Lorde salió de su cuarto y ahora es consciente del mundo que la rodea
La cantante neozelandesa habla de Melodrama, su segundo disco, y de cómo eludió la presión de la fama
Cuando tenía 16 años, Lorde ya decía que no. Katy Perry la había invitado a unirse a su gira como acto soporte para que promocione su álbum debut y ella declinó amablemente. La decisión, que parecía ir en contra del manual del show business, terminó siendo una marca de identidad: la joven neozelandesa nacida como Ella Marija Lani Yelich-O'Connor se construyó a sí misma como un agujero negro, un enigma en el firmamento de las estrellas pop. Juega en la misma liga, pertenece, pero a su manera. Donde todos buscan brillar exacerbando las maravillas de un mundo inalcanzable para el fan, ella se alzó con "Royals", un hit a escala global en el que proclama: "Ese tipo de lujos no es para nosotros".
Más cerca de Lana Del Rey que de Taylor Swift, en Pure Heroine Lorde -que ahora tiene 20 años- les cantó, como pocos lo habían hecho hasta entonces, a los adolescentes que sabían demasiado; los que cargan con las preocupaciones de un adulto. Pero mientras Lana Del Rey recupera la figura de la diva hollywoodense de los 50, Lorde va mucho más atrás en el tiempo y propone una actualización de la imaginería aristocrática, una de sus obsesiones. De allí que su nombre agrega una e al final para feminizar la figura del Lord. Pero esa perversión nominal no sería nada si no fuera sustentada por una fuerte conciencia de género, que se encarga de remarcar a cada paso. "Siendo mujer todo es más difícil -afirma del otro lado del teléfono-. Encontrás siempre una barrera inicial, yo la tuve, por eso cada logro se disfruta tanto."
Y su primer logro fue Pure Heroine (2013). Desde la contundencia de la portada -fondo negro y letras plateadas desgarradoramente sans serif-, Lorde dio con una gema de pop claustrofóbico, captando los humores de todo adolescente que encuentra en su cuarto su mundo. "Es un disco donde predominan la timidez y las emociones tranquilas", explica. Además de los beats mínimos y los sintetizadores en plan dark wave, el paisaje introspectivo se completa con una voz desconcertante, por momentos susurrada y por momentos seductora. Después de 17 años, una cantante femenina llegaba a la cima del ranking de música alternativa, algo que refleja más las reglas estrictas de cómo encajar en la categoría pop que de una supuesta alternatividad de Lorde.
Casi como una paradoja, lo que fue pensado como un disco de emociones tranquilas la catapultó a la fama de manera inmediata. "Sentí la presión en ese momento, pero también era muy joven -dice-. Empezás a relacionarte con mucha gente, tenés que hablar en público... todo cambia." Aquella joven que cantaba sobre ir a fiestas en tren ahora tenía que subir a un avión a mostrar su arte por el mundo. "Girar es una experiencia de aprendizaje continuo, conocés diferentes formas de amar, de creer. Ver otras culturas me hace entender cosas que yo no tengo y mejora el vínculo con esa gente", reconoce sobre la forma en la que fue enriqueciendo su personalidad ahora que es parte del star system. Por el otro lado, sostiene la necesidad de "mantenerse enfocada" para que las luces del estrellato no le nublen la vista.
Además de engrosar su base de fans alrededor del mundo, su primer disco le valió el respeto y la admiración de colegas incluso mucho mayores y analógicos que ella. Jack White y Bruce Springsteen versionaron algunos de sus temas en vivo y David Bowie le dijo, en persona, que escuchar su música era como escuchar el mañana. Desmedido como parezca, el Duque Blanco tenía el historial a su favor: en 1977 había expresado lo mismo a Devo, una banda cuyo sonido hoy se puede rastrear en bandas como LCD Soundsystem, Arcade Fire y los momentos más electrónicos de Radiohead. "Creo que mi sonido se diferencia del resto y puede sonar futurista, es cierto, pero también me gusta lo clásico -ríe-, disfruto tanto del hip hop como de un piano convencional."
Con Melodrama ya en la calle, su segundo disco de estudio, el contrapunto entre clásico y moderno parece acentuarse en esta nueva apuesta. "Green light", el primer simple, la muestra abrazando el sonido de la EDM (Electronic Dance Music) y lanzando frases que dejan en claro no sólo sus nuevos intereses musicales ("Escucho sonidos nuevos en mi mente"), sino también que ya es una chica que disfruta de la pista de baile ("Me maquillo en el auto de otra persona/ pedimos diferentes tragos en los mismos bares"). En cambio, la segunda canción que liberó Lorde iluminó el otro extremo. "Liability" es una balada de piano con una melodía difusa que de algún modo la acerca a Regina Spektor. "El resto del disco está en alguna parte entre medio de ambas canciones", asegura ella. Y lo confirman los nuevos cortes de difusión, "Sober" y "Perfect Places".
