Los Piojos: a 15 años del último show, un rumor que los fanáticos “eligen creer” y la carta de “hasta pronto” que deprimió a los fans
Hace 15 años, en River Plate, daban su último show con un “hasta pronto”, sin hablar de despedidas aunque se sintiera como tal; hoy, el lanzamiento en plataformas de ese material y otras pistas revivieron la ilusión de un retorno
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En el último show de Ciro y los Persas en el estadio de Vélez Sarsfield se produjo un hecho histórico: Andrés Ciro Martínez invitó a su ex compañero en Los Piojos, Piti Fernández, a subir al escenario. Primero Piti cantó “Bicho de ciudad” y luego se quedó a tocar en el siguiente, “Pacífico”. Pero lo que allí estaba sucediendo era el fin de una extensa batalla que se desató un año antes de la separación de la banda, cuando Piti pegó el portazo y decidió iniciar un nuevo camino al frente de La Franela. Ese día, los fanáticos de Los Piojos tuvieron como nunca antes motivos para creer que un regreso era posible.
Ahora, dos hechos aislados encendieron el rumor sin que ninguna de las partes se pronunciara. Ni Ciro ni Micky ni Dani Buira ni Piti dieron señales. Pero días atrás, con motivo de acercarse el 15° aniversario del último show de la banda oriunda de El Palomar, Spotify anunció que se subía a su plataforma el documento de la fría noche del 30 de mayo de 2009, cuando la banda entraba en un receso que se convertiría inexorablemente en separación. Lo tituló Ritual piojoso y ya está disponible. En paralelo, la productora de Ciro y los Persas abrió la cuenta oficial de Los Piojos en redes sociales, otro hecho que entusiasmó al público.
En diálogo con la nación, fuentes de la productora afirmaron que “no hay nada” sobre un posible regreso o show, que sólo se trató de dos hechos puntuales: un lanzamiento y la apertura de las redes sociales oficiales de la banda.
Cabe sumar que Ciro, con Los Persas, tiene tres shows importantes por delante en el Movistar Arena, los días 8, 9 y 30 de agosto, con lo que es entendible que él y su equipo de trabajo estén enfocados en esas presentaciones. Pero la ilusión del público transita por otros carriles, como un pasacalles que se colgó en el pago chico de la banda, Ciudad Jardín, en el que se lee, con el logo de la banda a un costado: “No te sorprenda volverme a ver”, frase extraída de “Morella”, clásico de Los Piojos. ¿Hay razones para ilusionarse? Por lo visto, ninguna, pero la gente “elige creer”.
Una banda, varios divorcios
“Siempre me cuidé de no hablar para no darle de comer a una postura que no comparto. Creo que los problemas se arreglan con el tiempo, quejarse después es fácil. Presentar un disco hablando mal de un excompañero es una política que no comparto”, decía Andrés Ciro Martínez en 2012 en diálogo con este medio. Habían pasado tres años y medio y las heridas seguían abiertas. Muy abiertas. El primero en irse de la banda fue el baterista y parte fundamental del sonido rioplatense y arrabalero que tenían Los Piojos, Daniel Buira.
Un choque interno desencadenó en su salida y ocho años después sucedería lo mismo con Piti Fernández. Pero en este caso la onda expansiva fue mayor y no aquietó las aguas internas. Gustavo “Tavo” Kupinsky, el guitarrista, dejó en claro que pertenecía al “team” Piti, y su permanencia en la banda generó más roces con el cantante y líder natural del grupo, Andrés Ciro Martínez. El otro histórico, el bajista Miguel Angel “Micky” Rodríguez, siempre se mantuvo del lado del frontman y eso quedó más claro que nunca luego de la separación.
Micky compartió más temprano que tarde el escenario con Ciro ya en tiempos de Los Persas y Tavo y Piti realizaron una fecha juntos en Groove, cada uno con su nueva banda. Sugestivamente, Tavo le puso de nombre a su grupo Revelados y en él se alistaban ex Piojos de distinta índole, entre históricos y colaboradores secundarios, como Pablo Guerra, Changuito Farías Gómez y el baterista Roger Cardero, que había entrado a la banda de El Palomar en 2000, tras el alejamiento de Buira.
Pero aquello que nos dijo ACM en 2012 es tan cierto como irrefutable: “Los problemas se arreglan con el tiempo”. Y lo que sucedió la noche del 30 de mayo de 2009 fue un ritual que nunca se presentó como el último, sino como el último de un período indefinido.
