La canción de Joy Division fue editada un mes después del suicidio de su frontman y en esta yacen los pensamientos más íntimos del inolvidable artista
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“Love Will Tear Us Apart” habrá nacido como una respuesta al cover de “Love Will Keep Us Together”, que popularizaron en los 70 Captain & Tennille, pero su historia tiene muchas aristas vinculadas al frontman de Joy Division, Ian Curtis, y una cotidianidad que le costaba sobrellevar, como bien dejó plasmado en ese himno de la banda, editado en junio de 1980, un mes después del suicidio de su cantante. Detrás de esa dolorosa composición se escondía, precisamente, una realidad inapelable para su coautor, quien fue acumulando presiones y angustias que finalmente se trasladaron a un tema imborrable que empieza con esa frase desoladora, aquella que refiere a “una rutina que muerde fuerte” cuando las “ambiciones están bajas”.
Ian Curtis se casó con Deborah Woodruff en agosto de 1975. Tres años después, empezó a padecer ataques cuyo origen fue detectado ese mismo año. El joven artista oriundo de Lancashire tenía epilepsia. En simultáneo, estaba trabajando con Joy Division en la grabación de su primer álbum de estudio, Unknown Pleasures. La presión por la concreción de un disco inmaculado, sumado al agotamiento que le provocaban las convulsiones y una vida matrimonial sinuosa, sumió a Curtis en un estado de depresión.
En octubre de 1979, el músico conoció a quien se convertiría en una de sus grandes confidentes, la periodista Annik Honoré, con quien forjó un vínculo sentimental que desgastó aún más la relación con Woodruff. Sin embargo, como Honoré declararía en 2010, el lazo que entabló con Curtis era “muy infantil”, circulaba por un carril completamente diferente al que el cantante tenía con Deborah, de quien se empezó a distanciar cuando cruzó esa primera mirada de manera indefectible.
"Él no era el tipo de persona que discutía de forma lógica, era alguien que lo que más deseaba en este mundo era que la gente fuera feliz"
Deborah Woodruff sobre su esposo, Ian Curtis
“Lo nuestro siempre fue algo platónico”, manifestó Honoré. “Era una relación pura, casta, no teníamos un vínculo sexual, y él se encontraba en un momento muy difícil, tomando su medicación”, añadió la periodista, quien habló tras años de ser catalogada como una mala influencia para Curtis. “Me cansé de todo, me cansé de los cuestionamientos”, explicó en diálogo con la revista Focus. “Mucha gente habló del mundo que habíamos creado juntos como si realmente lo hubiesen conocido. Pueden decir lo que quieran, pero yo soy la única persona que conserva las cartas que me escribió, y en una de ellas me cuenta que su matrimonio con Deborah ya se había terminado mucho antes de que nosotros nos conociéramos”, sumó la mujer.
Un hombre dividido y en plena rebeldía
Curtis sentía culpa. No frecuentaba mucho el hogar familiar y pasaba poco tiempo con su hija, Natalie, fruto de su relación con Woodruff. Su cabeza era un torbellino y su cuerpo no respondía como quería. Esas batallas empezaron a destruirlo lentamente, arrojándolo en un estado de confusión tal que, cuando se le dificultaba aclarar sus pensamientos, les pedía a sus compañeros de banda que lo ayudaran. Un día, se acercó al guitarrista y tecladista de Joy Division, Bernard Sumner, para que él tomara una decisión en su nombre, ante lo que el músico se rehusó. La decisión que le costaba tomar a Ian Curtis planteaba dos escenarios: continuar con su vida matrimonial o apostar de lleno por un nuevo comienzo con Honoré.
Así, Curtis empezó a escindirse entre Deborah y Annik, como un péndulo. De hecho, los integrantes de Joy Division responsabilizaron a Honoré de los cambios de conducta de su amigo, cuya salud empezó a deteriorarse cuando se rebelaba ante sus convulsiones y no tomaba la medicación indicada. De hecho, los movimientos del artista arriba del escenario se convirtieron en el instrumento ideal para expresar lo que estaba atravesando diariamente. Al terminar los shows, la historia era otra. Su esposa lo obligaba a medicarse, pero las giras con Joy Division pasaron a ser un foco de presión extrema y las convulsiones se intensificaron.
