Luciano Pereyra: “Después de pasar un cumpleaños en un quirófano, ahora me siento muy bien”
Completamente recuperado de sus problemas de salud y con disco nuevo, La vida al viento, el cantante de Luján inició una serie de 11 shows en el Gran Rex, todos con entradas agotadas; cuenta que extraña a su padrino artístico, Horacio Guarany y que le gustaría cantar la Misa criolla en el Teatro Colón
Veinte años han pasado casi desde que un jovencísimo Luciano Pereyra (Luján, 1981) lanzaba el primero de sus diez discos, Amaneciendo (1998), hasta hoy, en que la presentación de su último trabajo, La vida al viento, le ha llevado a un lleno de once Gran Rex y a una próxima gira por el Interior con más de 30 actuaciones. Sin abandonar sus raíces folklóricas, el músico experimenta la fusión con otros estilos musicales, con énfasis en el pop y los ritmos latinos. En las distancias cortas, el cantante es un conversador tranquilo, por momentos tímido y que se emociona cuando habla de sus seres queridos. Sobre el escenario, su voz despierta mil pasiones. Llega a la entrevista en la sede de Universal Music prolijamente vestido, con sweater a rayas en tonos azules a juego con el pantalón, que deja ver sus tobillos. Afirma estar ya recuperado de los problemas de salud que padeció en los últimos años y se muestra vital y en condiciones para encarar las decenas de shows que le esperan de acá a fin de año.
-¿Cómo estás?
-Feliz. Es el disco número diez, son once Gran Rex y es mucho lo que me está pasando. La salida de este disco me movilizó más que los anteriores.
-Pero no es novedad para vos la gran acogida del público.
-No, no es algo nuevo, pero este año, este disco, estas canciones, son distintos.
-¿Es otro Luciano?
-No, soy el mismo pero con más años. Es lo lindo de haber aprendido. Siempre agradezco porque la música no solamente me formó como profesional sino como persona. Al trabajar con canciones, estás en un movimiento constante de emociones y, de repente, salir a un escenario tan lindo como el Rex, a una semana de haber salido el disco y que la gente ya se sepa todas las canciones, es muy fuerte.
-¿Te pone nervioso subir a cantar?
-Mucho, me tiembla todo, es como ir a dar un examen, aunque tengo sensaciones muy lindas. Desde arriba del escenario ves cosas increíbles, como a una pareja de cincuenta años de casados que viene, familias, ancianas o a una pareja a los besos y pienso: estoy musicalizando la historia de amor de estas dos personas.
-¿Cómo ves a la distancia tus primeras obras, tus inicios?
-Siento respeto hacia el sentimiento que yo quería mostrar en ese momento. Hoy, musicalmente, agarro el primer disco y pienso que lo haría completamente distinto, pero en realidad jamás lo tocaría. No reniego de eso, de todos modos no escucho más los discos una vez que salen.
-La vida al viento, tu nuevo trabajo, combina ritmos folklóricos con pop latino y otras fusiones, y sus letras están atravesadas de principio a fin por el amor como tema central. ¿Qué tiene de diferente este disco con respecto a los anteriores?
-Cada disco es un aprendizaje y éste representa otra etapa. Trabajar un disco durante tantos meses fuera de tu casa es duro. Trabajé en la producción con Andrés Castro y con otros autores y compositores de distintos países, con la poesía y los acentos de cada uno (de Argentina, Colombia, Cuba, Venezuela, República Dominicana) y se formó algo muy lindo. Sobre las letras, me gusta la poesía antigua y creo en el romanticismo, me gusta escribir canciones de amor.
-¿Sos consciente de los aspectos en los que maduraste profesionalmente?
-No sé si ahora las cosas me salen más fácilmente, pero sí las hago con más gusto y me he encontrado con muchas personas de las cuales he aprendido.
-¿Pensás que estás inclinándote cada vez más hacia el pop latino?
-Me defino como artista y no me voy a encasillar jamás en un género, porque sería limitarme de aprender. Mi raíz folklórica es una pero el agua con la que la riego no es la misma todos días: la riego con folklore de Colombia, de Venezuela, con lo que suena hoy, que prendas la radio y suene música urbana también es folklore. Me enriquece la fusión sin dejar de lado una chacarera o una zamba, que en mis conciertos nunca faltan.
-¿Cuál fue tu estado emocional durante la grabación de este disco, en el que las diez canciones hablan de amor? ¿Lo escribiste enamorado?
-Después de la fuerte carga emocional del disco anterior, dije: no tengo nada, por dónde arrancamos. El amor no es solamente una cuestión de pareja, estuve rodeado de amigos cuando grabé el disco en Miami, y ellos me invitaban a cenar, a compartir un vino o una charla. Mi mamá fue a visitarme y fue fantástico. Cuando le pregunté qué le gustaba de Miami, me dijo que las plantas, sus hojas, sus colores. Ella es de Misiones y yo no me había dado cuenta, pero lo tenía ahí. Por eso La vida al viento también, porque cuando estás liviano te dejás llevar y ves cosas. El viento es lo primero que te pega cuando salís de tu casa, te despierta.
