Los abuelos más jóvenes del mundo: cómo Paul McCartney, los Rolling Stones y Bob Dylan rockean a los 80 años
El rock está cambiando su paradigma: después de la muerte joven que pregonó el punk llega el tiempo de la eterna juventud, del rock senior; sus protagonistas son, precisamente, muchos de los que idearon y lideraron la contracultura de los años 60
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“No voy a volver en silencio a 1950″, decía en la pancarta de una tal Lily Chapman, según la crónica de las manifestaciones contra el fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos. El mismo anuló la protección constitucional para que las mujeres pudieran abortar, establecida en 1973 a través de la famosa causa “Roe vs Wade”. ¿Por qué 1950? ¿Qué significa retroceder el reloj hasta ese tiempo? La pancarta de Chapman revela, en el fondo, que aquel fallo no hubiera sido posible sin el profundo cambio cultural que sucedió en el medio, en esa bisagra de la historia contemporánea que fueron, son, los 60. La paradoja es que esa temida vuelta distópica al American Dream, como si no hubiera pasado nada, convive con el ingreso de los baby boomers que pusieron a la música popular en el centro del cambio de paradigma en su octava década. Bob Dylan, Paul Mc Cartney y los Rolling Stones, las figuras que llevaron al rock and roll por fuera de todos sus límites, se mantienen en el primer plano.
Una nueva versión de “Blowin’ in the wind” de un único ejemplar se subasta como una obra de arte en Christie’s; McCartney brilla en el cierre del festival de Glastonbury y los Stones llenan Hyde Park como en 1969, aunque solo queden dos de sus miembros originales. Todos nacidos en los primeros años 40 del siglo XX, otro mundo en todo sentido. Entran a la segunda década del siglo XXI convertidos en presencias que desoyen el mandato social tanto como cuando irrumpieron en los 60. Algo más que sobrevivientes y leyendas vivas (rótulo que les cabía ya en los 90), les toca ahora redefinir la ancianidad, término que pareciera no corresponderles en absoluto.
Son figuras totémicas y fundantes del rock senior, un género tan propio del siglo XXI como el dubstep o el trap. Hecho por artistas de otro tiempo en este tiempo que parece a un tiempo vertiginoso y suspendido (eso es volver a 1950). Aquella etiqueta de mercado de los 80 que se llamó AOR (Adult Oriented Rock), producida para un consumo neutro y específico, ya no sirve para explicar esta permanencia que desorienta. El hecho de que McCartney sea celebrado y consiga conmover al público transversal de Glastonbury equivale, para tomarle el peso al asunto, a que Monterey Pop o Woodstock hubieran sido cerrados por artistas de, al menos, cincuenta años atrás.
Hay que retroceder hasta los albores de 1920, a una era previa al desarrollo del LP que hizo RCA Victor durante los años treinta. ¿Quién hubiera seguido después de Jimi Hendrix quemando la guitarra en el cierre de Woodstock entonces? ¿Un Al Jolson de 83 años? Mas allá de que Jolson ya estaba muerto en 1950, el ejercicio es inimaginable, solo fructífero para una ficción especulativa. Es que ni siquiera los pioneros del rock and roll, jóvenes para el standard de hoy, tuvieron lugar entonces en las celebraciones masivas de la contracultura. Los Stones podían versionar un blues de Robert Johnson (“Love in Vain”) para el público que fue a despedir a Brian Jones a Hyde Park en 1969, pero en lugar de tener de invitado a Little Richard eligieron lo nuevo: King Crimson.
El comeback de Elvis de ese mismo año se parecía más al mundo que había venido a destronar (el de Sinatra) que al de los jóvenes que se habían inspirado en su sonido e imagen para hacer música y convertir el rock & roll en todo lo que vino después, incluida esta presencia permanente que es la clave del rock senior. Se supone que su última fase salvo que se siga el camino holográfico de ABBA (que pasaron del consumo irónico a la reverencia) o que la IA permita pasado mañana una performance completa de Hendrix, o ver a los Stones originales sobre el escenario del Marquee (¿Ya hay tickets para la gira 2062?).
A la tríada mayor del Rock senior hay que sumarle los nombres de Neil Young (1945), Robert Plant (1948), Elton John (1947), en su supuesta gira despedida; Patti Smith (1946), Fleetwood Mac (Lindsey Buckingham, el más joven, tiene 72), lo que queda de Pink Floyd o Blondie (Debbie Harry, 1945) y Bruce Springsteen (1949), entre muchos otros. Se trata de un arco que va del folk y la psicodelia a la new wave y de artistas que, por distintas vías, evitaron el destino Las Vegas. El circuito solo restringido a la nostalgia en giras de nicho por el que circularon muchos pioneros del rock and roll, pero también contemporáneos de los Beatles y los Stones o re-formaciones tributo al estilo Creedence Clearwater Revisited sin un mínimo atractivo artístico.
