Los Soprano y diez clásicos de todos los tiempos resignificados por la serie
Considerada como el punto de partida en la nueva era dorada de las series, Los Soprano enfoca un tópico clásico de la ficción estadounidense como la mafia desde un punto de vista inédito (la vulnerabilidad psíquica de su capo) y es también pionera en el uso de la música pop como insumo narrativo. A lo largo de sus seis temporadas la serie protagonizada por James Gandolfini (muerto en Roma en 2013) dispone un set sonoro de más de 25 horas y casi 400 canciones empezando por la característica introducción con “Woke up this morning” de los ingleses Alabama 3 que muestra a Tony Soprano conduciendo su auto en el camino que va de Nueva York a su casa en Nueva Jersey, patria chica del clan. La música de cada uno de los capítulos fue elegida personalmente por David Chase, creador de la serie, con la inestimable colaboración de Steven Van Zandt quien además de interpretar al mafioso Silvio Dante es guitarrista de la E-Street Band de Bruce Springsteen, otro producto made in New Jersey. Al corpus pop se le agrega un interesante paneo por la raíz italiana (del barroco al bel canto y el jazz) y hasta hay lugar para un cameo de Gustavo Santaolalla con el instrumental “Pampa” (1998). La playlist que sigue está compuesta por diez clásicos de todos los tiempos resignificados por la serie que ya se instaló a su vez como un clásico audiovisual.
“La tempestá di mare” (Antonio Vivaldi, 1725). El orgullo de Tony Soprano por los aportes italianos a la cultura sobrevuela muchas de las conversaciones en las sobremesas con sus hijos a quienes trata de insuflar idiosincrasia peninsular. En ese sentido, la musicalización da testimonio remontándose al floreciente período barroco en la figura del violinista y compositor veneciano Antonio Vivaldi (1678-1741). “La tempestá di mare” es el concerto para violín que sucede a las cuatro composiciones conocidas como “Las cuatro estaciones”, uno de los clásicos más universales del período clásico de la música occidental. Muerto en la pobreza absoluta en Viena, la música de Vivaldi no fue reconocida sino hasta el siglo XX, cuya dinámica migratoria es central para esta historia.
“It was a very good year” (Frank Sinatra, 1965). El cantante al que llamamos “La voz” (un absoluto de la música popular) es una referencia permanente e ineludible en el mapa sentimental de Los Soprano. No solo porque se lo escucha varias veces como fondo sino porque se lo nombra (“Francis Albert”) y porque hasta su hijo Frank Sinatra Jr participa de un capítulo haciendo de sí mismo en una partida de juego ilegal. “It was a very good year” es una balada de cuyo efecto sobrecogedor cuesta recuperarse. Incluida en el álbum September of my years (1965) fue escrita por Ervin Drake en 1961 y su letra crepuscular es empujada a un abismo emotivo por la interpretación de Sinatra y los arreglos orquestales de Gordon Jenkins. Le dio a Sinatra un Grammy por mejor performance vocal en el 66 y su primer número uno en el ranking de Easy Listening de Billboard. Atraviesa el comienzo de un capítulo de la primera temporada de la serie con efecto de travelling sonoro.
“Ain’t too proud to beg” (The Temptations, 1966). La relación del clan mafioso con la comunidad negra no es nada sencilla y el guion de la serie no protege al espectador de las ráfagas de racismo explícito de su personaje central. Sin embargo, es en la música (de Motown a D’angelo) donde Tony Soprano deja de lado los asuntos de disputa territorial y crimen organizado. En muchos de los flashbacks a su infancia en la Jersey de los 60 vemos el televisor blanco y negro de la familia sintonizando números musicales. Entre ellos sobresale este hitazo del grupo vocal The Temptations (“No soy tan orgulloso para suplicar”), compuesto por Norman Whitfield y Edward Holland, que se mantuvo ocho semanas en el número uno del chart de música negra (R&B) así como alcanzó el número 13 en el más abarcador ranking pop, ambos publicados por Billboard. Los Stones la relanzaron en 1974 como simple del álbum It’s only rock and roll (but I like it) con “Dance little sister” en el lado B. Haciendo la ruta inversa, el primer capítulo de la segunda temporada se va a los títulos con una versión de la cantante soul Irma Thomas de “Time is on my side” de Jagger & Richards.
“Smoke on the water” (Deep Purple, 1972). El riff más tocado por quienes nunca tocaron de veras una guitarra se deja escuchar en el auto de Tony Soprano en el preludio de uno de sus recurrentes desmayos producidos por sus crisis de ansiedad o ataques de pánico. El primer mafioso psicoanalizado de la ficción maneja de forma errática hasta perder el conocimiento y golpearse contra el airbag a la altura del solo de Ritchie Blackmore, que la cultura pop puede silbar como un tango. Hay un recurso muy interesante en esta escena y es que el sonido de la canción empieza a distorsionarse siguiendo los efectos sensoriales de la patología de Soprano. Así, “Smoke on the water” baja de pitch y se ralentiza hasta llegar a un down tempo siniestro. Un remix gangsta (¡y de ficción!) para un clásico transgeneracional del rock duro inglés. Se editó como simple en diciembre de 1971 con una versión en vivo en el lado B (nadie quería escuchar otra cosa entonces) y luego en 1972 en la apertura del lado 2 de Machine Head, sexto y mejor álbum de Deep Purple.
