LA NACION conversó con las estrellas de la música popular, quienes lanzaron el tema “Es ahora” y anticiparon una seguidilla de recitales en el Luna Park a partir del 9 de noviembre
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“Alguna vez jugamos al fútbol ocasionalmente, pero nunca hemos compartido momentos de amistad ni hemos ido a comer”, reconoce Luciano Pereyra. “Nunca fuimos amigos de llamarnos por teléfono”, remarca Abel Pintos. Dos líneas rectas, aunque se miraban de cerca y, lejos de pensarse como un Boca-River de la música popular argentina, se admiraron siempre.
“Es ahora” es el título de la quimera concretada que se dio a conocer el jueves pasado. La primera colaboración juntos que es mucho más que un “feat”, como se define en la jerga musical cuando un artista se suma al trabajo de otro. Acá la sociedad es pareja. “Miti y miti”, dirían en los empedrados de Luján y Bahía Blanca, los terruños natales de Pereyra y Pintos. El single, toda una declaración de principios, habla sobre el tiempo presente y ellos, casi como un mantra, repiten esa convicción en torno a que “todo es cuando tiene que ser” y coinciden reiteradamente en hacer referencia al “plan perfecto de Dios”.
Antes de conversar con los artistas, LA NACIÓN presenció la emisión, en vivo, de La peña de morfi (Telefe) donde los músicos anunciaron una seguidilla de diez conciertos en el Luna Park desde el próximo 9 de noviembre. ¿Serán más? “Vamos de a poco, hay que llenar diez funciones”, se atajan, ante el reclamo de “sabor a poco” de esa cantidad enorme de shows en los que sumarán alrededor de diez mil tickets vendidos. La cosa huele a suceso. Además, marcará el cierre del estadio antes de su remodelación y, emulando la tradición boxística del mismo, el escenario tendrá un montaje central con visión de 360 grados. Aunque acá no habrá puños enfrentados sino gargantas unidas.
Ayer mismo, la emisión del programa conducido por Lizy Tagliani y Diego Leuco arrasó con un promedio de rating de 8,3 puntos, duplicando el valor de Almorzando con Juana (eltrece). Cuando los músicos salieron al aire, el número se ubicó en torno a los 11 puntos. Se avecina un récord de esos que se recuerdan en mucho tiempo. ¿Nuevas fechas en Buenos Aires? ¿Gira? ¿Cosquín 2025? ¿Disco compartido? Todo puede suceder.
Hoy
“Si seguíamos esperando no iba a suceder de ninguna manera. La música nos hizo dar cuenta de eso, porque, en una misma semana, yo canté en su concierto en el Movistar Arena y él en mi concierto en el estadio. En pocos días, vivimos esa sensación que generaba cantar juntos. A los dos nos gusta trabajar mucho, hacemos giras, tenía que ser ahora; por otra parte, cuando nos reunimos en su casa nos dimos cuenta que si preguntábamos nos iban a decir que no”, reflexiona Abel Pintos, un poco en broma y mucho en serio. Ambos pertenecen a sellos discográficos distintos -Abel tiene contrato con Sony Music y Luciano con Universal- y está claro que cada compañía busca el mayor rédito de sus artistas.
“Nosotros nunca sentimos ese Boca-River, sino que teníamos la camiseta de la Selección Nacional. Cada vez que cantamos en los conciertos del otro fue un disfrute, siempre nos gustó compartir; nos juntó la música y la manija de él”, sostiene Pereyra.
Antes de ese primer encuentro en la casa de Luján de Luciano, donde no hubo asado, pero si sándwiches de miga a pedido del invitado, existió un audio de WhatsApp de cinco minutos que Pintos le envío a Pereyra. Fue el comienzo. “Siempre tuvimos caminos paralelos, pero acompañando al otro”, dice el protagonista del tour Hasta el alma.
Ambos remarcan la admiración mutua que destierra el espíritu de competencia que, casi mitológicamente, se generó en la industria. Del otro lado, los millones de fanáticos de cada uno se encontrarán con la logia de enfrente a modo de comunidad expandida. “Nos construimos mutuamente”, coinciden, dando a entender los caminos que nacieron al mismo tiempo y no dudan en agradecer el rol fundacional, allá por los noventa, de Soledad Pastorutti, abriéndole las puertas a los muy jóvenes en un mundo folklórico reservado para mayores. “Somos espejo uno del otro”, afirma Pereyra.
Ambos se iniciaron en el mundo de la música de ribetes más telúricos, pero, a medida que fueron creciendo, otros sonidos se empoderaron de sus artes. Sin abandonar los orígenes, el aire pop y la balada también conforman hoy sus repertorios, géneros que les imprimieron internacionalidad a sus trayectorias.
El show que se viene
“Tengo muchas ganas de cantar sus canciones y a él le pasa lo mismo con las mías; no serán las versiones de cada uno, sino las versiones nuestras, compartidas”, reconoce Pintos, dando de baja la idea de una estructura de concierto donde se presentarían por separado y, sobre el final, a modo de “fogón” mediarían en un breve momento. En la propuesta que ofrecerán en el Luna Park todo será compartido, como un dúo, aunque, seguramente, también habrá lugar para las individualidades. No hay dudas que se tratará de un encuentro histórico.
