Este año se cumple medio siglo de la salida de un disco único, distinto, irremplazable; este lunes y en dos funciones, tendrá su tributo en el Teatro Colón con dirección de Adrián Iaies
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El concierto que se realizará este lunes en el Teatro Colón, dedicado al álbum Artaud, tiene su razón de ser en el 50° aniversario de ese disco mítico de Luis Alberto Spinetta. Por la demanda de entradas, a la función de las 20 se agregó una segunda, el mismo día, a las 22.30 y habrá una transmisión en streaming a la que se puede acceder desde la web del teatro. No deja de ser una curiosidad ese disco solista de “El Flaco” (a pesar de que muchos de los que grabó con banda, de algún modo, también lo fueron). Si bien salió publicado con el nombre Pescado Rabioso, la banda que se estaba desarmando en el mismo momento en que lo registró, Artaud es la mejor representación del mundo privado de Spinetta, durante su juventud. Con todas sus particularidades, por supuesto. Al decir de Adrián Iaies, pianista de jazz que oficia de director del proyecto y orquestador de la música que se escuchará hoy, Spinetta era un hombre del renacimiento.
“Todas las hojas son del viento”, “Cementerio Club”, “Por”, “Superchería”, “La sed verdadera”, “Cantata de puentes amarillos”, “Bajan”, “A Starosta, el idiota”, “Las habladurías del mundo” son los títulos de ese disco que tuvo una factura muy artesanal, con su guitarra como pilar y el acompañamiento de unos pocos músicos.
“Para 1973 yo estaba comenzando el colegio secundario, escuchaba a Charly García y luego a Spinetta. Creo que ya para el 74 ya tenía el disco de Artaud, con esa tapa rara, que no sabíamos a donde poner. Y a este proyecto llegué porque me lo propuso el Teatro Colón, para su serie de conciertos que no tienen que ver con la temporada regular, digamos -explica el pianista-. Lo que me pasaba con ese disco es que pienso en su importancia no solo para el rock, también para la música argentina en general, y también para Spinetta. Aún con otros puntos altísimos que hay en su discografía, éste es un disco único.”
Antes de comenzar a trabajar, Iaies pensó en los instrumentos que quería incluir en la orquesta de cámara que interpretaría la música. “Eso me clausuraba cualquier atajo por los lugares más habituales por los que yo podría ir. Esos que tienen que ver con lo que hice toda mi vida, partiendo desde el hecho de tocar el piano. Me convocaron para la producción musical y la dirección artística, no para los arreglos. Por eso pensé que, siendo poco tiempo, podría llamar a alguien que arreglara algunas canciones. Pero lo que me pasó, por un lado, fue que se convirtió una obsesión. Estuve escribiendo ocho o nueve horas por día. Y, por otro lado, como sentía que tenía bastante claro lo que quería, no pensaba delegar en otro arreglador”.
Mañana es mejor (Artaud: 1973-2023) es el título de este homenaje que alista a las voces de Deborah Dixon y Sol Liebeskind y a una orquesta integrada por Juampi Di Leone (flauta), Lis Rigoni (oboe y corno inglés), Emiliano Alvarez (clarinetes), Julieta Di Fede (fagot), Guillermo Rubino y Natalia Cabello (violines), Elizabeth Ridolfi (viola), Paula Pomeraniec (violoncello), Rodrigo Agudelo (guitarras), Santiago Lamisovski (bajo y contrabajo), Carto Brandán (batería y percusión) y Ezequiel Fautario (dirección orquestal). Además, contará con los invitados especiales Emilio del Guercio (exintegrante de Almendra y gran amigo de Spinetta) y Santiago Arias (Bandoneón y voz).
Algunos detalles de una obra única
Un disco guitarrístico. “Sí, eso es algo que no mucha gente ve y la razón por la que ninguno de los nueve temas que orquesté lleva piano -dice Iaies, como antesala de un largo y apasionado trabajo de orquestación-. Es más, grabé cosas de Spinetta y las toqué en vivo pero nunca se me ocurrió intentar tocar un tema de Artaud. Porque es un disco, básicamente, de guitarra. Además, es el disco de un guitarrista muy original. Lo que me pasó al sumergirme en el disco es que, cincuenta años después de haberlo escuchado por primera vez, me doy cuenta de que sólo había entendido una centésima parte. Tampoco tenía edad para hacerlo. Lo primero que hice fue transcribir todo lo que suena, acorde por acorde. Y me di cuenta de la cantidad de cosas que suceden, pero cuando las escuchás, no te das cuenta. En casi todos los temas hay cambios de compás permanente, hay canciones en las que no entendés la rítmica.”
La maestría. ¿Será por el resultado del vínculo entre el artista, su voz y su guitarra que se genera un mundo muy privado? “En Spinetta hay una maestría y una originalidad muy especial. Toda su irregularidad que supuestamente debería escucharse, suena en cuatro por cuatro y es redondísima. ¿Por qué? Porque lo que termina de redondear es la poética. La sensación que da, aunque quizá no haya sido así, es que letra y música fueron creadas juntas”.
Armonía inusual. “El único antecedente que encontré de ese tipo de armonización son los primeros discos de Joni Mitchell, aunque estoy seguro de que Spinetta no sacó nada de ahí. Me refiero a que se trata de una armonía disfuncional. El concepto es más impresionista, a lo Debussy. Los acordes están puestos porque tiene un color en sí, no por su funcionalidad en la armonía. Las secuencias no son funcionales”.