“You shook me all night long” (AC/DC, 1980). El heavy metal sobrevuela la banda sonora de Los Soprano como un estilo cuya masculinidad exacerbada marida con los rituales del clan aunque no tenga relación directa con la mafia. Así se puede escuchar a clásicos globales como Metallica, Rush, Led Zeppelin y artistas muy del riñón suburbano de los Estados Unidos como Foghat o Journey. A la escena de striptease en el cabaret Bada Bing!, bunker del clan, junto con uno de los power chord más escuchados de AC/DC (427 millones de clics en Spotify) en sus 45 años de historia solo le falta un cameo de Angus Young en uniforme escolar para ser video clip. Música que habla de sexo para tener sexo, la quintaesencia de Chuck Berry es llevada en el álbum Back in Black a una ingeniería de ruido más sofisticada de lo que se cree. Más de tres millones vendidos en los Estados Unidos cuando se la relanzó como simple en 1986.
“State trooper” (Bruce Springsteen, 1982). En la historia de un capo de la mafia nacido y criado (en la realidad y ficción) en Nueva Jersey no puede faltar la voz curtida de The Boss, el jefe, embajador musical de la ciudad desde su aparición a mitad de los 70. Incluida en esa joya que es el álbum Nebraska (1982), la canción sobrevuela el último capítulo de la primera temporada y se va a los títulos con ese aullido de coyote que se le escucha a Springsteen rasgando la guitarra eléctrica con una furia contenida. Minimalista y bonsái, la música de Bruce que está hecha de todos los cruces de ruta del cancionero popular norteamericano es reducida aquí a su mínima expresión. La serie resignifica este desvío en la discografía de Springsteen como una muestra de arte popular genuino y profundo.
“Non ti scordar di me” (Luciano Pavarotti, 1984). En Los Soprano, claro, no podía faltar uno de los últimos grandes divos del canto lírico, cuya potencia de tenor desbordó al auditorio de la ópera y el bel canto para volverse una referencia global. Pavarotti grabó esta canción lírica en el álbum Mamma en un fantástico joint venture con la orquesta de Henry Mancini. Compuesta originalmente por Ernesto de Curtis, trae en la serie la memoria acústica de Mario Lanza quien la interpretó mucho antes y que era una favorita en la juventud de Livia, la caprichosa madre del mafioso. Varias veces Soprano se refiere a la familia escuchando al tenor de origen italiano en la radio o viéndolo en el show de Ed Sullivan. Es una transmigración de voces: se oye a Pavarotti para traer a Mario Lanza, quien a su vez le puso el cuerpo a Enrico Caruso en el cine (El Gran Caruso, 1951) en el pico de su popularidad.
“You give love a bad name” (Bon Jovi, 1986). Aquí hay hard rock, sangre italiana y New Jersey. El metal pop y contagioso de Bon Jovi es ineludible como referencia en el mapa sentimental de Los Soprano. Se lo escucha sonar en una escena amorosa entre Christopher, el sobrino de Tony y aprendiz de capo, y su novia Adriana, una bomba ítalo-americana con aspiraciones en la industria musical. En el 86 Bon Jovi fue tan campeón del mundo como la Argentina en México. Su tercer álbum Slippery when wet, que incluía este hit entre otros, se instaló ocho semanas en el primer puesto del Billboard 200 y en un año terminaría dando la vuelta al mundo con nueve millones de copias vendidas. Un best seller absoluto que el tiempo convirtió en clásico.
“I saved the world today” (Eurythmics, 1999). El episodio 25 (temporada 2) de la serie rescata el último hit del dúo tecno pop de Dave Stewart y Annie Lennox incluido en Peace, el álbum que cierra la discografía de Eurythmics. Se vuelve casi leit motiv de la trama y, como sucede con otras canciones, se lleva los títulos. Es una canción orquestal opuesta a la arquitectura original del dúo (ese frío/calor de sintetizadores y soul blanco) que tiene más que ver con el pop barroco de fines de los 60, donde el protagonismo es todo de las cuerdas y los bronces. Una apuesta interesante en el soundtrack que obliga a repasar a una sociedad perfecta que supo como hablarle a una audiencia masiva con la voz de la vanguardia. No es extraño entonces que se escuche en la serie también a un grupo como Saint Etienne que supo conjugar dancefloor y cuerdas con la misma maestría.
“Oops!... I dit it again” (Britney Spears, 2000). El último número uno en la lista del soundtrack de Los Soprano queda para esta soprano soubrette que le arrebató (o al menos intentó hacerlo) el lugar a Madonna en el último tramo del siglo XX. A fuerza de stacatto y motricidad dance pop, los suecos Max Martin y Rami lustraron la lámpara mágica de Abba para darle a Britney uno de los mayores hits de su carrera (el quinto simple más vendido en la primer década del siglo XXI). Ese “I’m not that innocent” (no soy tan inocente) con el que se la escucha seducir es parte del guion para los chicos Soprano que crecen entre algodones cubiertos por la fortuna del dinero ilegal que maneja el pater familia. La ausencia de Louise Verónica Ciccone en la música de Los Soprano sí que es un misterio.
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