“Para nosotros, el rock está en el folclore”, dice su cantante Berto Martínez
“Con mi hermano nos criamos en un departamento chico de Almagro: compartíamos cucheta, nos cagábamos de calor, y el porro y la imaginación nos hacían flashear”, dice Berto Martínez, cantante y guitarrista de Los Tabaleros al igual que su hermano José María, sobre la génesis urbana y cannábica de su ensamble de folclore, totalmente contraria al componente intrínsecamente rural del género. En el imaginario del septeto, lo telúrico se retuerce hasta convertirse en algo surrealista y desfachatado. “El mundo que nos creamos es mucho más grande que una zamba, una chacarera o un blues.”
Antes de ¡Tuy! (2016) se enchufaron, y desde entonces buscan el máximo volumen a la hora de cantar y tocar (“un grave problema para el sonidista”). De todos modos, no dejan de ser los folcloristas que le peleaban al murmullo en peñas mientras estudiaban. Sí perdieron, dicen, “la parada estoica”, en pos de una descontractura que viene de admirar, por ejemplo, a los Ramones. Pero lo suyo no es otra fusión, otro folk rock: es encontrar la actitud y usar el lenguaje. “Para nosotros, el rock está en el folclore”, dice Berto. “Lo que pasa es que los rockeros tardan en avisparse.”
Sus canciones tienen sentido del humor; sin embargo, ellos toman distancia de “la fiesta de disfraces”. Estéticamente, le deben más a Tarantino que a cualquier banda (este año sale ¡Chuy!, el “Kill Bill 2” de su último disco). Se foguearon tocando tanto para paisanos como para “hipsters del Matienzo”. “El eclecticismo es total”, dicen. “No nos plantamos en el humor, ni en el romanticismo ni en la psicodelia, porque creemos que todos necesitamos un poco de cada cosa.”