Luis Pescetti presenta un show para afrontar la pospandemia: “Tenemos que volver al juego“
El músico y escritor reivindica para sus shows el rol del adulto como gestor cultural de los chicos
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Luis Pescetti vuelve a los escenarios. “Este show, a diferencia de los anteriores, es el mismo“, dice. La paradoja, lanzada por el músico a modo de broma para plantear un nuevo enfoque para casi veinte años de entrevistas periódicas con este cronista, resulta certera cuando comienza a desbrozar el camino que lo llevó al modo en que conceptualiza una nueva serie de recitales. No hay temas nuevos; su último disco, Lío, es de 2021. Pero las canciones seleccionadas, tomadas de la decena larga de grabaciones, surgieron para esta gira por diversos escenarios a partir de un proceso previo de interacción del músico con su público, que le permite a Pescetti registrar el tono reinante y elaborar una propuesta que busca revivir el juego como eje de la vida infantil.
Para unas presentaciones en abril en México, donde Pescetti goza de una gran popularidad, lanzó a través de sus redes una convocatoria a votar cuáles deberían ser las canciones a interpretar en el show. “Tenía un guion previo y me lo cambiaron“, reconoce. Temas clásicos de su repertorio con fuertes componentes lúdicos fueron los que quedaron al tope de la compulsa: “El vampiro negro”, “El niño caníbal”, “El campamento”, “Verde Verde”. Pero a la vez, el juego ya no aparece de modo tan espontáneo como en otros tiempos: “En un show reciente en Tigre, el público arrancó muy cauto jugando, como cuando estás en rehabilitación, dando primeros pasos con ayuda.“ Es un fenómeno que Pescetti nota socialmente extendido, para el que ensaya algunas explicaciones, que enlazan el avance tecnológico que puso en escena a las redes sociales con una retirada de los adultos como gestores culturales de sus hijos.
“Antes eran los padres los que compraban un libro o el disco con la música que escuchaban los chicos, o quienes los llevaban al cine o a ver una obra de teatro de Hugo Midón. Eso cambió. Al tener cada chico un celular a mano en el que pone la música que le propone el contagio social a través de youtubers, el on demand regido por el algoritmo, pasa a los ocho o nueve años al freestyle, al trap y al rap“, explica.
Ese proceso de retirada de los padres, destaca Pescetti, se vio potenciado por el aislamiento en la pandemia, cuando los chicos dejaron también de tener el contacto uno a uno con sus pares en la salida a jugar en el patio o en la vereda, para sumergirse más aún en las propuestas que los convierten en un consumidor más entre millones que siguen algo en redes o en las plataformas de streaming. No es que antes estuvieran los padres siempre presentes en el juego de los chicos. “Pero la escala del juego era uno a uno, un pibe con un pibe, un chico con un juguete, un chiste o un colmo que se contaba en el recreo entre un grupo de amigos“, continúa.
De ahí el planteo de Pescetti de volver a poner el foco en el juego en sus shows. Según exagera para ser gráfico: para que los chicos no se conviertan en marcianos que solo escucharon de sus padres que cuando ellos eran chicos se divertían jugando incluso en el teatro, cuando iban con los que ahora son abuelos a los recitales de un músico que interrumpía sus canciones con intervenciones que movilizaban el espíritu lúdico del público. “No dejemos de hacer lo que estaba bueno“, propone.
El nuevo show que retoma lo mismo de otros anteriores, pero que es distinto por plantearse en otro contexto, refuerza su dinámica de reencuentro con una itinerancia a través de locaciones diversas, barriales, en lugar de fijar plaza en una sala céntrica: se presentará en Belgrano este sábado y luego en Lomas de Zamora, La Plata y Santa Fe, la provincia natal de Pescetti. Con una excursión a Querétaro, en México, por el medio.
Y con una nueva incursión literaria del autor de las series de Frin y de Natacha: “Sale ahora Miló, el invencible, un libro para los chicos que pasan del jardín de infantes a primer grado, los que dejan de ser niños-arenero para ser niños-tarea. Los chicos de esa edad, en la pandemia pasaron a ver mucho contenido de series para prepúberes, de la mano de sus hermanos mayores, adquiriendo capacidad de ver, seguir, entender y entusiasmarse con una narrativa de chicos más grandes. Pero su capacidad lectora es pequeña. Entonces se encuentran ahora con que los libros para su capacidad lectora les resultan muy zonzos. Traté de escribir por eso un libro que se adapte en vocabulario, cantidad de palabras y tipo de texto a sus capacidades de lectura, pero con una narrativa y una trama más compleja, que no limite el juego de la fantasía y la emoción“.
Volviendo a su propuesta para el escenario, Pescetti se afirma en que, aunque los adultos digan que los chicos cambiaron mucho, que ahora son preadolescentes a los nueve años, “este show asume que los chicos siguen ahí, que es necesario que no nos quitemos de nuestro lugar”. Y cierra: “Los adultos tenemos que seguir siendo la puerta de entrada para experiencias de los chicos, frente a la mesa-buffet del entretenimiento en que terminan comiendo la misma chocotorta todos los días“.
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