El periodista y exjefe de prensa de Los Piojos, Martín Correa, solía decir en la primera década de este siglo que no había más que caminar unas cuadras por avenida Rivadavia para comprobar el impacto cultural de la banda. Cada dos o tres cuadras uno se cruzaba con una remera, una mochila o algún otro objeto de merchandising (oficial y del otro). El historial de sus recitales daba cuenta de ellos y de manera orgánica, nada de ascenso meteórico: de Arlequines a Cemento, de la cancha de Atlanta a Cosquín Rock o Pepsi Music y del Luna Park a ese River Plate que no fue uno si no dos: en abril de 2009 se presentaron en el Monumental en el marco del Quilmes Rock y un mes después realizaron su último show hasta la fecha en el mismo sitio, aunque originalmente estaba pactado en el Club Ciudad.
“Los Piojos mudan su ritual a River Plate. Será el 30 de mayo y tienen validez las entradas del Club Ciudad. Debido a la gran demanda de entradas para el show del Club Ciudad del 14 de mayo y atendiendo cuestiones de seguridad y mayor comodidad para el público, Los Piojos mudan su ritual al estadio de River Plate, que ahora tendrá lugar el 30 de mayo. Las localidades adquiridas para asistir al show del Club Ciudad son válidas para el sector Campo de River Plate. De esta manera, Los Piojos y los piojosos podrán vivir un ritual sin que nadie quede afuera, teniendo en cuenta que este será el último show previo al parate que la banda anunció la semana pasada mediante una carta abierta publicada en su sitio oficial en internet. Las entradas para el show del 30 de mayo en River estarán a la venta en Locuras, Lee Chi y vía Ticketek”, rezaba el comunicado de prensa que daba cuenta del cambio de lugar. Claro, después de haberse presentado en dicho escenario en el marco de un festival, creían que con un show en el Club Ciudad estaban más que bien, aunque su público les demostró que si se trataba de un posible “último ritual”, el espacio tenía que ser el más amplio disponible.
“Queridos Piojosos, fans, seguidores: queremos informarles que a partir del próximo show del 30 de mayo de 2009 en River Platew, la banda entrará en un parate. Después de veinte años de carrera y constante crecimiento, algunos pesares y muchas grandes alegrías, giras mágicas y esforzados discos, un intenso desgaste nos obliga a parar nuevamente (como en 2005). Este impasse no tiene plazos ni condiciones. Los Piojos no se separan. Tampoco sabemos cuando volverán a reunirse. Se puede suponer, sin temor a equivocarse, que la banda se encuentra en el punto más alto a nivel artístico y de popularidad de toda su historia. Cualquiera puede decir que es una locura tomar distancia ahora. Frenar. Es un razonamiento lógico. Pero nosotros tenemos otro, quizá no tan “lógico”, pero muy real. Hoy vivimos de lo que somos. Hoy somos lo que hacemos. No queremos empezar a hacer “como qué”. No queremos “vivir a Los Piojos”. Sería triste fingir espontaneidad donde no la hubiera. No nos gustaría llegar a una saturación definitiva. Como hablamos en reuniones internas, quizá volvamos a tocar en seis meses, dos años, ocho. No lo sabemos. Por favor, que no se malentienda: no es en los shows, o en la relación hirviente con el público, o en el afecto en la calle con los fans en donde reside o nace el cansancio. No es en los miles de correos y cartas. Es el trajín de veinte años de convivencia lo que pide un descanso... Queremos decirles a todos que el espíritu piojoso seguirá vivo. Eso ustedes quizá lo sepan mejor que nosotros. Cada tatuaje seguirá llevándonos adonde vaya. Lo que no queremos es especular. Queremos hacer música y arte. Y como alguna vez dijo una canción, ‘si vos uerés estar libre, si querés alto volar, que haya un hachazo en tu ojo, pero una flor en tu ojal’. Un abrazo de veinte años, enorme, con todo el corazón. Gracias y hasta la próxima”.
La crónica de LA NACIÓN de aquel show del 30 de mayo de 2009 tuvo un sabor agridulce, quizás por demás impactada por los cortocircuitos entre algunos de los músicos que se produjeron en escena y que empañaron lo que tenía que ser una noche perfecta. “Por el escenario pasaron los hijos de los músicos a la hora de ‘Pistolas’ y ‘Canción de cuna’; pasó La Chilinga, con su director, ex baterista de Los Piojos, Dani Buira, quien se reencontró por dos temas con su viejo puesto; también pasó una línea de vientos y varias oleadas de frío recién salido del Río de la Plata. Quizá fue el frío el que imposibilitó que la banda entregara un show caliente, cargado de la mística de otros tiempos. Por eso, cuando Ciro exclamó, hacia la una de la madrugada, ‘¡Vamos a seguir hasta que salgan las estrellas!’, una nueva llovizna se encargó de decirle algo así como ‘Ni lo intentes’.
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