“Cuando escucho mis discos, del primero al último, veo mis cambios; en cambio, cuando observo su discografía, me encuentro con un tipo que siempre cantó con la misma autoridad”, dice Pintos sobre Luciano. En cambio, Pereyra, a la hora de pensar en Abel, subraya que aprende “de su forma de trabajar en el estudio, de sus modos”. “No puedo pedir más”, concluye.
En la fantasía de ambos estaba latente la idea de la reunión artística. “En el auto, cantaba su música”, dice Abel y Luciano asiente, dando entender que también solía tararear informalmente las canciones del colega. Los músicos también entienden que este momento de madurez de sus carreras, de esta construcción que han hecho a lo largo de los años, hoy les permite darse este “gustito”. A pesar de ser jóvenes, en algún aspecto podría decirse que “están de vuelta”.
“Era ver quién daba el primer paso, aunque este encuentro lo veníamos gestionando desde hace muchísimos años; pero el tiempo era este, los tiempos de Dios son perfectos, no era antes ni después”, le da mística Pereyra a la reunión estelar.
Pintos reconoce por qué no se animaba a proponérselo: “Pensaba que él no detendría todo lo que hacía para ponerse a cantar conmigo; por eso siento una enseñanza muy grande, es necesario compartir ideas y sentimientos, pero, como dice Luciano, los tiempos de Dios son perfectos y tenía que ser ahora”.
Amigos
-¿Mantenían un vínculo de amistad? ¿Compartían momentos personales que no tenían que ver con lo musical?
Abel Pintos: -La única vez que jugamos a la pelota juntos fue de casualidad.
Luciano Pereyra: -Sucedió un par de veces, cuando nos cruzábamos en las giras.
Pintos: -No éramos de llamarnos, ni de compartir nada fuera de la música. Nuestra amistad siempre fue musical, pero hoy nos damos cuenta que somos mucho más parecidos de lo que pensamos. Como, proporcionalmente, tenemos más años de música que de vida, ser amigos de la música ya era un montón. Nos encontrábamos cuando la música lo disponía, jamás hemos ido a comer juntos ni nos llamamos para los cumpleaños. Ahora estamos entrando en la etapa de la amistad, pero también podría haber pasado de no conectar, a pesar de este proyecto común, pero, sin embargo, sucede y, como sucede, nos estamos uniendo desde otro lugar y forjando una amistad, es muy sano.
Pereyra: -No estamos forzando, estamos forjando, construyendo un momento muy lindo de compartir. Hoy, como sociedad, nos toca vivir tantas separaciones, que nos gusta unirnos y darnos cuenta que, más allá de la pasión por la música, hay mucha vida. Encontrar un par, que está en la misma sintonía, hace todo más fácil. Eso hace que el otro te pueda entender, aún no siendo amigo, pero el diálogo diario hace que nos demos cuenta que hay más de lo que creíamos.
Un productor estrella
El productor de “Es ahora” es Rodolfo Lugo, un destacado profesional de la música, quien, además, es el marido de la cantante Marcela Morelo. Como tanto Pereyra como Pintos habían trabajado previamente con él, en uno de los encuentros donde barajaban ideas decidieron convocarlo a través de una videollamada. Lugo aceptó inmediatamente. “´Rodo´es un gran tipo, nos abrió las puertas del estudio y de su casa; cuando le mostramos qué queríamos hacer, solo pasaron tres días y nos dio la maqueta de la canción; era exactamente lo que queríamos hacer”, recuerda Luciano.
“Marcela (Morelo) fue re mamá, nos traía café y comida, nos preguntaba si estaba bien la temperatura del estudio”, dice uno de los cantantes, mientras que el otro recuerda que la intérprete de “Luna bonita” fue muy cálida y respetuosa sobre el trabajo en marcha. “Nos dijo que lloró con la maqueta de la canción, pero dio su opinión recién cuando la terminamos”.
Antes de despedirse, Luciano y Abel coinciden en que seguirán con sus carreras individuales y que ambos tienen por delante, antes de ponerse a ensayar las funciones del Luna Park, giras internacionales.
“Me voy a poner esas botas para parecer más alto”, dice Luciano ironizando el outfit de Abel y hasta le enseña a su colega a “hablar al revés”, una curiosa virtud del lujanense, que le dice “milafritas con papanesas”. Y ambos estallan de risa. Por momentos, hay un clima que, de tan relajado, pareciera ser el reflejo de una amistad de años, un viaje de egresados. “El deseo de juntarnos fue más fuerte que las agendas, las compañías y los productores”, afirma el bahiense.
Para cerrar, cada cual elige el tema favorito del otro. “Motivos” es el preferido del repertorio de Abel que suele cantar Luciano. En cambio, Pintos, elige “Seré”, un clásico de su colega. Y todo termina como se debe. Cantando.
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