El arte de tapa del disco marca también una diferencia notable. A aquella portada hermética le contrapone ahora su retrato, colorido, casi en el estilo del expresionismo alemán. La joven que no se escondía detrás del negro, ahora se anima a mostrarse aunque, claro, bajo sus propios términos y condiciones. "Traté de salir con una imagen más creativa. Una foto de mi cara es algo que haría cualquiera -dice-. Quería que sea un cuadro de mí misma, así que hicimos la foto y después se hizo la pintura en base a eso."
-¿Por qué elegiste como singles temas tan alejados de Pure Heroine?
Quería mostrar un poco los opuestos del disco, son como dos cuadros distintos. Me gusta que el público sepa con qué se va a encontrar. Entiendo que "Liability" haya descolocado un poco, pero es lo que quería, que si alguien pensaba que sabía lo que iba a venir, se diera cuenta de que en realidad no lo sabía (risas).
-Pasaron cuatro años desde tu primer disco, ¿cuánto refleja Melodrama tu crecimiento durante este tiempo?
Mucho. Creo que entre los 16 y los 20 cambian un montón de cosas. A nivel interno cambiás mucho y este disco lo refleja. También siento que estoy más madura en términos de escritura. Puedo exigirme más y forzar los límites. Logré hablar de diferentes situaciones y de la manera en la que funciono en cada una de ellas.
-¿Sentís que ahora contemplás más estados de ánimo a la hora de componer?
-Sí, creo que es un poco como evolucionan naturalmente las cosas. "Green Light" suena divertido, pero otros temas no. Es un disco que puede ser feliz y triste al mismo tiempo y trabajamos mucho en que pueda sonar así, que sea movilizador. Las situaciones que quise plantear ahora tienen más que ver con la mecánica de las relaciones personales, de cómo la gente se comunica entre sí y cómo hacer que esas cosas funcionan.
-Es como si tus preocupaciones ahora no se limitaran a las cuatro paredes de tu cuarto.
Sí, exacto. Ahora estoy atenta a las personas que me rodean, a lo que pasa en la calle. Prendés la televisión y te interesa lo que pasa en otros países, esas cosas empiezan a ocupar tu cabeza. En este disco soy consciente del mundo que me rodea.
-Pero nunca te alejaste de la realidad, alguna vez pediste que no te tapen los granos de la cara con Photoshop.
¡Es cierto! Bueno, es que cuando te están sacando fotos todo el tiempo hay que estar atento y saber cuidarse a sí mismo. Todo se vuelve muy raro, y sobre todo siendo joven, por eso trato de que todo se mantenga real. Porque también es el mensaje que quiero dar a mi público, es importante aceptarse tal cual uno es.
La "generación sin amor" tiene quien le cante al oído
Si en Pure Heroine Lorde había encontrado un sonido específico para transmitir el lado oscuro de la adolescencia, en Melodrama los distintos estilos se ajustan según las necesidades de una ventieañera con múltiples emociones, que descubrió el amor, el desamor, el mundo, la noche, la fama y la reclusión. Y es en este eclecticismo que se para definitivamente como una estrella pop, a veces cerca de la propia Katy Perry ("Green Light"), a veces cerca de Fiona Apple ("Writer in the Dark"), pero siempre pivoteando desde las penumbras.
Con la voz de Lorde como arma principal, Melodrama se construye a partir de temas que parecen cuadros cerrados en sí mismo. "Te avisamos que esto es un melodrama", canta en "Sober II (Melodrama)", a modo de resumen de los humores que recorren el disco. De fondo, el piano, las cuerdas y un beat que se aparece y se desintegra en medio de la canción, se corresponden con la idea de ir y venir, sin descanso, desde la exuberancia a la introspección.
Lejos de ratificar una fórmula que ya probó ganadora, Lorde demuestra en su segundo disco que sus falsetes, susurros y capas de voces en estilo coral le permiten abordar casi cualquier temática. En sus once canciones, el álbum se conforma como un manual de estilo para "la generación sin amor", tal como describe -a ella y sus coetáneos- en "Hard Feelings/Loveless".
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