Madonna volvió, cantó...y arrasó
En su show de Miami demostró que aún es la estrella de las mil caras
MIAMI.- "He cambiado", advierte Madonna ni bien empiezan a sonar las notas de la primera canción, "Drowned world", que da nombre a su nuevo tour. ¡Y vaya si lo ha hecho!
Camaleónica, provocativa, pura energía, la "reina del pop" está nuevamente de gira con un megashow impresionante, pensado para ser devorado por los ojos y en el que, como nos ha acostumbrado en las últimas dos décadas, muestra algunas de sus mil y una caras: de punk a geisha, de cowgirl a mujer latina.
Los apasionados fans, como hechizados, le festejan cada una de sus metamorfosis con rabiosos aplausos y alaridos, olvidándose por un momento de que han pagado 3000 dólares para poder estar allí, a los pies de esta diva que hacía ocho años no subía a un escenario.
Las entradas que primero se agotaron fueron las de 1200 dólares, y en los días previos al show, en la reventa, se llegó a pagar hasta 20.000 dólares. Antes de comenzar el show hubo mucha gente quejándose en la boletería porque había comprado a los revendedores localidades que resultaron falsas. Una señora pagó 450 dólares en vano: no fue admitida.
En plena gira, LA NACION asistió el miércoles último al National Car Rental Center de Miami, con sus 21.000 localidades agotadas, como ha sucedido en todas las ciudades europeas y norteamericanas en las que se ha presentado Madonna hasta ahora.
Rubia platinada, vestida con una pollera escocesa sobre pantalones negros, con un top del mismo color y tiradores rojos por el piso, la primera cara que ofrece Madonna es de retropunk británico. El kilt -un tributo a su marido, el director de cine Guy Ritchie- se ha vuelto una suerte de emblema de esta gira, y se ve a muchas -y muchos- de sus seguidoras con la pollerita escocesa sobre sus ropas, al igual que sus diez bailarines, con peinados punk rojos.
Sobre un escenario de varios niveles y repleto de plataformas móviles y túneles, la estrella -Louise Veronica Ciccone, de 43 años recién cumplidos y madre de dos niños- inicia el concierto con toda la intención de demostrar que su música, y ella, han madurado. Primero, cubierta en una nube de humo artificial, entona "Drowned world" y "Substitute for love", temas que compuso junto a los popes de la música electrónica William Orbit y Mirwais Ahmadzai. Luego, con actitud desafiante, guitarra eléctrica en mano y secundada por sus bailarines con máscaras antigás, se vuelve más rockera para cantar "Impressive instant" y "Candy Perfume Girl", con un aire que recuerda a Debbie Harry.
Son temas de sus últimos dos albums, "Ray of light" y "Music" (Warner). Y pese a que sus eternos fans preferirían escuchar alguno de sus éxitos pretéritos, como "Like a virgin", "Material Girl" o "Vogue", Madonna ha decidido hacer hincapié en la cosecha reciente, en la que experimentó con nuevos estilos.
Pero no por eso va a privar a su público de sacudir el cuerpo: cuando canta "Beautiful stranger" el auditorio se convierte en una verdadera discoteca. Sobre las tres pantallas gigantes del escenario se lanza una catarata de dibujos psicodélicos de todos colores mientras su troupe de bailarines y las dos coristas juegan con diferentes coreografías. Es imposible quedarse inmóvil. Entonces estalla la vertiginosa "Ray of light"; las imágenes se suceden a toda velocidad y todos se ponen a bailar frenéticamente.
Llega después una de las partes más logradas del espectáculo: con peluca negra y vestida de geisha (Jean Paul Gaultier, Versace y Dolce & Gabbana se encargaron del vestuario) Madonna canta "Frozen" y "Nobody´s perfect" mientras un samurái la sigue para "decapitarla" con su espada. La persecución termina con ella haciendo artes marciales por los aires, al mejor estilo de la película "El tigre y el dragón". Aprovecha el clima violento creado para hacer un alegato en contra de las mujeres golpeadas, con impactantes imágenes sobre las pantallas y, menos sutilmente, "volándole la cabeza" al samurái con un rifle.
