Los temas esenciales de Horacio Salgán, que siguen inspirando a varias generaciones
Sus composiciones y arreglos, dejaron un legado artístico inconmensurable
Cada músico, aficionado, arreglador y compositor, tiene su Salgán preferido. Están los que eligen sus obras fundantes como "A fuego lento", sus arreglos de "Boedo" o "Trenzas", o su utilización de la mano izquierda en "A Don Agustin Bardi". Lo más interesante es explorar cualquiera de sus formaciones. Cada una esconde una perla musical de su vasto repertorio como arreglador, compositor y pianista admirado por grandes como Baremboin y Rubinstein.
Trenzas: Esta versión con su orquesta y con la voz grave de Edmundo Rivero, fue uno de sus arreglos más comentados con el paso del tiempo. Esa formación vanguardista no fue entendida por el público y la radio. Sin embargo, dentro de la melodía y la rítmica que Horacio Salgán imprimía a su orquesta y el registro grave de Rivero, esta orquesta que funcionó entre el 44 y 47, se separó del resto de las otras típicas que se empezaban a parecer. Piazzolla y Lepoldo Federico estaban entre sus primeros seguidores.
A fuego lento: Su tema más emblemático, el que forjó su estilo de vanguardia sin despegarse de los códigos tangueros, se inspiró en un segmento de la opera de Rossini, El Barbero de Sevilla. Sobre una de las frases del personaje, Salgán construye una melodía se va infiltrando de a poco en el oído de la gente. Las variaciones en el solo del piano son de las más difíciles, complejas y rítmicas del género. Sin proponérselo, esta obra antecede, lo que vendrá después con Astor Piazzolla. El punto exacto, donde comienza una nueva era del tango.
A Don Agustín Bardi: Junto al guitarrista Ubaldo De Lío formaron una de las duplas más singulares del género. Salgán transportó todo su imaginario arreglístico para orquesta y lo volcó en el piano y la guitarra. La destreza de Ubaldo De Lío le permitió a Salgán encontrar el socio ideal para esos pasajes sinuosos, desde el virtuosismo de los solos y la cadencia del fraseo, a los deliciosos contrapuntos entre ambos instrumentos.
Ojos Negros: La grabación de 1951 con la segunda etapa de su orquesta incluyó este tango. La entrada del tema con los violines al principio y su empaste con los bandoneones, le dan un sabor diferente a esta versión. Salgán despliega en esta obra su capacidad como arreglador-compositor. En este tema brilla su sensibilidad para crear una melodía paralela, un contracanto, que tenia que ver con la original y que el músico lograba de forma redondeada. Uno de sus grandes aciertos musicales.
Recuerdo: Fue uno de sus primeros arreglos exitosos y más reconocidos popularmente junto a "La tablada", "Boedo" y "Mi refugio". Estos temas de su repertorio terminaron siendo clásicos dentro de sus distintas formaciones. Los aficionados y los músicos adoran los arreglos de estos temas, sobre todo, con su orquesta. Acá Salgán demuestra su inventiva en los efectos, las variaciones en el piano, el fraseo de los fueyes y los contracantos, en medio del tema. Federico recordaba que muchas veces los efectos de determinados arreglos eran celebrados antes que terminara el tema.
La llamó silbando: Esta composición de Horacio Salgán que volvió a grabar con su formación del Nuevo Quinteto Real en los noventa refleja el humor particular del músicos en los efectos escritos para el violín, en los contrapuntos, los solos y la melodía cadenciosa, que recuerda la sonoridad de aquellas composiciones para películas mudas que tocaba cuando recién comenzó a tocar el piano.
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