
Los piojos: máquina monumental
Andrés Ciro Martínez y Micky Rodríguez, cantante y bajista de la banda respectivamente, hablan antes de presentar esta noche su nuevo CD, "Máquina de sangre", en el estadio de River
Más de diez años atrás, el todavía ignoto Andrés Ciro Martínez paseaba en auto por Buenos Aires con un amigo. Ciro, confiesa, aún no manejaba y, por lo tanto, le es difícil recordar el itinerario. Pero sí que pasaron cerca de River y, mirando el gran estadio desde afuera, el cantante soñó en voz alta: "¿Alguna vez llegaremos a tocar acá?". El otro se rió, burlón, del comentario. A pocas horas de debutar en ese mismo estadio, admite que aquella falta de fe le dio un poco de bronca. Pero ahora tiene su revancha: el amigo que, quizá por pudor, asegura no acordarse de la anécdota, es quien esta noche se encargará del sonido del show.
Para una banda argentina llegar a tocar en River marca un antes y un después, es la consagración definitiva. Aunque el cantante hubiese preferido la Bombonera por motivos de colores futboleros. "Nos estuvimos peleando por el tema", acota Micky Rodríguez, el bajista con corazón riverplatense de bajísimo perfil y altísima influencia en la música del grupo.
"En aquella época todavía no había tocado ningún grupo de rock nacional en River", vuelve Ciro sobre la anécdota. Poco después lo estrenaría Serú Girán en su reencuentro de 1992. Con el show de esta noche, Los Piojos ingresarán en el selecto grupo de las cinco bandas argentinas que actuaron en el Monumental (ver pág. 6) y presentarán oficialmente su último álbum, "Máquina de sangre", editado hace apenas un mes.
Por eso, dicen, semejante evento en su carrera lleva a los inevitables balances y, junto con ellos, aparecen recuerdos de estos dieciséis años que llevan haciendo rock. "No es algo que hayamos charlado mucho entre nosotros, pero a mí -dice Ciro-, me aparece la imagen de cuando ensayábamos en los livings de nuestras casas."
Que eran las casas de los padres. Por eso, agrega Micky, iban yendo de una a otra, por el oeste bonaerense, trasladando los ensayos, para que la paciencia de las familias no terminara en crisis definitiva, con pedales, guitarras y baterías arrojadas por alguna ventana.
"No teníamos plata, y por lo tanto ninguna posibilidad de alquilar sala", agrega mientras Ciro evoca viajes en colectivo cargando equipos e instrumentos, hasta que pudieron alquilar una casa en construcción, para convertirla en centro de operaciones piojosa.
-Con esta mirada hacia atrás, ¿no les sorprende ahora haber llegado a este momento?
Ciro: -Creo que la convicción siempre estuvo. Yo nunca pensé en tocar toda mi vida en un lugar para cien personas. Nadie en la banda pensó así. Aunque tampoco nos propusimos metas. Me acuerdo de que cuando estábamos por grabar "Tercer arco" (su álbum más exitoso, aquel de los hits "Verano del 92" y "El farolito") ya había un caldo que se agitaba y mucha gente hablaba de la banda. Estaba confundido y le pregunté a Pocho, nuestro manager, cómo veía todo el asunto, qué creía que podía pasar con el grupo. El me dijo que nunca nos iba a ir mal, porque tocamos con la misma energía para dos mil tipos o para cincuenta. Y sentí que era verdad, nunca tocamos de mala gana, o para chorear .
¿Nunca? Bueno sí, una sola vez, confiesa el cantante: "Fue en un boliche, en un lugar que no voy a decir, porque había gente que igual disfrutó del show, pero la mayoría no nos conocía. Una amargura total, lo único que querían era escuchar "El farolito" y "Verano del 92". A los veinte minutos, un poco para arengarlos, dije: "Bueno, vamos a hacer el último tema". Y los tipos respondieron cantando "una-más-y-no-jodemos-más". Hicimos un tema más y nos fuimos corriendo". Una vez en la vida, no está tan mal.
De hecho, es cierto que Los Piojos forjaron su trayectoria a fuerza de conciertos contundentes y discos de rock que, poco a poco, se fueron abriendo hacia otras músicas. De los Rolling Stones a la murga y el candombe, del pop a la canción de cuna y del funk al ska. "En un momento despegamos conscientemente de la imagen y de la búsqueda de parecernos a los Rolling Stones. Teníamos que salir de ahí porque nunca íbamos a ser ellos y perderíamos la posibilidad de ser nosotros mismos."
