Mientras prepara su nuevo disco y su próximo show en el Gran Rex, el 26 de octubre, la cantante y compositora reflexiona sobre su trayectoria, la adopción de sus tres hijos y el equilibrio entre su vida familiar y profesional
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Pasaron 27 años desde que Marcela Morelo estrenó su primer disco. Tenía 33 años y, aunque amaba la música y tocaba cada vez que podía, trabajaba de vendedora de ropa, de cajera de supermercado o empleada del correo. Pero luego de su primer hit no paró más: lanzó once álbumes que marcaron diferentes épocas y generaciones. A los 50, tras una larga lucha, se convirtió en madre al adoptar a tres chicos grandes. Su carrera y vida personal son ejemplos de que nada llegó rápido o fácil, todo fue fruto del trabajo y la perseverancia.
Hoy Morelo está trabajando en su nuevo disco desde el estudio que montó en su casa de Pilar, donde vive con su marido, el productor Rodolfo Lugo y sus hijos. “Ser madre ha sido una de las experiencias más gratificantes y transformadoras. Mis hijos me eligieron a mí y no puedo imaginar mi vida de otra manera”, cuenta desde un café en Palermo, mientras disfruta de un café con leche y scons. “Es la primera vez que me siento hoy, estuve a mil todo el día”, se excusa con una sonrisa. Es que la fecha de su próximo show en el Gran Rex, el 26 de octubre, se acerca a paso firme.
–Estás a full trabajando en tu nuevo disco, ¿no?
–Estoy en eso. Estoy haciendo el disco número doce. Me llevó 27 años llegar a la docena de discos. Va a ser de versiones de mis canciones más conocidas, aggiornadas y reversionadas. Habrá artistas invitados, pero todavía no puedo adelantar quiénes serán. No hay anticipo de nadie, no puedo decirlo, pero sí que son versiones de mis propias canciones.
–Tu último disco fue Tu mejor plan, de 2020, con canciones de otros artistas, y tu próximo álbum será con reversiones de tus éxitos ¿Cómo es volver a tus propios temas?
–Está bueno. Estamos trabajando y es un proceso emocionante revisitar mis propias canciones. Creo que es el sueño de cualquier artista, ¿no? Que una canción atraviese el tiempo y generaciones. Recibir un montón de comentarios sobre cómo mi música ha sido parte de momentos importantes en la vida de las personas es muy conmovedor. Esta mañana estuve en una radio y la consigna era que la gente mencione una canción que haya sido parte de su historia, fue muy emocionante.
–¿Cuál fue la anécdota que más te impactó?
–Hay una que es bastante fuerte. Hace años, una pareja joven estaba en el auto decidiendo si iban a hacerse un aborto porque habían quedado embarazados. Pasan en la radio mi canción “Dulce espera” y, a partir de eso, determinaron no hacerlo. No es una canción que fue single o muy popular, pero cayó en el momento justo. Tenía que estar en ese momento y en ese lugar. Esa es muy fuerte, pero hay muchas otras historias. Gente que ya no está en este plano, con quienes hablé por teléfono cuando estaban a punto de partir y sus familias me ponían el teléfono para hablar con ellos. Hay muchas historias así.
–¿Sentís que todo valió la pena cuando te cuentan historias tan significativas relacionadas con tu música?
–Sí, claro. Siento que vale la pena todo. Mis sueños, mi trabajo, todo lo que he hecho. Es un sentimiento de haber hecho lo correcto. Recientemente, una pareja brasileña me envió fotos de su hija, a quien llamaron Marcelita en mi honor. Eso me shockeó también. Recibí un mensaje del padre hablando en portugués y la foto de su hija hermosa. Saber que mi música ha tocado vidas de esa manera me llena de una satisfacción enorme.
Su camino a la maternidad
La cantante y compositora compartió en varias ocasiones el difícil camino que recorrió hacia la maternidad. Se sometió a numerosos tratamientos médicos con el deseo de ser madre biológica. Finalmente, en 2016, sus tres hijos llegaron de otra forma: la adopción. “Nunca imaginé que sería así y después de los 50, pero desde el primer instante en que te dicen ‘mamá’ te allanan el camino”, asegura.
