercedes, que yo no lo podía creer. Cuando este domingo, en el Arena, hagamos la canción, pasará algo muy lindo.
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