Lupin y un magnífico paseo por el universo de la música francesa
Con el policial clásico de Maurice Leblanc como manual de texto y el Louvre de testigo, la marca Francia pisó fuerte en 2021 con el estreno de Lupin. La versión formato serie del libro editado por primera vez en 1907 hecha por la productora Gaumont Televisión para Netflix superó en audiencia el récord que había obtenido en octubre Gambito de Dama. La primera parte del Caballero Ladrón posiciona también el espectro francófono de la música pop que rara vez llega a nuestros oídos en la larga hegemonía anglo puesta en discusión por el subidón de Bad Bunny o alianzas estratégicas como la de Billie Eilish con Rosalía.
Lupin recurre sobre todo a la banda de sonido original compuesta por Mathieu Lamboley (un favorito del cine francés) con intervenciones minúsculas y secundarias del songbook pop. Aparecen allí artistas franceses, belgas y canadienses que, con la excepción de Celine Dion, no son de exportación. La playlist que sigue invita a descubrirlos en orden cronológico junto con aportes anglo de corte retro.
“Sway” (Rosemary Clooney, 1955). A un plano abierto del centro histórico de París le sigue este estruendo de la orquesta de Pérez Prado que aquí se pone al servicio de la lady crooner Rosemary Clooney. Hay una intención de acentuar el efecto vintage de la imagen con este mambo-swing en el que una de las grandes divas blancas del jazz alterna entre el inglés y el español. La sociedad es perfecta. Pérez Prado tuerce los arreglos como palmeras en un tifón y la Clooney exhala cada palabra con la concentración de un fumador de puros. Esta versión del mambo original “¿Quién será?” (1953) fue grabada para el álbum A touch of tabasco editado en abril de 1955. Desde entonces fue reversionada muchas veces por intérpretes que van desde Dean Martin hasta Michael Bublé. Un clásico del pop antes del pop.
“I Can See Clearly Now” (Johnny Nash, 1972). Como pasa con otras series, detrás de cada soundtrack hay un pequeño acto reparador. A la versión siglo XXI de Lupin le corresponde rescatar del olvido este hitazo de Johnny Nash (1940-2020) inspirado en el reggae, música que contribuyó a volver global el día que se llevó de gira a Bob Marley por Suecia e Inglaterra. “I Can See Clearly Now”, que en la serie se escucha tocado por un artefacto inteligente, fue su mayor éxito en Estados Unidos e Inglaterra en 1972, a quince años de su precoz debut. Nash atravesó los 60 como un cantante de lo que se llama R&B con raíces en el doo wop (“A Teenager Sing the Blues”) sin demasiado éxito. Su contacto con Jamaica (fue el primer estadounidense que grabó en Kingston) fue revelador y terminó con esta canción donde la rítmica de la isla está matizada y traducida al soul con un contrapunto de acordeón y sintetizadores que aporta textura sónica. En 1993 Jimmy Cliff cerraría el círculo grabándola como un reggae influido por el dance.
“I Got The...” (Labi Siffre, 1975). Assane Diop (Omar Sy), que viene a hacer realidad las aventuras literarias de Maurice Leblanc, deja caer la púa en un vinilo y lo que suena es esta música que parece hecha para una serie... de los 70. Nacida para ser música incidental, “I Got The…” forma parte del quinto álbum del afrobritánico Labbi Sifre, a quien puede presentarse como el autor de “It Must Be Love” (desenterrada por Madness en los 80) o un favorito en los samples de Eminem, Jay Z y Kanye West. Siffre editó seis discos entre 1970 y 1976 para luego volcarse a la escritura y destacarse como un ensayista y poeta de la negritud. “I Got The...” ha sido diseccionada por los productores de hip hop y está en la estructura medular de “My Name Is” de Eminem (1999). A tal punto que en 2006 fue relanzada como single y recuperada en la quinta temporada de otra serie: Better Call Saul.
“Sensualité” (Axelle Red, 1993). “Sensualité” fue un hit en Francia en 1994 pero por aquí nunca nos enteramos ni tampoco supimos que Axelle Red era el nombre artístico de Fabienne Demal (1968), una mujer belga enamorada de Axel Rose. La Red tiene una legión de fans en la francofonía y su primer álbum de 1993 vendió medio millón de ejemplares solo en Bélgica. “Sensualité” es una canción ensoñada (candidata a ganar el Eurovision siempre) y parte de una escena que no alcanzó a globalizarse como sí había pasado en los 60 (Serge Gainsbourg, Francoise Hardy) y no volvería a pasar, con excepciones, hasta los días de Daft Punk. Es su segunda canción más tocada en Spotify con más de siete millones de clicks. En 2020 grabó una versión del clásico “A toi” (Joe Dasin) que entre nosotros popularizó Sergio Denis.