“Mis hijos me dicen ‘Mamá, mostranos’, pero prefiero no exhibirlos mucho. Quiero preservar su privacidad hasta que sean más grandes”, comenta Morelo, mientras reflexiona sobre su vida como madre y artista.
–Recién mencionaste tu canción “Dulce espera”¿Cómo fue tu experiencia?
–Yo fui mamá de una manera que no esperaba. Hice un montón de cosas para quedar embarazada, pero cuando dejé de intentarlo, aparecieron mis hijos. Dicen que los hijos adoptivos eligen a sus padres y yo creo que nos eligieron a nosotros. Hoy, después de siete años y medio juntos, no puedo imaginar mi vida de otra manera. El proceso fue largo y lleno de desafíos, pero cada paso valió la pena cuando finalmente pudimos formar nuestra familia.
–¿Los tres llegaron juntos? ¿Son hermanos biológicos?
þSí, son hermanos y mis hijos en todos los sentidos. Pasaron por experiencias complicadas, pero hoy son el orgullo de nuestra familia. Con mi marido no nos imaginamos la vida sin ellos. Los tres llegaron juntos y se adaptaron a nuestra familia de una manera increíble. Han pasado por mucho, pero son unos chicos maravillosos y estamos muy orgullosos de ellos.
–¿Tenés algún mensaje sobre la adopción para quienes están considerando ese camino?
–Mi experiencia me dice que mis hijos vinieron a nosotros después de mucha lucha. La adopción toca temas sensibles, pero es importante. Las leyes existen, pero no siempre se cumplen, y los chicos pasan demasiado tiempo en hogares. Es un camino desafiante, pero lleno de amor y recompensas. Cada niño merece una familia que los ame y los cuide, y adoptar es una manera increíble de formar esa familia.
–Tu música sigue marcando la vida de muchas personas ¿Cómo ves esa conexión generacional en tus shows?
–Es emocionante ver cómo se unen generaciones. Madres e hijos y hasta nietos vienen a mis shows. Después de 27 años, ver cómo mi música sigue conectando a la gente es increíble.
–¿Cómo es trabajar con tu familia, especialmente con tu marido y el hijo de él?
–Es una experiencia magnífica. No me lo imagino de otra manera. Nos apoyamos mutuamente en todo momento y eso es clave. Mi marido es mi gran compañero en todo sentido y su hijo también es una parte fundamental de nuestro equipo. Juntos creamos un entorno de trabajo armonioso. La estabilidad emocional es crucial. A lo largo de mi carrera, mi familia y mis amigos fueron clave. Ellos son mi ancla y siempre están ahí para recordarme de dónde vengo y mantenerme con los pies en la tierra. Sin ellos sería difícil mantener el equilibrio. No es fácil, pero creo que la clave está en el apoyo mutuo. Los chicos vienen a los shows y todos colaboran, les encanta. En general vamos todos juntos a todos lados.
–¿Es difícil bajarse del escenario cuando termina un concierto?
–Después de un show me siento feliz, disfruto mucho ese momento. La energía que te da la gente es increíble. Es un momento hermoso porque la gente se va contenta y yo me siento realizada. Necesito bajar un poco, así que me cambio, me doy una ducha y como, porque antes de subirme al escenario no puedo probar bocado. No tengo una rutina, depende de dónde estemos y si tenemos que seguir camino o no. Cada concierto es una experiencia única y trato de disfrutar todo, desde el escenario hasta la vuelta a casa.
–Sos muy amiga de Lucía Galán, que está atravesando un problema de salud, ¿cómo la acompañás?
–Somos un grupo de amigas cantantes hermoso, soñado, sin egos, todas iguales, todas a por una, una por todas. Siempre nos juntamos. Un mes antes de operarse, Lucía armó una cena en su casa y nos contó lo que le estaba pasando. Nos apoyamos mutuamente y siempre estamos ahí la una para la otra, especialmente en los momentos difíciles.
–¿Quiénes forman parte?
–Julia Zenko, Sandra Mihanovich, Marilina Ross, Elena Roger, Sole Pastorutti, Lucía Esperate, Patricia Sosa, Virginia Tola, que es cantante lírica, y yo. Es un grupo increíble y me siento muy afortunada de tenerlas en mi vida.
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