Ruego premonitorio
En 2000 Los Piojos editó "Verde paisaje del infierno". De la Rúa todavía era presidente, pero el nubarrón que finalmente lo hizo escapar en helicóptero de la Casa Rosada un año después ya asomaba en el horizonte. Desde una de las canciones de ese álbum, Ciro le pedía a la estampita de San Jauretche: "El sillón de Rivadavia hoy encuentra sucesores. Qué les voy a hablar de amores y relaciones carnales. Todos sabemos los males que hay donde estamos parados, por culpa de unos tarados y unos cuantos criminales.Yo le pido a San Jauretche que venga la buena leche".
Dos años más tarde, la plegaria piojosa parece haber sido escuchada por aquel hombre devenido santo de lo nacional y popular y le trajo un presidente que cambió el orden de prioridades en el país.
¿De San Jauretche a San Kirchner? "No sé si tanto -dice Ciro-. Sí siento que hay una proyección importante, hay esperanza, hay ganas. Uno se da cuenta de con qué poco la gente sale a hacer cosas, a buscar, a crear. Ya desde el discurso de asunción presidencial, la emoción que transmitía, el hecho de que estuviera con la hija y todo eso me pareció algo diametralmente opuesto a lo que era el turco."
Micky: -El cambio igual depende de todos, pero parece un puntapié inicial para una movida de esperanza que hacía falta.
Ciro: -Que arranca con Duhalde que, a pesar de las críticas, se hizo cargo cuando todos huían despavoridos. Más allá de que yo pienso que la caída de De la Rúa estuvo muy preparada. De hecho, en el tema "Dientes de cordero" lo planteo así, como un plan que necesitaba un malestar general: voltear a De la Rúa, repetir doscientas veces las mismas imágenes en Crónica TV, calentar el bocho de la gente.
"Me duele la risa, me duele cantar", escribió Ciro en uno de los más conmovedores del último álbum. Y ese mismo dolor es el que explica los tres años sin editar nuevas canciones -aunque en 2002 lanzaron para sus ansiosos fans "Huracanes en Luna Plateada", un CD doble en vivo-.
"La crisis del país no era sólo económica sino anímica -explica el cantante-. Extrañamente tocábamos e igualmente llevábamos mucha gente, no hubiera sido tal vez un fiasco económico si sacábamos un disco. Pero uno no tenía ganas, no podía proyectar en esa incertidumbre emocional que inundaba todo. No podía ir contento, con una sonrisa, diciendo ésta es mi obra, ¿qué les parece? El futuro era tan incierto que a quién le podía importar."
La sana amplitud sonora y compositiva que predomina en "Máquina de sangre" les permite ir de la dureza de "Dientes de cordero" al ska festivo de "Como Alí" con su lectura irónica del mundo dance (esta noche estrenarán además el videoclip del tema), pasando por la dulzura de "Canción de cuna", un tema dedicado a padres e hijos "piojosos". Es la paternidad que se impuso en la banda durante los últimos años. Aunque Ciro dice que dudó mucho antes de incluirlo, por ser un tema muy personal, se han sorprendido por la cantidad de mensajes que reciben acerca de esta canción para dormir a los niños. El reconocimiento les llega tanto de amigos rockeros como de maestras jardineras.
Ciro: -Es una vida muy linda la de músico, la de hacer lo que a uno le gusta y recibir el afecto de la gente..., es algo que no se reemplaza con nada.
-Pero hubo un momento en que pareció pesarte un poco todo eso.
Ciro: -A veces uno sufre cierta saturación, tiene que estructurar la vida de tal manera que pueda zafar de eso o disfrutarlo sin exagerar. Tiene que ver con el momento de tu vida que estás atravesando. Yo veo tipos que de alguna manera tienen una estructura familiar armada. Es como los jugadores de fútbol que se casan jóvenes, para tener un lugar a donde volver. Los futbolistas están un día en su casa y al otro día su representante lo vendió al fútbol árabe. Con los músicos es similar, la situación de nuestro trabajo genera mucha inestabilidad. Por suerte yo tengo a mis hijas.
Toda esa conjunción de factores y situaciones encuentra su síntesis en "Máquina de sangre", el título del álbum. "Tiene muchas implicancias -admite Ciro-, porque el disco tiene mucho corazón. Todo, en definitiva, depende de la transpiración y de la sangre para que signifique algo."
El rock local en River
- Seru Giran: 19 y 20 de diciembre de 1992.
- Soda Stereo: 21 de septiembre de 1997.
- Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota: 14 y 15 de abril de 2000.
- La Renga: 30 de noviembre de 2002.
Para ir al estadio
- Horario: a las 20. Las puertas se abrirán a las 15.
- Campo: se ingresa por Udaondo y Libertador.
- Plateas altas y bajas: por Udaondo y Libertador.
- Populares: por Figueroa Alcorta y Monroe.
- Entradas: quedan plateas y populares que se pondrán en venta a partir de las 15 en el Estadio Obras.
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