Le sigue tal vez la parte más divertida. Con sombrero texano, jeans con lentejuelas y cola de zorro colgando del cinturón, la Madonna cowgirl y sus bailarines country-style bailan en línea al ritmo de "Don´t tell me", para después pasar todos a un toro mecánico e interpretar una versión sumamente sexy de "Human nature".
Continuando con su tradición de combinar sexo y religión, la diva se pone a cantar "Secret", acompañada por fotos en blanco y negro que muestran las diversas creencias del mundo: bautismos en una iglesia católica, purificaciones en el Ganges, rezos en el Muro de los Lamentos, musulmanes camino a La Meca, monjes tibetanos orando, chamanes indios...
A lo Evita
Con el ambiente ya más tranquilo, comienzan a sonar los acordes de "Don´t cry for me, Argentina", que Madonna no cantará. En cambio, el escenario es ocupado por parejas que bailan un bellísimo y delicado tango rodeados de velas.
Al concluir, la diva reaparece con el pelo recogido a lo Evita, pero para interpretar una versión en español de su manifiesto feminista "What it feels like for a girl". Y pese a que no se entiende una palabra de lo que ella dice, a la gente le encanta. Le sigue una versión flamenca de "La isla bonita", con varios bailaores al mejor estilo Joaquín Cortés, guitarras españolas, castañuelas y muchas palmas que hacen vibrar a los presentes.
Ya casi para el final, Madonna elige su primer gran éxito, "Holiday", modificado en una entretenida versión hip-hop para hace bailar a todo el público. Sin embargo, eso no es nada: cuando suena "Music", en medio de una lluvia de papel picado dorado y con las pantallas que recuerdan los diferentes looks que Madonna ha tenido desde sus comienzos, el ambiente es de fiesta total. Todos bailan con todos y nadie se resiste al contoneo de la diva y su trabajado cuerpo que con este hit se despide del escenario.
Profesional al máximo, tal vez lo más criticable de este cuidadísimo show es que todo está tan pautado que quedan muy pocas oportunidades para que la estrella y el público interactúen, creando una gran distancia entre Madonna y la gente. Sin embargo, a los fans no les importa: se contentan con haber compartido casi dos horas con ella y aceptan que a las estrellas sólo es posible verlas desde lejos.
Números redondos
La gira: el Drowned World Tour está compuesto por 48 conciertos, cuyas localidades se agotaron en horas. La cantante actuó en seis ciudades europeas y lo hará en 12 de los Estados Unidos.
Programa: en casi dos horas interpreta 25 canciones.
Ganancia: cada show le deja a la diva un millón de dólares netos.
Precios: las entradas más baratas costaron 50 dólares y se revendieron a 200. Las más caras, de 400, llegaron a pagarse 20.000 dólares.
Elenco: sobre el escenario, de 24 por 24 metros, Madonna estuvo acompañada por diez bailarines y dos coristas.
Por TV
- El domingo 26, Madonna cerrará la gira en su ciudad natal, Detroit, con un concierto que será transmitido en directo para nuestro país por HBO. El martes próximo, LA NACION Tevé presentará un informe especial sobre el show de la artista, que ya presentó por esta señal Blond Ambition Tour y Girlie.
Cumpleaños en escena
MIAMI (Especial).- Anteayer, Madonna cumplió 43 años y lo festejó sobre el escenario en su último concierto en Miami.
El miércoles a la noche, como sorpresa, en medio del show apareció su marido, Guy Ritchie, vistiendo una remera que decía "Star fucker" y con una gran torta de chocolate. En las primeras filas, en el sector VIP, estaban sentados amigos suyos como Ricky Martin, Rosie O´Donnell, Jon Secada, Gloria y Emilio Estefan y Lenny Kravitz.
El público le cantó el infaltable "Happy birthday" y ella, emocionada, agradeció con una porción de torta en la mano. Fue el único momento del show en que se dejó de lado el libreto y hubo más interacción entre la diva y la gente. Pero LA NACION también fue testigo de cómo, antes del concierto, en plena autopista camino al National Car Rental Center, Madonna estaba de muy buen humor y ofreció un espectáculo extra. Como si fuera una jefa de Estado, rodeada por cuatro camionetas 4x4 de seguridad, una a cada costado, la diva abrió el techo de su limusina azul y empezó a saludar a los autos que pasaban, repletos de fans que deliraban por ella.