Lollapalooza Chicago: Ariana Grande, Rosalía y el poder de la música femenina
CHICAGO.- Alguien dijo que el futuro es mujer. Pero en el último día de Lollapalooza Chicago el tiempo es otro. Es presente. Y no se trata de caprichos de un line-up que agrupó para el cierre a Ariana Grande, Rosalía, Kacey Musgraves y Sharon Van Etten. Se trata de un signo de los tiempos. ¿No hay mujeres en la música? Las hay y muchas. Muchas y talentosas.
Rosalía pareció entender aquello de "tu tiempo es hoy". Crece en escena, perfecciona su show y mejora ella notablemente su performance. Si bien el set que la catalana brindó aquí en Chicago es el mismo que vimos en marzo en el Hipódromo de San Isidro, su evolución es notable. En un escenario ideal para su faena, una suerte de anfiteatro con el espacio para el público en declive, que promueve una cercanía que facilita la interacción, la cantante desplegó, en su mayoría, las canciones del disco que la trajeron hasta acá y que la convirtieron en artista revelación.
Una de las cualidades de esta chica que sabe combinar la tradición flamenca con el sonido urgente que emana del sampleo de El Guincho, su aliado, productor y "hermano", como lo presenta en el tramo final de su show, es que no encaja en escena alguna. Se podrá decir que está alineada con el trap en su dimensión más amplia, con la nueva oleada joven (y ya van...) del flamenco-pop y que por arriba y debajo de sus letras, sus rimas, sus lamentos, se pueden colar referencias bailables de buena parte de América Latina y su querida Barcelona.
Arremete, baja la velocidad, entrecorta sus palabras, parece que va a claudicar y en un abrir y cerrar de ojos tiene a miles de latinos y "gringos" saltando replicando los oles que vienen desde escena. Todo es orgánico. Sus movimientos, su interacción con las bailarinas, su entendimiento con El Guincho. Pero el milagro deviene cuando logra convertir esta fiesta multitudinaria a la que acudieron 120.000 personas por día durante cuatro jornadas, en un tablao flamenco. Cuenta que va a cantar a capela, como si los no iniciados necesitaran esa advertencia y la magia se instala ni bien lanza sus lamentos. "Quítate de mi presencia que me estás martirizado"; o "Que no salga la luna que no tiene pa que...", en una extraña sintonía con la partida inexorable del sol. Cuando pronuncia esas palabras, el alma ancestral se apodera de esta joven de 25 años que emociona y aleja las penas de todos los que caemos en su embrujo.
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El presente es una mujer que canta -y encanta-, compone, lidera, entretiene y estimula. Puede llamarse Rosalía, Kacey, Ariana o Sharon. Puede enmarcarse en el pop, el rock o en una mixtura de estilos. Ahí la tienen, en otro escenario, a Sharon Van Etten. Luce como Patti Smith y canta como Chan Marshall (Cat Power). Pero es ella. Presencia poderosa que hipnotiza y promueve viajes imaginarios a una tierra prometida en la que el folk y el rock se imponen por su fuerza salvaje y primal.
Entre Kacey Musgraves y Ariana Grande se establece un interesante tandem a la hora del cierre, no solo de uno de los escenarios principales sino del festival. Musgraves, la cantante que viene de las ligas del country y saltó definitivamente a los primeros planos el año pasado al ganar el Grammy al disco del año, propone un interesante híbrido que va del country pop a la música disco. Sí, su versión del clásico "I Will Survive" arremete con sorpresa y sirve para habilitar otro tipo de repertorio, lejos de las cowgirls y los cowboys, cerca del gusto de un público casi tan numeroso como el que que un rato más tarde delirará con Ariana Grande.
Sale la luna y lo hace en todo su esplendor. Desde el escenario, en la puesta que propone la exchica Nickelodeon luce tan vital como la que está sobre nuestras cabezas. A los 26 años, a la chica que le sobra talento y dulzura para erigirse como la nueva soberana del pop global, pareciera faltarle repertorio para lograrlo. Su show entra en una meseta a los pocos minutos de haber comenzado y no sale de allí ni con bailes, ni con luces, ni con visuales, ni con su voz que si bien no es poderosa siempre luce atinada.
Lejos del cierre que eligió la mayoría del público para cerrar el capítulo 2019 de Lollapalooza, el creador del festival muestra una nueva propuesta que se suma a esa dilatada trayectoria que tuvo picos muy altos tanto con Jane's Addiction como con Porno For Pyros. Una orquesta rockera, sensual y esotérica que despide nuevas y viejas canciones para nuevas y viejas audiencias. La síntesis de este encuentro mágico que regresará a Chicago el año que viene, pero que mucho antes tendremos de vuelta en el Hipódromo de San Isidro, entre el 27 y el 29 de marzo próximos.
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