Relación entre estrofa y estribillo. “Estaba clara para el rock. Pero en este caso hay temas que no tienen estribillo. Y luego hay que hablar de la forma. Hay frases de tres, siete o nueve compases. Pero suenan redondos”.
La conclusión. “Dada la edad que el Flaco tenía cuando hizo este disco, y dada la información que había en ese momento, no tuvo posibilidad de haber aprendido todo eso de alguien. Esa data vino con él. Mi compositor favorito del jazz es Billy Strayhorn. Escribió “Lush Life” a los 16 años. O sea, no tenía edad para haber estudiado eso que hizo; vino con él. Con Spinetta pasa lo mismo. Lo que se suma en Artaud es que ahí están los elementos que luego lo acompañaron durante toda su vida”.
Un disco cerrado. “A diferencia de lo que puede ocurrir con discos de Invisible o Jade, Artaud no deja un legado. No vas a escuchar el nuevo álbum de un artista y pensar: “Se ve que estuvo escuchando Artaud”. Es un mundo tan único que es difícil encontrarlo como inspiración. Parece una obra cerrada que vino con Luis y quedó ahí”.
El desafío de reinterpretar Artaud
“Partí de algo que creo para todo lo que hice. Las grandes canciones siempre tienen más de una lectura posible. Tienen esa generosidad. El desafío era encontrar una lectura que respete aquello que yo en cada tema considero que hace al alma de la canción, además de aportarle otra mirada. Y luego, lo que yo toque tiene que poder hablar también de mi. No quiero un karaoke de Artaud sino poder decir: ‘Esta es mi versión de los hechos’. Por otro lado, cuando uno se mete con las canciones se da cuenta de que tienen otra lógica. Hice arreglos diferentes hasta quedarme con uno. Y en algunos temas solo se trata de colorear algo y que no sea demasiado manipulado. No quise hacer algo donde se vean las costuras. La ‘Cantata de puentes amarillos’ es un tema en el que apenas levantás una baldosa sale una idea. En cada rincón hay una idea porque básicamente es una suite. Hay que sacarle el jugo a eso sin que deje de ser una unidad. Hay otra cosa potente del disco: la imposibilidad de escuchar temas sueltos. Lo escuchás en el orden en que van. Los temas son independientes pero suenan como una unidad. Eso, por suerte, no lo tenés que explicar porque tiene que ver con la genialidad. No está en los libros”.
El libro “de la buena memoria”. “Spinetta escribió su propio libro de armonía y de forma musical. Necesitaba unas herramientas y se las tuvo que inventar. Creó las herramientas necesarias para decir lo que necesitaba decir. No hizo la del conservatorio o la del manual, que es: ‘voy a ver qué puedo decir con estas herramientas que tengo, con esto que aprendí, con esto que me enseñaron’. No, Spinetta necesitaba decir algo y se inventó lo que necesitaba para decirlo. Hizo fuego chocando dos piedritas porque lo que necesitaba era fuego. Ese es el orden correcto de los factores: necesito decir algo y después veo cómo decirlo”.
El renacentista. “Durante los ensayos aprendí otras cosas. Conversé mucho con Emilio Del Guercio, que además de haber tocado con él en Almendra me habló de cuando se grabó Artaud y de los intereses comunes que ellos tenían. Spinetta además de hacer música, dibujaba muy bien y leía. Era como un hombre del renacimiento. Hay un pensamiento renacentista en eso: nada de lo humano ni de lo artístico le es ajeno”.
Desatormentándonos
El antídoto contra todos los males. La lectura fue clave en las influencias de este poeta del rock, probablemente más que el propio mundo de la música. De hecho, para que el título no se preste a malos entendidos, Spinetta aclaró que no había referencia directa a la obra de Artaud en el disco sino una especie de intento de tomar distancia de la densidad de esa obra. Eso dijo en una entrevista con Eduardo Berti, publicada a mediados de la década del ochenta: “Antes que nada te quiero aclarar que yo le dediqué ese disco a Artaud pero en ningún momento tomé sus obras como punto de partida. El disco fue una respuesta –insignificante tal vez– al sufrimiento que te acarrea leer sus obras. La idea del álbum era exponer la posibilidad de un antídoto contra lo que opinó Artaud. Quien lo haya leído no puede evadirse de una cuota de desesperación. Para él la respuesta del hombre es la locura; para Lennon es el amor. Yo creo más en el encuentro de la perfección y la felicidad a través de la supresión del dolor que mediante la locura y el sufrimiento. Creo que sólo si nos preocupamos por sanear el alma vamos a evitar distorsiones sociales y comportamientos fascistas, doctrinas injustas y totalitarismos, políticas absurdas y guerras deplorables. La única forma de hacer subir el peso es con amor. Los músicos de rock somos tipos que estamos muy desorientados. Hemos involucrado mucho a nuestro sistema neurológico y hemos aprendido muy poco de la historia reciente. Pero hay algo claro: no podemos jugar a ser Artaud. Eso significaría no haber entendido a Moris, no haber entendido a Lito Nebbia, no haber pescado una”.
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