Los Auténticos Decadentes en el Movistar Arena: Andrés Calamaro, un doble de Luis Miguel y la promesa de seguir la fiesta en noviembre
También estuvieron Fernando Ruiz Díaz y Bandalos Chinos; la banda repasó sus clásicos y los que integran su trilogía de versiones, ADN
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En los últimos cuatro años, Los Auténticos Decadentes se encargaron de descifrar su propio código genético con ADN, una trilogía discográfica en la que reversionaron a su manera las canciones que formaron su propia identidad musical. La conclusión de esa saga coincidió con su llegada al Movistar Arena, y de algún modo fue también la manera de ratificar la vigencia de una banda que juega de local ya no solo en su país de origen, sino también de todo un continente, desde Ushuaia hasta el sur del Río Bravo, y que tuvo a Andrés Calamaro, Bandalos Chinos y Fernando Ruíz Díaz como invitados.
El desembarco decadente en Villa Crespo fue no solo una presentación de una serie de discos (de los que sonaron nueve versiones en una lista de más de treinta temas), sino más bien un repaso por el legado de una banda que supo acusar recibo de las influencias que le llegaron durante casi cuatro décadas, del underground porteño de los ochenta a los corridos mexicanos, pasando por el bolero, el ska, la canción romántica y todo lo que se cruzase en el medio. Todo fluye en un aire de celebración constante desde el momento cero con la apertura con el tándem entre el autodefinido “Somos” (“Soldado de plomo de tu alegría, somos la fruta prohibida / El desborde criollo que cura las heridas”) y “Cómo me voy a olvidar”.
El aura de fiesta constante continuó con “Pendeviejo” fundida con “Los piratas” en una sola pieza, redoble de por medio, antes de hacer el repaso de A, el primer volumen de ADN. Primero fue el turno de “Los viejos vinagres”, el clásico de Sumo y luego “Luna de miel en la mano”, de Virus, tocada como un ska vertiginoso y con Goyo Degano y compañía como invitados. Después, una seguidilla de canciones con Jorge Serrano en voz (“Corazón”, “Amor”) finalizó con “Golpes en el corazón”, de Los Tigres del Norte y que en su versión de estudio fue grabada a dúo con Natalia Lafourcade. Después, llegó el turno del guitarrista Diego Demarco y tres hits de su autoría al hilo: “La prima lejana”, “Besándote” y “El gran señor”.
Con Cucho Parisi de vuelta en el escenario, el bloque de canciones dedicado a D abrió con “La vida sigue igual”, la canción de Sandro. El hilo narrativo ibérico continuó con “Bailando”, de Alaska y los Pegamoides, que por unos minutos convirtió al Movistar Arena en una discoteca encendida. El viaje siguió de España a las orillas del Paraná, con “Jurabas tú”, de Los del Fuego, para darle al show su cuota necesaria de cumbia santafesina. Y ante tanta presencia de canciones ajenas, volver sobre lo más destacado del repertorio propio corría como necesidad, plasmado con la selección de tres grandes éxitos en continuado: “Sigue tu camino”, “Vení, Raquel” y “El murguero”.
De irremplazable sobretodo negro, Fernando Ruiz Díaz compartió el protagonismo en “Un osito de peluche de Taiwán”, la puerta de entrada a otro bloque de canciones de Serrano que también incluyó “El pájaro vio el cielo y se voló” y “Luna radiante”. Después de un intento de aportarle al show una dosis de candombe con “El Negro José”, llegó el turno del último invitado de la noche. Ubicado al centro del escenario, Andrés Calamaro fue recibido con una ovación cuando se puso al frente de una interpretación de “Costumbres argentinas”, la canción que Los Abuelos de la Nada solo llegaron a grabar en vivo, y que ahora cuenta con su primera versión de estudio en N. El repaso por su último disco cerró con “La ladrona”, que Los Auténticos Decadentes pudieron registrar junto a Diego Verdaguer pocos meses antes de su fallecimiento.
Y si por definición un show de Los Auténticos Decadentes es un continuum de grandes éxitos, el cierre del show funcionó como una versión comprimida de esa misma lógica. Primero, con un medley que unió en una misma pieza a “No puedo”, “El dinero no es todo” y “Ya me da igual” con los motivos instrumentales de “La marca de la gorra” y “Entregá el marrón”; después, con la despedida a cargo de “La guitarra” y ese estribillo premonitorio que parece haber marcado el camino treinta años después. Y como prueba de que su repertorio es una cantera de hits inagotable, la vuelta al escenario para los bises con “Loco (tu forma de ser)” y “Siga el baile”.
A lo largo de sus treinta y siete años de carrera, el humor fue y es un componente central del código genético decadente, y para prueba de ello ahí estuvo la invitación al escenario sobre el cierre a un doble de Luis Miguel (presentado como si se tratara del original) para “agradecerle” al Sol de México que les permitiese tocar en el estadio de Villa Crespo en medio de su seguidilla de shows. La escena fue el pie para la despedida autocelebratoria de esa banda que incluye entre sus logros poder tocar en un festipunk, el Tropical, un bar mitzvá o el Luna Park. Con un nuevo show en el Movistar Arena agendado para noviembre, su letra ya merece una actualización, al menos hasta la llegada del próximo hito.
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