-¿Te sentís bien físicamente, recuperado? ¿Te cuidás?
-Sí, me siento muy bien. Como de todo. Me siento muy bien después de pasar un cumpleaños en un quirófano, el año pasado. Aunque nos divertimos mucho con los médicos, hacíamos karaoke, y ahí me enteré que estaba nominado al Grammy.
-¿Qué sentís sobre un escenario?
-Una gran emoción, porque esa persona que antes venía al concierto con dos o tres amigas, ahora viene con el marido y sus dos nenas.
-¿Solés reconocer a personas de tu público?
-Sí, claro. Y además con las redes sociales tenés más posibilidades de ver lo que hace y stalkear perfiles, y mirar: fue a tal concierto, le gustó tal canción. Hay una comunicación mucho más directa.
-Musicalmente, ¿consultás con alguien los pasos que vas dando como artista?
-Todo el tiempo. Con mis amigos, con el director de la banda -Darío Pacheco, con quien empiezo a armar todo-, con todo el grupo, con mi papá, que también es músico y cantante.
-¿Cómo vivís la ausencia de tu “padrino” musical, Horacio Guarany?
-Con la salida del disco y al presentarme en un teatro tan importante es cuando aflora el que no está. Ahora le preguntaría: qué hago, por dónde voy… Cuesta y duele. Era familia y era terminar una gira e irme a su casa en bicicleta, o terminar un concierto y al otro día tener una llamada suya diciendo: llamame, quiero saber cómo te fue. Era decir: estoy llegando, y ya prendía el fueguito o tenía algún guiso, o era compartir con él mis enojos, decirle: me pasó esto y él siempre me decía: y bue, ¿sabés las que pasé yo? ¿Querés que te cuente? Y yo decía: tenés razón. Me di cuenta que el tomar distancia de las cosas es un gran ejercicio para aprender, y el que ahora estemos distanciados seguramente es un ejercicio con el que él me está poniendo a prueba para que siga aprendiendo. Lo tomo así.
-¿A qué músicos admirás, aquellos que, al sacar un disco, querés saber qué hicieron?
-Siempre estoy pendiente de este equipo que somos como la Alta Tensión (un programa de TV musical de los años 70) de esta época, con Sole, Abel y Axel. Siempre estoy pendiente de lo que hacen. Nos hablamos, charlamos y tenemos una linda relación. Pero, por ejemplo, estos días pasé una tarde como hace rato que no pasaba disfrutando de la música. Me regalaron un tocadiscos y puse Frank Sinatra. A la tarde, en Luján, en mi casa. Y dije, feliz: ¡ah, pará! Me parece que ahora me está pegando el retro con el vinilo.
-¿Cómo es tu rutina?
-Hago de todo. Tipo 8.30 ya estoy arriba, desayuno un café con leche con tostadas con queso untable y mermelada y una fruta y arranco. Leo los diarios, voy al gimnasio, doy una caminatita con el perro (Rocky) y hago todo lo que surja en el día.
-¿Tenés en mente otros proyectos?
-El día de mañana me gustaría cantar la Misa criolla en el Teatro Colón o en la Basílica de Luján.
-¿Sos consciente de la cantidad de pasiones que despertás?
-Yo lo tomo como una demostración de cariño y como misión. Tal vez me toca ser un entretenedor. La gente viene con muchos quilombos a veces y cuando te dicen que durante dos horas se olvidaron del mundo porque cantaron conmigo, yo pienso: durante esas dos horas yo me olvidé del mundo también y nos encontramos ahí.
-Y te animás a bailar también, y a actuar. ¿Cómo fue compartir el videoclip de tu nuevo hit, "Es mi culpa" –interpreta a un boxeador-, con el Chino Maidana?
-Bailo y trato de moverme porque sino se me va a oxidar la rodilla. Y me gusta actuar, es parte del arte expresar con imágenes durante los tres minutos que dura un tema. Me gusta escribir el guión; el de "Es mi culpa" lo escribí con Diego Tucci. Me encanta el boxeo, lo practico desde hace dos años, y se lo propuse al Chino y me dijo que sí: se clavó los guantines, se puso en guardia y medio que me tiré para atrás porque pensé: esta persona peleó dos veces con Mayweather, nada más y nada menos. Fue un lujo.
-¿Usás siempre el mismo rosario?
-A veces me lo cambian en los conciertos. Es un amuleto de fe, que me identifica y me protege. Soy creyente, de rezar pero no de ir a misa. El templo está dentro de uno, uno se conoce mejor que nadie.
-¿Qué valoras en una persona?
-La sinceridad y la solidaridad, la gente que va de frente.
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