Después de convertirse en uno de los artistas más atractivos de su generación, el frontman multifacético lanza su segundo disco en septiembre
Con un solo disco editado a fines de 2016, Louta se convirtió en uno de los artistas más personales y atractivos de su generación, gracias a un puñado de canciones frenéticas de electrónica mutante, sostenidas por un show en vivo de alto impacto que incluye bailarines, cotillón y hasta una enorme bola transparente en la que Louta se mete para cantar entre medio de la gente. “No puedo decir que sea un proyecto solista”, dice Jaime James, el pibe de 23 años detrás del personaje. “Louta es como una película: yo soy el director, el guionista y el actor principal, pero hay un montón de gente trabajando atrás.” Hijo de Diqui James –el fundador de las compañías teatrales De La Guarda y Fuerza Bruta– y de la bailarina Ana Frenkel, su linaje performático se luce en igual medida en escenarios tan disímiles como los de un boliche, una sala de conciertos o un festival multitudinario, en parte gracias a la fuerza de su imagen, cuidadosamente diseñada: Louta sale a tocar engominado, con la chomba celeste abrochada hasta el último botón y pantalones de vestir, un look muy años 50. Para su segundo disco, que saldrá el 21 de septiembre por Sony, está colaborando con beatmakers jóvenes como Roque Ferrari de Coral Casino y Tomi Susevich. “Va a sonar todo más al palo”, anticipa. “Los temas nuevos ganan por nocaut.”
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