“On ne chenge pass” (Celine Dion, 1998). Todo un símbolo: Celine Dion es la cantante que más discos cantados en francés vendió en la historia de la música grabada. S’il Suffisait Daimer, que incluye esta canción que suena en Lupin, es el segundo más vendido después de D’eux, de 1995. Los dos discos galos de la canadiense más famosa son el resultado de su alianza como el cantautor francés Jean-Jacques Goldman que además de escribirle canciones como “On ne chenge pass” fue productor artístico del álbum. Reeditado como If only love could be enough el disco de la Dion que vendió cuatro millones de copias en todo el mundo perforó la resistencia británica pero se quedó atrás en el chart estadounidense. Número uno en Francia, Suiza, Bélgica y Canadá al mismo tiempo. Mega star de la francofonía.
“Adieu” (Coeur De Pirate, 2011). Nacida en Montreal en 1989, Béatrice Martin dejó su pasado como tecladista de rock alternativo para convertirse en Coeur De Pirate (Corazón de pirata) en París y buscar un lugar en la escena pop francófona que se alimenta de la nostalgia de la chanson para reformularla con el sonido de cada época. Tal es el caso de “Adieu” (de su segundo álbum Blonde) que fue por la hazaña de convertirse en un sucedáneo de “Ella, elle l’a” (1987), el éxito mundial de France Gall. Coeur De Pirate apela a las mismas armas aunque es doblemente retro: busca traer al presente la seducción de cantantes de la era de oro del pop francés como Sylvie Vartan o Marielle Mathieu y se apoya en ese sonido internacional que llamamos “tarantinesco” (pensemos en “Livin’ la vida loca”, por ejemplo).
“Christine” (Juniore, 2013). Todo un descubrimiento de la banda de sonido de Lupin es el single debut de este cuarteto parisino liderado por la cantautora Anna Jean. “Christine” es Ye Ye (el equivalente francés de lo que se llamaba música beat) del siglo XXI y es revelador escuchar a Anna Jean como una diceur que provoca una suerte de ucronía: qué hubiera sonado sido si Francoise Hardy cantaba en Kraftwerk. Una joya oculta de este cuarteto del indie francés que tiene tres discos editados desde 2016 y sostiene un estilo que se niega a desaparecer. La voz de Anna Jean tiene todas las cualidades del french touch: misterio, fragilidad y seducción. A investigarlos.
“A coup de rêves” (Ben L’Oncle Soul, 2015): Otro emergente retro sobre el que la(s) serie(s) echa(n) mano. La tapa de su primer disco emulaba las cubiertas de los discos franceses de los 50 (Aznavour) y abría con una versión de “Seven Nation Army” de The White Stripes pasada de hard rock a extravaganza europea vía Gnarls Barkley cuyo “Crazy” también fue versionado por Ben (cuyo nombre real es Benjamin Duterde). Walk the line es su tercer álbum y una apuesta a reverdecer el soul clásico del mismo modo que otros artistas como Leon Bridges o Michael Kiwanuka (que se escucha en las aperturas de Big Little Lies) lo están haciendo (como si el hip hop no existiera).
“Paris: L’ombre” (Palatine, 2018). Otro golazo de la banda de sonido de Lupin. Palatine es un cuarteto que mezcla cuerdas e instrumentación pop para crear una atmósfera distinta capaz de sobrevivir a la hegemonía anglo. Esta canción forma parte de su hasta aquí único álbum llamado Grand paon de nuit. Se recomienda escucharlo y detenerse en el track número siete, “Marions-nous”.
“L’oiseau” (Feu! Chatterton, 2018). La serie invita también a descubrir a este quinteto parisino formado en 2011 cuyo nombre cita al poeta inglés Thomas Chatterton que, suicidado a los 17 años, inspiró la posterior ola romántica (Shelley, Keats, Coleridge). En la voz de su cantante Arhur Teboul se escucha la respiración de Leo Ferré o Jacques Brel expresados con un sonido muy particular, la reelaboración pos electro y techno del soft-rock de Electric Light Orchestra (escuchar el nuevo single “Monde nouveau”). “L’oiseau” es una canción de una cualidad etérea y suspendida que responde a la teatralidad que Assane Diop despliega en la serie para cautivar a sus víctimas.
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