Si el rock senior no tiene una forma determinada excepto su propio clasicismo y cierto devenir crepuscular, su definición es una cuestión sobre todo cronológica. Tomando la profecía de Paul en Sargeant Pepper, el comienzo del rock senior debería cifrarse a los 64 (“When I’m Sixty Four”) que también es la edad en la que murió Al Jolson en 1950. Así, todos los baby boomers que protagonizaron la era pop a partir de 1962 (debut de Dylan y The Beatles) entraron en la fase senior hacia 2005. Sin embargo, es el interminable Dylan tardío que va desde el álbum Time Out Of Mind (1997) a Rough and Rowdy Ways (2020) quien marca el tiempo del género con un continuo de música en vivo (la Never Ending Tour) y en estudio de 25 años prodigiosos, los mismos que fueron de “Blowin in the wind” a sus producciones erráticas de los 80. Esa fue la década en la que la generación dorada quedó entrampada entre estrellas híper pop como Madonna, Prince y Michael Jackson y el austero paradigma pospunk. Aggiornados al mandato de la época, los posters de la contracultura se volvieron redundantes en un tiempo de neofilia donde todas las semanas había un grupo nuevo por descubrir. Sobrevivir a riesgo de perder filo parecía el precio a pagar en una cultura que celebraba la muerte joven desde Brian Jones a Jim Morrison y Janis Joplin; de Marc Bolan a Sid Vicious o Ian Curtis.
El gesto trágico de Kurt Cobain citando una letra de Neil Young en su carta suicida (“Mejor quemarse que enmohecerse”) y el acto museístico del brit pop rehabilitaron a los maduros protagonistas de los 60 que desde la segunda mitad de los 90 consiguieron torcer el rumbo de sus interminables carreras hasta entrar a la etapa senior. Así, mientras Dylan grababa uno tras otro discos que conseguían estar al nivel de sus producciones emblemáticas de los 60 y 70, Mc Cartney y los Stones hicieron del vivo y de la expectativa un acto de branding.
A medida que fueron pasando los años y entramos en el nuevo siglo, cada anuncio de gira o de disco nuevo tuvo fuerza de blitzkrieg (guerra relámpago), aunque no se tratasen de obras maestras. Pero no era solo propaganda porque de veras que los Stones que vimos en 2016 en el Estadio Único de La Plata sonaban mejor y más desafiantes que los de su debut argentino en 1995, y lo mismo con la segunda visita de Paul al comando de una banda de rock a la altura de un songbook insuperable.
El gesto de la longevidad como manifiesto acerca a los protagonistas del rock senior a las biografías de pintores modernos o escritores capaces de concebir sus mejores obras en la última curva de la vida. Pero así como hay coordenadas socio-políticas para explicar el estallido de los 60, conviene detenerse en las condiciones que permiten ese fenómeno hoy. “A nivel masivo hay mucha gente de 80 años que tiene su cuerpo y su mente como a los 60, en su plenitud física y cognitiva, y eso tiene que ver con muchos avances de la ciencia en las últimas décadas. Por eso no es extraño que personas en edad adulta estén logrando resultados artísticos extraordinarios. David Galenson es un economista de Chicago que está relevando miles de vidas de artistas para ver en qué momento de su vida lograron su obra más relevante y hay un alto promedio que lo consiguió entre los 60 y los 70 años y no entre los 20 y los 30 como se suponía antes”, explica Sebastián Campanario, autor de Revolución Senior, un libro que hace foco en el protagonismo creciente de la generación de más de 45 años en el planeta centennial.
Los capos del rock senior, además, echan mano de toda la tecnología disponible. Esta misma semana, Paul McCartney y John Lennon volvieron a cantar juntos “I’ve got a Feeling” como en aquel show de la terraza de Apple. Uno en el escenario, la voz gastada pero todavía fuerte; el otro en sincro desde una pantalla de video con el característico gabán y menos de treinta años. La banda sonando con la cualidad de una fotografía vintage. Ese sentimiento debe ser el que late todavía en McCartney, ese “deep, deep, deep feeling” sobre el que volvió en su soberbio álbum de pandemia (McCartney III). El mismo acaso expresado por esa mujer desconocida (Chapman, como el asesino de Lennon) de nunca, nunca, volver a 1950.
Discografía rock senior: diez discos esenciales
Modern Times (Bob Dylan, 2006). El Premio Nobel parece estar escribiendo un único y gran disco desde 1997. Este es el primero editado después de los 64 años.
McCartney III (Paul Mc Cartney, 2020). El testimonio pandémico de Macca es la tercera parte de un largo proyecto conceptual. Chaos and Creation in the Backyard es quizás todavía mejor, pero Paul tenía 63 años cuando salió, en 2005.
Blue & Lonesome (The Rolling Stones, 2016). La recreación de standards es una estrategia del rock senior. Pero los Stones fueron a los blues oscuros de sus principios antes de consagrarse como autores.
Blackstar (David Bowie, 2016). Publicado el día de su cumpleaños 69, el último, su despedida fue también su disco más profundo acaso desde Scary Monsters, de 1980.
Le Noise (Neil Young, 2010). El rocker que desafía a Spotify había pasado la barrera de los 64 cuando alumbró esta pieza de ruidismo tan rudimentaria como avant garde.
Letter to You (Bruce Springsteen, 2020). Uno de los últimos en ingresar en la categoría, el álbum que Springsteen grabó para sus 70 años sigue la veta más crepuscular del senior.
Banga (Patti Smith, 2012). Hay que retroceder diez años para escuchar esta gema de Patti Smith concebida a los 65 años. ¿Volverá a grabar?
Lulu (Lou Reed & Metallica, 2011). Al borde de los 70 años, Lou Reed vivía en edad de riesgo como cuando irrumpió con Velvet Underground. Disco doble con Metallica (¿futuro rock senior?)
Shine (Joni Mitchell, 2007). Su primer disco de canciones propias en diez años fue un suceso artístico y un éxito inesperado. El que más alto rankeó desde el mítico Hejira (1976).
Raise the Roof (Robert Plant & Alison Krauss, 2021). A los 73, Plant canta igual o mejor que en Led Zeppelin y su dúo con Alison Krauss producido por T-Bone Burnett es un hechizo.
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