"Cuando grabamos ‘Love Will Tear Us Apart’ nos parecía una canción rara, como que no quedamos muy impresionados"
Peter Hook, bajista de Joy Division
En esa etapa, Curtis se mostraba entregado. Su entorno describía su comportamiento como el de un hombre que se negaba a aceptar lo que le estaba sucediendo, que recurría al alcohol y al cigarrillo para tapar el diagnóstico que jamás pensó escuchar. Cuando no podía conciliar el sueño, entraba en desesperación y no lograba mantener una necesaria rutina. Cuando sí aceptaba medicarse, los efectos colaterales lo llevaban a presentar cambios en su conducta, tanto así que no podía a alzar a la pequeña Natalie por temor a una posible convulsión. El callejón parecía no tener salida.
Una canción brillante que la banda subestimó
En marzo de 1980, se refugió en el estudio para grabar el segundo y último disco de Joy Division, Closer. “Mientras estábamos componiendo, Ian me miró y me dijo que se sentía extraño haciendo ese álbum porque las palabras se escribían solas”, recordó Sumner. “También me mencionaba cómo se hallaba en un estado de constante claustrofobia, como si algo lo estuviera hundiendo”, sumó el músico. En efecto, Closer no fue un disco fácil de grabar, a pesar de que la banda tardó solo dos semanas en hacerlo. El cuadro de epilepsia de Curtis se había agravado y en ocasiones lo encontraban al artista colapsado en el baño del estudio Britannia Row, en Islington, Londres.
Dos meses antes, Ian había empezado a trabajar en la letra de “Love Will Tear Us Apart”, canción que terminó componiendo junto a Sumner, Peter Hook y Stephen Morris y que se editó por fuera del lanzamiento del álbum, en junio de 1980, con la conmoción del suicidio de su factótum todavía demasiado latente. El baterista Stephen Morris declaró en ese momento que lo invadía la culpa, como al resto de la bamda, por no actuar a tiempo. “No nos dábamos cuenta de cuán mal estaba Ian”, aseguró.
En el temase percibe claramente no solo la lucha de Curtis por mantener su matrimonio en pie sino también esa batalla tan personal contra la depresión que se apoderó de él cuando el diagnóstico de epilepsia lo transfiguró. “Siento un sabor en mi boca mientras la desesperación se apodera de mí, el sabor de que algo tan bueno ya no pueda funcionar”, verbaliza el artista en uno de los tramos más desgarradores de una canción que compuso semanas antes de haber intentado quitarse la vida por primera vez, y cuando todavía seguía en contacto con Honoré, a quien le enviaba cartas aludiendo a esa tormenta de la que no podía salir.
La noche previa al inicio de una gira por los Estados Unidos, un 18 de marzo de 1980, Curtis eligió una película para mirar (La balada de Bruno S. de Werner Herzog) y un disco para escuchar (The Idiot, de Iggy Pop) y luego se ahorcó en la cocina de su casa. Su esposa Deborah encontró su cuerpo. Curtis tenía tan solo 23 años. “Él no era el tipo de persona que discutía de forma lógica, era alguien que lo que más deseaba en este mundo era que la gente fuera feliz”, escribió en 1995 Woodruff en Touching From a Distance, su libro autobiográfico en el que narró cómo fue compartir el día a día con Curtis.
Cuando “Love Will Tear Us Apart se editó, la banda empezó a cumplir con un pacto que se había sellado tiempo antes: si uno de los integrantes ya no estaba en el grupo, el nombre de este debía cambiar. Y así sucedió con el nacimiento de New Order. “Cuando grabamos ‘Love Will Tear Us Apart’ nos parecía una canción rara, como que no quedamos muy impresionados”, confesó el bajista Peter Hook. “Nuestras favoritas eran ‘Shadowplay’ y ‘Transmission’, porque nos permitían escondernos detrás, porque tenían agallas. En cambio, ‘Love…’ era un tema de mucha fragilidad, no supimos ver su grandeza”, aseguró el músico. El productor de la banda, Martin Hannett, sí percibió de inmediato lo extraordinario que era el tema. “Nos dijo que era una canción que iba a durar para siempre”, declaró Hook.
Antes de su suicidio, Curtis aseguró que, aunque había ineludibles componentes autorreferenciales en la canción, quería que el oyente se “encontrara en ella”, que le aportara su propia visión, como si su legado consistiera en pasar la batuta, en decir “No estás solo”. A fin de cuentas, la tristeza del tema es compensada por una línea esperanzadora, el legado inconmensurable de Curtis: “Nuestro respeto se ha agotado tanto, aunque aún existe esta atracción que hemos mantenido durante nuestras vidas”.
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